Durante más de dos décadas, Édgar Orlando Gaitán Camacho se autodenominó “taita” en la comunidad Carare, que él fundó en La Vega (Cundinamarca) y donde fue venerado como una persona sabia de la cultura indígena. Cientos de personas, en su mayoría mujeres, acudieron a él en busca de la sanación física o emocional que prometía con rituales y tomas de yagé. Pero lo que demostró esta semana la Fiscalía, gracias a la denuncia de una joven, es que Gaitán es un falso chamán que engañó a sus víctimas para abusar de ellas sin que se pudieran...
Por Pilar Cuartas Rodríguez
Periodista y abogada. Coordina la primera sección de “género y diversidad” de El Espectador, que produce Las Igualadas y La Disidencia. También ha sido redactora de Investigación. @pilar4aspcuartas@elespectador.com
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