Inversiones de papel en Cambiamos S. A.
Un notario de Bogotá y un hombre de 91 años, entre otros, fueron víctimas de manejos indebidos. Dueño desapareció y nadie responde por el dinero.
Norbey Quevedo Hernández
Por estos días, en algunos clubes de Bogotá, es la comidilla diaria. Varios socios se preguntan qué pasó con un prestante miembro de la sociedad capitalina que de un momento a otro se esfumó. Su nombre es Pablo Eduardo Castro López. Se trata de un experto en asuntos financieros, quien era propietario y presidente de la Financiera Cambiemos, que entró en liquidación. Varios inversionistas lo buscan por cielo y tierra porque estiman que se les llevó cerca de US$15 millones.
La historia se vuelve a repetir con el mismo patrón. Pasó en DMG, en Interbolsa, en DRFE o con decenas de inversiones dudosas a través de internet. Ahora, en las universidades, los estudiantes sufren del mismo mal y participan en el juego de invertir dinero para obtener un alto interés. Como siempre el comienzo es de máxima rentabilidad, pero al final todo termina con una empresa cerrada y los responsables huyendo de la justicia que no actúa con la misma celeridad en todos los casos.
El perdido banquero Pablo Eduardo Castro López vive bien y tiene gustos exóticos. Poseía múltiples propiedades. Lujosos apartamentos en Bogotá y Santa Marta, que se estiman pueden costar $5.000 millones. Posee una extensa finca en Villeta (Cundinamarca) con zoológico propio. Su pasión son los viajes al exterior. Registros conocidos por El Espectador dan cuenta que en los últimos años Castro viajó al exterior en 107 oportunidades. La última de ellas el pasado mes de enero a San Salvador, de donde regresó el 22 de ese mes. Autos, acciones y empresas también formaron parte de su patrimonio personal. Es aficionado a la ópera, excelso catador de vinos, de vestido impecable y vivía rodeado de escoltas.
El nuevo naufragio financiero tiene como damnificados a por lo menos 100 inversionistas. Profesionales, pensionados, familias adineradas, microempresarios, colombianos residentes en el exterior, entre otros, buscan afanosamente recuperar el dinero que de la noche a la mañana se convirtió en papel. Con pagarés sin valor, cheques chimbos, sin fondos, de firmas espúreas o con fechas mal registradas, de cuentas saldadas o embargadas.
La mayoría de los inversionistas no dan la cara. Sienten vergüenza de que se conozca que fueron timados. A otros les preocupa la evasión de impuestos. Algunos los intimida que se sepa que tienen dinero extra para invertir en un país donde sigue pululando la extorsión. Pero dos casos reflejan la tragedia económica: un notario y un adulto mayor de 91 años.
* El notario
Willy Valek Mora es actualmente notario 76 de Bogotá. En 2004 conoció a Pablo Eduardo Castro por intermedio de su hermano, Vladimir Valek. Para esa época Castro y sus hermanos Aldo y Héctor ya hacían negocios en el mercado financiero. Un año después, en octubre de 2005, el notario Valek acudió a una nueva cita con Castro, quien le propuso invertir sus excedentes de liquidez, $1.200 millones, con un interés superior al bancario, en la casa de cambio Cambiamos, que luego se transformó en Financiera Cambiamos S. A. en 2008.
Desde entonces se inició una larga relación comercial. Los rendimientos financieros dejaban satisfecho al guarda de la fe pública, quien decidió prorrogar el negocio hasta 2010. Pero empezaron los problemas. Por esa época el notario pidió la devolución del capital y Castro le pidió mayor plazo argumentando que necesitaba capitalizar la Financiera Cambiamos y que pronto iba a vender un paquete de acciones. No obstante, pasaron dos años más y Castro no devolvió el dinero.
Con la ilusión de recuperar su dinero y creyendo en las palabras de Orlando Garzón Solórzano, asesor financiero de Castro, el notario y su familia siguieron haciendo negocios. Helena Mora, madre del notario, le prestó $500 millones. En 2011 el notario vendió un local en el centro comercial Salitre Plaza y le prestó el dinero. Luego Valek pidió otros créditos por $1.300 millones para entrar como socio en la Financiera Cambiamos, que buscaba ingresar en el negocio de las remesas desde Venezuela.
