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Manejando un bajo perfil, el empresario colombo-italiano Salvador Frieri Gallo es uno de los hombres más poderosos de Cartagena. Se mueve como pez en el agua en el mundo de las finanzas. Actualmente es promotor y accionista de un centro comercial ubicado en los terrenos de Chambacú, que se perfila como el más exclusivo de la ciudad. Su fortuna se complementa con participación en una compañía de inversiones que diseña un gigantesco proyecto inmobiliario de 290 hectáreas en el sector de Tierrabomba. Además, es conocido como un selectivo prestamista y se dice que a la sombra ha financiado a algunos políticos.
Una de sus pocas menciones mediáticas, literalmente, causó revuelo. En diciembre de 2004, Frieri en compañía del corredor Robert Escobio ofrecieron comprar, a nombre de la Asociación Colombiana de Aviadores Civiles (Acdac), la aerolínea Avianca, que por esos días estaba haciendo uso del capítulo 11 de protección por bancarrota en Estados Unidos. Competían ni más ni menos que con el actual dueño, el magnate Germán Efromovich. Y como era de esperarse, ante semejante rival retiraron su oferta.
Frieri tiene tradición, nació en cuna de oro el 18 de marzo de 1960. Es el principal heredero del fallecido Rafael Frieri Mazzeo, un hombre de negocios dedicado al mundo de los juegos de suerte y azar en los desaparecidos hipódromos de Techo y los Andes, y con varios casinos en Cartagena, entre otros negocios. Su madre era Aura Gallo Gallo, también fallecida, hija de Vicente Gallo, un ciudadano italiano que llegó a Colombia hace varias décadas. Miembros de la sociedad cartagenera recuerdan que Aura tenía dos hermanos: Pierino y Vicente, empresarios italianos que fueron reconocidos dentro del notablato y jet set de ‘La Heroica’.
Junto con su hermano Arturo, de 48 años, rotan entre Cartagena, Bogotá, Panamá, Estados Unidos y, por supuesto, Italia. Es casi un misterio cuando pasan temporadas en su apartamento del lujoso edificio Seguros Bolívar, en el sector de Bocagrande, en Cartagena.
No obstante, actualmente, la azarosa ruta de los negocios parece mostrarles a los Frieri pedregozos caminos y empinados paisajes. Todo por cuenta de una misteriosa inversión de US$20 millones. En concreto, a Salvador Frieri Gallo se le acusa por un supuesto lavado de activos al utilizar una empresa de Panamá para traer la millonaria cifra de una cuenta en Suiza para girarla posteriormente a Estados Unidos y Venezuela, esta última transacción vigilada por la DEA en Estados Unidos. Una negociación que también revisan con lupa las autoridades de Panamá y Colombia.
Un seguimiento que incluso ha hecho a sus actividades la multinacional de la investigación especializada en casos de infidelidad empresarial y seguridad Kroll, que lo define de una particular manera: “Se identificó que Salvador cuenta con una mala reputación como prestamista a causa de la manera agresiva y hostil en la que cobra su dinero y las repercusiones de dichas tácticas sobre sus clientes. Según información obtenida, una persona se suicidó y otra entró en bancarrota a causa de sus tácticas agresivas. Adicionalmente, según fuentes cercanas a él, Salvador es conocido como una persona vengativa, rencorosa y muy ambiciosa”.
En cuanto a la descripción de su relación familiar, la empresa Kroll señala: “Tiene una mala relación con sus cuatro hermanos medios por cuenta de la herencia de su padre, ya que Salvador obtuvo la mayor porción”.
Los cuestionamientos ante las autoridades nacionales y extranjeras que tiene Frieri, sin tener antecedentes judiciales o condenas, se originaron por los manejos financieros de una compañía. Y como siempre sucede, en las peleas de las comadres se conocen las verdades.
Fue Maximino Acosta, un ciudadano americano de origen latino, residenciado en Boynton Beach, Florida, también ávido de buenos negocios y rentabilidad máxima, quien puso el dedo en la llaga. Era septiembre de 2004 y como comisionista de bolsa y fundador de Acosta Financial Services LLC, quería encontrar un socio para ampliar su firma.
