La ronda de testigos en caso Vargas Lleras
Desde Estados Unidos, el narcotraficante Néstor Caro rompe su silencio en el caso del ministro de Vivienda.
Norbey Quevedo H.
Hace ocho meses, cuando apenas tomaba las riendas del Ministerio de Vivienda y le daba las primeras puntadas al proyecto de 100.000 viviendas gratuitas, al ministro Germán Vargas Lleras se le atravesó en el camino el anuncio de la Procuraduría de una investigación en su contra por supuestos vínculos con el paramilitarismo. Días después la Corte Suprema de Justicia se sumó y abrió indagación preliminar. Hoy, las pesquisas de la justicia siguen apuntando a un extraño entramado de instigadores y testigos falsos con un candente trasfondo político de disputa por el poder.
Al activarse las averiguaciones judiciales, el testimonio más comprometedor para Vargas Lleras era la declaración del ganadero y caballista del Casanare Carlos Gabriel López, quien aseguró a la Corte que entre 2001 y 2002, en una manga de coleo situada al oriente de Yopal, vio al entonces senador departiendo con Néstor Ramón Caro, un teniente (r) del Ejército involucrado en el narcotráfico y extraditado a Estados Unidos en febrero de 2011. Este sinuoso personaje ya lo desmintió y dejó entrever por qué quieren relacionarlo.
Hasta una cárcel de Atlanta (Estados Unidos), donde permanece purgando una condena de 40 meses de prisión por narcotráfico, se desplazaron investigadores de la Corte y oyeron de viva voz a Néstor Caro. Al ser interrogado por sus relaciones con Vargas Lleras, literalmente contestó: “Nunca estuve en un acto público del doctor Vargas Lleras en Casanare ni en Bogotá ni en ningún lugar de Colombia”. Y después agregó: “Nunca le he dado la mano (...) no tengo que tener tres dedos de frente para creer que están tratando de ensuciarlo”.
Néstor Ramón Caro, un ganadero del Casanare que decidió dedicarse al narcotráfico, estuvo a punto de colarse en el proceso de paz del gobierno Uribe con las autodefensas. El supuesto beneficiario del extinto DAS, que llegó a borrar sus antecedentes ilegales, accedió a contestar sobre el caso Vargas. Según él, no lo hizo presionado, sino a solicitud del gobierno americano y porque, cuando concluya su condena, quiere volver a Colombia. Su declaración contextualiza qué pasó en la región antes y después del escándalo de la parapolítica.
El testigo confirmó que el detenido jefe paramilitar Héctor Buitrago, alias Martín Llanos, sí ejercía actividades en favor de determinados candidatos, al tiempo que cobraba a los productores de la región por cada hectárea sembrada o por cabezas de ganado. Unos y otros tenían que entrevistarse con él. “Allá iba uno voluntariamente obligado (...), había que ir a las buenas o a las malas (...), en temas de votación era lo que él ordenara”. Después los candidatos salían a pregonar que ya tenían autorización para trabajar en sus respectivas campañas.
En ese panorama, Néstor Caro explicó que lo mejor era tratar de ir a donde Martín Llanos a las buenas. Y luego indicó que, por ejemplo, su padre, Néstor Caro Martínez, un excorresponsal de El Espectador en los años 70 y líder de la región, se negó a pagar unas extorsiones y lo asesinaron en 2003 en el municipio de Villanueva. Primero le quemaron una finca y de eso quedó una denuncia. Como se negó a pagar, después lo asesinaron en un establecimiento comercial. “Los capturados por el asesinato pertenecían a las filas de Martín Llanos y ellos lo reconocieron”.
Interrogado por nombres de políticos, el testigo aclaró en plural que apoyaron a Miguel Ángel Pérez a la Gobernación y a los candidatos de siempre de la región entre 1995 y 2003, es decir, Óscar Wilches, Efrén Hernández y Javier Vargas. “Siempre eran los candidatos a la Cámara, pero solamente se podía sacar uno, entonces era una rivalidad entre ellos. Después de la contienda, el uno abrazaba al otro y así (...) Todos eramos amigos de infancia, amigos del colegio (...) teníamos nexos con políticos porque somos criados en la región”.
