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La historia no contada de la “primera” mina de tierras raras en Colombia

En Vichada, en la Orinoquia colombiana, Auxico Resources, una empresa canadiense, busca extraer unos minerales cada vez más populares por su papel para la transición energética, pero hay muchas dudas sobre el proyecto que ha dividido a las comunidades indígenas.

Daniela Quintero Díaz
27 de agosto de 2023 - 11:01 a. m.
Las comunidades indígenas que viven cerca del proyecto aseguran que, mientras la empresa entrega gorras y camisetas, en el resguardo aumentan los conflictos.
Las comunidades indígenas que viven cerca del proyecto aseguran que, mientras la empresa entrega gorras y camisetas, en el resguardo aumentan los conflictos.
Foto: Daniela Quintero Díaz
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El artículo que está a punto de leer, de principio a fin, fue posible en parte a un grupo de minerales poco conocidos y cuyos nombres lo dicen todo: tierras raras. Si tiene un celular en sus manos está sosteniendo tierras raras como el neodimio, el praseodimio y el gadolinio. Si por el contrario lo está leyendo en papel, el carro o la moto con la que llevaron el periódico a su casa también tuvieron algo que ver con estos minerales.

Gran parte de los aparatos tecnológicos que usamos día a día suelen tener tierras raras. Por eso el anuncio que hizo hace poco la empresa canadiense Auxico Resources dejó a más de uno sorprendido: aseguraban que habían recibido el primer permiso para explotar tierras raras en Colombia.

No era solo un proyecto más de su portafolio en México, Brasil, Bolivia y República Democrática del Congo. El yacimiento en un rinconcito de Colombia, insistían, podría llevarlos al top tres de las mineras de tierras raras más grandes del mundo. Era su propia gallina de los huevos de oro.

Pero para entender mejor los detalles de “Minastyc”, como llamaron al proyecto, es necesario viajar a Vichada, el segundo departamento más grande del país que hasta hace unos meses era desconocido hasta para el candidato presidencial que llegó a segunda vuelta y alcanzó más de 10 millones de votos en las últimas elecciones, Rodolfo Hernández.

Puerto Carreño, su capital, es un pequeño caserío dividido por calles de arena roja sin asfaltar. Está al extremo este del país, en la frontera con Venezuela, rodeado por llanuras que parecen infinitas, cultivos de marañón y el gran río Orinoco. Solo tiene una vía principal, atestada de almacenes de ropa, celulares, colchones, artesanías y pollos vivos, que termina en el puerto.

A solo 15 kilómetros por río desde ese puerto está el prometedor proyecto minero que Auxico presenta como suyo. Allí mismo empiezan los tropiezos: las tierras y los permisos para extraer los minerales no están a su nombre, las comunidades indígenas vecinas están inconformes y las millonarias ganancias que presentan en sus informes internacionales no cuadran del todo con lo que podría extraerse de la tierra. Una maraña de muchos hilos que es mejor revisar por partes. (Le recomendamos: La mina de “tierras raras” que quieren hacer frente a un refugio de biodiversidad)

Un proyecto en terreno baldío

Cuando Auxico aterrizó en Vichada (luego de un intento fallido para extraer minerales en Guainía, que es motivo de otro texto) no tenía tierras, títulos mineros o permiso para comercializar minerales en Colombia. Entró de la mano de terceros: comerciantes de minerales colombianos, como Juan Guillermo García, representante legal de Minampro S. A. S., que llevaban años negociando en esa zona.

La minera canadiense encontró un área con potencial para instalar su proyecto: la finca de Clímaco Silvestre Unda Barrios, un adulto mayor que llevaba 60 años viviendo en la zona y que hacía algunos años había iniciado un proceso de formalización minera.

Con él acordaron, entre septiembre y diciembre de 2020, una “cesión anticipada de los derechos futuros para la explotación minera”. En otras palabras, y saltándonos los detalles técnicos, Unda Barrios se comprometió a entregar la tierra y el título minero que estaba legalizando ante la Agencia Nacional de Minería (ANM) a cambio de $750 millones. La ANM le entregó el título minero, pero el terreno que prometió ceder por un período de 60 años está sin papeles y es, en realidad, un baldío de la nación.

