Cuando pensamos en la Amazonia, nos imaginamos el bosque tropical más extenso del mundo, con siete millones de kilómetros cuadrados de selva.
Pero la Amazonia es también uno de los sistemas fluviales más importantes del planeta.
Su cuenca, de más de 6,8 millones de kilómetros, tiene la mayor diversidad de especies de peces de agua dulce de la Tierra.
Allí ocurre una de las migraciones más largas del planeta: la de los grandes bagres amazónicos, que se extiende por más de 11.000 kilómetros.
Durante su viaje para alimentarse, crecer y reproducirse, los grandes bagres amazónicos se enfrentan también a muchas amenazas.
Cuando pensamos en la Amazonia, nos imaginamos el bosque tropical más extenso del mundo, con siete millones de kilómetros cuadrados de selva.
Pero la Amazonia es también uno de los sistemas fluviales más importantes del planeta.
Su cuenca, de más de 6,8 millones de kilómetros, tiene la mayor diversidad de especies de peces de agua dulce de la Tierra.
Allí ocurre una de las migraciones más largas del planeta: la de los grandes bagres amazónicos, que se extiende por más de 11.000 kilómetros.
Durante su viaje para alimentarse, crecer y reproducirse, los grandes bagres amazónicos se enfrentan también a muchas amenazas.
La minería y la extracción de hidrocarburos liberan metales pesados y sustancias químicas que contaminan el ambiente y se bioacumulan en los peces, causándoles enfermedades o la muerte.
Cientos de especies de peces utilizan los bosques de inundación para alimentarse de hojas, frutos y semilla. La deforestación amenaza gravemente la conexión histórica entre el bosque y los ríos.
Las hidroeléctricas y represas interrumpen la conectividad de los ríos, alterando las rutas migratorias de los peces e impidiendo el paso a sus zonas de desove.
En solo 50 años, las poblaciones de peces de agua dulce han disminuido un 75 %. Los grandes bagres amazónicos están desapareciendo silenciosamente.
La minería y la extracción de hidrocarburos liberan metales pesados y sustancias químicas que contaminan el ambiente y se bioacumulan en los peces, causándoles enfermedades o la muerte.
Cientos de especies de peces utilizan los bosques de inundación para alimentarse de hojas, frutos y semilla. La deforestación amenaza gravemente la conexión histórica entre el bosque y los ríos.
Las hidroeléctricas y represas interrumpen la conectividad de los ríos, alterando las rutas migratorias de los peces e impidiendo el paso a sus zonas de desove.
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Coordinación del especial: Daniela Quintero Díaz.
Investigación y textos: Daniela Quintero Díaz y Sergio Silva Numa.
Dirección audiovisual: María Camila Morales López.
Diseño digital: Mario Fernando Rodríguez y Eder Leandro Rodríguez.
Concepto gráfico en videos: Carlos Eduardo Díaz.
Imágenes de archivo: El Espectador, Forensic Architecture y Comisión de la Verdad.
Asesoría editorial: Jorge Cardona, Nelson Fredy Padilla y Natalia Herrera Durán.
Este trabajo se realizó con el apoyo de Earth Journalism Network.