Ante la insistencia de por qué el testigo Carlos López lo relacionó entonces con Vargas Lleras, contestó: “Estoy casi seguro de que es por la guerra que lidera Álvaro Uribe con el movimiento Cambio Radical que se originan estas cosas”. En cuanto al comentario de López de que le alquiló a Caro 20 caballos para hacer un recibimiento a Vargas en Villanueva, el testigo expresó que su papá sí hacía cabalgatas en el pueblo por cualquier cosa, pero que con Vargas jamás, pues él se ufanaba de cada político que conocía y de éste nunca le comentó.
Finalmente, el extraditado narcotraficante Néstor Ramón Caro, quien en el curso de la diligencia judicial recalcó su disposición a colaborar con la justicia porque está a punto de terminar su condena en una cárcel de Atlanta (Estados Unidos), expresó que con la convicción de que sus palabras se hicieron bajo la gravedad del juramento y pueden repercutir en su contra, está dispuesto a testificar frente al mismo Carlos Gabriel López Chaparro para desmentirlo y desvincularse, él y otros afectados, del que llamó “un escándalo mediático”.
Un escándalo que, sumado a los coletazos de la parapolítica, desde 2007 tiene en ascuas a la clase política del Casanare y tras las rejas al menos a diez dirigentes del departamento. Entre ellos a Milton Álvarez Alfonso, exdiputado del Casanare y exalcalde de Tauramena entre 1998 y 2001. Su hermano Javier, también exalcalde del mismo municipio entre 2007 y 2011, aunque está libre, afronta un proceso penal por idéntico tema: presuntos nexos con el paramilitarismo. En ambos casos, el denominador común es el mismo acusador: Carlos López.
En la edición del domingo 16 de septiembre de 2012, El Espectador dio cuenta de la andanada judicial de López contra los hermanos Álvarez a partir de 2007, luego de que el candidato de sus preferencias y financiamiento, Gabriel Leonardo Mendoza, perdiera las elecciones en Tauramena. Un alud de denuncias ante el DAS, la Fiscalía, la Procuraduría y la Presidencia, acompañado de numerosos testigos, algunos de los cuales poco a poco se fueron retractando y señalando a López de haberles ofrecido dádivas para enlodar a los Álvarez.
En el mismo texto quedó reseñado cómo el ganadero Carlos Gabriel López le pidió a su amigo Santiago Uribe Vélez, hermano del expresidente Álvaro Uribe, que le hiciera llegar al entonces primer mandatario copias de sus acusaciones contra los Álvarez. Paradójicamente, días antes, cuando se iniciaron las pesquisas en su contra, el ministro Germán Vargas Lleras acusó a Santiago Uribe de estar detrás de un complot para desprestigiarlo e incluso dejó entrever que había existido una colecta para comprar falsos testigos.
Aunque Vargas Lleras concretó sus señalamientos a través de una denuncia formal ante la Fiscalía cuyos avances se desconocen, y Santiago Uribe Vélez públicamente negó las imputaciones en su contra, lo que sí se ha movido intensamente es el proceso contra el exalcalde de Tauramena Milton Álvarez. En la actualidad se adelanta el juicio en Yopal (Casanare) y la demostración de que los casos están de alguna manera conectados es que los nombres de Germán Vargas Lleras y Carlos Gabriel López han salido a relucir con frecuencia.
Es el caso del testigo John Alexánder Camacho, alias Barbas —un exparamilitar de las huestes de Martín Llanos— quien compareció el pasado 14 de enero ante el Juzgado Único Penal del Circuito de Yopal y aseguró que estando en la cárcel de Acacías (Meta) y luego en La Picota de Bogotá, le llegó una razón directa de su superior en las autodefensas, José Darío Orjuela, alias Solín, para que declarara contra Milton Álvarez. El mensaje llevaba un atractivo implícito: por acusarlo hasta de homicidios iba a recibir dinero de Carlos López.
