El grito de los extrabajadores de El Monte Teepe Hostel
Retrasos en los pagos, falta de contratos de trabajo, denuncias de acoso laboral y comportamientos indebidos con las trabajadoras ensombrecen un reconocido lugar de “glamping” en las montañas de Guasca. Mateo Páez, el representante legal, se defiende y niega las acusaciones.
Natalia Herrera Durán
A 45 minutos de Bogotá, por la vía al oriente de la provincia del Guavio, entre las montañas del municipio de Guasca (Cundinamarca), desarrolla sus actividades El Monte Teepe Hostel. Un visitado lugar que comenzó a funcionar en 2015 y es pionero en la actividad del glamping, una experiencia de descanso que ha tomado vuelo en el mundo y combina el lujo y las comodidades de los hoteles más exclusivos con la experiencia de acampar al aire libre y descansar en contacto estrecho con la naturaleza.
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A 45 minutos de Bogotá, por la vía al oriente de la provincia del Guavio, entre las montañas del municipio de Guasca (Cundinamarca), desarrolla sus actividades El Monte Teepe Hostel. Un visitado lugar que comenzó a funcionar en 2015 y es pionero en la actividad del glamping, una experiencia de descanso que ha tomado vuelo en el mundo y combina el lujo y las comodidades de los hoteles más exclusivos con la experiencia de acampar al aire libre y descansar en contacto estrecho con la naturaleza.
Desde hace seis años, este lugar se convirtió en un destino para extranjeros y referente para un círculo de músicos, actores y personas influyentes en la esfera artística nacional. En El Monte Teepe Hostel se han realizado desde fiestas con celebridades hasta jornadas de yoga al aire libre y reforestación. No es fácil conseguir una reservación para pasar la noche en uno de los teepes, que emulan la clásica cabaña indígena norteamericana, o en las confortables cabañas que las personas visitan agradecidas y conformes.
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Sin embargo, puertas adentro de esta historia paradisíaca crece también un círculo de inconformidad y denuncia, representado por un número creciente de personas que ha trabajado o trabaja en el acreditado lugar. El detonante fue el accidente laboral de Edicson Moreno Ojeda, un joven cocinero que el sábado 19 de junio, hacia las 2:30 p.m., se quemó con aceite hirviendo, sirviendo una pechuga envoltini.
“No había ni botiquín ese día. Nos tocó salir a buscar crema de sulfato de plata y una gasa para hacerle una limpieza”, refirió Miguel*, uno de los trabajadores que lo auxiliaron ese día.
“Después de quemarme, descansé veinte minutos y me tocó seguir trabajando, nunca me prestaron una atención de primeros auxilios y uno de los jefes incluso dijo que eso no era nada. Cuando terminé mi turno me tocó buscar atención por mi cuenta. A los ocho días tenían un evento al aire libre y al sol y me hicieron ir con la mano lesionada, nunca me reconocieron una incapacidad. Yo volví con la esperanza de que me ayudaran en la recuperación, porque vivo de mi trabajo y debo pagar a diario donde duermo. Fue una quemadura de tercer grado”, comentó Edicson Moreno a El Espectador.
El episodio del sábado 19 de junio con los detalles quedó documentado y radicado ante el Ministerio del Trabajo, en una denuncia que interpuso Edicson el 7 de julio de 2021, cuando dejó de trabajar en El Monte. Acudió a esta entidad porque se sintió cansado de no encontrar una respuesta en el cubrimiento de los gastos para recuperar su mano; y porque su trabajo de fin de semana se lo cancelaron a los 24 días. “Me duele que me hayan dado ese trato”, puntualizó Edicson. Y ratificó que, como él, todos salieron por las mismas razones: “No pago, pago demorado y maltrato”.
Cinco personas más dieron sus testimonios para ratificar la versión común sobre la inexistencia de contratos laborales o reconocimiento prestacional para los trabajadores de El Monte Teepe Hostel. Tampoco hay afiliación a Administradora de Riesgos Laborales (ARL). Escasamente el pago de $5.000 por hora, registrado en una planilla que los extrabajadores califican como “poco transparente con las horas trabajadas, sin reconocimiento a las condiciones de bioseguridad para trabajar en medio de la pandemia y sin recibir todo lo que se cobra a los huéspedes como propina por los servicios prestados”.
“Toca rogar para que después paguen”, manifestó Carmen*, joven de 22 años, trabajadora del lugar. “El Monte es reconocido como el primer glamping en Colombia, pero los trabajadores ni contrato ni condiciones laborales tenemos. Pero eso sí, horario de entrada a las siete de la mañana y de salida después de medianoche. No reconocen primas, pensión ni afiliación a ARL. No tenemos condiciones básicas en estos tiempos de pandemia y, a veces, ocho o más personas tenemos que dormir en un cuartico con tres camarotes al lado de la cocina; un cuarto sin ningún parámetro de bioseguridad para nosotros”, expresó Miguel*.
“A menudo nos toca bajar por la montaña con pipetas de gas y es peligroso. Yo me he lesionado las manos por caídas. No nos dan dotación de trabajo, ni botas, ni nada”, subrayó Érika*, extrabajadora. “El 10 % que se cobra por la propina y la atención se divide en dos. El 50 % lo toman los jefes (Mateo y su padre Nicolás Páez) y el otro 50 % lo dividen entre las personas que trabajaron ese fin de semana, pero, generalmente, también se incluyen Mateo y Nicolás”, indicó Alejandro*, que ya no trabaja en el lugar.
