Once días bajo el agua: un esfuerzo sin precedentes para salvar los corales
Durante once días un equipo de biólogos marinos, buzos, estudiantes, voluntarios, y comunidades locales se dedicaron a producir 13.500 fragmentos de coral en un esfuerzo sin precedentes por restaurar los arrecifes del Parque Nacional Natural Corales del Rosario.
Daniela Quintero Díaz
Para quienes dedican su vida a conservar los corales o quienes eventualmente van a visitarlos para conocer más de la vida submarina en los arrecifes (unos de los ecosistemas más diversos de la Tierra) existe una regla de oro: nunca, pero nunca, deben tocarlos. Bucear requiere unas habilidades básicas, como la flotabilidad, para controlar cada movimiento y evitar cualquier tipo de contacto de nuestro cuerpo con estas colonias de animales. El motivo es sencillo: son seres vivos muy delicados, y cualquier contacto puede acabar con cientos de años de desarrollo, provocando incluso su muerte. (Le recomendamos: En video: Así están ayudando los científicos a recuperar los corales de Islas del Rosario)
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Para quienes dedican su vida a conservar los corales o quienes eventualmente van a visitarlos para conocer más de la vida submarina en los arrecifes (unos de los ecosistemas más diversos de la Tierra) existe una regla de oro: nunca, pero nunca, deben tocarlos. Bucear requiere unas habilidades básicas, como la flotabilidad, para controlar cada movimiento y evitar cualquier tipo de contacto de nuestro cuerpo con estas colonias de animales. El motivo es sencillo: son seres vivos muy delicados, y cualquier contacto puede acabar con cientos de años de desarrollo, provocando incluso su muerte. (Le recomendamos: En video: Así están ayudando los científicos a recuperar los corales de Islas del Rosario)
El turismo excesivo y no regulado, la sobrepesca, la contaminación, la acidificación de los océanos, el aumento de temperatura del mar y los sedimentos los tienen hoy bajo amenaza. Se estima que en los próximos 30 años podría perderse hasta el 90 % de la cobertura de corales vivos en el mundo, y que en los próximos 10 años esta será la última oportunidad para cambiar su trayectoria del “colapso mundial” hacia una recuperación lenta, pero constante. Por eso, durante las últimas dos semanas, un equipo de biólogos marinos, buzos, estudiantes, miembros de Parques Nacionales Naturales y habitantes del Parque Nacional Natural Corales del Rosario y San Bernardo tuvieron que dedicarse, paradójicamente, a hacer lo que por años habían evitado: manipularlos, transportarlos y fragmentarlos. La ganancia detrás de estas acciones era mucho más importante que el conflicto que les podía generar tocarlos: se trata de una de las pocas alternativas que quedan para ayudar a recuperarlos. (Puede ver: En fotos: “sembrando” corales en el Parque Natural más visitado de Colombia)
Ubicado a solo una hora en lancha desde Cartagena, el PNN Corales del Rosario se ha convertido en un importante atractivo turístico. Es el Parque Natural más visitado del país. “Este parque tiene cerca del 80 % de la cobertura coralina continental de Colombia, y los arrecifes de coral son un valor objeto de conservación. En los últimos años el estado de los corales en el Caribe se ha ido deteriorando. Con las estaciones de monitoreo que tenemos dentro del parque con el Invemar hemos notado que el porcentaje promedio de supervivencia de los corales está alrededor del 30 %”, asegura Camilo Valcárcel, profesional de investigación y monitoreo de Parques Nacionales Naturales. “Por eso, desde 2011, Parques Nacionales ha participado en el proceso de restauración y siembra de corales en esta área protegida con varios aliados estratégicos”. Actualmente, señala, cuentan con un área de coral en proceso de restauración de casi 5.600 metros cuadrados.
“El panorama ha cambiado bastante”, asevera Jorge Herrera, biólogo marino e instructor de buceo, quien lleva recorriendo estas aguas desde hace más de 30 años. “Entre los factores que más han afectado estas islas están la sedimentación, la contaminación y el turismo. Aunque esta es un área marina protegida, la gente no viene a conocer un parque natural, sino de rumba. Diariamente se ven decenas de lanchas llegando a las islas con música a todo volumen, dejan residuos y desechos, y al hacer snorkeling en sitios de poca profundidad terminan parándose sobre los corales”.
La iniciativa más reciente para ayudar a recuperar los corales es parte del proyecto “Un millón de corales por Colombia”, anunciado por el Ministerio de Ambiente en junio del año pasado, que tiene el objetivo de recuperar, restaurar y rehabilitar 200 hectáreas de arrecifes coralinos en 13 zonas del país, aumentando la cobertura de coral vivo. Una meta de restauración de estos ecosistemas sin precedentes, con una inversión inicial de $8.450 millones.
