Criar larvas de coral: un nuevo esfuerzo para salvar los arrecifes en Colombia
Científicos colombianos impulsan un proyecto de restauración de los arrecifes de coral a través de la reproducción sexual. En septiembre estuvieron reunidos en el Parque Nacional Natural Corales del Rosario presenciando un evento único en la naturaleza: el desove de corales.
Daniela Quintero Díaz
Seis días después de la luna llena de septiembre, en el fondo del mar del Parque Nacional Natural Corales del Rosario se encuentran científicos, biólogos marinos, funcionarios de Parques Nacionales y Corporaciones Autónomas, ONG de diferentes zonas del país y buzos especializados. Son más de 27 personas que buscan presenciar un evento de la naturaleza que solo ocurre una vez cada año: la reproducción masiva de corales. (Le puede interesar: Once días bajo el agua: un esfuerzo sin precedentes para salvar los corales)
Gánale la carrera a la desinformación NO TE QUEDES CON LAS GANAS DE LEER ESTE ARTÍCULO
¿Ya tienes una cuenta? Inicia sesión para continuar
Seis días después de la luna llena de septiembre, en el fondo del mar del Parque Nacional Natural Corales del Rosario se encuentran científicos, biólogos marinos, funcionarios de Parques Nacionales y Corporaciones Autónomas, ONG de diferentes zonas del país y buzos especializados. Son más de 27 personas que buscan presenciar un evento de la naturaleza que solo ocurre una vez cada año: la reproducción masiva de corales. (Le puede interesar: Once días bajo el agua: un esfuerzo sin precedentes para salvar los corales)
Los arrecifes de coral tropicales son los ecosistemas marinos más diversos de la Tierra. Son casa y refugio para cientos de especies, impulsan el turismo y son el sustento de más de 500 millones de personas en el mundo. Sin embargo, desde los años 80 se han perdido de manera alarmante. Solo en el PNN Corales del Rosario, donde se encuentra el 82 % de los arrecifes de coral de la plataforma continental de Colombia, se estima que la cobertura de corales vivos es menor a un 30 %. Aunque muchas de sus amenazas tienen que ver con los cambios acelerados de las condiciones climáticas y del agua, otras, como la sobrepesca, el turismo descontrolado y la contaminación, son causadas por los humanos.
Elvira Alvarado, bióloga marina y directora de la fundación Ecomares, ha visitado y estudiado estos arrecifes desde los años 70. Ver cómo se han transformado la ha llevado a impulsar una herramienta esencial para darle a estos ecosistemas una nueva oportunidad de sobrevivir en el próximo siglo: la restauración a través de la reproducción sexual. Su iniciativa ha convocado a científicos de todo el país que llegaron hasta allí a capacitarse en la fertilización y cría de larvas de coral con el fin de replicar el proceso en otros Parques Nacionales y arrecifes de Colombia y su zona insular. (Le recomendamos: En video: Así están ayudando los científicos a recuperar los corales de Islas del Rosario)
Los corales son animales y se reproducen
“Seguramente muchas personas han escuchado la campaña de “Un millón de corales” que hace unos meses fue impulsada por el Ministerio de Ambiente. Esta estaba enfocada en la reproducción asexual a través de la fragmentación de corales”, explica Alvarado. En otras palabras, esta técnica consiste en dividir un coral en pedazos muy pequeños y hacer de ellos individuos independientes que pueden ayudar a repoblar arrecifes degradados en un corto plazo. Cuando se fragmentan, cada nueva parte continúa creciendo y forma nuevos individuos. El problema, explica la investigadora, es que son individuos genéticamente idénticos. “El objetivo ahora es complementar esa restauración con la reproducción sexual, que trae muchos beneficios a largo plazo, como la diversidad genética y una mejor resistencia a las enfermedades”, agrega. (Le puede interesar: Más allá de los delfines: los vacíos alrededor de la pesca de atún en Colombia)
Entre 185 minutos y 225 minutos después del atardecer ocurre la explosión de vida. “Los corales invierten toda su energía en generar millones de huevos y millones de espermatozoides para liberarlos una sola vez en un año”, asegura Nireth Sierra, bióloga marina e investigadora de Ecomares. Bajo el agua, las colonias de ciertas especies se sincronizan para liberar al tiempo unas bolsas milimétricas en donde van empacados sus óvulos y espermatozoides. “Esperamos mirándolas pacientemente bajo el agua, hasta que vemos que empiezan como a erizarse y que de los huequitos se asoman unas bolsas de color rosado o naranja. Ahí alistamos unas trampas especiales, que llamamos gametotrampas, para recolectarlas antes de que lleguen a la superficie, y luego hacer la fertilización en el laboratorio”, cuenta Alvarado.
