Corpovisionarios, a liquidación
La mala hora de la organización que constituyó Antanas Mockus en 2001. Crisis financiera y acusaciones por supuestos malos manejos administrativos, el trasfondo de esta historia.
Con más de 700 proyectos exitosos en construcción de paz y cultura ciudadana durante 16 años en Colombia, Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, la Corporación Visionarios por Colombia dijo adiós. Desde el pasado 1° de noviembre comenzó el proceso de liquidación de la organización sin ánimo de lucro que creó el profesor Antanas Mockus junto a su esposa, Adriana Córdoba, y un grupo de intelectuales que transformaron la investigación social. Ahora, entre señalamientos por arriesgadas decisiones administrativas y acusaciones de no querer pagar deudas a colaboradores y proveedores, uno de los centros de pensamiento, investigación y desarrollo más importante del país cerró sus puertas.
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Con más de 700 proyectos exitosos en construcción de paz y cultura ciudadana durante 16 años en Colombia, Latinoamérica, Estados Unidos y Europa, la Corporación Visionarios por Colombia dijo adiós. Desde el pasado 1° de noviembre comenzó el proceso de liquidación de la organización sin ánimo de lucro que creó el profesor Antanas Mockus junto a su esposa, Adriana Córdoba, y un grupo de intelectuales que transformaron la investigación social. Ahora, entre señalamientos por arriesgadas decisiones administrativas y acusaciones de no querer pagar deudas a colaboradores y proveedores, uno de los centros de pensamiento, investigación y desarrollo más importante del país cerró sus puertas.
Tras dos años de estar alejado de Corpovisionarios, el exalcalde Bogotá Antanas Mockus nada tuvo que ver ni quiso opinar sobre el final de uno de sus preciados tesoros. La crisis financiera y el COVID-19 fueron dos elementos adicionales que terminaron de precipitar la decisión. Con varios meses de retraso en los pagos, sin flujo de caja, con trabajadores recibiendo el 50 % de su salario en medio de una pandemia y sin que les comunicaran que iba a suceder, la administración de Corpovisionarios emitió un comunicado el pasado 18 de noviembre anunciando que entraría en liquidación. “No sabemos con qué ni cómo nos van a pagar”, reclaman varios de los empleados y exempleados.
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“Lamentamos comunicar el inicio de una nueva etapa para la corporación, en la cual, después de analizar varias opciones de cambio, reestructuración y mejora, se determina que es insostenible continuar operaciones, no solo por la actual situación de pandemia que se presenta a nivel mundial, sino también por los problemas económicos y financieros (...) En vista de que los resultados no fueron óptimos para dar continuidad a la operación, la sala decide por unanimidad entrar en proceso de disolución y liquidación de la corporación, y nombrar como liquidador a Marcela Plazas Parra”, se lee en el comunicado.
Para muchos, el malestar de varios de los colaboradores radica en la falta de comunicación de las directivas, pues aún no responden qué sucederá con varios de los equipos de trabajo. El Espectador consultó a más de ocho fuentes, que coincidieron en que el silencio fue la única respuesta que recibieron ante la falta de pago de sus salarios o deudas. Además, consideran que la crisis financiera tiene un origen: las decisiones que tomó Henry Murraín, director de Cultura Ciudadana de la Alcaldía de Bogotá, quien fue uno de los impulsores de Corpovisionarios desde 2006 y en 2013 fue elegido director ejecutivo.
“Durante catorce años fui la persona que consiguió y gerenció los proyectos. Esta noticia ha sido muy dolorosa. Es una interpretación errónea decir que la liquidación es producto de decisiones administrativas erróneas y arriesgadas. Corpovisionarios siempre funcionó bajo un riesgo operacional grande, porque se estructuró un modelo de trabajo con un equipo fijo, y en una organización de ingresos variables es complejo. Por decisión autónoma y lograr independencia no aceptamos donaciones”, explicó Murraín, quien estuvo en la dirección ejecutiva de la organización hasta diciembre de 2019.
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Murraín manifestó que, al funcionar solo con proyectos y no con donaciones, los ingresos de Corpovisionarios eran fluctuantes y que no fue solo una situación que ocurrió en 2018. Es más, explicó que desde 2013 hubo un cambio fundamental: contrató equipos fijos sin importar el número de proyectos. “Eso tiene una justificación y es que, al estar estructurando los equipos por proyectos en un tema de cultura ciudadana, no había capacidad de formar personal especializado para entregar productos con mayor calidad. Muchas de nuestras investigaciones eran sofisticadas y no se podría trabajar con equipos que cambiaran cada vez que se consiguiera un nuevo proyecto”, dijo el exdirector ejecutivo.