Camacho aseguró que, contrario a lo que declaró antes por dinero, no le constan reuniones o vínculos de Milton Álvarez con las autodefensas. Y luego agregó que alias Solín, junto a otros exparamilitares, estaba “armando un complot para dañar carreras políticas de personas que fueron diputados, alcaldes o gobernadores”. La primera versión, aclaró Camacho, se la pasaron unos policías de la Dijín para que la firmara y en adelante todas las versiones en contra de los hermanos Álvarez las hizo obligado por Solín y por Carlos López.
En medio de su declaración, el juez aprovechó para preguntarle si en los últimos meses había sido contactado por miembros de las autodefensas para declarar contra un político de nombre Germán Vargas Lleras. El testigo John Alexánder Camacho, quien durante sus años en la guerra obró a órdenes del comandante HK, contestó: “La verdad, sí, doctor, fui contactado por Solín, quien me dijo que si yo le colaboraba a embalar a Germán Vargas Lleras, dejábamos el problema de Milton Álvarez a un lado y no iban a atentar contra mi vida”.
Camacho agregó que él no sabía nada de ese señor Vargas Lleras y que Solín respondió: “Usted no se preocupe, Barbas, que yo le cuadro eso, le digo qué tiene que decir y tranquilo que lo van a remunerar muy bien con un buen dinero. Me dijo que la cosa era seria, ya que era con ese señor Carlos López , la misma persona del problema con el señor Milton Álvarez”. El juez le preguntó si sabía de otras personas contactadas con el mismo fin, y el testigo aclaró: “Sé que hay otros que van a declarar en contra de este señor Germán Vargas, exmiembros de las Acc del Casanare”.
Al terminar su declaración, Camacho pidió que no lo fueran a sacar de La Picota en Bogotá, porque lo iban a asesinar. La delegada de la Procuraduría intervino para advertir que ante la gravedad de lo relatado por el testigo era necesario compulsar copias para abrir investigaciones. No obstante, aclaró que el Ministerio Público desistía de la comparecencia a declarar de Carlos Gabriel López, de un tal Jorge Barrera y del mismísimo Martín Llanos, porque a pesar de la insistencia de la Procuraduría, los tres habían sido renuentes a declarar.
Sin embargo, Barbas no ha sido el único testigo contra Carlos López. Otro exparamilitar, Carlos Guzmán Daza, alias Salomón, compareció en el mismo juicio y reveló que cuando él denunció a varios políticos de la región, a través de la Dijín lo visitó en su casa, donde estaba protegido, el ganadero Carlos López. El propósito: proponerle que lo hiciera también contra Javier Álvarez. Y le explicó que su propósito era tumbarlo porque tenía un proyecto con Santiago Uribe para darle manejo a la elección posterior de alcaldes.
El testigo agregó que varias veces lo visitó con la misma propuesta, haciendo alarde de su supuesta amistad con Santiago Uribe, al punto de que en muchas ocasiones sacaba el teléfono y decía que hablaba con personalidades de la Casa de Nariño. Guzmán agregó que pudo observar cómo López ejercía “una especie de control o hegemonía sobre los policías que andaban con él y que realizaban las entrevistas. Un comentario parecido al de por lo menos nueve testigos más que ratificaron el complot de López con dos policías de la Dijín.
Uno de los testigos fue el mayor (r) del Ejército Álvaro John Malaver, quien hacia 2009 ayudó a López a constituir la empresa de vigilancia Proyectar Seguridad Ltda., para operar en dos minas de su propiedad. Malaver, en declaración extrajuicio, ya había dicho que López se reunió con periodistas e investigadores de la Fiscalía para desprestigiar a los Álvarez. Esta vez compareció ante el juzgado de Yopal para referir que allegados de López habían ido a su casa y lo habían golpeado, culpándolo de ser la fuente de El Espectador.
Por estos días, tras la destitución del gobernador del Casanare Nelson Mariño por líos de contratación, a raíz del juicio al exalcalde de Tauramena Milton Álvarez, la política arde en el Casanare. No obstante, en círculos judiciales prevalece el hermetismo. El Espectador constató que hace una semana Carlos López debía comparecer ante la Fiscalía y no lo hizo. Es la cuarta citación que no acata. Lo mismo que ha sucedido con Martín Llanos, quien ha dicho que mientras no esté en Justicia y Paz no va a hablar. En cuanto a Vargas Lleras, sigue esperando justicia.
