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El 9 abril de 2018, las autoridades colombianas y de Estados Unidos desarrollaron un operativo conjunto contra el exjefe guerrillero Jesús Santrich, a punto de que tomara asiento en el Congreso de la República, tras la firma del Acuerdo de Paz de La Habana. Señalado de participar en una operación de narcotráfico con el cartel de Sinaloa de México, ese día Santrich fue capturado y también cayeron, en operativos simultáneos, los colombianos Armando Gómez España, Fabio Younes Arboleda y Marlon Marín Marín. Este último sobrino de Iván Márquez, exjefe negociador de paz y segundo al mando del partido FARC. Al día siguiente, Marlon Marín voló a Estados Unidos como testigo protegido de la DEA.
El Espectador tuvo acceso a la integridad del expediente Santrich que quedó inactivo en la Corte Suprema de Justicia. Se trata de un proceso con más de 24 mil audios, hasta hoy desconocidos, que se originaron en interceptaciones telefónicas a Marlon Marín a partir del 25 de enero de 2017, para investigar si él era parte de una red de corrupción que estaba defraudando al sistema de salud colombiano. Sin embargo, ese tema resultó inferior a una decena de negocios de los que empezó a hablar y que lo fueron perfilando como un empresario poderoso, con banqueros a su servicio y negociante de ganado, que reiteradamente mencionaba a “la familia” como si se tratara de la empresa de la que él era parte.
En esas llamadas, Marín fue incluyendo a personas de la vida pública nacional, a quienes relacionó con su tío, Iván Márquez. Por ejemplo, entre enero y junio de 2017, en siete oportunidades, habló de premios internacionales de paz que supuestamente había ganado Piedad Córdoba. Por la misma época, habló con el médico personal de Márquez, José Luis Calderón, quien dos veces lo comunicó con una mujer que dijo ser la excongresista. “El premio se lo van a entregar a él y a nosotros como organización social, o sea que viajaría con él, no sé a quién destinarán, me imagino que a su tío. Entonces, necesito que hables con él a ver si podemos tener una reunión”, se le oyó decir al referirse a un supuesto premio en Jordania. Consultada sobre el caso, Córdoba manifestó que esa no es su voz y que no hay registro de eventos o nominaciones mencionados en las conversaciones. “Ese tipo estaba haciendo cosas para enlodar el proceso de paz”, agregó.
En otra conversación, Marín habló con un hombre de acento bogotano que le comentó su interés en obtener una licencia para montar una discoteca o un restaurante en Cuba. Marín le dijo que había que viajar allá y que él podía sentarlo con el número uno del gobierno de la isla. “Con el número uno de allá eso es comunicación directa, pero directa, directa. Siempre las concesiones las hacen por 10 años no más; a nosotros por ser quienes somos, por la trayectoria e historia que hemos tenido, como mínimo a 40 años, ¿sí me entiende? Entonces, tú me dices qué es lo que hay que hacer, nos vamos para allá, te siento con la gente allá y estructuramos el negocio que haya que estructurar”. Minutos más tarde agregó: “En este caso debemos tener en cuenta que son tres participaciones así: Gobierno, inversionista y, en este caso, estamos hablando de nosotros como ‘familia’ y dentro de ‘la familia’ vamos nosotros, con usted y su amiga”.
En medio de estas primeras conversaciones interceptadas, el día 25 de febrero de 2017, Marlon Marín habló con un hombre de acento centroamericano que se le presentó como la llave para hacer una operación de lavado de activos a través de banqueros suizos y por conducto del principado y paraíso fiscal de Liechtenstein. El objetivo, según expresó el personaje, al parecer desde Costa Rica, era que los supuestos banqueros socios de Marlon Marín pusieran dinero en efectivo en Turquía, donde lo recibiría el partido de oposición al presidente Recep Tayyip Erdogan, a quien, según Marín, pretendían perjudicar. “¿Qué es lo que necesitan para yo de una vez hablar con mis banqueros?”, preguntó Marlon Marín. El centroamericano respondió: “Necesitan el efectivo en Turquía”.
Otra llamada sostenida por Marlon Marín, a principios de 2017, tuvo como interlocutor al ciudadano neoyorquino Vincent Schifano, y de nuevo el tema fue la posibilidad de desarrollar una operación de lavado de activos. En concreto, el día 27 de febrero, Schifano le dijo textualmente a Marín que esa maniobra debía hacerse a través de las bancas venezolana y panameña. El 1º de marzo de 2017, Schifano le preguntó si había noticias de la operación de Venezuela, a lo que Marlon Marín respondió que le daba la razón en un rato porque estaba en una reunión. Lo que parece derivarse de este episodio es que el plan pensaba ejecutarse a través del banco venezolano Banesco, cuya directiva cayó meses después en la “Operación Manos de Papel”, ejecutada por el gobierno de Nicolás Maduro contra “las mafias que robaron y devaluaron la moneda venezolana”.