Los tropiezos no acaban allí. Aunque la empresa sigue presentando el proyecto como propio, asegurando que “los derechos mineros y la superficie de la propiedad Minastyc le pertenecen en su totalidad”, tanto el título minero como el permiso ambiental para explotarlo están todavía a nombre de Clímaco. Y esos detalles son importantes.

Auxico ha manifestado que en caso de que la empresa cometiera algún tipo de infracción estaría “sujeta a doble penalización”, tanto por las leyes canadienses como por las colombianas. Pero como explicó Corporinoquia a El Espectador, mientras la licencia ambiental esté a nombre del ciudadano colombiano, “las obligaciones frente a la Corporación las tiene él. Y ante un eventual proceso sancionatorio, sería el señor Unda Barrios quien tendría que responder y no la empresa”.

La minera, por su parte, aseguró que el traspaso de los títulos y la propiedad están “siendo finalizados”. Pero Corporinoquía y la ANM confirmaron que hasta el momento no existe ninguna solicitud para la sucesión de los títulos o los permisos de extracción de Minastyc. “Auxico no ostenta la calidad de titular minero ni se encuentra como comercializador de minerales autorizado, ni tiene solicitud minera alguna. Tampoco tiene en este momento ningún título minero a nombre de ellos”, aseguraron fuentes de la agencia minera.

Un potencial de minerales incierto

Pese a los líos de tierras, Auxico no escatima en presentar a Puerto Carreño, y a su proyecto, como “una potencia minera” de tierras raras. “En este momento se estaría posicionando como tercero en el mundo”, dijo Hárold Barbosa, vicepresidente de desarrollo de negocios para América Latina de la empresa, ante la Asamblea Departamental de Vichada el pasado 22 de septiembre.

Sus informes técnicos y exploraciones proyectan que podrían sacar “un millón de toneladas métricas de tierras” en 17 años. Una cantidad que equivale a llenar 50.000 volquetas con estos materiales y que les dejaría ganancias por más de US$300 millones.

Pero conocer con certeza la abundancia, explica Thomas Cramer, profesor de geociencias de la Universidad Nacional y una de las personas que más han estudiado los minerales estratégicos en el oriente colombiano, no es tarea fácil. “Se requieren años de estudios científicos, porque son formaciones que tienen más de 1.300 millones de años, de los 4.600 millones que tiene la Tierra”. “Nosotros, que llevamos desde 2009 estudiando la zona, aún no lo tenemos claro. Lo que sabemos es que sí hay concentraciones altas de estos minerales, como para pensar que son explotables, pero no sabemos si eso es económicamente viable. Porque además de la concentración, se requieren grandes volúmenes de masa”, explica.

Además hay otras preguntas. Para entenderlas mejor, es necesario revisar el mapa que acompaña esta nota. Actualmente el proyecto (recuadro gris) tiene 189 hectáreas, un área similar a la del parque Jaime Duque, a las afueras de Bogotá. Pero el permiso que entregó la autoridad ambiental, Corporinoquia, solo permite extraer minerales en 3,94 hectáreas, un espacio similar al que ocupa el Movistar Arena. Adicionalmente, el millón de toneladas métricas, según el permiso, tendrían que sacarse “mediante arranque manual”, es decir, con el uso de herramientas convencionales, como picas, palas y barras. Nada de maquinaria.

Pero esto no coincide con lo que la empresa ha presentado en documentos técnicos, como el Plan de Obras y Trabajos (POT) ni en sus comunicados. De hecho, el pasado 12 de abril, cuando confirmó el permiso de Corporinoquia, aseguró que la aprobación del estudio de impacto ambiental era un “hito clave para permitir que la compañía mueva equipos al sitio, incluida la maquinaria pesada para el muestreo en masa”.

Hasta ahora los muestreos los habían hecho un grupo de 20 mineros que trabajaban y vivían en el campamento minero. La tarea era sencilla, pero desgastante: cada 40 metros debían abrir un hueco, que tuviera un metro de ancho por un metro de largo, y entre tres y siete metros de profundidad, hasta que “el agua trancara”. Luego hacían una canaleta pequeña de unos 10 centímetros de ancho y bajaban con la pala recogiendo el material que daban las diferentes capas de la tierra. Lo empacaban en bolsas plásticas tipo Ziploc, lo marcaban y pasaban a la siguiente pared del hueco.