Dos policías de la Dijín en las vueltas de López
En medio de la controversia por la red de dudosos testigos, al parecer inducidos o pagados por Carlos López, en sus retractaciones se advierte un elemento común: la presencia de dos policías de la Dijín participando en la presunta fabricación de testimonios o entrega de dineros.
Se trata de los investigadores Franklin Márquez y Javier Gaona, referenciados como los personajes que siempre apoyaron a López en su andanada judicial contra Milton y Javier Álvarez. Por ejemplo, el testigo Nelson Gómez los recordó como los que le dijeron que ellos hacían todo, que sólo firmara.
En otro aparte de su declaración, Gómez expresó que los dos funcionarios de Policía Judicial siempre iban con Carlos López. “Eran como hermanos, uña y mugre, se reunían cada rato. Martha García los referenció como los que le entregaron en cuatro oportunidades más de $2 millones.
Otro testigo, Carlos Guzmán, también coincide en que dos policías andaban con López y le obedecían todo lo que ordenaba. “Él ejercía una especie de control o hegemonía sobre ellos”. Realizaban las entrevistas. Además, dijo que uno de ellos lo conocía porque pertenecía a la Fiscalía Anticorrupción.
Argumentos del ganadero Carlos López
En comunicación escrita dirigida a El Espectador, el ganadero Carlos López explicó frente al caso del ministro Germán Vargas Lleras que: “Nunca el suscrito ha sido parte de una organización, grupo o estructura tendiente a armar un complot , maniobra o maquinación que busque el desprestigio de ninguna persona”. Según López, nunca ha sido sindicado de delito alguno y tan sólo ha entablado una denuncia ante la Fiscalía, la cual fue en contra de los hermanos Milton y Javier Álvarez, porque atentaron contra su vida y por eso están respondiendo en juicio en Yopal (Casanare).
Frente al auxilio al candidato a la Alcaldía de Tauramena, Gabriel Mendoza, reconoció que lo apoyó, pero no fue financiador. En cuanto a la aparición del nombre de Santiago Uribe Vélez en el caso, López dijo que nunca aseveró que éste fuera colaborador de la campaña de Mendoza.
Hace ocho meses, cuando apenas tomaba las riendas del Ministerio de Vivienda y le daba las primeras puntadas al proyecto de 100.000 viviendas gratuitas, al ministro Germán Vargas Lleras se le atravesó en el camino el anuncio de la Procuraduría de una investigación en su contra por supuestos vínculos con el paramilitarismo. Días después la Corte Suprema de Justicia se sumó y abrió indagación preliminar. Hoy, las pesquisas de la justicia siguen apuntando a un extraño entramado de instigadores y testigos falsos con un candente trasfondo político de disputa por el poder.
Al activarse las averiguaciones judiciales, el testimonio más comprometedor para Vargas Lleras era la declaración del ganadero y caballista del Casanare Carlos Gabriel López, quien aseguró a la Corte que entre 2001 y 2002, en una manga de coleo situada al oriente de Yopal, vio al entonces senador departiendo con Néstor Ramón Caro, un teniente (r) del Ejército involucrado en el narcotráfico y extraditado a Estados Unidos en febrero de 2011. Este sinuoso personaje ya lo desmintió y dejó entrever por qué quieren relacionarlo.
Hasta una cárcel de Atlanta (Estados Unidos), donde permanece purgando una condena de 40 meses de prisión por narcotráfico, se desplazaron investigadores de la Corte y oyeron de viva voz a Néstor Caro. Al ser interrogado por sus relaciones con Vargas Lleras, literalmente contestó: “Nunca estuve en un acto público del doctor Vargas Lleras en Casanare ni en Bogotá ni en ningún lugar de Colombia”. Y después agregó: “Nunca le he dado la mano (...) no tengo que tener tres dedos de frente para creer que están tratando de ensuciarlo”.
