El saldo en rojo del América
Hace dos años y ocho meses el club entró en reorganización empresarial, pero no ha sido posible formalizarla por sus incumplimientos.
Norbey Quevedo Hernández
El 3 de abril de 2013, después de múltiples gestiones ante el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y varios años de bloqueo económico, los propietarios del club América de Cali lograron que el equipo fuera excluido de la Lista Clinton. En desarrollo del acuerdo de reorganización empresarial que el club inició con el Estado desde agosto de 2011, salir de la lista negra de “narcotraficantes especialmente designados” fue la mejor noticia. Sin embargo, un año después, el conjunto escarlata sigue en la incertidumbre económica.
El dilema del América está asociado con que la reorganización empresarial sigue siendo un tema en veremos. El proceso se ha aplazado tres veces en los últimos cinco meses porque la exigencia del Estado es que se ponga al día en el tema de sus obligaciones laborales, pensionales, tributarias y a proveedores, y no lo ha hecho. El próximo 14 de julio es la fecha para que se realice una nueva audiencia con los acreedores y así se pueda concretar el acuerdo. No obstante, lo que persisten son los reclamos por las dilaciones del caso.
La historia del América, uno de los equipos más antiguos de Colombia, data desde su fundación en febrero de 1927. Aunque su presencia en los campeonatos del fútbol profesional comenzó desde el primer torneo en 1948, su primer título sólo vino a obtenerlo hasta 1979. Justamente ese año fue cuando el dirigente José Pepino Sangiovanni, además reconocido industrial de Cali, vinculó al club a Miguel Rodríguez Orejuela, quien para la época fungía como un acaudalado empresario con inversiones en la banca, la ganadería y la industria.
En adelante, con el apoyo económico de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, América se convirtió en el equipo de moda. Entre 1982 y 1986 ganó cinco títulos consecutivos y hasta 1987 disputó tres finales de la Copa Libertadores de América. Los mejores jugadores de Colombia y otros de talla internacional vistieron los colores del equipo. Aunque pasó de largo y siguió sumando estrellas a su escudo en los años 90, cuando quedó claro que los Rodríguez Orejuela eran realmente capos de la mafia, empezaron los líos.
Entre las presiones del Estado colombiano y la vinculación a la Lista Clinton quedó en evidencia que los escarlatas tenían que sanear sus finanzas y cambiar de dueños. Finalmente, en agosto de 2011, un juzgado civil del circuito de Cali admitió a la Corporación América en reorganización empresarial y, como garantía para generar recursos y atender el pago de sus obligaciones, ya multimillonarias, la Dimayor y Coldeportes le permitieron seguir participando en torneos oficiales. En la penuria económica y el descrédito el equipo cayó a la B.
En diciembre de 2012, en una semana, América vivió dos momentos cruciales de su historia reciente. El día 12 la justicia autorizó la reforma de los estatutos del club para convertirse en una sociedad anónima, de acuerdo con la Ley 1445 de 2011. Cinco días después, el 17, perdió su cupo en la primera categoría con el equipo boyacense Patriotas. Una de las premisas del acuerdo de reorganización empresarial era volver al torneo de la A en 2013, pero va por su tercer año buscando el anhelado regreso.
Entre tanto, los nuevos directivos del equipo, encabezados por su presidente Oreste Sangiovanni —hijo de Pepino Sangiovanni—, tratan de que quede en firme el acuerdo de reorganización empresarial que lleva dos años y ocho meses sin concreción. Aunque desde julio de 2012 la Superintendencia de Sociedades avocó el conocimiento del proceso por tratarse ya de una sociedad anónima, sigue aplazada su aprobación, porque tanto la DIAN como la mayoría de los acreedores continúan esperando a que el equipo pague sus deudas.
En esencia, el acuerdo plantea un plazo hasta el año 2022 para que América esté al día con todos sus acreedores. Pero la lista es larga. Tan sólo las obligaciones laborales superan los $6.000 millones. Se trata de deudas acumuladas con jugadores, técnicos y personal administrativo, y la idea es que el club las salde en ocho cuotas hasta 2015. Además están las que tiene con la DIAN y el municipio de Cali, estimadas en casi $5.000 millones. La idea es pagar este monto a partir de 2015, atendiendo los intereses de financiación y los moratorios.