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“Generalmente, Mateo entrega un adelanto de $100.000 y dice que después da el resto de la plata en el curso de la semana. Pero más adelante es diferente en cada caso. A algunos les paga en otras fechas y a otros ni les paga. El papá es el que hace las cuentas y es muy difícil tener contacto con él para reclamar algo y a mí me han faltado horas de trabajo”, resaltó Stefani Real Segura, de 19 años, quien trabajó en El Monte a comienzos de este año y aseguró: “Es un sitio de trabajo bastante injusto. La mayoría somos muy jóvenes y trabajamos para pagar nuestros estudios o ayudar en nuestras casas”.
Hasta aquí, lo leído sobre El Monte Teepe Hostel se resume en la historia no contada del exitoso glamping y sus posibles malas prácticas laborales, testificadas por un puñado de jóvenes que no la pasaron tan bien como los huéspedes. Ahora, el calibre de las denuncias ha crecido y tres de las jóvenes que trabajaron en el lugar refieren que lo más inaceptable del incómodo ambiente laboral son los comportamientos inapropiados de Mateo Páez con sus trabajadoras. “Dos veces se sobrepasó conmigo. La segunda vez que me mandó la mano a la cola lo paré. Él sabe quién soy”, dice Verónica*.
“En una fiesta vi que les tocaba la cola sin su consentimiento a varias compañeras mientras bailaban, porque debemos ser parte de sus fiestas o firmar la planilla de trabajo e irnos a dormir. Esa noche lo hizo conmigo. Yo dejé de bailar. Solo me ha pasado una vez, pero él cree que eso no está mal; por eso es importante que se conozca”, agregó Sofía*, quien laboró en el lugar. “Me decía que le hiciera a tal man que tenía mucha plata, que le diera un beso, que le recibiera un trago. Yo siempre me negué. En otras ocasiones no me sentía segura en medio de hombres tomados y cuando se lo dije solo respondió: “Hágale, que se gana una buena propina”, indicó Andrea*, otra extrabajadora.
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Consultado por este diario, Mateo Páez, dueño y representante legal de El Monte Teepe Hostel, manifestó “su profunda sorpresa”, pues en su opinión “son hechos que carecen de fundamento y esas situaciones referidas nunca ocurrieron”. Respecto a los reclamos laborales, precisó que “inmediatamente después de enterarnos de las afirmaciones de los antiguos colaboradores, buscamos asesoría jurídica para verificar que, en efecto, no estuviéramos incumpliendo con la legislación laboral”. Según él, en desarrollo de esa asesoría, buscarán identificar cualquier situación que amerite ser corregida.
Frente a los supuestos casos de acoso laboral, aseguró que “son afirmaciones absolutamente falsas y no tienen ninguna razón de ser, más allá de lo que creemos podría ser un intento por desprestigiar y perjudicar a El Monte, por alguna razón de índole personal”. Y enfatizó que no tiene conocimiento de la existencia de ninguna reclamación, formal o informal, en materia de acoso laboral por parte de cualquiera de sus colaboradores.
En relación con los posibles tocamientos no consentidos y trato indebido a sus trabajadoras, negó que se tratara de más de un episodio y expresó: “Es indispensable aclarar que se trató de una situación aislada, accidental y totalmente involuntaria. En ningún momento correspondió a una conducta que pudiese encasillarse dentro de la figura que usted menciona (posible acoso sexual). Porque, además, me permito manifestar que, inmediatamente después de ocurrido este hecho, procedí a pedir excusas correspondientes. La colaboradora involucrada reconoció la involuntariedad de la conducta y dio por aceptadas las disculpas”.
Mateo Páez recalcó que incluso la joven con quien se sobrepasó “continuó trabajando con ellos durante cuatro meses más, en medio de una relación respetuosa y amable” y que “de acuerdo con la información que nos dio la colaboradora, su retiro reciente obedeció a planes de viajar al exterior”. Al final, también aseguró que “El Monte Teepe Hostel es un emprendimiento que se ha venido desarrollando con mucho esfuerzo de quienes le hemos dedicado todos estos años y que nos caracterizamos por trabajar con entusiasmo, con muy altos estándares de servicio, respetando las normas legales y buscando generar empleo y bienestar para la comunidad”.
Después de contestar la entrevista de El Espectador, Mateo Páez llamó muy molesto a varios de sus trabajadores y extrabajadores. A unos les anunció demandas y a otros les propuso conciliar. “Yo sentí miedo, porque nos empezó a llamar a cada uno, pero él tiene que aprender. No me arrepiento de colaborar con esta denuncia”, concluyó Miguel*.
*La identidad fue reservada a petición de la persona por motivos de intimidad y seguridad.
Lea aquí la comunicación completa que envió Mateo Páez a El Espectador:
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¿Qué dice la ley sobre la contratación de prestación de servicios?
En asuntos laborales, en Colombia opera el principio de primacía de la realidad sobre las formas. Es decir, así las partes digan que se trata de un contrato de prestación de servicios, y así lo hayan firmado, la ley prefiere lo que sucede en la realidad a lo que esté firmado. Y un contrato de prestación de servicios supone autonomía e independencia. Así lo puntualizó Iván Daniel Jaramillo, abogado y profesor del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario.
Jaramillo explicó que si además se trata de un “contrato verbal de prestación de servicios” (como sucedería en El Monte Teepe Hostel) y los colaboradores pueden demostrar que realmente están sometidos a horarios e instrucciones del empleador, se entiende que el contrato por ser verbal es un contrato a término indefinido. Ahora, la obligación de estar en seguridad social (aportar al sistema de pensiones, salud y riesgos) es inderogable incluso para el trabajador, cuando se trata de contratos firmados como de prestación de servicios. Y los pagos se deben hacer teniendo en cuenta esta obligación. En Colombia, desde el Decreto 1174 de 2020, se permite que las personas que devengan menos del salario mínimo se adscriban al piso de protección social y no a la seguridad social. Pero si ganan más no es válido derogar el amparo en seguridad social.