Y lo logró a través de Franco Castro, un cliente suyo. Ese día le presentó a Salvador Frieri. De inmediato la química empresarial funcionó y a los pocos días ya eran socios y constituyeron Internacional Finance Holdings con el propósito de incorporarla después a la firma de Acosta. Para ello Frieri descrestó a sus socios y sin despeinarse sacó de sus cuentas e invirtió los primeros US$300.000 en la sociedad.
“Nuestro acuerdo fue que eventualmente el señor Frieri invertiría un capital adicional hasta de US$5 millones. Parte de nuestros objetivos incluía la contratación de corredores de buena reputación en la industria y con carteras de clientes institucionales reconocidas en Latinoamérica”, informó Maximino Acosta a las autoridades.
Vinieron luego más ideas, nuevos socios como el brasileño Fabrizio Neves. Y después, por iniciativa de Frieri, incursionar en actividades inmobiliarias en Panamá, para lo cual, según Acosta, Frieri aseguró que tenía un contacto de alto nivel. A tal punto llegó la cohesión empresarial que este último se hospedó varios meses en el apartamento corporativo en Florida, EE.UU.
La iniciativa de Frieri caló. En mayo de 2007 constituyeron dos empresas en Panamá. Rasquet Commercial Trading S.A. y Emerging Capital Group Inn, esta última una casa de valores. La idea de los empresarios era encontrar oportunidades para comprar bancos pequeños y otras firmas comisionistas para ofrecer en el exterior una plataforma de servicios financieros a clientes con grandes patrimonios e instituciones en Panamá y otros países en Latinoamérica.
La confianza aumentaba, tanto que el 13 de septiembre Frieri transfirió de su cuenta personal, del Banco HSBC en Suiza, US$20 millones, con el aparente propósito de iniciar las actividades de la empresa. Sólo 11 días después el dinero empezó a distribuirse a chorros por instrucciones de Frieri.
El 24 de septiembre Frieri le ordenó enviar US$10 millones a Venezuela. Los dineros fueron girados a Carlos Fuenmayor y Christian Lovera, antiguos socios de Frieri. Luego, según Acosta, quedaron US$1,5 millones para gastos operativos e inversiones en Panamá.
Posteriormente se hicieron otras inversiones por US$8,5 millones. Según Acosta, una vez salió el dinero Frieri no volvió a aparecer. “Frieri me indicó que estaba comprando los nuevos bonos emitidos por Pdvsa, que se supone sólo están disponibles para que la gente local los compre con un descuento(...) la única forma de comprar estos bonos para extranjeros es con el uso de cédulas falsas de identidad de ciudadanos venezolanos. Este tipo de negocios es ilícito. Además, él (Frieri) vendía los dólares en el mercado negro. Me enteré que estas actividades las realizó con Mirko Visko y Carlos Abadi”, informó Acosta.
Allí estalló el conflicto y el mismo comisionista indicó que Frieri usó la firma para traer el dinero, para hacer negocios ilegales en Venezuela, para recibir otro dinero: “Simplemente me utilizó para sus fines delictivos amparado en su posición dominante”, “me puede comprometer en un lavado de activos”, concluyó Acosta a las autoridades.
La firma Emerging Capital Group, que recibió los US$20 millones, inicialmente cerró. No obstante, en abril del año pasado se conoció que la DEA empezó a investigar varias empresas en Venezuela por un posible blanqueo de capitales, y entre las investigadas apareció Arbitrajes Financieros, que justamente recibió dineros de Frieri y sus socios.
Hoy el caso está en los estrados judiciales de Colombia, Panamá y Estados Unidos. Salvador Frieri va y viene entre Cartagena y Roma, y su ex socio Maximino Acosta busca que la justicia le crea.
Vea el Facsímil de la declaración de Salvador Frieri haciendo clic AQUÍ.
Vea el Facsímil del radicado en Fiscalía haciendo clic AQUÍ.