Asimismo, América tiene deudas por incumplimiento en pagos parafiscales y les debe dinero a Comfamiliar, el Instituto de Bienestar Familiar y el Sena. El objetivo es que en cuatro cuotas, entre abril de 2019 y enero de 2020, se ponga al día con el Estado por este concepto. Igualmente tiene pendientes algunos créditos con el sistema financiero que quiere empezar a abonar desde 2020. Y para rematar, el acuerdo incluye cómo pagar créditos llamados “de quinta clase” con proveedores, que empezarían a ver su dinero después de 2021.
Un caso que ilustra la desesperanza de los acreedores es el del jugador Duván Zapata, hoy goleador del Nápoles de Italia. Cuando el delantero jugaba en el América fue transferido a Estudiantes de la Plata de Argentina, equipo que saldó sus responsabilidades. Sin embargo, el club escarlata recibió el pago de la transferencia, pero a su vez no le consignó lo que le correspondía al jugador. Hoy esa deuda es de US$216.000. Hace una semana, la Superintendencia de Sociedades conminó a Oreste Sangiovanni a que cumpla con este pago.
La próxima audiencia está convocada para el 14 de julio en Cali y, palabras más palabras menos, tiene categoría de ultimátum. Van 31 meses desde que el Juzgado 13 Civil del Circuito de Cali inició el trámite de la reorganización empresarial y 21 desde que avocó el conocimiento del caso la Superintendencia de Sociedades cuando el América dejó de ser una corporación sin ánimo de lucro y se volvió sociedad anónima. Sin embargo, el acuerdo de reorganización empresarial sigue sin desarrollo práctico, como lo ordena la Ley 1116 de 2006.
El comité de acreedores sigue atento al desenlace y el club está comprometido a cumplir un estricto código de gestión ética empresarial que informe sobre las operaciones administrativas y los pasivos que se están pagando. Pero comienza a crecer el malestar de quienes ven cómo pasa el tiempo y el flexible acuerdo de reorganización empresarial sigue siendo proyecto. La realidad para una de las mejores aficiones del país, siempre ajena a los números y las vueltas de sus dirigentes, es que siguen en la B y marchan segundo con 25 puntos.
nquevedo@elespectador.com
@norbeyquevedopectador.com
El 3 de abril de 2013, después de múltiples gestiones ante el Departamento del Tesoro de Estados Unidos y varios años de bloqueo económico, los propietarios del club América de Cali lograron que el equipo fuera excluido de la Lista Clinton. En desarrollo del acuerdo de reorganización empresarial que el club inició con el Estado desde agosto de 2011, salir de la lista negra de “narcotraficantes especialmente designados” fue la mejor noticia. Sin embargo, un año después, el conjunto escarlata sigue en la incertidumbre económica.
El dilema del América está asociado con que la reorganización empresarial sigue siendo un tema en veremos. El proceso se ha aplazado tres veces en los últimos cinco meses porque la exigencia del Estado es que se ponga al día en el tema de sus obligaciones laborales, pensionales, tributarias y a proveedores, y no lo ha hecho. El próximo 14 de julio es la fecha para que se realice una nueva audiencia con los acreedores y así se pueda concretar el acuerdo. No obstante, lo que persisten son los reclamos por las dilaciones del caso.
La historia del América, uno de los equipos más antiguos de Colombia, data desde su fundación en febrero de 1927. Aunque su presencia en los campeonatos del fútbol profesional comenzó desde el primer torneo en 1948, su primer título sólo vino a obtenerlo hasta 1979. Justamente ese año fue cuando el dirigente José Pepino Sangiovanni, además reconocido industrial de Cali, vinculó al club a Miguel Rodríguez Orejuela, quien para la época fungía como un acaudalado empresario con inversiones en la banca, la ganadería y la industria.
En adelante, con el apoyo económico de los hermanos Miguel y Gilberto Rodríguez Orejuela, América se convirtió en el equipo de moda. Entre 1982 y 1986 ganó cinco títulos consecutivos y hasta 1987 disputó tres finales de la Copa Libertadores de América. Los mejores jugadores de Colombia y otros de talla internacional vistieron los colores del equipo. Aunque pasó de largo y siguió sumando estrellas a su escudo en los años 90, cuando quedó claro que los Rodríguez Orejuela eran realmente capos de la mafia, empezaron los líos.
