Lío por escándalo de boletas
Empresa que comercializó entradas para eliminatorias del Mundial de Sudáfrica está a punto de ser sancionada. Para la Superintendencia de Industria y Comercio la compañía abusó de su poder en perjuicio de los hinchas.
Redacción Judicial
La empresa Ossa y Asociados S. A., Viajes y Turismo Grupo Nobel habría abusado de su poder dominante y monopólico para la venta de boletas de los partidos que la selección de mayores de fútbol de Colombia disputó por las eliminatorias para Sudáfrica 2010 contra Brasil, Venezuela y Argentina en el estadio El Campín de Bogotá. Después de evaluar las pruebas (entre las que estuvieron los testimonios de destacados comentaristas deportivos como Iván Mejía Álvarez y Gabriel Meluk o del presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Luis Bedoya), la Superintendencia de Industria y Comercio podría imponer una millonaria multa a esa compañía en los próximos días. En concepto del organismo de control, el pecado no es que la empresa hubiera vendido los abonos para los tres primeros partidos de la eliminatoria, sino que no los hubiera ofrecido simultáneamente con boletas sueltas para cada compromiso.
La historia comenzó luego de una licitación que fue ganada por Ossa y Asociados para la producción y distribución de la boletería de los nueve partidos que la selección nacional disputaría en la eliminatoria en calidad de local. El 20 de septiembre de 2007 se suscribió el contrato y la empresa comenzó los preparativos para los tres primeros compromisos que se jugaron el 14 de octubre siguiente contra Brasil y el 17 y 21 de noviembre contra Venezuela y Argentina, respectivamente. Teniendo la exclusividad para la venta de las entradas, Ossa y Asociados decidió que entre el 24 de septiembre y el 6 de octubre de 2007 vendería la boleta a cualquiera de los tres partidos con la condición de comprar los dos restantes.
Aunque finalmente el mismo 6 de octubre se interrumpió la venta de los abonos y se comenzaron a vender las localidades de forma individual, para el organismo de control eso trajo como consecuencia la coerción al aficionado. La razón es que la única forma de asegurar la entrada para los encuentros y el lugar en la tribuna de su interés era comprando el abono completo. Así hubo una indebida explotación de los hinchas y el negocio pudo haber dejado un superávit que no hubiera sido posible si las entradas para cada encuentro se hubieran vendido individualmente.
Los hinchas “tendrían que haber esperado hasta la semana anterior a la fecha del partido para adquirir su boleta, corriendo el riesgo de no poder asistir al encuentro por agotamiento de la boletería o por no encontrar en la localidad de su preferencia”, dijo la Superintendencia. Y eso ocurrió. Para el partido en el que Colombia enfrentó a Brasil se agotaron, por venta de los combos, las entradas para las tribunas occidental platea, occidental 3 piso, oriental platea, oriental 2 piso, norte alta y sur alta, que corresponden a 6 de las 11 localidades disponibles en el estadio El Campín. Como si fuera poco, la venta de boletas sobrantes se restringió a 3 días, cuando lo común es que los aficionados deben tener entre 8 y 15 días para hacerlo.
Aunque era predecible que el partido donde iba a quedar remanente de boletería sería ante Venezuela, los aficionados no tuvieron posibilidad de adquirir entradas sueltas para occidental platea, oriental 2 piso, norte alta, sur baja y gorriones. Igual situación se presentó en el encuentro ante Argentina. Por eso la Superintendencia concluye que los criterios principales para ir a los encuentros no era ni siquiera la posición del equipo nacional en las eliminatorias, que hasta ahora comenzaban, sino la calidad de los jugadores y el atractivo de los equipos. Por ese motivo fue claro que sólo quienes tenían mayores recursos accedieron a los abonos.
Consultado por la Superintendencia sobre el tema el editor de deportes del diario El Tiempo, Gabriel Meluk, aseguró que quien sólo tenía dinero para comprar uno de los partidos, “llegaba en desventaja frente a los que tenían dinero para comprar los partidos en paquete”. Lo paradójico fue que después del compromiso contra Brasil los aficionados tuvieron la posibilidad de comprar el abono para los partidos contra Venezuela y Argentina de manera simultánea con la posibilidad de adquirir cualquiera de los encuentros por aparte, lo que demuestra que cada aficionado sí podía escoger la modalidad de compra de acuerdo con sus preferencias, necesidades y recursos. En defensa, la empresa cuestionada citó la declaración de Luis Bedoya, quien dijo que con la venta en combo estaba plenamente de acuerdo la Federación. Sin embargo, para el organismo de control ese testimonio es irrelevante frente a la conducta investigada.