Hacia junio de 2017 quedaron registradas una decena de conversaciones entre Marlon Marín y los otros detenidos del caso Santrich: Armando Gómez España y Fabio Younes Arboleda. El tema fue la misma operación de lavado de la que ya habían conversado Schifano y Marín. Al abordar el asunto, Younes y Gómez mencionaron la entrega de cinco televisores que, al parecer, fueron el santo y seña para referirse a cinco millones de dólares. El 14 de agosto, Younes llamó a Marín y le dijo: “Hablé con Armando, no he querido llamar a Marco (uno de los mexicanos). Me dice Armando que no le conteste llamada sino hasta la noche a Vicente (Vincent), porque ellos quedaron delante de mí, cuando estábamos en la reunión, de que él entregaba el pago de los cinco televisores a Armando para que Armando te los entregara a ti”. Ambos confirmaron, en llamada del 18 de septiembre, que los mexicanos llegaban por esos días a Colombia.
El 25 de septiembre, horas antes de reunirse con los dos mexicanos, Marlon Marín quedó de encontrarse con Fabio Younes en el centro comercial Salitre Plaza. Younes le comentó que él quería saber en qué estaba la cosa, porque se iba a reunir con Armando Gómez, abogado de Marco, uno de los aztecas. Ese día, además de hablar de la operación de lavado, se sumó un relato respecto de la entrega de una cocaína para evidenciar su calidad antes de cerrar el supuesto negocio. Según los mexicanos, que realmente eran agentes de la DEA, Marín recibió $22′500.000 para conseguir cinco kilos de la droga. El 1º de noviembre se cumplió la promesa, pero la droga fue aportada por la Fiscalía, a través de una entrega controlada como aparece en un oficio de esa entidad. Sin embargo, en calidad de testigo de la DEA, Marín manifestó después que fue el exjefe guerrillero Jesús Santrich quien la suministró. (Ver facsímil).
Después de esta operación, Younes le advirtió a Marín que los mexicanos le causaban desconfianza y resaltó que iba a pedirles que se identificaran con sus pasaportes. El 2 de noviembre, un día después de la entrega controlada de la droga, así le habló Fabio Younes a Marín: “Es que estos personajes quedaron conmigo que se veían esta mañana y que se iban a identificar conmigo para tranquilidad de nosotros. Yo no sé hasta dónde tú los tienes identificados”. A lo que Marín contestó: “Sí, eso ya está listo”. No obstante, Younes le hizo saber ese día que prefería retirarse del negocio: “Lo que yo digo es que me retiro porque no están bien identificados. Si tú sabes quiénes son, si los tienes identificados, me quedo tranquilo. Pero ojo, porque vienen con cuento que el papá y no sé qué, y yo quiero saber si son reales o no”.
El 7 de diciembre de 2017, Marín se cruzó una llamada de 13 minutos con el mexicano que se identificaba como supuesto hijo de Rafael Caro Quintero, del cartel de Sinaloa. El personaje habló desde Nueva York y, en la conversación, Marín le expresó su molestia porque en la reunión en la que Schifano iba a recibir los US$5 millones, resultó hablando de más: “Llegó preguntando todo, llegó preguntando que esa plata se le iba a entregar para comprar unas cosas, que esa plata era para llegarle a las manos del familiar mío, puso el nombre mío en la mesa, que si él estaba consciente de eso, que lo que no quería era que hubiera intermediarios”. El mexicano respondió: “A mí la gente me está diciendo que el amigo (Schifano) pensaba que esa plata era de ustedes, pero se le dijo que no, que es para pagarles una cuestión. Él, para que lo sepas, además dijo que nunca se había sentado ni con el de las gafas ni con tu tío”.
Casi dos meses después de esta conversación, el día 13 de febrero de 2018, Vincent Schifano fue citado por los mexicanos (agentes de la DEA) a un sitio público en el sector de Miramar (Florida), en Estados Unidos, y le entregaron un carro nuevo con US$5 millones falsos. Unas cuadras adelante, Schifano fue detenido por las autoridades y su carro fue decomisado. Pocos meses después, este neoyorquino de 63 años fue condenado a nueve años de prisión por el intento de lavado de US$15 millones al exjefe guerrillero Jesús Santrich. En audios de febrero y marzo de 2017, entre Marlon Marín y Vincent Schifano quedaron grabadas dos conversaciones específicas en las que ambos hablaron de una operación de lavado a través de las bancas venezolana y panameña.
