La Universidad del Rosario busca salidas a su crisis financiera
Tras la desvinculación del rector Alejandro Cheyne, estudiantes y profesores se unieron para analizar el estado de la universidad. El Espectador revela nuevos hallazgos financieros.
David Riaño Valencia
La que está por terminar ha sido una de las semanas más intensas e históricas que ha vivido el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en las últimas décadas. Nunca, en 370 años de historia, los estudiantes, profesores y administrativos del claustro se habían unido para sacar al rector, y menos aún con éxito. Alejandro Cheyne fue despedido por la consiliatura —la junta directiva de la universidad— luego de una semana de asambleas y protestas estudiantiles y profesorales que lo pusieron contra las cuerdas.
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La que está por terminar ha sido una de las semanas más intensas e históricas que ha vivido el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en las últimas décadas. Nunca, en 370 años de historia, los estudiantes, profesores y administrativos del claustro se habían unido para sacar al rector, y menos aún con éxito. Alejandro Cheyne fue despedido por la consiliatura —la junta directiva de la universidad— luego de una semana de asambleas y protestas estudiantiles y profesorales que lo pusieron contra las cuerdas.
Tras las denuncias publicadas por El Espectador, que señalan al ahora exrector Cheyne de haber cooptado los órganos directivos para garantizar su reelección y de haber tomado decisiones lesivas para las finanzas de la universidad, la comunidad rosarista se organizó rápidamente y se movilizó para exigir su renuncia. A pesar de las reiteradas invitaciones a responder los cuestionamientos en las páginas de este diario, o frente a los estudiantes que reclamaban su presencia en el claustro, el exrector decidió hablar con varios medios de comunicación radiales donde pudo esquivar los señalamientos más controversiales.
Las cifras en rojo
Para responder a las alertas que levantaron los profesores de economía, sobre la iliquidez que enfrenta la institución, el rector reconoció desafíos económicos, pero negó la existencia de una crisis financiera. “No estamos en quiebra y no estamos ilíquidos. El excedente neto fue de $2.265 millones. Tenemos un fondo de emergencias -endowment- que era inicialmente de $50.000 millones, y ahora es de $27.000 millones, porque hemos usado una parte para enfrentar este desafío. Las cifras demuestran la solvencia económica de la universidad”, dijo el exrector a Caracol Radio.
Sin embargo, este diario tuvo acceso a nuevos documentos internos del Rosario que muestran una situación muy diferente a la descrita por el rector. En noviembre de 2023, las directivas enviaron dos documentos a la revisoría fiscal, ejercida por la firma Baker Tilly. En uno de esos documentos se indica que el déficit operacional fue de $-1.140 millones en 2022 y aumentó a $-15.103 millones en 2023. El déficit neto del ejercicio, al que el rector se refirió en las mesas radiales, era de $-25.765 millones en noviembre del año pasado, pero en diciembre las directivas aprobaron una maniobra contable que salvó el año.
Parte de los activos de la universidad son propiedades inmuebles, y una de ellas está en el norte de Bogotá, donde funciona la Escuela de Administración. Las directivas destinaron parte de las hectáreas de tierra que hay en esa sede para entregarlas al fideicomiso de Lagos de Torca, el proyecto de urbanización del norte de la ciudad, y a cambio recibió unas URA (Unidad Representativa de Aporte). En palabras simples, las URA son el reconocimiento de unos derechos fiduciarios que tienen un valor estimado y se pueden transar en el mercado bajo unas condiciones muy específicas.
Para fortuna de la universidad, en noviembre la Secretaría de Planeación aprobó el plan parcial del norte, un paso necesario para poder urbanizar esos predios o para venderlos con fines de desarrollo inmobiliario. Tras esa decisión, las URA aumentaron de valor y las directivas del Rosario incluyeron la valorización de parte de esas URA en los estados financieros como otros ingresos no operacionales por $32.716 millones. Gracias a esa maniobra, aprobada por la revisoría fiscal, los estados financieros pasaron de mostrar números negativos a positivos, aunque en realidad no se aumentó la liquidez, pues esos más de $32.000 millones no son flujo de caja, sino la expectativa de un ingreso futuro, cuando se vendan esas tierras.