Pero llegar en el momento exacto para ver el desove ha implicado años de trabajo. Desde 1997, Alvarado y su equipo han salido a registrar los meses, los días, las horas, los minutos y la duración del desove de diferentes especies. “No es una tarea fácil, porque hay muchas cosas que se desconocen”, dice. Hay que conocer, por ejemplo, el patrón sexual de cada especie. “Los corales tienen la particularidad de tener sexo. Puede ser femenino o masculino (dioicas) o hermafrodita (tener ambos sexos). En el caso de los hermafroditas, que visitamos ahora en septiembre, cada bolsa gamética tiene tanto óvulos como esperma adentro”.
“El objetivo final es intentar sacar más crías para ayudar a repoblar ocho especies que son muy importantes para Colombia, porque dan tridimensionalidad al arrecife, son refugio de múltiples especies y mitigan la erosión costera. Pero también son especies que se encuentran altamente amenazadas, que se han ido perdiendo y son vulnerables a enfermedades”, agrega Alvarado. Por eso, el PNN Corales del Rosario convocó a participantes de todo el país, quienes hicieron parte del taller de “Crías de larva de coral”, financiado por Conservación Internacional, la ONG Ecomares, Diving Planet y Parques Nacionales, para impulsar esta técnica.
La llegada al laboratorio
Una vez los científicos recogen las bolsas gaméticas deben llegar al laboratorio en menos de una hora. Nadar de regreso a la lancha y navegar hasta el puerto implica generar el menor movimiento posible. “Sacudir los frascos con las bolsitas puede generar que se rompan y que ocurra una autofertilización, que no es lo que queremos ni lo que estamos buscando, porque va a hacer inviable la reproducción”, explica Sierra. La autofertilización, señala, es que el esperma de una colonia fecunde los huevos de la misma colonia, lo que haría esa fertilización inviable.
Pero el trabajo en tierra no es menos complejo. La primera noche en el laboratorio no se duerme. El contenido de diferentes colonias se mezcla en un mismo recipiente y un movimiento similar al de las olas hace que se rompan las bolsas e inicie el proceso de fertilización asistida. En palabras de Alvarado, se busca un “empujón genético”. Por las siguientes 24 horas los recipientes con los huevos y el esperma tienen que monitorearse cada 15 minutos.
Solo ese seguimiento riguroso permite conocer cuántos gametos se fertilizaron, en cuánto tiempo y si empezaron el proceso para formar futuros embriones. Mantener una temperatura controlada, condiciones de asepsia, agua filtrada libre de depredadores y monitoreo constante ha permitido que, en el laboratorio, se haya logrado un 99 % de fertilización. Una cifra impresionante, pero que para quienes no trabajan con corales podría volverse una tarea frustrante.