A mediados de 2013 parecía que el negocio de las remesas internacionales iba a funcionar. Castro López les había pagado algunos rendimientos a sus clientes. Pero el pago del capital no aparecía por ninguna parte y la deuda crecía como espuma. La ilusión fue mayor cuando el banquero Castro les contaba a los cerca de 100 inversionistas que pronto devolvería sus dineros porque iba a vender la entidad financiera. “Nos decía que la Financiera Cambiamos iba a ser vendida al Banco Pichincha en tres meses, un negocio de US$60 millones, de donde nos devolvería el dinero con intereses”, recuerda uno de los inversionistas. Pero al final los supuestos compradores no aparecieron y el negocio se enredó.
* Un hombre de 91 años
En el caso de Álvaro Santos Bautista, un hombre de 91 años, tenía una relación comercial con Castro y su compañía Cambiamos desde 1999. Le arrendó un local en el centro comercial Unicentro de Bogotá. Durante 14 años pagó el arriendo con puntualidad. “La compañía Cambiamos era manejada, además de Pablo Castro, en su gran mayoría por sus hermanos y demás familiares. Héctor Castro era el gerente de la oficina de Unicentro”, relató su hija Claudia Santos.
El pasado 13 de enero, después de almorzar, Álvaro Santos salió de su casa en una camioneta negra con destino desconocido. Una de sus nietas lo advirtió y pensó que se trataba de un secuestro. Ese día denunciaron a la prensa y a las autoridades lo que estaba pasando. Lo más extraño que detectaron fue que la habitación del adulto mayor estaba revolcada. En la noche Santos apareció. Cuando regresó le comentó a su familia que estaba conversando con Pablo Eduardo Castro en su oficina y que quien lo devolvió a casa fue su conductor.
En realidad la cita entre Castro y Santos tenía como propósito ofrecerle una nueva inversión en la Financiera Cambiamos. Lo que se descubrió fue que Santos reunió en efectivo sus ahorros y una parte de la venta de una casa, $100 millones en efectivo, y los entregó. A cambio recibió un pagaré como garantía de la inversión sobre el cual recibiría altos intereses. “Pese a su experiencia comercial y por su avanzada edad, lo hicieron firmar una hoja en blanco, sin membrete, que guardó en su bolsillo luego de entregar el dinero”, insiste su hija.
El panorama para ambos es difícil y la recuperación de los recursos es prácticamente una utopía. El notario Willy Valek Mora prestó $5.986 millones a la Financiera Cambiamos. En el caso de Álvaro Santos, éste aspira a recuperar su inversión de $100 millones y el local de Unicentro que arrendó a la entidad crediticia.
* La liquidación
A comienzos de este año varios ahorradores advirtieron que la Financiera Cambiamos no estaba pagando los rendimientos financieros y mucho menos devolviendo las inversiones, por eso comenzaron las visitas de la Superintendencia Financiera. El 28 de abril de 2014 ordenó una vigilancia especial a la entidad, luego le ordenó capitalizarse, pero lo incumplió. Todo se convirtió en un círculo vicioso. Pablo Eduardo Castro López intentaba captar dinero para capitalizar la empresa y cumplir, pero ya era tarde. Nadie le prestaba y sus manejos no eran claros.
La Financiera Cambiamos suspendió el pago de las obligaciones, hizo el manejo de los negocios en forma no autorizada e insegura y presentó inconsistencias en el manejo del dinero en efectivo. La Superintendencia Financiera descubrió que el control exclusivo del dinero en efectivo lo hacía el propio Castro. Se detectaron obligaciones por cumplir por más de $20 mil millones y activos para responder tan sólo por $400 millones. En agosto las pérdidas llegaron a $55.079 millones.
El poco dinero desapareció: “Cerca del 99% del efectivo reportado en balance a junio de 2014 no fue encontrado en las cajas fuertes y se desconoce su destino o ubicación”, reportó la Superintendencia en una de las últimas visitas. En suma, la entidad siguió incumpliendo en el pago de sus obligaciones sin capacidad alguna de atenderlas. Por eso, el pasado 9 de septiembre, ordenó la liquidación forzosa de la entidad financiera.
