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El expediente de un general

Intimidades de un proceso por lavado de activos y enriquecimiento ilícito que empezó con un papero y ya va en un general y su esposa.

Norbey Quevedo H. /Santiago Martínez H.
07 de septiembre de 2014 - 02:00 a. m.
El general (r) Flavio Buitrago, hoy detenido por la Fiscalía. / Archivo - El Espectador
El general (r) Flavio Buitrago, hoy detenido por la Fiscalía. / Archivo - El Espectador
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Hace un año, tras admitir su responsabilidad en el tráfico de cocaína, que lo hizo merecedor de una rebaja considerable de su pena, fue condenado a 76 meses de prisión Marco Antonio Gil, alias el Papero. Aunque la justicia norteamericana sabía de sus andanzas desde comienzos de los años 90, en Colombia fue capturado hasta marzo de 2013. Desde entonces, los coletazos de su proceso siguen dando sorpresas, como la causa abierta al exjefe de seguridad del expresidente Álvaro Uribe, el general (r) de la Policía Flavio Buitrago.

Esta semana trascendió que una fiscal lo acusó por los presuntos delitos de enriquecimiento ilícito de particulares y lavado de activos. En la misma providencia también fue llamada a juicio su esposa Elba Pulido. En 49 páginas, el ente investigador atribuyó las conductas ilícitas a sus lazos de amistad con el Papero. Además argumentó que el general (r) Buitrago tuvo nexos con el extraditado narcotraficante y paramilitar Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, quien testificó que le daba al exoficial una bonificación mensual por su apoyo.

Por la gravedad de la acusación y la insistencia del general (r) Buitrago en negar las imputaciones de la Fiscalía, El Espectador decidió investigar los pormenores del polémico caso y constató que se trata de un complejo expediente con inéditos capítulos judiciales y diversos personajes cuyos papeles son inciertos. Empezando por los seis años que transcurrieron sin que el Papero fuera definitivamente encarado por la justicia colombiana a partir de 2007, año en que el gobierno de Estados Unidos lo incluyó en la Lista Clinton por tráfico de drogas.

En ese abril de 2007, Marco Antonio Gil dejó de ser el exitoso comerciante de papa, con 12 bodegas en la Central de Abastos de Bogotá, que representaba un ejemplo de superación y trabajo, al punto de que tenía acceso a exclusivos clubes de la capital y pasó a ser un objetivo inmediato de la justicia. Sin embargo, un detalle hizo dudar a todos del señalamiento. Desde mayo de 2004, a través de la sociedad Inversiones Gómez Gil S. A., el Papero era socio del reputado constructor y gestor de los Unicentros de Bogotá y Cali, Pedro Gómez.

El certificado de la Cámara de Comercio señala que el 17 de mayo de 2004, en la Notaría 44 de Bogotá, se constituyó la sociedad Gómez Gil. El constructor Pedro Gómez y su representante legal, Carlos Alberto Torres, quedaron incluidos en la junta directiva, al igual que el empresario Jaime Dib Mor Saab. El Papero no quedó en el registro, pero sí su hija Alexandra Gil. Siete meses después, el Papero transfirió a la recién creada sociedad dos estratégicos inmuebles de Villavicencio para construir el Unicentro de esa ciudad.

En el documento quedó registrado que el lote tenía un valor de $12.600 millones y el local donde funcionaba un Carulla estaba avaluado en $13.132 millones. La transacción se concretó ante el entonces notario 19 de Bogotá, Norberto Salamanca Flechas. El Unicentro se construyó y hoy es el enclave comercial más representativo de la capital del Meta. Sin embargo, lo que no advirtieron los socios del Papero es que ese lote tenía una comprometedora historia, ligada a un siniestro personaje del paramilitarismo y el narcotráfico.

Socios desconocidos

Rastreando las escrituras públicas del bien se constata que en diciembre de 1991, Ramiro Vanoy Murillo lo compró a un ciudadano de San Martín (Meta) y dos años después se lo vendió a Nevio de Jesús Echeverri. El negocio se hizo en Envigado. En ese momento, Ramiro Vanoy, más conocido como Cuco, natural de Yacopí (Cundinamarca), ya había pasado de esmeraldero de Muzo (Boyacá) y miembro de las autodefensas del Magdalena Medio a integrante del cartel de Medellín y gestor del grupo Perseguidos por Pablo Escobar (Pepes).

En noviembre de 1995, Nevio de Jesús Echeverri le vendió el lote a Álvaro Reyes García. Este último, en abril de 1997, lo negoció con Marco Gil, alias el Papero. De Álvaro Reyes García se sabe que tiene cédula de Villavicencio, reside en Medellín y ha sido beneficiario de títulos mineros. En cuanto a Nevio Echeverri, que fue gobernador del Guaviare entre 2001 y 2003, fue incluido en la Lista Clinton en 2010 y existen señalamientos en su contra como colaborador del abatido paramilitar Pedro Oliverio Guerrero, alias Cuchillo.