“Del 99 % de los fertilizados, solo el 50 % alcanza a convertirse en embriones. Y nuestras investigaciones han reportado, de esos embriones, solo un 4 a 5 % de sobrevivientes”, afirma Alvarado. “Esos datos a la gente le impresionan, y nos dicen: ustedes para qué trabajan con esto si no van a obtener mucho. Pero para nosotros es muy importante, porque ese porcentaje de sobrevivientes en la naturaleza no se da”, explica Alvarado. Investigaciones recientes han estimado que de 27 futuros corales que pueden obtenerse en un sustrato en el laboratorio, en la naturaleza equivalen a ninguno. “27 contra ninguno es un montón si lo vemos en términos de cuántos sustratos traemos y cuántos animalitos nuevos vamos a poner en el arrecife, que nunca hubieran tenido esa misma oportunidad”, agrega.
Por eso, insisten, los esfuerzos a nivel de nación tienen que ampliarse. “Es una obligación, para quienes sabemos algo, capacitar a quienes puedan sumarse a este propósito. La idea con este encuentro es que en parques como el Tayrona, en San Andrés y Providencia, en Isla Palma, el Rodadero y otras regiones del país empiecen a implementar esta estrategia”, dice Alvarado.
Volver al arrecife
Los corales son de muy lento crecimiento. Algunas especies crecen 0,1 centímetros al año. Para que puedan volver al arrecife es necesario que encuentren un sustrato adecuado para asentarse. “De nada nos sirve hacer una reproducción masiva, y tener muchos huevos y larvas, si no tenemos un lugar al que lleguen esas larvas para formar un arrecife”, asegura la bióloga Nireth Sierra.
Por eso, a la par de la reproducción y la cría de larvas de corales, hay otros proyectos de investigación, como el que lidera Rocío García, docente de la Universidad del Magdalena y quien dirige el grupo de investigación de ecología y diversidad de algas marinas y arrecifes coralinos. “Tras unos días de la fertilización, las larvas de coral empiezan a hacer movimientos circulares y a buscar el fondo. Hace casi tres años empezamos a investigar la preferencia de las larvas a ciertas especies de algas coralináceas. Estas alguitas tienen una importancia fundamental en la construcción arrecifal, porque tienen unos compuestos que atraen a las larvas de corales e invertebrados, y son las que permiten que se asienten y comiencen a crecer los corales”, explica García.
El año pasado, por primera vez, se superó la etapa de fertilización y se logró que las larvas de coral se asentaran en los sustratos adecuados. Tras hacerles seguimiento por un mes, lograron llevarlos e incorporarlos al arrecife. Pero la labor no termina aquí. En adelante se deben hacer monitoreos mensuales hasta que los reclutas de coral estén más grandes. “Ver el resultado de estos proyectos requiere esfuerzos a largo plazo”, sostiene Alvarado.
En palabras de Ángela Alegría, investigadora de Corales de Paz, en San Andrés y Providencia, estas nuevas herramientas de restauración sexual permiten impulsar la recuperación de los arrecifes coralinos, altamente amenazados. El archipiélago actualmente se encuentra en alerta tras identificarse la presencia de una nueva enfermedad, llamada enfermedad de pérdida de tejido de coral, que puede matar colonias de coral en días. “Tenemos que empezar a trabajar arduamente en la restauración y empezar a explorar otras estrategias a gran escala, para buscar hacer frente a las pérdidas de corales que se vienen y tener individuos que puedan tener mejor resistencia a estas enfermedades”, insiste Alegría.
“Trabajar con corales puede ser muy difícil. Hemos tenido una gran pérdida de corales alrededor del mundo y somos testigos del acelerado colapso de los arrecifes. Pero estos espacios y proyectos son pequeños destellos de esperanza”, afirma Aric Bickel, director de tecnología de Secore International, una organización que apoya proyectos en diferentes países para escalar la restauración de arrecifes a través de la reproducción sexual. “Los científicos colombianos que están haciendo este trabajo con corales son unos de los mejores en el mundo. Han hecho investigaciones muy importantes y conocen estos arrecifes tan bien, que pueden tomar nuestras herramientas e incorporarlas en sus prácticas para expandir el impacto de su trabajo”