Las quejas de la F. de Economía
Las explicaciones que dio el rector no convencieron a los profesores de la Facultad de Economía, que citaron ayer a un evento, luego de la noticia de la salida del rector, para analizar las finanzas de la universidad. Al evento llegó el vicerrector, ahora rector encargado, Gustavo Quintero, quien expresó su voluntad de limar las asperezas para encontrar salidas a la crisis. También hizo presencia Juan Manuel Ospina, el síndico o director financiero del Rosario, y las preguntas de los asistentes se dirigieron a él.
Sobre las desvinculaciones de profesores, el síndico afirmó que salieron 52 personas de la planta docente, pero aseguró que todas las salidas fueron concertadas con las unidades académicas, es decir, las facultades y escuelas. Ese comentario cayó mal entre los asistentes, quienes le manifestaron que esa información no es cierta, sino que fue una imposición desde el nivel central en la que las unidades académicas difícilmente podrían haberse negado. “Entonces, seguramente se trató de un error de comunicaciones”, respondió Ospina.
El Espectador preguntó por qué se aumentaron los gastos de viaje de $1.664 millones en 2022 a $5.909 millones el año siguiente. El síndico explicó que se trata de gastos en los que incurrieron las unidades académicas en su actividad misional, pero los profesores presentes manifestaron que eso tampoco era cierto, pues han visto reducido el presupuesto para viajes y salidas de campo a su mínima expresión.
Las directivas de la universidad explicaron que “el incremento de 2022 en los gastos de viajes está relacionado con el cese de esta actividad en 2020 por la pandemia, el estallido social en 2021 y el regreso progresivo a la presencialidad. No obstante, la ejecución de gasto de viajes de 2023 fue un 7 % menor al de 2018″.
La visita del Mineducación
La polémica por las finanzas del Rosario creció tanto, que un grupo de inspectores del Ministerio de Educación visitó el pasado lunes la universidad, pidió información financiera y habló con los estudiantes que exigían la renuncia del rector. El Espectador pudo confirmar con fuentes del Ministerio que el equipo inspector pidió información adicional acerca de cada uno de los siete puntos sobre los que se concentró la visita. La universidad tiene 15 días para entregar estados financieros desagregados, explicaciones sobre gastos y cambios en los presupuestos de las obras y también sobre la elección del rector. Además, el ministerio visitó las obras que se desarrollan en la sede de la Quinta de Mutis, ubicada en el barrio Siete de Agosto. El ministerio evaluará la información y comunicará sus decisiones en mayo.
La presencia del Gobierno Nacional causó nerviosismo en buena parte de la comunidad rosarista que teme que una intervención por parte del Ministerio de Educación pueda ser la puerta de entrada de Gustavo Petro en la universidad. Ese temor terminó por catalizar la salida de Cheyne, pues desde ese momento empezó a crecer cada día la presión y, comunicado tras comunicado, se le cerraron las posibilidades a Cheyne de seguir a la cabeza de una de las instituciones educativas más antiguas de Colombia.
Tras la salida del rector, los estudiantes y maestros le piden al vicerrector que cite a un nuevo colegio elector a la mayor brevedad posible y que se lleve a cabo una elección transparente, con participación de todos los estamentos de la universidad. Entretanto, en el claustro ya empezaron a sonar nombres para suceder a Cheyne en la rectoría, y entre los y las estudiantes se hace cada vez más popular el pedido de elegir a una mujer rectora.
Se ha hablado de apoyar a la decana de jurisprudencia, la doctora Juana Laura Victoria García Matamoros, quien se manifestó a favor de los estudiantes y docentes en su búsqueda por un gobierno universitario realmente transparente. También se ha mencionado el nombre de la exdecana de la Escuela de Ciencias Humanas, Adriana Alzate, quien renunció tras negarse a firmar un comunicado conjunto de los decanos apoyando a Cheyne. Otra de las mujeres que muchos rosaristas están considerando apoyar es Stéphanie Lavaux, quien trabajó por más de veinte años en el Rosario y fue decana de Ciencias Humanas y vicerrectora, hasta que fue despedida por la administración de Cheyne.
Este viernes, el claustro universitario se llenó de expresiones artísticas y pancartas con exigencias de un gobierno universitario transparente y participativo. Los estudiantes hicieron una lluvia de ideas para luego consolidar sus propuestas para construir la universidad con la que sueñan.
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