Este pasado en el inmueble con el cual el Papero se hizo socio del constructor Pedro Gómez puso a dudar a la Fiscalía. Sobre todo porque de inmediato Gómez Barrero liquidó este y dos proyectos más en los que estaba vinculado con Marco Gil y precisó que, cuando el Papero lo buscó, investigó sus antecedentes y tanto él como sus empresas tenían plena aceptación en el sector de la construcción, floricultor y bancario. Pero fueron pasando los años y, en abril de 2012, el asunto derivó en conflicto en el interior del propio ente investigador.

En ese momento, el periódico El Tiempo informó que en la Unidad de Extinción y Lavado de Activos se estaba librando una guerra interna. El dilema obedecía a supuestos traslados para darles viraje a varias investigaciones. Entre los casos citados se incluyó el del Papero. Incluso se dijo que un fiscal que fue trasladado a Neiva interpuso una tutela alegando que lo sacaron de Bogotá porque se alistaba a vincular judicialmente a Marco Gil. Hubo relevo en la Unidad y, al final, el 16 de marzo de 2013, el Papero terminó capturado.

El general en escena

A pesar de que desde 2007 Estados Unidos había advertido sobre su pasado a través de la Lista Clinton, el detonante de la captura llegó por otra vía norteamericana. Desde 2010, su socio Jaime Dib Mor Saab estaba preso en una cárcel de Nueva York, como coletazo de la ‘Operación Aguiles’, que puso en evidencia la organización del narcotraficante Fabio Ochoa Vasco. Dib Mor admitió sus negocios con el Papero, aunque manifestó que él le había dicho que en 1997 se había retirado del narcotráfico después del rescate de su hija.

Es en este último punto donde entra en escena el general (r) Flavio Buitrago. El 23 de agosto de 1997 fue secuestrada Andrea Gil y, según el Papero, acudió al Gaula de la Policía, donde el exoficial fue encargado de atender el caso. La joven, entonces de 22 años, fue rescatada en mayo de 1998. Desde ese día, según Marco Gil, se entabló su relación con Buitrago. La Fiscalía consideró que el tema fue más allá de ese nexo y uno de los fundamentos de su desconfianza radicó en una declaración aportada desde Estados Unidos por su exsocio Jaime Dib Mor.

Este personaje aseguró que el Papero andaba siempre con Buitrago y que en una ocasión le ayudó a su socio a comprar un terreno en Bogotá y el exoficial le llevó US$600.000 en efectivo a su fábrica. Según Dib Mor, eso quería decir que Marco Gil tenía una caleta de dinero que le guardaba Buitrago. Además añadió que se enteró que entre el exoficial y el Papero tenían una sociedad que prestaba dinero. Con base en este y otros testimonios, sumados a sus inusitados incrementos patrimoniales, Flavio Buitrago comenzó a ser investigado.

En desarrollo de las mismas pesquisas, la Fiscalía decidió investigar también a la exesposa, dos hijas y la nueva compañera del Papero. Casi al mismo tiempo que se iniciaron las averiguaciones contra el general (r) Flavio Buitrago y su esposa Elba Pulido, les imputó cargos por supuesto testaferrato y enriquecimiento ilícito de particulares. Ante la sin salida, Marco Gil renunció al debate probatorio y decidió confesar. Entonces salió a relucir su larga trayectoria en el narcotráfico y su pasado de negocios ilícitos con Jaime Dib Mor.

La condena

El 10 de septiembre de 2013, el Papero fue condenado a 76 meses de prisión. Tres meses después fueron absueltas sus hijas y demás familiares. La Fiscalía consideró que, como en el caso del constructor Pedro Gómez, sólo vinieron a enterarse del pasado delictivo de su padre y esposo cuando fue incluido en la Lista Clinton. Hasta ese momento, insistió la Fiscalía, a Marco Gil sólo se le conocía por su “buen nombre social, comercial y financiero”. A tal punto que solicitó y obtuvo una membresía como socio del Club El Nogal.

Condenado el Papero, absuelta su familia y beneficiado Dib Mor por declaraciones desde Estados Unidos, el asunto quedó en el general (r) Flavio Buitrago. Entonces apareció un testigo inesperado: el mismísimo Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, quien desde una cárcel en Miami aseguró que el exoficial formaba parte de la nómina del Bloque Central Bolívar de las autodefensas y que el responsable de hacer los pagos a los miembros de la Policía Antioquia era Héctor Edilson Duque Ceballos, conocido con el alias de Monoteto.

Con un problema para verificarlo. Monoteto fue asesinado de siete balazos en julio de 2008, a las afueras de Buenos Aires. La misma suerte que corrió tres meses después en Bogotá el notario Norberto Salamanca, quien había dado fe de la negociación para el lote donde se construyó el Unicentro de Villavicencio. Pero a falta de testigo clave, en Miami aparecieron tres lugartenientes de Macaco para repetir la versión de su jefe, incluyendo la gestión crucial de Monoteto y haciendo señalamientos contra un capitán de apellido Aguilar.

