Desaparición y tortura: se exacerba la violencia contra las mujeres
El Espectador conoció el informe semestral del Observatorio de Violencias Contra la Mujer (OVCM), de la Fundación Feminicidios Colombia, que alerta por la sevicia en los casos de feminicidio. Las 130 mujeres que perdieron la vida en este período, en su mayoría por sus parejas y exparejas, también fueron víctimas de otros delitos, como violencia sexual. Hubo un aumento de casos de desaparición en un 88 %, tortura en un 53 % e incineración de los cuerpos en un 29 %.
Natalia Herrera Durán
Rosa Elvira, Sarai, Yuliana, Deisy, Karol, Luz, Sharit, Leidy, Diana, Johanna, Ana Sofía, Mildred, Yulieth, Zulma, Milena. La lista no termina. La violencia feminicida, que ha cobrado la vida de decenas de miles de mujeres en Colombia y el mundo, sigue presente. La palabra “feminicidio”, utilizada por primera vez por Diana Russel –feminista sudafricana– en los años setenta, durante el Primer Tribunal Internacional de Crímenes en Contra de la Mujer, en Bruselas, Bélgica, se repite semana a semana en Colombia.
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Rosa Elvira, Sarai, Yuliana, Deisy, Karol, Luz, Sharit, Leidy, Diana, Johanna, Ana Sofía, Mildred, Yulieth, Zulma, Milena. La lista no termina. La violencia feminicida, que ha cobrado la vida de decenas de miles de mujeres en Colombia y el mundo, sigue presente. La palabra “feminicidio”, utilizada por primera vez por Diana Russel –feminista sudafricana– en los años setenta, durante el Primer Tribunal Internacional de Crímenes en Contra de la Mujer, en Bruselas, Bélgica, se repite semana a semana en Colombia.
En 2020 se registraron 258 casos, según la Fiscalía. Durante el año 2021 la cifra subió a 277 y en el primer semestre de 2022, aunque hay una disminución importante en relación con el mismo período del año pasado (con 169 casos), la cifra sigue siendo escalofriante: 130 mujeres perdieron la vida, en su mayoría a manos de sus parejas o exparejas. Feminicidio es definido como el acto de causar la muerte a una mujer por su condición o por motivos de identidad de género, como lo definió la Ley 1761 de 2015, que tipificó el delito en Colombia. Esta norma es conocida también como la Ley Rosa Elvira Cely, la mujer que fue brutalmente torturada y asesinada en Bogotá, en mayo de 2012. Pero, desde entonces las cifras de feminicidio no han cedido.
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El Espectador conoció el informe semestral del Observatorio de Violencias Contra la Mujer (OVCM), de la Fundación Feminicidios Colombia: “No somos un día”, que trabaja en articulación con el Estado, en especial con la Fiscalía General de la Nación. El documento resalta que los departamentos en los que ocurrieron más feminicidios en el primer semestre de 2022 fueron Valle del Cauca, Antioquia y Atlántico. Y, aunque hubo una reducción para el mismo período de 2021, hubo un incremento en comparación con el año anterior en Valle del Cauca y Atlántico. En los departamentos que ocupan los primeros puestos en feminicidios, Valle del Cauca, Antioquia y Atlántico, la tendencia es que la mayoría han sido feminicidios íntimos.
Un feminicidio íntimo es cuando el asesinato lo comete un hombre con quien la víctima tenía o había tenido una relación o vínculo íntimo: marido, exmarido, novio, exnovio o amante. Se incluye el supuesto amigo que asesina a una mujer –amiga o conocida– que rechazó entablar una relación íntima con este, como sucedió con Rosa Elvira Cely. A nivel nacional, las muertes violentas de mujeres cometidas por parejas y exparejas representan el 50 % del total de feminicidios del primer semestre de 2022. Los atribuibles a las parejas son más recurrentes, con un 29 %, mientras que los cometidos por exparejas representan el 20 %. El 61,5 % de los feminicidios íntimos ocurrieron en viviendas, lo que demuestra, para las mujeres con parejas y exparejas violentas, que sus hogares son el lugar más peligroso.
Lo anterior no significa que las mujeres tengan menos riesgo de ser asesinadas en lugares públicos. “Observamos con preocupación que la mayoría de feminicidios que no fueron íntimos se registraron en el ámbito público, lo cual confirma que el delito es una forma de aleccionamiento para el resto de mujeres, niñas y adolescentes que rodean a la víctima, que presencian el hecho y para todas, en general, puesto que queda claro que la muerte es una forma de castigo ante la decisión de apartarse de roles, imaginarios y estereotipos sexistas”, resalta el informe. Una realidad que, de acuerdo con ONU Mujeres, “reduce la libertad de circulación de las mujeres y niñas y limita su capacidad de participar en la educación, el trabajo y la vida pública, afectando negativamente su bienestar.”
