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Hace 20 años, un grupo de científicos conservacionistas y soñadores, que estudiaban los icónicos delfines rosados en los ríos de Colombia, se enamoraron de una “tierra llanera, rica en misterios y una maravillosa biodiversidad”. En sus expediciones, luego de navegar por el río Orinoco, se cruzaron con una laguna que “les tocó el alma”. Era laguna el pañuelo, el único cuerpo de agua formado entre rocas del Escudo Guayanés (unas de las más antiguas del planeta). (Le recomendamos: La historia no contada de la “primera” mina de tierras raras en Colombia)
Caminar sobre esas rocas es pisar formaciones de hace 1.300 millones de años, pero también, es encontrarse con decenas de tortugas y aves, monos aulladores y delfines de río, en un lapso de solo treinta minutos. Su biodiversidad está por todas partes. “Desde ese momento emprendimos una larga tarea, no solo dar a conocer esta hermosa tierra y su riqueza ambiental, sino preservarla ante las eminentes amenazas de un desarrollo desordenado”, escriben los creadores de la reserva en un libro que lleva su nombre.
En épocas de poca lluvia, se puede llegar a la laguna caminando. Pero en invierno, como ahora, los caminos se inundan y el río Orinoco se conecta con los afluentes cercanos. Llegar a El Pañuelo se convierte, entonces, en una invitación a tomar la panga para navegar el río, atravesar los densos bosques inundables y, tras una curva y un pequeño hueco entre las ramas, encontrarse de frente con las rocas inmensas que rodean el agua. Desde la cima se pueden observar extensas llanuras que llegan hasta donde la mirada alcanza.
“Reserva Natural Bojonawi”, fue el nombre que le pusieron a las más de cuatro mil hectáreas que rodean esta laguna. Bojonawi, en Sikuani, una de las etnias que habita la zona, significa “perro de agua”, también conocido como nutria, una de las 1.500 especies de animales que se han observado allí, a solo una decena de kilómetros desde Puerto Carreño, la capital del Vichada.
Junto a este refugio de biodiversidad, la empresa canadiense Auxico Resourses Inc. espera construir la primera mina de “tierras raras” en Colombia, unos minerales poco conocidos, pero que están en innumerables productos que utilizamos todos los días: las baterías recargables, los celulares, las motos, los carros, los cables de fibra óptica, las tuberías para oleoductos y gaseoductos, y hasta los jets. Ahora, con el avance de la transición energética (para la que también son necesarios) se están volviendo mucho más apetecidos.
Y aunque por su nombre se podría pensar que son minerales muy difíciles de encontrar, lo cierto es que no son poco comunes en la corteza terrestre. Su “rareza” es poder encontrarlos en cantidades y proporciones suficientes, para que amerite la inversión enorme que requiere extraerlos y procesarlos.
Para entender mejor dónde ese encuentra el proyecto “Minastyc”, como lo nombraron, es bueno mirar el siguiente mapa. Minastyc (recuadro negro), colinda con la Reserva Natural Bojonawi, un refugio de biodiversidad que ha servido por décadas de laboratorio vivo para científicos e institutos de investigación del país, y donde se ha consolidado un corredor biológico entre el río, las galerías, el bosque y la sabana inundable. También, está rodeado por el Resguardo Indígena Guacamayas – Maipore, y los resguardos Guaripa, La Hormiga y Bachaco.
Aunque el proyecto tiene actualmente 189 hectáreas (un área un poco más grande que el Parque Simón Bolívar, en Bogotá), Auxico ha anunciado negociaciones comprar un predio aledaño, Agua Linda (el recuadro rojo de la imagen satelital), que le permitiría tener 1.294 hectáreas más. Tanto Minastyc, como Agua Linda y los resguardos indígenas, así como la Reserva Natural Bojonawi, hacen parte de la Reserva de la Biósfera El Tuparro.
Hace algunas semanas, la autoridad ambiental de la Orinoquía colombiana, Corporinoquía, otorgó la licencia ambiental para la explotación de minerales como Niobio, Tantalio, Vanadio, Circonio, Estaño y Oro y sus concentrados, en el proyecto Minastyc. Auxico asegura que, en este rincón del país, proyectan extraer un millón de toneladas métricas de estos minerales en 17 años, lo suficiente para llenar cerca de 50.000 volquetas.
Sin embargo, como muestra esta investigación, alrededor de este proyecto hay muchas preguntas. Las tierras no están a nombre de la empresa, las comunidades indígenas han entrado en conflicto y tensiones por la llegada del proyecto, y los alcances que puede tener la explotación de estos minerales todavía son inciertos.
¿Una refinería en Santa Marta?
La compañía Auxico también anunció la construcción de una refinería de tierras raras en la zona franca de Santa Marta, que tendría una extensión de 10 mil metros cuadrados y que espera que pueda procesar 36 mil toneladas de mineral por año. Se trataría de “la primera de su tipo en el hemisferio occidental”. Aseguran que sus procesos y técnicas de extracción son innovadoras, y que darán como resultado “menor impacto ambiental general”.
Aunque no dan muchos detalles de este proceso, explican que firmaron un acuerdo de licencia de tecnología en el 2021 y que se trata de una extracción asistida por ultrasonido. En el proceso, el mineral debe pasar por una combinación con ácidos y se utilizarán frecuencias de sonido para romperlo en partículas más finas en un tiempo acelerado. La noticia no podía pasar desapercibida, ya que, en cuanto a las tierras raras y su procesamiento, China ha asegurado su monopolio desde la década de los 90, acaparando el 70 % de su extracción y el 90 % de la refinería.
Una de las razones por las que los centros de procesamiento de tierras raras se encuentran concentrados en China, tiene que ver con las características propias de estos minerales, que hacen que su separación sea muy desafiante. Las plantas de procesamiento requieren tecnología y seguridad, y los costos de operación son altos. Extraer los concentrados implica usar técnicas que emplean ácidos y alcalinos para poder separarlos.
Pero, como explica el profesor Thomas Cramer, docente de Geociencias de la Universidad Nacional de Colombia, y una de las personas que más ha estudiado las formaciones de minerales en la Orinoquía colombiana, “el procesamiento no es tan problemático si se maneja bien, si se controlan las condiciones y si se entrenan trabajadores calificados para operarla”. Aunque implica mucha responsabilidad, agrega, considera que es necesario que el país empiece a apuntarle a ese tipo de industrialización. “Si no, siempre vamos a quedarnos como exportadores de materia prima”, agrega.
Sin embargo, hace un mes, el CEO de Auxico, Pierre Gauthier reveló en una entrevista que la empresa aplicó a un fondo del gobierno canadiense para la ciencia y la innovación, llamado Strategic Innovation Fund, para conseguir una financiación de US$ 114 millones que les permitiera desarrollar la primera refinería de tierras raras en Canadá, y no en Colombia.
*Este texto fue producido con el apoyo de Climate Tracker América Latina.
- Puede leer aquí las respuestas de Corporinoquía a esta investigación.
- Respuestas de Auxico Resources para esta Investigación.
- Actualización de Auxico Resources sobre su proyecto Minastyc.