“Básicamente estamos tratando de reproducir de manera asexual los corales, a través de la técnica de microfragmentación, para ayudar a restaurar los arrecifes coralinos”, explica Carlos Muñoz, biólogo y doctor en ciencias del mar de la Universidad del Valle. Este proceso, señala, consiste en cortar las colonias de coral en fragmentos muy pequeños, de aproximadamente un centímetro cuadrado (menos de una falange). “Los corales tienen un crecimiento que es más acelerado cuando son pequeños. Así aprovechamos ese momento rápido de crecimiento cuando son pequeños para conformar nuevas colonias”, dice. En algunas especies esta técnica permite incrementar hasta 60 veces el crecimiento de las colonias.
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En las instalaciones del Oceanario de Islas del Rosario, desde primera hora en la mañana, todos trabajan coordinados en la fragmentación. Sacan las colonias donantes del agua. Toman un cincel y un martillo, y las dividen en trozos más pequeños. Luego, con la destreza de un cirujano, las pasan por unas máquinas especiales (sierras con una banda de diamantes que permite cortar fácilmente materiales tan duros como rocas) para convertirlos en microfragmentos. El sistema, además, usa agua marina, que mantiene el coral húmedo mientras se realizan los cortes.
“En teoría, de una colonia de 20 cm x 20 cm se pueden sacar hasta 200 fragmentos. Estos, después, se ‘siembran’ en unas estructuras de cemento especiales que serán llevadas nuevamente al mar”, comenta Herrera.
En la lancha, los buzos repasan el plan una y otra vez. Unos estarán encargados de arreglar las guarderías, otros bajarán las cajas con cientos de fragmentos desde la superficie hasta el fondo, unos más harán conteos y revisión de los fragmentos plantados en días anteriores, y algunos más pondrán nuevos fragmentos. Permanecerán bajo el agua hasta que se ponga el Sol.
“Nosotros nos comprometimos con la producción de fragmentos, especialmente de especies masivas. Es decir, esas que crecen en forma de masa y que, por sus características, se demoran mucho más en crecer, como el coral cerebro, que crece tres milímetros por año”, explica la doctora Elvira Alvarado, directora de la Fundación para la Investigación y Conservación Biológica Ecomares. “Estas especies, eventualmente, van a tener unas dimensiones que le permitirán al arrecife recuperar su tridimensionalidad, que es muy importante, porque les da refugio a muchas especies”, asegura. Un trabajo en tiempo récord que busca, en 11 días, sacar 13.500 fragmentos de ocho especies diferentes de corales.
Las cuentas las llevan en tablas de buceo: número de la colonia donante, especie, número de fragmentos obtenidos, número de galletas de cemento con microfragmentos obtenidas y guardería en la que quedan. Se cuenta una y otra vez para asegurarse de que los números que ponen son los correctos. El objetivo: producir cerca de 3.000 fragmentos de coral diarios.
En las guarderías, los fragmentos crecerán seguros y monitoreados por cerca de nueve meses. Una vez tengan las características apropiadas, serán “trasplantados” al medio natural escogido por Parques Nacionales Naturales. De ahí en adelante se necesitará un mantenimiento periódico para quitar depredadores y competidores, como algas. Y un monitoreo, mes a mes, para evaluar la mortalidad, el crecimiento y el desarrollo de las nuevas colonias.
“Una de las ventajas de esta técnica es que tenemos muchas colonias, que son clones idénticos, en un período relativamente corto”, asevera Nireth Sierra Sabalza, bióloga marina y parte del equipo de Ecomares. “Sin embargo, como su nombre lo indica, son seres genéticamente idénticos, por lo que la llegada de enfermedades que afecte a una colonia terminará afectando también a las demás que sean genéticamente iguales”.
Por eso, desde el año pasado, adelantan otro proyecto sin precedentes en el país. La reproducción sexual y masiva de cinco especies de corales de este mismo Parque Nacional. “A través de la cría de larvas podemos crear nuevos reclutas con una variabilidad genética importante, que les permite a las colonias tener una mayor posibilidad de afrontar las condiciones ambientales cambiantes”, explica. Aunque es un proceso mucho más lento, señala, los esfuerzos de restauración también deben estar enfocados en esta técnica. En septiembre, el equipo de Ecomares estará encargado de formar a representantes de otros Parques Naturales en la reproducción sexual de los corales.
A pesar de que los arrecifes de coral cubren solo el 0,2 % del lecho oceánico, son el hogar de al menos una cuarta parte de todas las especies marinas, proporcionan alimentos y medios de vida para al menos 500 millones de personas, y sirven de escudo para proteger las costas de olas, tormentas e inundaciones.