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La Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) ratificó, recientemente, su decisión de archivar el trámite de una licencia ambiental solicitada por la AngloGold Ashanti. La multinacional de origen sudafricano está interesada en el cobre del suroeste antioqueño y se empeña en extraerlo en municipios como Jericó y Támesis, en contravía de la posición de amplios sectores de la sociedad, entre ellos la Iglesia católica. En esta entrevista, el obispo de Jericó, uno de los principales críticos de la empresa, también ratifica su posición: “Minería sí, pero no así ni aquí”. Según el prelado, son muchos los riesgos y los problemas del proyecto Quebradona. (Le puede interesar: Con la fuerza de un oso los campesinos se oponen a minería en Quebradona)
¿Cuál es el origen del conflicto entre sectores de la sociedad del suroeste antioqueño y la AngloGold Ashanti?
En tiempos de Uribe se habló del avance del ferrocarril minero y de la importancia de inversiones que suenan bonitas, pero solo en la teoría. En ese momento le dieron título a la AngloGold Ashanti acá, en Jericó. Pero no como decir: “tiene dos kilómetros para que escarbe”; sino “escarbe donde quiera y después definimos”. Hoy la empresa ya no habla de una mina en Jericó, sino de un distrito minero con cinco minas y ha ido escarbando, buscando y acomodándose según lo que más le conviene. Ese proceso ha hecho que la gente se desubique, porque la empresa andaba por La Mama, después en otro lugar y ahora anda más como por el lado hacia Támesis. Evidentemente que va buscando, escarbando. Si lo que encuentra no es en la cantidad que quiere, se mueve a otra parte. La gente me dice que, cuando la empresa llegó aquí, vino con unos helicópteros muy especializados, a bajo vuelo, sobre las montañas, y le dijo a la comunidad que iba a estudiar el terreno para recomendar cultivos y fertilizantes. Pero resulta que eran medidores de metales. Entonces la cosa comenzó mal ya desde ese punto. (En contexto: Anla archiva de nuevo trámite de licencia ambiental para proyecto minero Quebradona)
¿Cuál es su posición frente a la multinacional?
El problema grave no son las empresas mineras, sino los estatutos mineros de los países, porque una empresa minera tiene ansias de plata y de metales, y si le abren los brazos ahí mismo se mete. En ese sentido, el estatuto minero es una trampa, porque el que está de gobernante en Antioquia cuatro años hace unos contratos y firma unos convenios para toda la vida. Todos los que firman un contrato minero como el de Jericó deberían tener la obligación de venirse a vivir aquí. Al menos que chupen las consecuencias a largo plazo. El país, por ansia de recibir inversión extranjera, hace lo que no haría con un nacional: darle tantas facilidades. Recientemente la ANLA le negó unos permisos para continuar una exploración y una explotación a una empresa canadiense que trabaja en Santurbán, y esta demandó al Estado colombiano, por negar la inversión extranjera, según dice. A eso vamos a llegar aquí en Jericó, si la ANLA se sostiene. Pero, ¿quién tiene la culpa? El estatuto minero, en definitiva.
¿Qué opinión le merece el proyecto Quebradona, tal y como lo ha dado a conocer la AngloGold Ashanti?
La empresa entró mintiendo, diciendo que venía a mirar las montañas y a sugerir cultivos. Todo el proceso lo ha llevado como bajo cuerda. Nunca ha habido una socialización clara con la gente. Nunca ha habido un acta y una reunión seria. Ellos reúnen a sus obreros y les explican, les hacen firmar y consideran que eso es un acta. Pero eso no funciona así. Ha habido mañas y mentiras; dan limosnitas, camisetas de ciclismo a los niños. En los últimos años la empresa le pasa dinero mensualmente a la alcaldía. El concejo municipal, en gran medida, está de parte de la minera porque gran parte de la campaña de la mayoría de los concejales fue financiada por la AngloGold Ashanti. Solo un concejal se opone a la empresa, todos los demás están cooptados. Entonces, ¿qué claridad de negocios puede haber en un pueblo donde el gobierno está claramente a favor de una empresa extranjera? (Puede leer: Los riesgos de la megaminería en momentos de impulsar una economía más verde y justa)
La multinacional dice que “el 63 % de los jericoanos considera que la minería puede ser positiva para el municipio”. ¿Usted qué opina de eso?
Nunca se ha hecho un censo claro en ese sentido. Pero, evidentemente, la empresa sí puede decir que tiene el 63% de la administración municipal a favor. Eso sí es claro.
¿Cuál es la relación que tiene la empresa con el movimiento en defensa de las aguas y de la vocación agrícola de la región, del que usted hace parte?
