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El talento de Carlos Valderrama Palacio para jugar fútbol forma parte de la historia mundial de este deporte. Antes y ahora, la genética de su familia directa y cercana para brillar en el balompié está probada en varias generaciones de futbolistas en Colombia. Lo que sigue pendiente es que la herencia Valderrama aporte un descendiente directo de El Pibe. De sus cuatro hijos varones el más cercano al debut lleva su mismo nombre, pero hoy pasa dificultades tanto en el fútbol como en su relaciín de paterniada con el astro de Santa Marta.
El joven Carlos Alberto Júnior Valderrama Ruge nació el 16 de junio de 1993 en la capital del Magdalena como hijo extramatrimonial de El Pibe Valderrama y de la periodista y educadora Emelina Ruge Tapia. Llegó a la vida el mismo año en que el 10 de la selección de Colombia alcanzó la cúspide de la victoria. El año del 5 a 0 contra Argentina en Buenos Aires, de la tercera estrella con el Júnior de Barranquilla, del galardón como el Mejor Jugador de América y hasta del trofeo como Deportista del Año otorgado por El Espectador.
En medio de su prestigio nacional e internacional, tras un breve proceso judicial, El Pibe Valderrama no tuvo problema en reconocer su paternidad. Sin embargo, hacia 1998, cuando Carlos Alberto Júnior ya contaba con cinco años, a pesar de oponerse por sus obligaciones económicas con sus otros cinco hijos, se vio forzado a aumentar la cuota alimentaria del menor, fruto de su relación con Emelina Ruge. Desde entonces, de conformidad con el incremento del salario mínimo, El Pibe Valderrama ha cumplido con su compromiso legal.
Con el paso del tiempo, el joven Carlos Alberto Júnior Valderrama Ruge se interesó por seguir la carrera de su padre y de otros exponentes de la genética futbolera Valderrama Palacio. Con el impulso de su madre y el guiño de su padre, al terminar sus días de colegio ingresó a la división sub 20 del equipo profesional Independiente Santa Fe en Bogotá. Estuvo a órdenes del profesor Wilson Gutiérrez, quien lo acercó a la plantilla de los mayores. “Jugaba de enganche, de 10 como su padre, pero no cuajó”, comentó un directivo del club.
Sin mucho ruido, la expectativa en Santa Fe fue grande. Además de tener condiciones y de ser muy parecido físicamente a su progenitor, la fuente agregó que “era un buen muchacho. Sin escándalos, disciplinado, respetuoso a las órdenes, silencioso a pesar de su condición caribe”. Pero eso no es suficiente en el fútbol. Quizá como le sucedió a su padre cuando llegó a Millonarios en 1984 a sus 23 años y tuvo que marcharse a encontrar su lugar definitivo en el Deportivo Cali, el joven Carlos Alberto Júnior no pudo abrirse paso en Bogotá.
En marzo de 2012 volvió a Santa Marta, donde había pasado sus días de niñez y adolescencia jugando fútbol en Los Alcázares, Los Almendros, Los Trupis, Atlético Santa Marta o Alto Rendimiento. Conocido en el medio, acogido por la familia Valderrama y por sus hermanos medios, esta vez se sumó al equipo del exjugador profesional Hermenegildo Segrera. No obstante, con sus 1,84 de estatura, su fama de pase gol y media punta, y con los mismos 20 años a los que debutó su padre, su sueño era hacerse profesional cuanto antes.
En 2013 volvió a Bogotá y se probó en Llaneros. Después viajó a Paraguay buscando un espacio en el Independiente FBC, pero tuvo quebrantos de salud y retornó a Colombia. Como de costumbre lo hizo a Santa Marta, para participar en torneos nacionales con la divisa del Unión Magdalena. Mientras El Pibe Valderrama seguía a lejana distancia los esfuerzos deportivos de su hijo, Emelina Ruge, también con dificultades físicas que mermaron su condición laboral, continuaba empecinada en respaldar el sueño de Carlos Alberto Júnior.
Hace nueve meses, en marzo, a pesar de que El Pibe venía girando a su hijo $2’528.509 mensuales por asistencia alimentaria, decidió rebajarle la cuota a dos millones. A partir de junio dejó de hacerlo definitivamente argumentando que había cesado su obligación legal y que su hijo no estaba estudiando una carrera profesional. Entonces Emelina Ruge buscó al abogado Willyam Rafael Granados y ante una Procuraduría de Familia instó al exjugador profesional a una conciliación para volver a regular la cuota alimentaria.