El 13 de febrero, día de la captura de Vincent Schifano en Estados Unidos, Marlon Marín se cruzó una decena de llamadas con los mexicanos agentes encubiertos de la DEA y con un abogado de acento caribeño, identificado como Iván Libreros, y el tema de conversación fueron los US$5 millones supuestamente perdidos por el cartel de Sinaloa en ese operativo. En dicho diálogo, Iván Libreros le dijo: “Ellos le entregaron dos carros y le entregaron ese allá en Miami, y dijeron que el otro se lo arrimaban a la oficina, pero estando cerca de donde él lo pararon. Entonces él (Schifano) me mandó a decir: ‘Mire, dígales a ellos que cojan el otro carro y lo escondan, que me dejen ver cómo enfrento el problema y evito que esto se me convierta en un problema judicial’”. Según los audios, Schifano seguía convencido de que el dinero que iba a recibir era de las Farc, pero Marín sabía que no era así, como quedó en evidencia en la llamada del 7 de diciembre de 2017.
De ahí en adelante las llamadas entre los mexicanos y Marín fueron muchas y extensas, y en casi todas ellas la característica fundamental fue la insistencia de los primeros para que Marín pasara al teléfono al exjefe negociador de paz de las Farc, Iván Márquez. Por ejemplo, el 28 de marzo de 2018, uno de los mexicanos, en tono furioso, habló de “la pérdida de la feria” y le insistió a Marín que le pasara al tío o al de las gafas (Santrich) para que respondieran por la plata. Marín contestó que le diera media hora porque Márquez estaba reunido con el embajador de Cuba en Colombia, José Luis Ponce. Minutos después, en otra llamada, Marín le pasó el celular a un tercero que fingió la voz de Márquez. El mexicano, que se hacía llamar Marco, dijo: “Estábamos hablando también con el señor de las gafas y pues se nos atrasó eso con el problema de Vicente (Schifano) y no hubo claridad del tema ni nada todavía”. El imitador de Márquez respondió: “Ahh, no, tranquilo que las cosas están funcionando bien, gracias a dios todo va bien”.
El 28 de marzo el mexicano llamó a Marín y le dijo que esa no era la voz de Márquez y lo amenazó con poner un letrero en la Plaza de Bolívar: “Ah, ¿quieres ver una manta en la Plaza de Bolívar que diga que tu pinche organización nos robó a nosotros?”. Marín quedó de conseguir un video de su tío. Segundos más tarde el mexicano volvió a insertar en su diálogo el relato de la cocaína a través de interrogantes: “¿qué pasó con los 500 kilos? ¿Qué pasó que ya los tenía? ¿Qué pasó con eso?” Marín respondió: “Compadre, yo le dije a su compa que me esperara ahorita porque ya le van a mandar un video. El señor acá ya va a mandar un video a él, sí me entiende, y cuando le mande el video, él se lo va a mostrar al señor que está allá y ahí entonces hablamos”.
Al día siguiente, el 29 de marzo de 2018, los mexicanos llamaron a Marlon Marín y le comentaron que el sábado llegaban a Colombia en un avión privado con un propósito específico: “Para que platiquemos con su tío y el gafitas para que esta chingada salga bien”. Después el mexicano Marco le pasó a su paisano, quien en tono de confianza interrogó a Marlon Marín, entre risas: “¿Qué es lo que le gusta a su tío, los habanos?, o, ¿qué es lo que le gusta? Lo que le voy a llevar es un tequila que tiene adentro el magüey, una botella exclusiva”. Y luego agregó otra pregunta: “A mi compa, el de los lentes, ¿qué es lo que le gusta?”. Marlon Marín le contestó que también le gustaba el licor.
¿Por qué mencionan a Naranjo?
En medio de las conversaciones finales interceptadas, dos semanas antes de la captura de Santrich, la curiosidad es una reiterada y extraña alusión al entonces vicepresidente Óscar Naranjo, mencionado tanto por Marín como por los mexicanos por su apellido, el calificativo de “naranja podrida” o “el segundo de tu país”. Incluso, en una docena de esas conversaciones se llega hasta a sugerir su participación directa en la supuesta operación de narcotráfico. En el primer comentario Marín y los mexicanos hablaron de Naranjo como cómplice para mover la droga a Bogotá desde un punto equis del sur del país. En otro audio, uno de los mexicanos le dice a Marín que Naranjo ya había trabajado con gente suya. En un tercero, Marín agregó que fue Naranjo quien alertó a Márquez, a Santrich y a él de que algo raro estaba pasando.
