La carta premonitoria por Aerosucre
A mediados de este año un empresario, mediante un extenso documento radicado en la Aerocivil, expresó su preocupación por temas de mantenimiento de motores y pidió oficiar a la FAA, máxima autoridad en la materia. La empresa dice que cumple con todos los requerimientos técnicos.
Norbey Quevedo Hernández
El pasado 20 de diciembre, un avión de carga de la empresa Aerosucre se accidentó luego de despegar de Puerto Carreño. El siniestro dejó cinco muertos de la tripulación y dudas sobre las causas de la tragedia. De inmediato surgieron denuncias por antecedentes de la aerolínea. Sus dueños destacaron que hacía mucho tiempo no tenían percance alguno y la Aeronáutica Civil anunció investigación. Sin embargo, una petición enviada a la entidad hace seis meses, en donde además se denuncian líos con el funcionamiento de los aviones, puede ser clave para dilucidar la realidad de Aerosucre.
Se trata de una comunicación radicada en la Aerocivil el 19 de julio pasado, bajo la referencia “Denuncia y derecho de petición”, enviada al entonces secretario de seguridad aérea encargado, Freddy Augusto Bonilla Herrera, por el empresario Carlos Fernando Gaona, quien en un extenso escrito cuestiona el mantenimiento y manejo de los motores de las aeronaves de la empresa Aerosucre.
“Me permito informar a usted los siguientes hechos que considero extremadamente graves, ya que se está poniendo en riesgo la vida de un número indeterminado de personas, tanto tripulantes, como habitantes de las zonas cercanas a los aeropuertos donde operan las aeronaves de la empresa Aerosucre”. Con estas palabras, Gaona introdujo las denuncias contra la aerolínea y dejó claro su deber de denunciar cumpliendo obligaciones del Código de Procedimiento Penal.
En un escrito de 26 páginas detalla cómo la compañía Aerosucre arrendó a la compañía Selva Ltda. un motor marca Pratt & Whitney tipo P&W JT8-17. El negocio incluyó como soportes adicionales certificado de aeronavegabilidad, certificado de no accidentes, status report o certificado del sistema de control usado por Aerosucre, en los que se evidenció estar al día con los requerimientos técnicos, así como carpeta de los documentos históricos del motor.
Una vez reportados los documentos de la empresa, se instaló el motor y la aeronave de Selva Ltda. prestó sus servicios durante cuatro meses con el soporte de Aerosucre. Sin embargo, como sucede periódicamente y por norma de las empresas del sector, se iniciaron los procedimientos de auditoría. Esta reflejó que el SB (Service Bulletin) –una especie de hoja de vida con el estado general de las piezas de cada avión– estaba vencido, pese a que las certificaciones mostraban que todo estaba en regla e incluso tenía garantía hasta el 23 de junio de 2016.
Pero la indagación interna fue más allá. Selva Ltda. solicitó información del taller donde aparentemente el motor había sido reparado y, según lo reportado en la comunicación a la Aerocivil, el taller fue vendido hace tres años y no aparecieron los registros en ese período. Con otro detalle: indicios de que la página nueve del boletín habría sido modificada.
El paso siguiente fue consultar a Aerosucre sobre el estado del motor. En este sentido, la compañía contestó que cumplía con las preservaciones establecidas en el manual del fabricante. Por el contrario, un segundo concepto solicitado a la firma Pratt & Whitney señaló que esas preservaciones no eran aplicables al motor utilizado por Selva Ltda.
Ante las respuestas, el empresario Gaona radicó la denuncia ante la Aerocivil. Allí pidió comparar la documentación presentada por Aerosucre, verificar su autenticidad y trazabilidad del motor. Además, solicitó que se oficiara a la Federal Aviation Administration (FAA) de Estados Unidos, para que certificara si los trabajos fueron reportados a esa autoridad. En concreto, consideró Gaona que esta situación podría derivar en falsedad en documento público, estafa e intento de homicidio si el motor no fue inspeccionado debidamente.
Con su denuncia solicitó también información sobre los motores operados por Aerosucre en los últimos ocho años, las órdenes de trabajo efectuadas en los talleres, las auditorías y los nombres de los últimos jefes de mantenimiento de la aerolínea de carga. Una denuncia y petición cuya respuesta no fue respondida para el empresario y que en cambio sí podría establecer cuál es la realidad de la aerolínea, mientras la Aerocivil concluye cuáles fueron las causas del siniestro del pasado 20 de diciembre en Puerto Carreño, donde cinco personas perdieron la vida.
La postura de la empresa
Aerosucre funciona como aerolínea de carga desde 1969. Su fundador fue Álvaro Vergara. Su presidente actual, Jorge Solano, ha señalado a los medios de comunicación que desde hace mucho tiempo no se registraban accidentes con las aeronaves de la compañía. Frente a las hipótesis que se tejieron sobre lo sucedido el pasado 20 de diciembre, indicó que los aviones de la compañía nunca vuelan con sobrepeso, al tiempo que ha destacado el adecuado mantenimiento de las aeronaves. Precisó que en 2005 la compañía fue multada, pero que la decisión fue revocada posteriormente.