La decisión ahora está en manos del recién nombrado superintendente del ramo, José Miguel de la Calle, quien podría poner una multa millonaria por la conducta de abuso de posición dominante efectuada por Ossa y Asociados S. A.
La empresa Ossa y Asociados S. A., Viajes y Turismo Grupo Nobel habría abusado de su poder dominante y monopólico para la venta de boletas de los partidos que la selección de mayores de fútbol de Colombia disputó por las eliminatorias para Sudáfrica 2010 contra Brasil, Venezuela y Argentina en el estadio El Campín de Bogotá. Después de evaluar las pruebas (entre las que estuvieron los testimonios de destacados comentaristas deportivos como Iván Mejía Álvarez y Gabriel Meluk o del presidente de la Federación Colombiana de Fútbol, Luis Bedoya), la Superintendencia de Industria y Comercio podría imponer una millonaria multa a esa compañía en los próximos días. En concepto del organismo de control, el pecado no es que la empresa hubiera vendido los abonos para los tres primeros partidos de la eliminatoria, sino que no los hubiera ofrecido simultáneamente con boletas sueltas para cada compromiso.
La historia comenzó luego de una licitación que fue ganada por Ossa y Asociados para la producción y distribución de la boletería de los nueve partidos que la selección nacional disputaría en la eliminatoria en calidad de local. El 20 de septiembre de 2007 se suscribió el contrato y la empresa comenzó los preparativos para los tres primeros compromisos que se jugaron el 14 de octubre siguiente contra Brasil y el 17 y 21 de noviembre contra Venezuela y Argentina, respectivamente. Teniendo la exclusividad para la venta de las entradas, Ossa y Asociados decidió que entre el 24 de septiembre y el 6 de octubre de 2007 vendería la boleta a cualquiera de los tres partidos con la condición de comprar los dos restantes.
Aunque finalmente el mismo 6 de octubre se interrumpió la venta de los abonos y se comenzaron a vender las localidades de forma individual, para el organismo de control eso trajo como consecuencia la coerción al aficionado. La razón es que la única forma de asegurar la entrada para los encuentros y el lugar en la tribuna de su interés era comprando el abono completo. Así hubo una indebida explotación de los hinchas y el negocio pudo haber dejado un superávit que no hubiera sido posible si las entradas para cada encuentro se hubieran vendido individualmente.
Los hinchas “tendrían que haber esperado hasta la semana anterior a la fecha del partido para adquirir su boleta, corriendo el riesgo de no poder asistir al encuentro por agotamiento de la boletería o por no encontrar en la localidad de su preferencia”, dijo la Superintendencia. Y eso ocurrió. Para el partido en el que Colombia enfrentó a Brasil se agotaron, por venta de los combos, las entradas para las tribunas occidental platea, occidental 3 piso, oriental platea, oriental 2 piso, norte alta y sur alta, que corresponden a 6 de las 11 localidades disponibles en el estadio El Campín. Como si fuera poco, la venta de boletas sobrantes se restringió a 3 días, cuando lo común es que los aficionados deben tener entre 8 y 15 días para hacerlo.
Aunque era predecible que el partido donde iba a quedar remanente de boletería sería ante Venezuela, los aficionados no tuvieron posibilidad de adquirir entradas sueltas para occidental platea, oriental 2 piso, norte alta, sur baja y gorriones. Igual situación se presentó en el encuentro ante Argentina. Por eso la Superintendencia concluye que los criterios principales para ir a los encuentros no era ni siquiera la posición del equipo nacional en las eliminatorias, que hasta ahora comenzaban, sino la calidad de los jugadores y el atractivo de los equipos. Por ese motivo fue claro que sólo quienes tenían mayores recursos accedieron a los abonos.
Consultado por la Superintendencia sobre el tema el editor de deportes del diario El Tiempo, Gabriel Meluk, aseguró que quien sólo tenía dinero para comprar uno de los partidos, “llegaba en desventaja frente a los que tenían dinero para comprar los partidos en paquete”. Lo paradójico fue que después del compromiso contra Brasil los aficionados tuvieron la posibilidad de comprar el abono para los partidos contra Venezuela y Argentina de manera simultánea con la posibilidad de adquirir cualquiera de los encuentros por aparte, lo que demuestra que cada aficionado sí podía escoger la modalidad de compra de acuerdo con sus preferencias, necesidades y recursos. En defensa, la empresa cuestionada citó la declaración de Luis Bedoya, quien dijo que con la venta en combo estaba plenamente de acuerdo la Federación. Sin embargo, para el organismo de control ese testimonio es irrelevante frente a la conducta investigada.
La decisión ahora está en manos del recién nombrado superintendente del ramo, José Miguel de la Calle, quien podría poner una multa millonaria por la conducta de abuso de posición dominante efectuada por Ossa y Asociados S. A.