Hoy los inversionistas están desesperados. Buscan afanosamente a Pablo Eduardo Castro López para que responda. Saben que no ha salido del país y que lo han visto en el conjunto Montearroyo, ubicado en la carrera séptima con calle 140, al norte de Bogotá, en donde ha vivido por años. Varios ahorradores están arrepentidos por buscar rendimientos mayores. Todos aspiran a que el caso no quede impune y que la Fiscalía actúe con celeridad.
Los argumentos en defensa de las víctimas
“El señor Castro bien podría ser catalogado como un nuevo David Murcia, pero esta vez de estratos 6 y superiores. No tuvo problema echando mano de sus encantos y amabilidades, y en pedir cantidades muy fuertes de dinero con la excusa de invertirlos en negocios que, aseguraba, eran transparentes y rentables. Garantizaba el pago de esos dineros con cheques cuyas firmas resultaban distintas a las registradas en el banco o con cheques que provenían de cuentas embargadas”. De esta manera el penalista Fabio Humar, quien defiende a uno de los afectados, interpreta lo que sucedió.
Según el abogado, el liquidador decidió interponer acciones penales. “La denuncia consiste en que Castro sustrajo una suma millonaria de la caja de la Financiera, y tuvo amigos, quienes le ayudaron. Él no tuvo problema en montar, con paciencia y dedicación, un esquema de captación masiva y habitual de dinero de proporciones épicas”.
El caso de los ganaderos afectados en Boyacá
El asunto de la presunta captación indebida de recursos por parte del experto financista Pablo Eduardo Castro López empieza a tener otras lecturas entre los afectados. Es el caso de un grupo de pequeños ganaderos del departamento de Boyacá que confiaron inversiones cercanas, en la Financiera Cambiamos, a los US$2 millones.
Los ganaderos, al igual que la mayoría de los inversionistas, fueron abordados por varios directivos de la entidad con promesas de alta rentabilidad si depositaban los dineros. Luego de varias gestiones accedieron, pero tiempo después la Financiera empezó a fallar en el pago de los rendimientos.
Cuando quisieron recuperar la totalidad de la inversión era tarde, porque la Superintendencia ya había tomado las medidas de intervención y posteriormente de liquidación. El caso pasó a mayores y hoy contra Castro hay severas advertencias de los ganaderos para que devuelva los recursos captados indebidamente.
nquevedo@elespectador.com
@norbeyquevedo
Por estos días, en algunos clubes de Bogotá, es la comidilla diaria. Varios socios se preguntan qué pasó con un prestante miembro de la sociedad capitalina que de un momento a otro se esfumó. Su nombre es Pablo Eduardo Castro López. Se trata de un experto en asuntos financieros, quien era propietario y presidente de la Financiera Cambiemos, que entró en liquidación. Varios inversionistas lo buscan por cielo y tierra porque estiman que se les llevó cerca de US$15 millones.
La historia se vuelve a repetir con el mismo patrón. Pasó en DMG, en Interbolsa, en DRFE o con decenas de inversiones dudosas a través de internet. Ahora, en las universidades, los estudiantes sufren del mismo mal y participan en el juego de invertir dinero para obtener un alto interés. Como siempre el comienzo es de máxima rentabilidad, pero al final todo termina con una empresa cerrada y los responsables huyendo de la justicia que no actúa con la misma celeridad en todos los casos.
El perdido banquero Pablo Eduardo Castro López vive bien y tiene gustos exóticos. Poseía múltiples propiedades. Lujosos apartamentos en Bogotá y Santa Marta, que se estiman pueden costar $5.000 millones. Posee una extensa finca en Villeta (Cundinamarca) con zoológico propio. Su pasión son los viajes al exterior. Registros conocidos por El Espectador dan cuenta que en los últimos años Castro viajó al exterior en 107 oportunidades. La última de ellas el pasado mes de enero a San Salvador, de donde regresó el 22 de ese mes. Autos, acciones y empresas también formaron parte de su patrimonio personal. Es aficionado a la ópera, excelso catador de vinos, de vestido impecable y vivía rodeado de escoltas.
El nuevo naufragio financiero tiene como damnificados a por lo menos 100 inversionistas. Profesionales, pensionados, familias adineradas, microempresarios, colombianos residentes en el exterior, entre otros, buscan afanosamente recuperar el dinero que de la noche a la mañana se convirtió en papel. Con pagarés sin valor, cheques chimbos, sin fondos, de firmas espúreas o con fechas mal registradas, de cuentas saldadas o embargadas.