Además, si bien durante este primer semestre del año hubo disminución de casos respecto al mismo período de 2021, se advierte exacerbación de la violencia en los feminicidios reportados en 2022, especialmente en los casos de mujeres migrantes con nacionalidad venezolana. Doce de ellas fueron asesinadas: nueve adultas, dos adolescentes y una más de quien no se pudo establecer edad. En estos episodios hubo cinco de desaparición previa, dos casos con violencia sexual previa o concomitante y uno más con violencia sexual infantil. “Esta lógica violenta contra el cuerpo femenino se perpetúa debido a las estructuras patriarcales, relacionándose también con circunstancias económicas puntuales como las crisis económicas, lo que ubica a la mujer migrante en el centro de la esclavitud sexual”, expresa el documento.
El informe plantea también una alerta respecto al notable aumento de casos de desaparición en un 88 %, tortura en un 53,85 % y disposición del cuerpo en bolsa en un 62,50 %. En general, se advierte exacerbación de la violencia sobre los cuerpos y el arma más empleada sigue siendo la cortopunzante, con el 42 % del total de los casos. Casi siempre acompañada de sevicia. Se registró, por ejemplo, un aumento del 29 % en la incineración como método de ataque y tratamiento del cuerpo. Feminicidios que fueron antecedidos de otras formas de violencia o delitos, aunque muchas veces no quedan incluidos en las imputaciones. Muertes violentas concomitantes con violencia sexual, en 14 casos; desaparición, en 25; disposición en bolsa, 8; tortura, 6; desmembramiento, 5, y empalamiento, un caso.
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Las mujeres y niñas que fueron asesinadas por serlo suelen vivir otras violencias que son ignoradas en el momento de su muerte. Todo queda en indignación social, cuando la hay, pero no se analizan las causas. De las 130 mujeres que padecieron violencia feminicida en 2022, 11 ya la habían denunciado ante las instituciones, una o más veces. Para la abogada y directora de la Fundación Feminicidios Colombia, Gloria Yamile Roncancio Alfonso, hablar a profundidad de este tema no puede obviar por ejemplo asuntos estructurales de nuestra sociedad que deben cambiar para que la violencia feminicida se reduzca. Es el caso de la hipersexualización de la niñez, por ejemplo. Un fenómeno que consiste en la exaltación de atributos sexuales de una niña, ignorando su ciclo vital, que permiten que sea observada como objeto sexual.
En tres de los cuatro casos de adolescentes asesinadas por sus exparejas, los hombres eran mayores de edad. Y en esos primeros seis meses del año también hubo dos casos de feminicidio por trata de personas para la explotación sexual y dos casos de feminicidio por prostitución. Lo que más preocupa es que el universo de posibles víctimas en Colombia pude ser mucho mayor. La Coordinación Nacional de Intervención Penal en Defensa de los Derechos de las Mujeres de la Procuraduría firmó un convenio con Medicina Legal que entró en vigor en enero de 2022. El objetivo es reportar los casos de mujeres que llegaban a pedir un dictamen por diferentes lesiones. Medicina Legal ha reportado 1.404 casos de mujeres víctimas valoradas con “riesgo extremo de lesiones o muerte”, con corte a junio de este año.
La Procuraduría también alertó que entre enero y junio de 2022, solo en Bogotá, seis hombres comprometidos en casos de femicidios recobraron su libertad por vencimiento de términos. “La sociedad no quiere reconocer la violencia machista y las instituciones, por ese mismo adormecimiento social, son indolentes y no profieren decisiones oportunas y de fondo, que aporten a que esta violencia cese y no se repita”, concluye la abogada Roncancio.
A continuación, conozca algunos casos de violencia feminicida que, pese a todos los obstáculos y dilaciones, han obtenido condenas representativas en 2021 y 2022.