Néstor Ramón Caro, un ganadero del Casanare que decidió dedicarse al narcotráfico, estuvo a punto de colarse en el proceso de paz del gobierno Uribe con las autodefensas. El supuesto beneficiario del extinto DAS, que llegó a borrar sus antecedentes ilegales, accedió a contestar sobre el caso Vargas. Según él, no lo hizo presionado, sino a solicitud del gobierno americano y porque, cuando concluya su condena, quiere volver a Colombia. Su declaración contextualiza qué pasó en la región antes y después del escándalo de la parapolítica.
El testigo confirmó que el detenido jefe paramilitar Héctor Buitrago, alias Martín Llanos, sí ejercía actividades en favor de determinados candidatos, al tiempo que cobraba a los productores de la región por cada hectárea sembrada o por cabezas de ganado. Unos y otros tenían que entrevistarse con él. “Allá iba uno voluntariamente obligado (...), había que ir a las buenas o a las malas (...), en temas de votación era lo que él ordenara”. Después los candidatos salían a pregonar que ya tenían autorización para trabajar en sus respectivas campañas.
En ese panorama, Néstor Caro explicó que lo mejor era tratar de ir a donde Martín Llanos a las buenas. Y luego indicó que, por ejemplo, su padre, Néstor Caro Martínez, un excorresponsal de El Espectador en los años 70 y líder de la región, se negó a pagar unas extorsiones y lo asesinaron en 2003 en el municipio de Villanueva. Primero le quemaron una finca y de eso quedó una denuncia. Como se negó a pagar, después lo asesinaron en un establecimiento comercial. “Los capturados por el asesinato pertenecían a las filas de Martín Llanos y ellos lo reconocieron”.
Interrogado por nombres de políticos, el testigo aclaró en plural que apoyaron a Miguel Ángel Pérez a la Gobernación y a los candidatos de siempre de la región entre 1995 y 2003, es decir, Óscar Wilches, Efrén Hernández y Javier Vargas. “Siempre eran los candidatos a la Cámara, pero solamente se podía sacar uno, entonces era una rivalidad entre ellos. Después de la contienda, el uno abrazaba al otro y así (...) Todos eramos amigos de infancia, amigos del colegio (...) teníamos nexos con políticos porque somos criados en la región”.
Ante la insistencia de por qué el testigo Carlos López lo relacionó entonces con Vargas Lleras, contestó: “Estoy casi seguro de que es por la guerra que lidera Álvaro Uribe con el movimiento Cambio Radical que se originan estas cosas”. En cuanto al comentario de López de que le alquiló a Caro 20 caballos para hacer un recibimiento a Vargas en Villanueva, el testigo expresó que su papá sí hacía cabalgatas en el pueblo por cualquier cosa, pero que con Vargas jamás, pues él se ufanaba de cada político que conocía y de éste nunca le comentó.
Finalmente, el extraditado narcotraficante Néstor Ramón Caro, quien en el curso de la diligencia judicial recalcó su disposición a colaborar con la justicia porque está a punto de terminar su condena en una cárcel de Atlanta (Estados Unidos), expresó que con la convicción de que sus palabras se hicieron bajo la gravedad del juramento y pueden repercutir en su contra, está dispuesto a testificar frente al mismo Carlos Gabriel López Chaparro para desmentirlo y desvincularse, él y otros afectados, del que llamó “un escándalo mediático”.
Un escándalo que, sumado a los coletazos de la parapolítica, desde 2007 tiene en ascuas a la clase política del Casanare y tras las rejas al menos a diez dirigentes del departamento. Entre ellos a Milton Álvarez Alfonso, exdiputado del Casanare y exalcalde de Tauramena entre 1998 y 2001. Su hermano Javier, también exalcalde del mismo municipio entre 2007 y 2011, aunque está libre, afronta un proceso penal por idéntico tema: presuntos nexos con el paramilitarismo. En ambos casos, el denominador común es el mismo acusador: Carlos López.
En la edición del domingo 16 de septiembre de 2012, El Espectador dio cuenta de la andanada judicial de López contra los hermanos Álvarez a partir de 2007, luego de que el candidato de sus preferencias y financiamiento, Gabriel Leonardo Mendoza, perdiera las elecciones en Tauramena. Un alud de denuncias ante el DAS, la Fiscalía, la Procuraduría y la Presidencia, acompañado de numerosos testigos, algunos de los cuales poco a poco se fueron retractando y señalando a López de haberles ofrecido dádivas para enlodar a los Álvarez.