Entre las presiones del Estado colombiano y la vinculación a la Lista Clinton quedó en evidencia que los escarlatas tenían que sanear sus finanzas y cambiar de dueños. Finalmente, en agosto de 2011, un juzgado civil del circuito de Cali admitió a la Corporación América en reorganización empresarial y, como garantía para generar recursos y atender el pago de sus obligaciones, ya multimillonarias, la Dimayor y Coldeportes le permitieron seguir participando en torneos oficiales. En la penuria económica y el descrédito el equipo cayó a la B.
En diciembre de 2012, en una semana, América vivió dos momentos cruciales de su historia reciente. El día 12 la justicia autorizó la reforma de los estatutos del club para convertirse en una sociedad anónima, de acuerdo con la Ley 1445 de 2011. Cinco días después, el 17, perdió su cupo en la primera categoría con el equipo boyacense Patriotas. Una de las premisas del acuerdo de reorganización empresarial era volver al torneo de la A en 2013, pero va por su tercer año buscando el anhelado regreso.
Entre tanto, los nuevos directivos del equipo, encabezados por su presidente Oreste Sangiovanni —hijo de Pepino Sangiovanni—, tratan de que quede en firme el acuerdo de reorganización empresarial que lleva dos años y ocho meses sin concreción. Aunque desde julio de 2012 la Superintendencia de Sociedades avocó el conocimiento del proceso por tratarse ya de una sociedad anónima, sigue aplazada su aprobación, porque tanto la DIAN como la mayoría de los acreedores continúan esperando a que el equipo pague sus deudas.
En esencia, el acuerdo plantea un plazo hasta el año 2022 para que América esté al día con todos sus acreedores. Pero la lista es larga. Tan sólo las obligaciones laborales superan los $6.000 millones. Se trata de deudas acumuladas con jugadores, técnicos y personal administrativo, y la idea es que el club las salde en ocho cuotas hasta 2015. Además están las que tiene con la DIAN y el municipio de Cali, estimadas en casi $5.000 millones. La idea es pagar este monto a partir de 2015, atendiendo los intereses de financiación y los moratorios.
Asimismo, América tiene deudas por incumplimiento en pagos parafiscales y les debe dinero a Comfamiliar, el Instituto de Bienestar Familiar y el Sena. El objetivo es que en cuatro cuotas, entre abril de 2019 y enero de 2020, se ponga al día con el Estado por este concepto. Igualmente tiene pendientes algunos créditos con el sistema financiero que quiere empezar a abonar desde 2020. Y para rematar, el acuerdo incluye cómo pagar créditos llamados “de quinta clase” con proveedores, que empezarían a ver su dinero después de 2021.
Un caso que ilustra la desesperanza de los acreedores es el del jugador Duván Zapata, hoy goleador del Nápoles de Italia. Cuando el delantero jugaba en el América fue transferido a Estudiantes de la Plata de Argentina, equipo que saldó sus responsabilidades. Sin embargo, el club escarlata recibió el pago de la transferencia, pero a su vez no le consignó lo que le correspondía al jugador. Hoy esa deuda es de US$216.000. Hace una semana, la Superintendencia de Sociedades conminó a Oreste Sangiovanni a que cumpla con este pago.
La próxima audiencia está convocada para el 14 de julio en Cali y, palabras más palabras menos, tiene categoría de ultimátum. Van 31 meses desde que el Juzgado 13 Civil del Circuito de Cali inició el trámite de la reorganización empresarial y 21 desde que avocó el conocimiento del caso la Superintendencia de Sociedades cuando el América dejó de ser una corporación sin ánimo de lucro y se volvió sociedad anónima. Sin embargo, el acuerdo de reorganización empresarial sigue sin desarrollo práctico, como lo ordena la Ley 1116 de 2006.
El comité de acreedores sigue atento al desenlace y el club está comprometido a cumplir un estricto código de gestión ética empresarial que informe sobre las operaciones administrativas y los pasivos que se están pagando. Pero comienza a crecer el malestar de quienes ven cómo pasa el tiempo y el flexible acuerdo de reorganización empresarial sigue siendo proyecto. La realidad para una de las mejores aficiones del país, siempre ajena a los números y las vueltas de sus dirigentes, es que siguen en la B y marchan segundo con 25 puntos.
nquevedo@elespectador.com
@norbeyquevedopectador.com