En llamada interceptada el 27 de marzo de 2018, por ejemplo, Marlon Marín le manifestó al mexicano Marco: “La cuestión no se movió anoche. Como le dije, mañana está llegando tipo 5:30 de la tarde. Hoy finiquitamos el tema con la naranja podrida para cuadrar bien la vaina, que cómo es la cuestión y todo, tanto el pago y toda esa vaina. Que la vaina está un poquito arrecha por el movimiento, pero ya se habló con él y en la tardecita se coordina todo bien”.
Al día siguiente, a las 2:47 p.m., Marín, utilizando un lenguaje cifrado, añadió en una nueva llamada telefónica: “Entonces póngame cuidado, es lo siguiente compadre, me está diciendo la naranja podrida, ¿te acordás que comentamos que ayer habíamos hablado con él y cuadrado todas las vainas?”. El mexicano Marco asintió con la expresión “ajá”, y Marlon Marín continuó: “Entonces, a él se le entregaron unos recursos porque no eran 500 (kl) sino que iba a mover 1.000 (kilos). A él se le entregó eso ayer, eso está en custodia de él. Pero resulta que él vino ahora alertado con esta vaina, lo que le estoy mostrando ahorita, y me pasó los pormenores y todo eso, y dice que la vaina está, pero caliente, caliente. Entonces él nos aconseja y nos dice que por qué no hacemos un stand by (espera) y que nos sentemos con ustedes directamente acá, por eso yo estoy sentado acá con el señor, no el de los lentes sino el otro. ¿Me entiende?”.
Tanto Marlon Marín como el mexicano, supuestamente hijo del narco Rafael Caro Quintero, volvieron a relacionar el apellido Naranjo en una nueva llamada de ese mismo 28 de marzo de 2018, como si se tratara de un viejo conocido en el mundo de los supuestos traficantes de drogas. En dicha llamada, así quedó registrado el sinuoso diálogo entre Marín y el mexicano agente de la DEA: “No sé si el compadre suyo le comentó cómo están las vainas. Del compromiso que había, se le entregó esa responsabilidad a la naranja podrida”, afirmó Marín. A lo que el mexicano preguntó: "¿Y ese señor qué tiene que ver, oiga? Y Marlon Marín respondió: “Tiene la responsabilidad de poner el encargo que está a dos horas y media de Bogotá”.
Sin que exista claridad en sus propósitos, el mexicano contestó a Marín de manera explícita: “Mire compa, yo le digo algo, mis respetos pa ese hombre, porque ese hombre, la verdad, es que es un hombre muy pinche, huevudo, si estamos hablando del mismo, el que es el número dos de tu casa, si es ese, ese señor estuvo allá en mi casa y se sentó con varios personajes, nosotros sabemos que él sabe trabajar. Nosotros también podemos llegar a él por otros medios, pero entonces qué bueno que me avises esa situación, pero te digo: ese señor tiene mucha fama y tiene muchísimos conocidos, muchísimos conocidos”.
El Espectador consultó sobre la existencia de estos audios al exvicepresidente Óscar Naranjo, quien además fue negociador del Acuerdo de Paz en La Habana. Ante la pregunta de si tuvo conocimiento o fue informado por la Fiscalía o la DEA de la inclusión de su nombre en las conversaciones interceptadas, contestó: “No conozco a Marlon Marín, no conozco a los mexicanos, nunca fui informado y, dada la gravedad de lo que me dicen, salgo para la Fiscalía a pedir que investiguen, esto es supremamente grave”. Y añadió: “Si me van a comprometer en una operación de narcotráfico, siendo yo vicepresidente, es una cosa que no tiene sentido”. El general Naranjo advirtió que se trata de libretos para hacerle daño al Acuerdo de Paz, “para decir que el Gobierno negoció con quienes siguieron narcotraficando con ayuda del vicepresidente”.
El 4 de abril, una semana antes de la captura de Santrich, los mexicanos le insistieron a Marín una y otra vez que le pasara al teléfono al tío o al de las gafas. Desde las 7:38 de la mañana estuvieron listos a que Marín se los comunicara. Sin embargo, pasaron las horas y Marín no logró su cometido. A las 9:36 de la mañana, en una llamada de 20 minutos, Marín mencionó que Santrich no permitió que Márquez pasara al teléfono porque le olía feo esa insistencia. “Ese hijueputa vino y cagó todas las maricadas ahí. Lástima que el carnal suyo no alcanzó a contestar cuando yo le timbré, sí me entiende, que estaba con el señor sentado ahí, pero luego subió, porque estaba enfermo, indispuesto, y cuando bajó ya estaba el ciego ahí, entonces le dijo: “Mire voy a hablar con unos amigos acá”. Pero él (Santrich) de una le dijo no, se armó un verguero”, reiteró Marín.