Luz y Sharit Rodríguez, 44 y 14 años
“Mi hija era una mujer juiciosa, trabajadora. Tenía su puesto de venta de bebidas y buñuelos en Villavicencio (Meta). Pero sobre todo tenía un corazón bonito, fue una gran hija y una excelente mamá. Tuvo cinco hijos. Desafortunadamente, siempre estuvo perseguida por la violencia intrafamiliar. Fue por trabajar para sus hijos que a su niña se la abusaron”. La voz es de Cristina Barriga Álvarez, madre de Luz y abuela de Sharit. Las dos fueron asesinadas por Fernando Bolaños, con quien Luz tuvo una relación de pareja por 12 años, llena de maltratos físicos, psicológicos y sexuales. En 2017, Luz acudió a una comisaría de familia, y la entidad profirió una medida de protección a su favor.
En 2019, luego de haberse separado unos meses de su pareja, Luz empezó a notar que su hija Sharit estaba teniendo problemas en el colegio y consumiendo sustancias psicoactivas. Al ahondar en esta situación, descubrió que su pareja la había abusado desde sus nueve años. Por eso se llenó de valor y lo denunció en la Fiscalía, en noviembre de 2019. Pero un día antes de Navidad, el 23 de diciembre de 2019, sobre las 4:00 a.m., mientras Luz hacía el tinto para la venta del día, Bolaños entró de manera violenta por la puerta de atrás de la casa disparando. Asesinó a Luz, a Sharit y a la mascota. Todo en frente de sus dos hermanos menores. Por estos hechos Bolaños fue condenado a 44 años de prisión, casi un año después, y tras múltiples dilaciones de la defensa, en octubre de 2021.
Zulma Daniela Paéz, 20 años
“Zulma era una persona alegre, que no sentía envidia por nada, la mejor hermana, mamá e hija. En pocas palabras, la mejor persona de este mundo”, comenta Arley Páez, su hermano y apunta que fue asesinada dos meses después de cumplir 21 años. Vivía en Chiquinquirá (Boyacá). El 11 de octubre de 2021, día del cumpleaños de Zulma, una de sus amigas la invitó a celebrar. Llegó a su casa sobre las 10:00 p.m. y su pareja hace seis años y padre de su hijo de 4, Leider Johan Arévalo Pinilla, la agredió física y verbalmente. Por esa razón. Zulma se refugió en otra casa. El 19 de noviembre de 20021, Zulma accede hablar con Arévalo. Abordan un carro y discuten porque ella no quiere regresar con él y Leider la ataca con un cuchillo en repetidas ocasiones, causándole la muerte, frente a su hijo. La sentencia contra Arévalo se leerá el próximo 23 de octubre.
Diana Fernanda Castañeda, 21 años
“Diana era muy noble, muy amigable y amorosa. Había ingresado a la universidad, quería ser enfermera, porque siempre quiso ser empleada pública. Decía que quería servir en el Inpec. Siempre se caracterizó por servirles a los demás, por su buen corazón. Era la menor de la casa”. Así se refiere Ximena Castañeda de su hermana. El 7 de mayo de 2021, a las 7:00 p.m., Diana acudió a una cita con su exnovio Luis Fernando Moreno Rendón, en el barrio La Pradera de Dosquebradas (Risaralda). Coaccionada por Moreno, se dirigieron al motel Ámasis, ubicado sobre la vía que conduce a la ciudad de Armenia.
La pareja tomó un taxi de regreso, pero Moreno paró intempestivamente el vehículo. Se bajó y obligó a Diana a bajarse. La condujo por un camino de herradura hasta un sitio boscoso y oscuro donde la atacó con un arma cortopunzante varias veces hasta la muerte. En el proceso, la Fiscalía y la defensa de Moreno solicitaron la preclusión del delito de desaparición forzada, para que solo lo investigaran por feminicidio. La defensa de la víctima se opuso y, finalmente, la jueza les dio la razón. Moreno fue condenado a 38 años, en marzo de 2022.
Johana Ariza, 41 años
“Mi madre era una mujer joven, bella, deportista, fue una excelente madre, dedicada a sus hijos, siempre fue un ejemplo y una buena abuela, incondicional y entregada a su familia. Amaba su trabajo”. Así recuerda a Johana Ariza su hija Karen. Tras una relación matrimonial de 25 años, Johana Ariza quería terminar su relación. Vivían en Puente Nacional (Santander). Ante los rumores de una supuesta infidelidad, su esposo, Carlos Ardila Escamilla, consiguió un arma de fuego, con la que en varias ocasiones amenazó a Johana de suicidarse y en otra más de matar a uno de sus hijos. El 1° de diciembre de 2020, en medio de una discusión, Ardila le disparó a Johana dos veces, causándole la muerte. Fue condenado en marzo de 2022 a 504 meses de prisión.
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