Ante la situación que hoy vive Corpovisionarios, Murraín aceptó que sí tuvo responsabilidad por jugársela a sostener un equipo fijo de contratistas: “Para mí era terrible la sensación de que te contraten por proyectos, porque hay periodos en los que no hay un solo ingreso. Eso aburre a la gente. Hice un esfuerzo institucional por tener una administración financiera estricta y juiciosa. Sí fue una decisión riesgosa, pero trajo ventajas, porque pudimos consolidar cuatro equipos centrales: proyectos, investigación, laboratorio creativo y el observatorio ciudadano. Duplicamos nuestra labor y calidad. Y sobre las donaciones, puede ser otro problema, pero nos daba independencia”.
El 2018: año crítico
El Espectador consultó a seis personas que trabajaron en Corpovisionarios, quienes coincidieron que en 2018 ya existía una deuda alta por decisiones gerenciales arriesgadas en gestión de proyectos, que, para ellos, subestimaron su capacidad. “Eran propuestas muy caras y con contrataciones elevadas, porque querían darle un alto perfil a la organización. Eso representaba un alto costo en contratos, que a su vez no se vio reflejado en la consecución de proyectos. Era la única fuente de financiación y la idea de funcionar como una empresa y mantener la planta fue el costo que hoy se paga, porque se generó un pasivo histórico”, explicó uno de los entrevistados, quien prefirió guardar su identidad para evitar problemas.
Para Henry Murraín, los problemas administrativos de 2018 tienen una razón diferente: el ataque político a Antanas Mockus ocasionó una avalancha de demandas y peticiones ante organismos de control. “Fue un año difícil, porque permanentemente se daban rendiciones de cuentas. Fue un acoso judicial fuerte y eso ocasionó que algunos proyectos se frenaran y las agencias de cooperación internacional y clientes extranjeros los congelaran hasta solucionar los problemas. Fueron seis meses sin ingresos por nuevos proyectos, pero con la reserva sobrevivimos. Para el segundo semestre, cuando la marea bajó, gestioné $7.000 millones”, explicó.
Mantener a sus equipos completos a pesar de que no hubo ingresos durante 2018 por un largo periodo de tiempo, como lo aceptó el mismo Murraín, pudo ser el inicio de los problemas financieros. Otra de las personas consultadas señaló que Corpovisionarios creció con el paso de los años y no se tomaron acciones correspondientes a ese crecimiento que permitieran mantener un modelo financiero para tener una mejor estructuración de proyectos y decisiones administrativas. “La dirección ejecutiva intentó cuidar el equipo, pero sin un respaldo de información financiera real y eso fue costoso en el mediano y largo plazo. Por eso hubo problemas en el flujo de caja”, agregó.
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El hoy director de Cultura Ciudadana manifestó que esa labor en 2018 fue un desgaste físico y emocional, pues no todo el equipo de 60 personas dimensiona lo que significó conseguir proyectos por esa cifra que, según él, salvaron el año y dieron operación para 2019, año en el que decidió terminar su ciclo y pasar al sector público en la alcaldía de Claudia López. Sin embargo, cuatro fuentes consultadas sostuvieron que 2019 los problemas de flujo de caja fueron constantes y empezaron a colgarse en pagos a contratistas y proveedores. Según explicaron, se debió, en gran parte, a que la dinámica de los proyectos que manejaba Corpovisionarios eran de cuenta exclusiva y no dejaban utilidad.
El modelo de Corpovisionarios se centró en dos formas para conseguir recursos. Una eran los proyectos de cuenta exclusiva, que eran los públicos, y los de cooperación internacional, en los que si no se ejecutaba el 100% del presupuesto se debía devolver el restante. Es decir, no dejaban ganancias. Y la otra eran los proyectos de cuenta abierta, que eran privados y daban rendimientos. En 2019, al parecer, la directriz fue conseguir la mayor cantidad de proyectos con privados para poder soportar y cubrir las contrapartidas que se exigían en los contratos públicos. “No teníamos solidez y se hizo una apuesta que falló porque no salieron proyectos. Ahí fue cuando empezamos a generar deudas con distintos proveedores”, explicó una fuente.
El principal acreedor de Corpovisionarios es la firma Estadística y Análisis. Su representante legal, José Antonio Moreno, sostuvo que hoy le adeudan $250 millones y que el silencio siempre ha sido la respuesta y le tocó acudir a otros aliados para proteger sus dineros en contratos que desarrolló con la corporación este año. A otro proveedor, una empresa de impresiones, le deben $13 millones. Y a la planta de contratistas de cincuenta personas y a otro par de exempleados no les han pagado varios salarios. Esta situación fue la que llevó a que la asamblea de Corpovisionarios decidiera liquidar la empresa, el 29 de octubre pasado. No solo arrastrar pasivos desde meses anteriores, sino también la falta de nuevos proyectos en 2020 y la pandemia fueron la estocada final.
