Según Pamela*, México es uno de los países más peligrosos para la prostitución. Si se va con un contacto suele ser trata y si no se enfrentan al control de las mafias. / Ilustración: Jonathan Bejarano
Foto: Jonathan Bejarano
Pamela* tiene 26 años, pero cuando habla sobre lo que padeció parece que tuviera 50. Estamos en la sala de una casa en el norte de Bogotá, a pocos días de su regreso a Europa. Su estadía en el país fue rápida, casi de fantasma, porque teme sufrir un atentado. Aceptó contar su historia por primera vez con la condición de reservar su identidad, el nombre que tampoco conocieron los hombres que pagaron para acceder sexualmente a su cuerpo, porque además en la prostitución las mujeres siempre usan apodos. Hoy, lejos de ese mundo, es testigo...
Por Natalia Herrera Durán
Subeditora de la sección Investigación de El Espectador. Fue hasta mayo de 2021 editora de Colombia+20. Le interesan los temas judiciales, políticos y de denuncia de violaciones a los Derechos Humanos.@Natal1aHnherrera@elespectador.com