La mayoría de los inversionistas no dan la cara. Sienten vergüenza de que se conozca que fueron timados. A otros les preocupa la evasión de impuestos. Algunos los intimida que se sepa que tienen dinero extra para invertir en un país donde sigue pululando la extorsión. Pero dos casos reflejan la tragedia económica: un notario y un adulto mayor de 91 años.
* El notario
Willy Valek Mora es actualmente notario 76 de Bogotá. En 2004 conoció a Pablo Eduardo Castro por intermedio de su hermano, Vladimir Valek. Para esa época Castro y sus hermanos Aldo y Héctor ya hacían negocios en el mercado financiero. Un año después, en octubre de 2005, el notario Valek acudió a una nueva cita con Castro, quien le propuso invertir sus excedentes de liquidez, $1.200 millones, con un interés superior al bancario, en la casa de cambio Cambiamos, que luego se transformó en Financiera Cambiamos S. A. en 2008.
Desde entonces se inició una larga relación comercial. Los rendimientos financieros dejaban satisfecho al guarda de la fe pública, quien decidió prorrogar el negocio hasta 2010. Pero empezaron los problemas. Por esa época el notario pidió la devolución del capital y Castro le pidió mayor plazo argumentando que necesitaba capitalizar la Financiera Cambiamos y que pronto iba a vender un paquete de acciones. No obstante, pasaron dos años más y Castro no devolvió el dinero.
Con la ilusión de recuperar su dinero y creyendo en las palabras de Orlando Garzón Solórzano, asesor financiero de Castro, el notario y su familia siguieron haciendo negocios. Helena Mora, madre del notario, le prestó $500 millones. En 2011 el notario vendió un local en el centro comercial Salitre Plaza y le prestó el dinero. Luego Valek pidió otros créditos por $1.300 millones para entrar como socio en la Financiera Cambiamos, que buscaba ingresar en el negocio de las remesas desde Venezuela.
A mediados de 2013 parecía que el negocio de las remesas internacionales iba a funcionar. Castro López les había pagado algunos rendimientos a sus clientes. Pero el pago del capital no aparecía por ninguna parte y la deuda crecía como espuma. La ilusión fue mayor cuando el banquero Castro les contaba a los cerca de 100 inversionistas que pronto devolvería sus dineros porque iba a vender la entidad financiera. “Nos decía que la Financiera Cambiamos iba a ser vendida al Banco Pichincha en tres meses, un negocio de US$60 millones, de donde nos devolvería el dinero con intereses”, recuerda uno de los inversionistas. Pero al final los supuestos compradores no aparecieron y el negocio se enredó.
* Un hombre de 91 años
En el caso de Álvaro Santos Bautista, un hombre de 91 años, tenía una relación comercial con Castro y su compañía Cambiamos desde 1999. Le arrendó un local en el centro comercial Unicentro de Bogotá. Durante 14 años pagó el arriendo con puntualidad. “La compañía Cambiamos era manejada, además de Pablo Castro, en su gran mayoría por sus hermanos y demás familiares. Héctor Castro era el gerente de la oficina de Unicentro”, relató su hija Claudia Santos.
El pasado 13 de enero, después de almorzar, Álvaro Santos salió de su casa en una camioneta negra con destino desconocido. Una de sus nietas lo advirtió y pensó que se trataba de un secuestro. Ese día denunciaron a la prensa y a las autoridades lo que estaba pasando. Lo más extraño que detectaron fue que la habitación del adulto mayor estaba revolcada. En la noche Santos apareció. Cuando regresó le comentó a su familia que estaba conversando con Pablo Eduardo Castro en su oficina y que quien lo devolvió a casa fue su conductor.
En realidad la cita entre Castro y Santos tenía como propósito ofrecerle una nueva inversión en la Financiera Cambiamos. Lo que se descubrió fue que Santos reunió en efectivo sus ahorros y una parte de la venta de una casa, $100 millones en efectivo, y los entregó. A cambio recibió un pagaré como garantía de la inversión sobre el cual recibiría altos intereses. “Pese a su experiencia comercial y por su avanzada edad, lo hicieron firmar una hoja en blanco, sin membrete, que guardó en su bolsillo luego de entregar el dinero”, insiste su hija.