La Fiscalía investigó este último dato y constató que se trataba del oficial Alexánder Aguilar Vega, quien en su momento ofició como jefe de seguridad del alto comisionado para la Paz de la era Uribe, el psiquiatra Luis Carlos Restrepo. Los sujetos alias Scoby, el Burro y Osama, todos detenidos en Miami, aseguraron que tanto Flavio Buitrago como Aguilar recibieron dinero del Bloque Central Bolívar para facilitar sus movimientos, así como los de la tenebrosa Oficina de Envigado. En junio de 2014, el mayor Aguilar estaba preso.

Sin embargo, dos meses después, el 5 de agosto una fiscal revocó las medidas de aseguramiento porque no podía hablarse de lavado de activos, la funcionaria agregó que lo mejor es buscar información adicional con otros desmovilizados que hayan tenido presencia o injerencia en los territorios donde desplegó sus funciones Aguilar para intentar otro tipo de imputación jurídica. En el caso del general (r) Buitrago, la conclusión de la Fiscalía es que pertenecía a la nómina del Bloque Central Bolívar, como lo precisaron sus miembros.

La versión del ‘Papero’

A instancias de la defensa del exoficial, fue interrogado en La Picota el Papero, quien expresó que su exsocio Jaime Dib dice falsedades por dos razones: porque según él, nunca le ha dado dinero a Buitrago y porque no tenía para qué utilizarlo y enviarle plata a Dib, con quien se veía todos los días. Marco Gil agregó que también es falso que Buitrago le cuidara caletas ni que le facilitara dinero para que el exoficial comprara una casa. En cuanto a Elba Pulido, resaltó que la conoció en una misa para agradecer la liberación de su hija.

Respecto a la participación de la esposa de Buitrago en uno de sus proyectos, el Papero manifestó que un día fue a saludarlos, ella le dijo que quería invertir un dinero y él la invitó como socia minoritaria en un negocio de su Constructora América. Según Marco Gil, cuando lo incluyeron en la Lista Clinton en 2007, le devolvió $30 millones para no perjudicarla, pero le quedó debiendo $3 millones que aún no le ha pagado. Sobre un local de Elba Pulido en el Unicentro de Villavicencio, puntualizó que ni le ayudó ni le recomendó el negocio.

El pasado 22 de agosto, la Fiscalía acusó al general (r) Buitrago y su esposa Elba Pulido. Del primero concluyó que entre 2005 y 2006 presentó un incremento patrimonial no justificado de $80 millones. En cuanto a Elba Pulido, en varios años lo tasó en $590 millones. La defensa de la pareja sostiene que se debe reconocer la valorización de los bienes para concluir una correcta apreciación de las rentas. La Fiscalía insiste en que las cuentas de Buitrago y su esposa no corresponden a los dineros que puedan haber recibido legalmente.

En síntesis, del caso del exjefe de seguridad del expresidente Uribe, el general (r) Buitrago y su esposa Elba Pulido, aún hay mucha tela por cortar. La última palabra la tendrá un juez, porque está claro que la Fiscalía está convencida de que ambos incurrieron en enriquecimiento ilícito y el exoficial en lavado de activos. Entre tanto, a el Papero le quedan cinco años de prisión, que seguramente serán menos por aquello de las rebajas legales, mientras poco se sabe de Jaime Dib, Fabio Ochoa Vasco u otros confesos gestores del narcotráfico.

Ochoa Vasco, un narcotraficante más

Durante 20 años las autoridades estuvieron tras la pista del narcotraficante Fabio Ochoa Vasco, alias Carlos Mario Vega, apodo que se puso para que no lo confundieron con otro reconocido capo del cartel de Medellín, Fabio Ochoa Vásquez. Pero tras 20 años, Ochoa fue capturado en enero de 2009, en Tampa (Estados Unidos), al parecer, tras un acuerdo con la justicia norteamericana. Ese mismo año se declaró culpable de los delitos que le imputó la Fiscalía de ese país y fue condenado. De esta forma la justicia puso fin a una larga carrera delincuencial en la que Ochoa fue socio de Pablo Escobar y de Fabio Ochoa Vásquez. Luego de Diego Fernando Murillo, alias Don Berna, de Jaime Dib Mor Saab y del mismo Marco Antonio Gil Garzón, alias el Papero.

La caída del empresario Jaime Dib Mor Saab

 

Antes de 2007, cuando la justicia norteamericana señalara que Jaime Dib Mor Saab era uno de los testaferros de la mafia de Medellín, este hombre era reconocido como uno de los empresarios más exitosos del país gracias a su empresa Alfombras Duratex. No sólo se conoció que era el principal socio de Fabio Enrique Ochoa Vasco, alias Carlos Mario, con quien envió varios kilos de coca a Estados Unidos a través de contenedores químicos, sino que fue un aliado estratégico de Marco Antonio Gil, alias ‘El Papero’. Ambos hicieron negocios redondos para dar legalidad a los dineros que provenían de los envíos de droga que hicieron durante la década de los 90. Sin embargo, después de que fuera capturado y extraditado, Mor colaboró con las autoridades de EE.UU., y con sus testimonios reveló sus nexos con ‘El Papero’. Fueron sus declaraciones, junto a las de Ochoa, las que terminaron hundiendo a Gil, quien terminó aceptando cargos y negociando con la Fiscalía.

Por Norbey Quevedo H. /Santiago Martínez H.

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