En el mismo texto quedó reseñado cómo el ganadero Carlos Gabriel López le pidió a su amigo Santiago Uribe Vélez, hermano del expresidente Álvaro Uribe, que le hiciera llegar al entonces primer mandatario copias de sus acusaciones contra los Álvarez. Paradójicamente, días antes, cuando se iniciaron las pesquisas en su contra, el ministro Germán Vargas Lleras acusó a Santiago Uribe de estar detrás de un complot para desprestigiarlo e incluso dejó entrever que había existido una colecta para comprar falsos testigos.
Aunque Vargas Lleras concretó sus señalamientos a través de una denuncia formal ante la Fiscalía cuyos avances se desconocen, y Santiago Uribe Vélez públicamente negó las imputaciones en su contra, lo que sí se ha movido intensamente es el proceso contra el exalcalde de Tauramena Milton Álvarez. En la actualidad se adelanta el juicio en Yopal (Casanare) y la demostración de que los casos están de alguna manera conectados es que los nombres de Germán Vargas Lleras y Carlos Gabriel López han salido a relucir con frecuencia.
Es el caso del testigo John Alexánder Camacho, alias Barbas —un exparamilitar de las huestes de Martín Llanos— quien compareció el pasado 14 de enero ante el Juzgado Único Penal del Circuito de Yopal y aseguró que estando en la cárcel de Acacías (Meta) y luego en La Picota de Bogotá, le llegó una razón directa de su superior en las autodefensas, José Darío Orjuela, alias Solín, para que declarara contra Milton Álvarez. El mensaje llevaba un atractivo implícito: por acusarlo hasta de homicidios iba a recibir dinero de Carlos López.
Camacho aseguró que, contrario a lo que declaró antes por dinero, no le constan reuniones o vínculos de Milton Álvarez con las autodefensas. Y luego agregó que alias Solín, junto a otros exparamilitares, estaba “armando un complot para dañar carreras políticas de personas que fueron diputados, alcaldes o gobernadores”. La primera versión, aclaró Camacho, se la pasaron unos policías de la Dijín para que la firmara y en adelante todas las versiones en contra de los hermanos Álvarez las hizo obligado por Solín y por Carlos López.
En medio de su declaración, el juez aprovechó para preguntarle si en los últimos meses había sido contactado por miembros de las autodefensas para declarar contra un político de nombre Germán Vargas Lleras. El testigo John Alexánder Camacho, quien durante sus años en la guerra obró a órdenes del comandante HK, contestó: “La verdad, sí, doctor, fui contactado por Solín, quien me dijo que si yo le colaboraba a embalar a Germán Vargas Lleras, dejábamos el problema de Milton Álvarez a un lado y no iban a atentar contra mi vida”.
Camacho agregó que él no sabía nada de ese señor Vargas Lleras y que Solín respondió: “Usted no se preocupe, Barbas, que yo le cuadro eso, le digo qué tiene que decir y tranquilo que lo van a remunerar muy bien con un buen dinero. Me dijo que la cosa era seria, ya que era con ese señor Carlos López , la misma persona del problema con el señor Milton Álvarez”. El juez le preguntó si sabía de otras personas contactadas con el mismo fin, y el testigo aclaró: “Sé que hay otros que van a declarar en contra de este señor Germán Vargas, exmiembros de las Acc del Casanare”.
Al terminar su declaración, Camacho pidió que no lo fueran a sacar de La Picota en Bogotá, porque lo iban a asesinar. La delegada de la Procuraduría intervino para advertir que ante la gravedad de lo relatado por el testigo era necesario compulsar copias para abrir investigaciones. No obstante, aclaró que el Ministerio Público desistía de la comparecencia a declarar de Carlos Gabriel López, de un tal Jorge Barrera y del mismísimo Martín Llanos, porque a pesar de la insistencia de la Procuraduría, los tres habían sido renuentes a declarar.