El panorama para ambos es difícil y la recuperación de los recursos es prácticamente una utopía. El notario Willy Valek Mora prestó $5.986 millones a la Financiera Cambiamos. En el caso de Álvaro Santos, éste aspira a recuperar su inversión de $100 millones y el local de Unicentro que arrendó a la entidad crediticia.
* La liquidación
A comienzos de este año varios ahorradores advirtieron que la Financiera Cambiamos no estaba pagando los rendimientos financieros y mucho menos devolviendo las inversiones, por eso comenzaron las visitas de la Superintendencia Financiera. El 28 de abril de 2014 ordenó una vigilancia especial a la entidad, luego le ordenó capitalizarse, pero lo incumplió. Todo se convirtió en un círculo vicioso. Pablo Eduardo Castro López intentaba captar dinero para capitalizar la empresa y cumplir, pero ya era tarde. Nadie le prestaba y sus manejos no eran claros.
La Financiera Cambiamos suspendió el pago de las obligaciones, hizo el manejo de los negocios en forma no autorizada e insegura y presentó inconsistencias en el manejo del dinero en efectivo. La Superintendencia Financiera descubrió que el control exclusivo del dinero en efectivo lo hacía el propio Castro. Se detectaron obligaciones por cumplir por más de $20 mil millones y activos para responder tan sólo por $400 millones. En agosto las pérdidas llegaron a $55.079 millones.
El poco dinero desapareció: “Cerca del 99% del efectivo reportado en balance a junio de 2014 no fue encontrado en las cajas fuertes y se desconoce su destino o ubicación”, reportó la Superintendencia en una de las últimas visitas. En suma, la entidad siguió incumpliendo en el pago de sus obligaciones sin capacidad alguna de atenderlas. Por eso, el pasado 9 de septiembre, ordenó la liquidación forzosa de la entidad financiera.
Hoy los inversionistas están desesperados. Buscan afanosamente a Pablo Eduardo Castro López para que responda. Saben que no ha salido del país y que lo han visto en el conjunto Montearroyo, ubicado en la carrera séptima con calle 140, al norte de Bogotá, en donde ha vivido por años. Varios ahorradores están arrepentidos por buscar rendimientos mayores. Todos aspiran a que el caso no quede impune y que la Fiscalía actúe con celeridad.
Los argumentos en defensa de las víctimas
“El señor Castro bien podría ser catalogado como un nuevo David Murcia, pero esta vez de estratos 6 y superiores. No tuvo problema echando mano de sus encantos y amabilidades, y en pedir cantidades muy fuertes de dinero con la excusa de invertirlos en negocios que, aseguraba, eran transparentes y rentables. Garantizaba el pago de esos dineros con cheques cuyas firmas resultaban distintas a las registradas en el banco o con cheques que provenían de cuentas embargadas”. De esta manera el penalista Fabio Humar, quien defiende a uno de los afectados, interpreta lo que sucedió.
Según el abogado, el liquidador decidió interponer acciones penales. “La denuncia consiste en que Castro sustrajo una suma millonaria de la caja de la Financiera, y tuvo amigos, quienes le ayudaron. Él no tuvo problema en montar, con paciencia y dedicación, un esquema de captación masiva y habitual de dinero de proporciones épicas”.
El caso de los ganaderos afectados en Boyacá
El asunto de la presunta captación indebida de recursos por parte del experto financista Pablo Eduardo Castro López empieza a tener otras lecturas entre los afectados. Es el caso de un grupo de pequeños ganaderos del departamento de Boyacá que confiaron inversiones cercanas, en la Financiera Cambiamos, a los US$2 millones.
Los ganaderos, al igual que la mayoría de los inversionistas, fueron abordados por varios directivos de la entidad con promesas de alta rentabilidad si depositaban los dineros. Luego de varias gestiones accedieron, pero tiempo después la Financiera empezó a fallar en el pago de los rendimientos.
Cuando quisieron recuperar la totalidad de la inversión era tarde, porque la Superintendencia ya había tomado las medidas de intervención y posteriormente de liquidación. El caso pasó a mayores y hoy contra Castro hay severas advertencias de los ganaderos para que devuelva los recursos captados indebidamente.
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