“Hace unos años vino un geólogo boliviano que apoyó los trabajos de exploración”, recuerda Pablo*, un habitante de la zona que trabajó y vivió durante nueve meses en el campamento minero de Minastyc. “En todo lo que trabajamos, y sacamos 2.700 kilos de tierra, solo vi eso… tierra. Entonces le pregunté si este proyecto tenía realmente algún sentido”. La respuesta lo dejó frío. “Me dijo que sí, que aquí había minerales raros, pero que a punta de pico y pala no los íbamos a sacar nunca”.

Para él la minería artesanal es una cosa, pero meter maquinaria en un área que considera tan importante para la conservación, como esa, acarreaba otro costo. Como contamos en otro reportaje, el proyecto minero se encuentra en el corazón de una zona altamente conservada, rodeado de resguardos indígenas y Reservas de la Sociedad Civil.

De hecho, en documentos de Auxico, se destaca un punto con alta concentración de “óxidos de tierras raras”. Está “a 10 kilómetros en línea recta desde Minastyc” y es parte del resguardo indígena Guacamayas-Maiporé.

Tensión entre las comunidades

La primera vez que los miembros de la comunidad de Morrocoy, que forma parte del resguardo indígena Guacamayas-Maiporé, escucharon hablar de minería en su territorio, se encontraban en una reunión de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC). Al entrar, los vecinos de resguardos aledaños les cuestionaron, frente a toda la audiencia, por haber entregado su territorio para la explotación de minerales.

“Era la primera vez que escuchábamos de minería en nuestro resguardo y no entendíamos qué estaba pasando”, dice una lideresa de la comunidad, ahora desde su casa, hecha con las hojas de una palma que se encuentra comúnmente en los humedales de la zona: la palma moriche (Mauritia flexuosa). En Guacamayas, un mismo resguardo, hay tres comunidades distintas: Morrocoy, Warrawanae y Caño Verde.

Años atrás, Juan Guillermo García, de Minampro S. A. S., la primera “mano amiga” que encontró Auxico en Colombia, se había acercado al resguardo para comprar minerales. “He trabajado en esta zona desde hace 12 años, y en esa comunidad, que tiene título minero indígena, comprábamos algo de material”, afirma. Por eso, cuando la empresa preguntó por otros minerales de áreas cercanas, propuso comprárselos a Guacamayas-Maiporé.

El problema fue que tanto el título de minería indígena como el “acuerdo exclusivo” con el que Minampro le compraba minerales al resguardo estaban firmados por una misma persona, Fernando Rivera Medina, quien hasta el año pasado era el cabildo gobernador (la máxima autoridad) de Guacamayas-Maiporé. Las otras dos comunidades aseguran no haber oído ni participado de los acuerdos.

“Esto ha dividido y enfrentado a las comunidades, y está generando un conflicto entre nosotros, entre los que sí quieren la minería y quienes creemos que puede afectar el territorio”, asegura otro líder indígena desde Puerto Carreño. Tras la confusión en el evento de la ONIC, la comunidad de Morrocoy fue hasta la Asamblea Departamental a pedir información, pero recibieron unas diapositivas que los dejaron más confundidos.

“Auxico tiene un memorando de entendimiento con la empresa Minampro Asociados S. A. S. para adquirir el 70 % de las ganancias de la explotación de las arenas industriales (concentrados de tantalio) de las 20.000 hectáreas del resguardo Guacamayas-Maiporé”, se lee en ellas. Minampro se quedaría con el 30 % restante. “Y entonces, ¿qué queda para las comunidades?”, se preguntaron.

Desde entonces las relaciones alrededor de Minastyc han caído en picada, aunque desde Auxico aseguren que “el proyecto sigue avanzando sin mayores contratiempos”. Las comunidades indígenas rompieron relaciones con la empresa y pidieron que su territorio quedara por fuera de las exploraciones. Minampro S. A. S. y Auxico también pusieron fin a su relación comercial, en julio de 2022, y desde entonces Auxico hizo nuevas alianzas (con características parecidas) con otra empresa llamada Gracor S. A. S., que se encarga de comprar minerales a la población indígena de Vichada.