Sin embargo, Barbas no ha sido el único testigo contra Carlos López. Otro exparamilitar, Carlos Guzmán Daza, alias Salomón, compareció en el mismo juicio y reveló que cuando él denunció a varios políticos de la región, a través de la Dijín lo visitó en su casa, donde estaba protegido, el ganadero Carlos López. El propósito: proponerle que lo hiciera también contra Javier Álvarez. Y le explicó que su propósito era tumbarlo porque tenía un proyecto con Santiago Uribe para darle manejo a la elección posterior de alcaldes.
El testigo agregó que varias veces lo visitó con la misma propuesta, haciendo alarde de su supuesta amistad con Santiago Uribe, al punto de que en muchas ocasiones sacaba el teléfono y decía que hablaba con personalidades de la Casa de Nariño. Guzmán agregó que pudo observar cómo López ejercía “una especie de control o hegemonía sobre los policías que andaban con él y que realizaban las entrevistas. Un comentario parecido al de por lo menos nueve testigos más que ratificaron el complot de López con dos policías de la Dijín.
Uno de los testigos fue el mayor (r) del Ejército Álvaro John Malaver, quien hacia 2009 ayudó a López a constituir la empresa de vigilancia Proyectar Seguridad Ltda., para operar en dos minas de su propiedad. Malaver, en declaración extrajuicio, ya había dicho que López se reunió con periodistas e investigadores de la Fiscalía para desprestigiar a los Álvarez. Esta vez compareció ante el juzgado de Yopal para referir que allegados de López habían ido a su casa y lo habían golpeado, culpándolo de ser la fuente de El Espectador.
Por estos días, tras la destitución del gobernador del Casanare Nelson Mariño por líos de contratación, a raíz del juicio al exalcalde de Tauramena Milton Álvarez, la política arde en el Casanare. No obstante, en círculos judiciales prevalece el hermetismo. El Espectador constató que hace una semana Carlos López debía comparecer ante la Fiscalía y no lo hizo. Es la cuarta citación que no acata. Lo mismo que ha sucedido con Martín Llanos, quien ha dicho que mientras no esté en Justicia y Paz no va a hablar. En cuanto a Vargas Lleras, sigue esperando justicia.
Dos policías de la Dijín en las vueltas de López
En medio de la controversia por la red de dudosos testigos, al parecer inducidos o pagados por Carlos López, en sus retractaciones se advierte un elemento común: la presencia de dos policías de la Dijín participando en la presunta fabricación de testimonios o entrega de dineros.
Se trata de los investigadores Franklin Márquez y Javier Gaona, referenciados como los personajes que siempre apoyaron a López en su andanada judicial contra Milton y Javier Álvarez. Por ejemplo, el testigo Nelson Gómez los recordó como los que le dijeron que ellos hacían todo, que sólo firmara.
En otro aparte de su declaración, Gómez expresó que los dos funcionarios de Policía Judicial siempre iban con Carlos López. “Eran como hermanos, uña y mugre, se reunían cada rato. Martha García los referenció como los que le entregaron en cuatro oportunidades más de $2 millones.
Otro testigo, Carlos Guzmán, también coincide en que dos policías andaban con López y le obedecían todo lo que ordenaba. “Él ejercía una especie de control o hegemonía sobre ellos”. Realizaban las entrevistas. Además, dijo que uno de ellos lo conocía porque pertenecía a la Fiscalía Anticorrupción.
Argumentos del ganadero Carlos López
En comunicación escrita dirigida a El Espectador, el ganadero Carlos López explicó frente al caso del ministro Germán Vargas Lleras que: “Nunca el suscrito ha sido parte de una organización, grupo o estructura tendiente a armar un complot , maniobra o maquinación que busque el desprestigio de ninguna persona”. Según López, nunca ha sido sindicado de delito alguno y tan sólo ha entablado una denuncia ante la Fiscalía, la cual fue en contra de los hermanos Milton y Javier Álvarez, porque atentaron contra su vida y por eso están respondiendo en juicio en Yopal (Casanare).
Frente al auxilio al candidato a la Alcaldía de Tauramena, Gabriel Mendoza, reconoció que lo apoyó, pero no fue financiador. En cuanto a la aparición del nombre de Santiago Uribe Vélez en el caso, López dijo que nunca aseveró que éste fuera colaborador de la campaña de Mendoza.