Ninguna. La minera no se ha interesado por escuchar. Piensa que tiene la razón y que todos tienen que aceptar lo que traen, porque es la dueña del balón.
¿Cuáles son los problemas más graves del proyecto Quebradona?
Un primer elemento es el problema social, evidentemente. Van a cambiar la estructura social de esta comunidad. Aquí, en el municipio, no hay un obrero especializado en minas. La gente sabe coger café, pero no perforar. Entonces van a traer mineros de muchas otras partes de Antioquia y del país, gente extraña; y se va a cambiar mucho la estructura social de un pueblo que ha sido medio cerrado 170 años, por la historia que tiene. Pero si la AngloGold Ashanti necesita una licencia ambiental, deben también necesitar una licencia social. Así, no se le debe tumbar la casa a la familia que va a ser invadida, así viva sobre un filón de oro, si la familia no se quiere ir.
El segundo tema es geológico y tiene varias vertientes. Nosotros llevamos años viendo que las carreteras se nos caen, porque las montañas son frescas y volcánicas; acaso ni tienen dos millones de años de existencia. Debajo de la casa episcopal hay 10 metros de cascajo, aquí uno no encuentra roca firme sino muy abajo y así es toda esta montaña. Entonces, de antemano, uno sabe que la empresa está escarbando en una zona frágil e, incluso, ha tenido que aceptar que el kilómetro cúbico que va a escarbar para hacer la mina se va a desfondar algún día, porque no se va a poder sostener. Yo me digo: ¿cómo el Gobierno no obliga a una empresa de estas a decir: usted va a trabajar en una zona donde se puede desprender y tiene la obligación de hacer en cemento una terminación de tipo gótico para que se sostenga la montaña? Pero no: deja escarbar en cuadrado y eso se desfonda. Ya está previsto que va a haber un hueco de un kilómetro en medio de una montaña por donde pasan animales y personas.
¿En qué consiste la problemática frente a las aguas?
Esta es una montaña de muchas vertientes acuáticas. La misma montaña es ya una esponja que tiene muchas corrientes de agua. El hecho de intervenir va a dañar muchos nacimientos o corrientes subterráneas; pero, además, a contaminar las que sigan pasando, porque la empresa tiene que utilizar muchos elementos químicos. Y no más el mero hecho de romper, triturar y moler la montaña es ya un proceso químico muy peligroso. Van a hacer una montaña con el detrito; una montaña de la altura de tres catedrales. ¿Usted se imagina lo que es ese detrito a pocos kilómetros del río Cauca? Aquí llueve constantemente. Eso se va a ir desliendo y chorreando al río. Así que vamos a tener una contaminación del Cauca.
¿En qué consiste el problema económico?
La empresa interviene con mucho dinero, ofreciendo muchas ventajas; pero, en la práctica, el Gobierno no tiene claridad sobre los impuestos a las empresas mineras. La Contraloría dijo años atrás que las mineras no pagan lo que deben, sino que deducen de sus gastos cosas que van como si fueran impuestos. Todo lo que ellas necesitan lo deducen de impuestos, por ese desbalance. Aquí hablan de maravillas y de regalías, pero eso no funciona así. Es un engaño bonito, porque dicen que va a haber mucha inversión y no.
¿Usted qué critica a nivel político?
No hace mucho, un periodista que escribe en El Colombiano y que fue gobernador de Antioquia rechazaba la oposición a esta supuesta “maravilla” que llegaba, a esta “inversión”, a este nuevo “progreso”. Y, sobre todo, rechazaba que Támesis se metiera en el tema, si, según él, supuestamente la mina proyectada es solo en Jericó. Entonces, yo me decía: ¿cómo un gobernador no sabe que la mina está a 12 kilómetros del casco urbano de Jericó y a 3 kilómetros del casco urbano de Támesis? No hay buena voluntad de parte de los técnicos, de los políticos. Yo honestamente tengo que decir que, exceptuando, a veces, palabras ocasionales de Petro, ningún político ha dicho: Yo quiero más claridad en esto, cerramos las concesiones, vamos a estudiarlo a fondo, vamos a cambiar el código minero. Eso es lo que hay que hacer, pero ninguno lo ha dicho, menos el Centro Democrático. Eso me parece triste, porque ellos se presentan como quienes van a hacer la obra y no sé qué más. A veces el partido Conservador, la U, pero en realidad que digan: Un momentico, esto hay que pararlo, estudiarlo y después veremos qué se hace, ninguno. Todos dicen: Va a llegar mucha plata.
Monseñor, ¿usted qué opina de la minería?
Minería sí, pero no así ni aquí.