Tras la salida de Henry Murraín, a la dirección de Corpovisionarios llegó Viviana Barberena. Su objetivo era levantar económicamente la empresa y gestionar nuevos proyectos. Sin embargo, el COVID-19 terminó por cerrar cualquier posibilidad de salir a flote. Barberena renunció en septiembre pasado y la junta directiva buscó a una conocida, Sheila Burkhardt, quien había renunciado en febrero como directora del Laboratorio Creativo por la incertidumbre y el no pago de su salario. Duró tan solo diez días, pues presentó un informe a las directivas mostrando que, si bien Corpovisionarios tenía suficiente talento humano para salir a flote, las cifras no cuadraban.
La decisión de liquidar Corpovisionarios nunca fue compartida con los equipos de trabajo, lo que ocasionó un malestar generalizado ante el hermetismo con el que se manejaron las cosas. En marzo les redujeron casi al 50% sus salarios por la pandemia y, ante la expectativa de lograr nuevos proyectos, el 29 de octubre recibieron la noticia de que la nueva directora sería la liquidadora Marcela Plazas. “En este momento uno ve un desorden administrativo y no sé cómo van a pagarnos. Están afectando a muchas personas”, le dijo a este diario uno de los colaboradores de la organización. Por ahora, no se tiene una fecha estimada, pues la liquidadora continúa con el análisis financiero.
“No puedo dar cifras ni fechas, porque aún estoy evaluando la información. Sería irresponsable. Me nombraron el 1° de noviembre y me he dedicado primero a verificar la parte contractual, lo que más preocupa en una liquidación. Logramos terminar contratos con nuestros aliados sin afectar a las partes, porque Corpovisionarios ha hecho bien su trabajo”, le dijo Plazas a este diario. Sobre las razones que llevaron a la asamblea a tomar la decisión de liquidar, explicó que se debe a la difícil situación de este año de no poder ejecutar varios contratos y que, más allá del tema financiero, hubo un interés personal por parte de los miembros de la asamblea de finalizar un ciclo.
“Es una sensación de tristeza, porque el trabajo sí aportaba a la sociedad y se acaba por decisiones administrativas”, dijeron algunos colaboradores. “Antanas lleva dos años desvinculado de la organización y por fuera de la dinámica de la corporación. Nadie tiene queja o deuda con él. No se le puede pedir más, porque nos dio todo lo que pudo por Corpovisionarios. Él fue la inspiración de estas ideas y nada de lo que hoy sucede lo representa. Siempre en nuestra organización quisimos estar a la altura del maestro”, concluyó Henry Murraín, quien agregó que varios de los miembros y exdirectivos están planeando tener encuentros para generar un proceso de memoria y aprendizajes pedagógicos.
Si bien la liquidadora sostuvo que no es prudente decir si era o no necesario liquidar la corporación, hay quienes dicen que financieramente se salvaba con nuevos proyectos, pues el déficit está entre $400 millones y casi $1.000 millones y aún hay cuentas por cobrar. Sin embargo, aseguraron que la razón detrás de la decisión se debe al cierre de un ciclo, pues ya no sienten las mismas fuerzas para librar batallas políticas que han dejado rezagos y un desgaste emocional y físico. Lo cierto es que es una decisión sin retorno, que quedará en la memoria por el trabajo de intelectuales que, encabezados por el profesor Antanas Mockus, lograron su objetivo: construir cultura ciudadana.
El legado de Corpovisionarios
En julio de 2001 el profesor Antanas Mockus creó Corpovisionarios, una organización sin ánimo de lucro que tenía como fin ser un movimiento ciudadano que fomentara la construcción de paz y cultura ciudadana. En 2006, tras una dura derrota en las elecciones a la presidencia, el proyecto tomó fuerza de la mano de Mockus, su esposa Adriana, y los académicos Alejandro Florían, José Fernando Izasa y Fernando Guzmán. Con un grupo inicial de cuatro personas lograron conformar equipos que reunieron a 60 personas. Llegaron a realizar estudios en San Diego, California (Estados Unidos), Estocolmo (Suecia) y otros países latinoamericanos.
Sus más de 700 investigaciones consolidaron a Corpovisionarios como una de las organizaciones más queridas en la región. Sus métodos y metodologías llegaron a ser reconocidas a nivel mundial y la catapultó como pionera en temas de construcción de cultura ciudadana. Con su trabajo, consolidaron grupos como el Laboratorio Creativo y el Observatorio ciudadano, que consolidaron investigaciones combinando lo cualitativo con lo cuantitativo. Sin embargo, ante la crisis financiera, su historia ha terminado pero su legado es un grupo de investigadores sociales que, seguramente, explicarán su experiencia en todos los rincones del país.