En esta llamada, el mexicano también mencionó a Naranjo para preguntar a Marín por la alerta que les puso hace algunas semanas. “¿Se acuerda que la vez pasada yo le pasé una noticia? De pronto él pensaba que tenía que ver con gente suya, sí me entiende, pero no, ya eso se aclaró y no era por ese lado, era otra gente”, contestó Marín. En esa llamada, Marín insistió en que él podía conseguir la droga con otros familiares suyos y preguntó si disponían de la logística en Bogotá. El mexicano le respondió que sí y recordó que su objetivo era que metiera en una bodega la mercancía que le llegara. Una fuente de la Fiscalía comentó que el objetivo de los mexicanos y de Marín era llevar a Márquez a una bodega donde pondrían 10 toneladas de cocaína para desarrollar un operativo y capturarlo. “Ahorita lo que nos toca compadre es amarrar el chivo, es de que usted le llega algo ahí y tenemos que embodegar, pero al menos se ve el gesto de que vamos a jalar”, manifestó el mexicano.
El operativo no se hizo y se postergó para una semana después, cuando el encarcelado fue Jesús Santrich, el 9 de abril de 2018. Días después el periódico The Wall Street Journal reveló que agentes de inteligencia de Estados Unidos, en colaboración con autoridades colombianas, tenían pruebas contra el exjefe negociador de paz de las Farc Iván Márquez, por conspirar para enviar cocaína a Estados Unidos. Horas más tarde el entonces fiscal, Néstor Humberto Martínez, salió a desmentirlo: “La Fiscalía reitera que no posee investigación por narcotráfico contra Iván Márquez con posterioridad a la firma del Acuerdo de Paz”. Sin embargo, en el expediente Santrich existe evidencia de la solicitud de un agente de la DEA a la Fiscalía el 17 de noviembre de 2017 para interceptar 22 líneas telefónicas de una supuesta red internacional de narcotráfico, dentro de las cuales fue incluida la de Iván Márquez. (Ver facsímil).
#ATENCIÓN #Fiscalía de #Colombia reitera que no posee investigación por narcotráfico contra Iván Márquez, con posterioridad a la firma del Acuerdo de Paz
— Fiscalía Colombia (@FiscaliaCol) April 29, 2018
Como consta en el mismo expediente, de esa línea se registraron 1.361 llamadas, pero esos audios ahora no aparecen. Solo quedó el rastro de una ligera mención de esa línea telefónica en los informes de las interceptaciones de la Fiscalía entregados a la Corte Suprema advirtiendo que lo hicieron desde el 5 de abril de 2018: “Se solicita su cancelación teniendo en cuenta que a la fecha el medio técnico fue dejado de utilizar. Durante el monitoreo fue utilizado por una persona a quien por los audios identificaron con el nombre de Iván. Sus conversaciones fueron de carácter laboral y no se encuentra información que nos permita realizar incautación de dinero o estupefacientes. Su ubicación es la ciudad de Bogotá, pero realizaba constantes viajes a los departamentos de Meta y Caquetá”.
También lea: El misterioso mexicano en el caso “Santrich”
Más allá de las evidencias judiciales que existen en el expediente, “hay muchas preguntas por resolver que empiezan por el mismo Marlon Marín”, admitió el exvicepresidente Óscar Naranjo. Y aunque el caso está inactivo en la Corte Suprema, un año después de que la JEP (Justicia Especial para la Paz) dejara en libertad a Santrich, aparecieron 24 mil audios que podrían resolver incontables interrogantes: ¿las alusiones a Naranjo fueron conversaciones distractoras? ¿A qué lógica corresponde incluir comentarios sobre un personaje de tan alta investidura? ¿Por qué, a pesar de que el norteamericano Schifano fue detenido en febrero de 2018, no se procedió de inmediato contra el resto de los cómplices? Lo claro detrás del caso Santrich y lo sucedido con el exjefe guerrillero, que hoy es parte de las disidencias de las Farc, es que sí existió una operación encubierta de la DEA y la Fiscalía, y que estos miles de audios que en su momento pidió y se le negaron a la JEP, habrían ayudado a descifrar la verdadera historia que hay detrás.
También escuche esta historia en el siguiente pódcast:
*Lea aquí la segunda parte: entrevista con el exfiscal general Néstor Humberto Martínez, quien niega que haya conocido de los audios en los que relacionan al exvicepresidente Óscar Naranjo y que el celular de Iván Márquez hubiese estado interceptado.