En su solicitud, el abogado Granados manifestó que Carlos Alberto Júnior Valderrama Ruge está estudiando a distancia en la Universidad del Magdalena para ser técnico laboral en criminalística, que entrena de lunes a sábado en el Unión Magdalena con miras a vincularse en algún club deportivo profesional y que su padre debe ampararlo hasta que cumpla 25 años. En defensa de su petición, citó jurisprudencia de la Sala Civil de la Corte Suprema de Justicia, según la cual los 25 años es el límite de edad para alegar condición de estudiante.
Según el alegato, El Pibe Valderrama adeuda a su hijo Carlos Alberto Júnior $14’228.072 por concepto de cuotas alimentarias. Pero, además, en la solicitud de conciliación prejudicial el abogado agregó que a raíz de la suspensión unilateral de la cuota, el joven y su madre afrontan serias dificultades económicas que los obligaron a cambiar de residencia y estrato social, así como recurrir a préstamos cooperativos y responder por cobros prejurídicos. En resumen, que por estas razones está afectando la salud y la dignidad de su hijo como ser humano.
El pasado 30 de noviembre, ante la Procuradora Judicial Segunda de Santa Marta, Patricia de Jesús Cabas, se realizó la audiencia de conciliación extrajudicial. De un lado, el joven Carlos Alberto Júnior con su abogado Willyam Rafael Granados. Del otro, El Pibe Carlos Valderrama Palacio con el suyo, Antonio José Barrios. A pesar de la insistencia de la funcionaria del Ministerio Público para encontrar fórmulas de arreglo de las diferencias, no hubo acuerdo conciliatorio. Es decir, padre e hijo no lograron resolver sus desavenencias.
La posición de El Pibe Valderrama es que el muchacho debe ponerse a estudiar una carrera profesional y se mostró dispuesto a pagársela. Además, porque cree que ya no va a jugar en las ligas mayores. Pero el joven, alentado por su madre, tiene hambre de fútbol y dice que, por ejemplo, Carlos Bacca, hoy jugador del Milán, empezó a los 23 años. Por eso confía en que se le abran las puertas de un equipo para demostrarle a su padre que está equivocado. Lo paradójico es que otro integrante de la familia ya está triunfando en el Júnior.
Con apenas 20 años, Jarlan Barrera, hijo de un primo de El Pibe Valderrama, no sólo es un patrimonio del equipo barranquillero, sino una promesa del fútbol nacional. En 2012, cuando viajó a Bogotá a probarse con Equidad y Carlos Alberto Júnior lo hacía con Santa Fe, alcanzaron a vivir juntos varios meses. Pero mientras Barrera se fue con Alexis García para el cuadri tiburón y en el Metropolitano terminó naciendo para el profesionalismo, el hijo de El Pibe sigue su lucha incansable, con la esperanza de que su puerta está por abrirse.
Son las paradojas del fútbol. También El Pibe y sus hermanos Alan y Ronal, y hasta su primo Didí, vivieron el sueño. En algún momento el elegido era Didí y el que parecía destinado era Ronal, pero el que no le gustó a Jorge Luis Pinto, el que traicionaba su temperamento o su silencio, resultó ser el genio. El hombre que jugó cinco Copas América y tres Mundiales, que vistió la camiseta nacional en 108 partidos, que se retiró a los 41 años prodigando espectáculo, y que desde 2004, cuando se fue de las canchas, es un referente publicitario del fútbol.
Emelina Ruge insiste en que como madre tiene el deber de alentar el sueño de su hijo, y sostiene que pelea con El Pibe porque quiere que entienda que con su prestigio puede apoyarlo en cualquier parte. Carlos Alberto Júnior Valderrama Ruge confía en sus condiciones, pero habla a la distancia mientras su progenitora lo empuja. El Pibe, como escribió el periodista barranquillero Fabio Poveda Ruiz, no es un hombre meloso, pero ha respondido por sus hijos. En especial por las dos niñas de sus ojos. La vida sigue, el fútbol continúa y el proceso judicial también.