Hoy miembros de la comunidad de Guacamayas que sí habían participado de las conversaciones con la empresa aseguran que “el proyecto Minastyc es una farsa”. Uno de sus voceros, que pidió resguardar su identidad, afirmó que “aunque sí existe material para extraer, no se encuentra en las proporciones que ha publicado la canadiense Auxico”. “Las comunidades sacan máximo 30 kilos al día. Por bien que les vaya, extraen de manera artesanal 700 kilos mensuales”, insiste otro comerciante de minerales de la zona. “Sacar más de 10 toneladas a la semana es imposible”.

Los rumores de una siembra de minerales

Como en todos los puertos, los rumores en Puerto Carreño llegan por el río, la única vía de acceso al proyecto Minastyc. Allí es un proyecto muy reconocido, pero no por el potencial que anuncia la empresa.

Al menos siete personas con las que conversamos tenían un argumento común: hace varios años, señalaban, Clímaco Unda Bernal, el hijo de Clímaco Unda Barrios, se dedicó a hacer lo que en la zona se conoce como “siembra de minerales”. El ejercicio básicamente consiste en traer minerales de otras zonas (especialmene de Venezuela) y enterrarlos en el predio donde actualmente se encuentra el proyecto.

La hazaña suele ser común en la región, y tiene varios fines. Uno de ellos es hacer creer que el predio en el que se siembran tiene más minerales de los que en realidad tiene, para venderlo a mejor precio. El segundo, “certificar” que cierto material, que ha sido extraído sin permiso, fue sacado de algún lugar que sí lo tenga.

Un informe del Ministerio de Minas alertaba desde 2018 sobre esta situación en la región fronteriza con Venezuela: “Lo que se observa es que los títulos mineros están siendo utilizados como herramientas que facilitan la comercialización de los minerales explotados de forma irregular. Mientras que otros están siendo objeto del famoso ‘engorde de títulos’ para la venta posterior a empresas multinacionales”.

Hasta el 31 de julio, la Agencia Nacional de Minería no le había entregado al proyecto Minastyc el “contrato de concesión minera”, clave para iniciar la explotación. Tampoco la licencia de comercio de minerales. Aunque en el interior de la ANM informaron que se estaba revisando todo lo relacionado con el proyecto Auxico, y que se estaba planeando una visita a la propiedad Minastyc antes de entregar nuevas declaraciones sobre el tema, hace cuatro días las cosas dieron un giro de 180 grados: el 22 de agosto esa agencia le otorgó el esperado contrato de concesión minera.

*Este texto fue producido con el apoyo de Climate Tracker América Latina.

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Julio(02963)23 de septiembre de 2023 - 08:36 p. m.
Ambiental saludo . Felicitaciones Daniela. permitanos agradecerle la investigación sobre este atropello que la ANM y Corporinoquia le hacen al país y sobre todo a este territorio de biodiversidad y de poblaciones indigenas que han vivivo por siempre en ese paraíso. estamos en contra de la explotación minera y en la defensa de la biodiversidad y la vida. Gracias nuevamente DANIELA.
Alan(5584)27 de agosto de 2023 - 08:15 p. m.
Ahora falta que ambientalistas y demas envenenen a los resgurados para que prohiban el ingreso de estas Cias como el vichada nada en plata y regalias pensaran que eso no se necesita porque asi somos, aparte de la envidia nunca dejamos hacer nada
Pedro Juan Aristizábal Hoyos(86870)27 de agosto de 2023 - 05:41 p. m.
Esta es una noticia que tiene dos caras. Dejarán a Vichada en la miseria y se irán o hay una negociacióm sería con el gobierno para que eso no pase. Ahora tenenos un gran presidente pero cuando termine que, llegará Borbosa o Fico? Otro Duque. No por favor?
luis(89686)27 de agosto de 2023 - 03:18 p. m.
La pésima educación en especial de las comunidades de los resguardos (solo les enseñan que cristo te ama) hace que pierdan sus tierras y su riqueza. China posee y explota la mayor cantidad de tierras raras. No más robo.
Giovanni(38945)27 de agosto de 2023 - 01:32 p. m.
Los países ricos haciendo siempre lo que se les da la gana en nuestro territorio mientras nosotros nos matamos entre patas, guerrilleros, ejército y bandas delicuenciales!… todos deberían estar cuidando nuestras selvas y sacando a esos extranjeros que solo traen deforestación y miseria!
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