El pasado 20 de diciembre, un avión de carga de la empresa Aerosucre se accidentó luego de despegar de Puerto Carreño. El siniestro dejó cinco muertos de la tripulación y dudas sobre las causas de la tragedia. De inmediato surgieron denuncias por antecedentes de la aerolínea. Sus dueños destacaron que hacía mucho tiempo no tenían percance alguno y la Aeronáutica Civil anunció investigación. Sin embargo, una petición enviada a la entidad hace seis meses, en donde además se denuncian líos con el funcionamiento de los aviones, puede ser clave para dilucidar la realidad de Aerosucre.
Se trata de una comunicación radicada en la Aerocivil el 19 de julio pasado, bajo la referencia “Denuncia y derecho de petición”, enviada al entonces secretario de seguridad aérea encargado, Freddy Augusto Bonilla Herrera, por el empresario Carlos Fernando Gaona, quien en un extenso escrito cuestiona el mantenimiento y manejo de los motores de las aeronaves de la empresa Aerosucre.
“Me permito informar a usted los siguientes hechos que considero extremadamente graves, ya que se está poniendo en riesgo la vida de un número indeterminado de personas, tanto tripulantes, como habitantes de las zonas cercanas a los aeropuertos donde operan las aeronaves de la empresa Aerosucre”. Con estas palabras, Gaona introdujo las denuncias contra la aerolínea y dejó claro su deber de denunciar cumpliendo obligaciones del Código de Procedimiento Penal.
En un escrito de 26 páginas detalla cómo la compañía Aerosucre arrendó a la compañía Selva Ltda. un motor marca Pratt & Whitney tipo P&W JT8-17. El negocio incluyó como soportes adicionales certificado de aeronavegabilidad, certificado de no accidentes, status report o certificado del sistema de control usado por Aerosucre, en los que se evidenció estar al día con los requerimientos técnicos, así como carpeta de los documentos históricos del motor.
Una vez reportados los documentos de la empresa, se instaló el motor y la aeronave de Selva Ltda. prestó sus servicios durante cuatro meses con el soporte de Aerosucre. Sin embargo, como sucede periódicamente y por norma de las empresas del sector, se iniciaron los procedimientos de auditoría. Esta reflejó que el SB (Service Bulletin) –una especie de hoja de vida con el estado general de las piezas de cada avión– estaba vencido, pese a que las certificaciones mostraban que todo estaba en regla e incluso tenía garantía hasta el 23 de junio de 2016.
Pero la indagación interna fue más allá. Selva Ltda. solicitó información del taller donde aparentemente el motor había sido reparado y, según lo reportado en la comunicación a la Aerocivil, el taller fue vendido hace tres años y no aparecieron los registros en ese período. Con otro detalle: indicios de que la página nueve del boletín habría sido modificada.
El paso siguiente fue consultar a Aerosucre sobre el estado del motor. En este sentido, la compañía contestó que cumplía con las preservaciones establecidas en el manual del fabricante. Por el contrario, un segundo concepto solicitado a la firma Pratt & Whitney señaló que esas preservaciones no eran aplicables al motor utilizado por Selva Ltda.
Ante las respuestas, el empresario Gaona radicó la denuncia ante la Aerocivil. Allí pidió comparar la documentación presentada por Aerosucre, verificar su autenticidad y trazabilidad del motor. Además, solicitó que se oficiara a la Federal Aviation Administration (FAA) de Estados Unidos, para que certificara si los trabajos fueron reportados a esa autoridad. En concreto, consideró Gaona que esta situación podría derivar en falsedad en documento público, estafa e intento de homicidio si el motor no fue inspeccionado debidamente.
Con su denuncia solicitó también información sobre los motores operados por Aerosucre en los últimos ocho años, las órdenes de trabajo efectuadas en los talleres, las auditorías y los nombres de los últimos jefes de mantenimiento de la aerolínea de carga. Una denuncia y petición cuya respuesta no fue respondida para el empresario y que en cambio sí podría establecer cuál es la realidad de la aerolínea, mientras la Aerocivil concluye cuáles fueron las causas del siniestro del pasado 20 de diciembre en Puerto Carreño, donde cinco personas perdieron la vida.
La postura de la empresa
Aerosucre funciona como aerolínea de carga desde 1969. Su fundador fue Álvaro Vergara. Su presidente actual, Jorge Solano, ha señalado a los medios de comunicación que desde hace mucho tiempo no se registraban accidentes con las aeronaves de la compañía. Frente a las hipótesis que se tejieron sobre lo sucedido el pasado 20 de diciembre, indicó que los aviones de la compañía nunca vuelan con sobrepeso, al tiempo que ha destacado el adecuado mantenimiento de las aeronaves. Precisó que en 2005 la compañía fue multada, pero que la decisión fue revocada posteriormente.