Pormenores del contrato de la cédula digital
Seguridad nacional, tecnología de punta, costos y tiempo son los principales argumentos de la Registraduría para haberle otorgado el contrato a Idemia, la firma francesa que desde hace más de 20 años maneja el sistema de identificación en Colombia.
Hace dos semanas la Registraduría Nacional lanzó la nueva cédula digital y física de los colombianos. El registrador Alexánder Vega entregó la primera cédula de policarbonato al presidente Iván Duque y le explicó que se trataba de una de las cédulas más seguras del mundo, al tener tecnología de primera línea que cerraba la puerta a la falsificación y vulneración de los sistemas. Un proceso al que se le metió el acelerador y que, según el Gobierno, abre la puerta al mundo de los servicios digitales y a la consolidación de un gobierno digital. Sin embargo, las críticas sobre la forma en que se contrató la producción de la nueva cédula digital y el robustecimiento de las bases de datos generaron voces críticas al considerar que se estaba entregando un contrato a perpetuidad.
La razón es que la Registraduría creó una nueva cédula digital y física, y decidió que esa producción debía ser realizada por el mismo contratista que desde hace dos décadas administra el sistema de identificación en Colombia: Idemia. La Registraduría firmó el 3 de febrero un contrato para el fortalecimiento y mantenimiento de su plataforma y la producción de cédulas por $41.900 millones, y el pasado 30 de octubre le adicionó $16.000 millones, con el fin de producir la nueva cédula en policarbonato y la digital. La principal crítica fue que la Registraduría terminó optando por una tecnología patentada a nivel mundial por Idemia y que no puede ser operada por un tercero. Es decir, nadie más que Idemia podrá producir cédulas en Colombia.
“La adición está justificada en los estudios para la adición publicados en el Secop II, en los que se concluye que es el mecanismo que debía adelantarse al ser el más eficaz, eficiente y económicamente favorable para la entidad. Además, porque Idemia ya era la encargada de producir los documentos de identificación y el valor adicionado no supera el 50 % del valor inicialmente contratado. Y, finalmente, porque permite a la Registraduría en solo tres meses implementar lo necesario para la expedición de estas versiones de documentos de identificación con garantía de integración a todos los componentes del sistema de identificación y registro civil”, respondió la Registraduría ante los cuestionamientos por la forma en que se contrató la nueva cédula digital.
Ante las voces de crítica de no realizar una licitación pública, la Registraduría respondió que no era la vía adecuada, pues no se estaba comprando un nuevo software o materiales para la producción de las cédulas, sino robusteciendo la plataforma existente. “Crear un nuevo sistema puede ser catastrófico y pondría en riesgo la seguridad nacional. La identificación es el activo más importante de la Registraduría y correremos el riesgo de perder 557 millones de huellas dactilares y 58 millones de fotografías si los software no son compatibles. Si se bloquea el sistema por un día, entidades como la Fiscalía, Policía o los bancos dejarían de operar. Todo lo que se toque tiene un efecto mariposa y nos tardaríamos 20 años en volver a construir las bases de datos”.
La historia de la modernización de la Registraduría comenzó en noviembre de 1995, cuando dejó de lado la cédula café e implementó los Sistemas Automatizados de Identificación Dactilar (AFIS) para darle paso a la cédula amarilla. El contrato se firmó en 1997 con Morpho (hoy Idemia), que diseñó, desarrolló e instaló la nueva plataforma de registro civil e identificación ciudadana. Desde ese momento la empresa francesa se convirtió en uno de los aliados estratégicos de la Registraduría y ha liderado la transformación integral de los sistemas de la entidad. Es decir, que durante los últimos 23 años Idemia administra las bases de datos que componen el Sistema Nacional de Identificación y de Registro Civil, en los cuales no se han presentado contratiempos.
Si bien a Idemia se le solicitó un estudio sobre las mejores prácticas a escala mundial, no fue el insumo central para tomar la decisión de cómo debía ser el nuevo documento de identificación. Fue un grupo experto de la entidad que consolidó en un documento las condiciones técnicas para la producción. “Se construyó tomando como base la adaptabilidad de estas tecnologías a las particularidades del sistema de la Registraduría, el cual es único y desarrollado a la medida de las necesidades del país. Este documento incorpora una parte de connotación confidencial al contener las nuevas especificaciones técnicas y de seguridad detalladas para la producción de la cédula de seguridad personalizada en policarbonato y cédula de ciudadanía digital”, manifestó la entidad.
Ese documento de la Registraduría concluyó que el actual formato de cédula amarilla no se acoplaba a las necesidades actuales y era vulnerable a intentos de falsificación. Además, que era necesaria la implementación de una nueva plataforma para permitir crear una aplicación para servicios de autenticación facial para entidades externas. Es decir, crear un sistema de identificación biométrico. Frente a este último, la Registraduría explicó que en la actualidad no tenía una plataforma que permitiera soportar la transaccionalidad de demanda de diversos sectores (financiero, seguridad social, notarial, judicial, entre otros) que necesitan alternativas para validar la identificación de los usuarios.
Para la Registraduría, la plataforma debía tener una capacidad de realizar hasta 100 mil autenticaciones faciales al día y pudiera incrementar el número a futuro. El tema se comenzó a trabajar en 2018, cuando se buscó un programa de reconocimiento facial. La Registraduría estimó en ese momento que, al no ser posible desagregar el sistema de identificación dactilar, lo mejor era adquirir un software de reconocimiento biométrico, que es de propiedad intelectual de Idemia. Bajo esta línea, también justificó que continuar con Idemia para la creación de una aplicación de identificación en móviles. “Son los únicos que tienen el conocimiento para robustecer la plataforma tecnológica, permitiendo generar un documento de seguridad en policarbonato y digital”.
Frente a la producción de la cédula física, la Registraduría estableció que debía ser en policarbonato, el material más seguro para crear documentos en el mundo que no podía ser vulnerado ni destruido. Y a su vez, decidieron que una garantía adicional de seguridad era utilizar la técnica de impresión láser Lasink, la cual también es una marca registrada de Idemia en el mundo y que no puede ser operada por terceros. Según explicaron funcionarios de Idemia a este diario, se trata de una tecnología única en el mercado que utiliza un láser infrarrojo para imprimir bajo un algoritmo de color secreto sobre el policarbonato. Por el momento, solo hay una máquina en Colombia que garantiza una producción diaria de hasta 15 mil cédulas.
“Es un documento que ofrecerá una durabilidad de 10 años (para ir actualizando los datos biométricos) y graba el 100 % de la cédula de seguridad personalizada en bicarbonato (...) La tecnología Lasink es única en el mercado mundial y es adaptable al sistema nacional de identificación y registro civil, sin que sea necesario el uso de otros láser o elementos. Además, posee un algoritmo secreto que graba sobre las líneas de color, por lo que si se intenta vulnerar es imposible que coincida con sus líneas. De ahí que la textura de la matriz Lasink permite detectar intentos de adulteración sobre el documento muy fácilmente”, explicó la Registraduría. La nueva cédula, a su vez, tendrá un código QR como medida de seguridad adicional.
El contrato con Idemia se acaba el 31 de diciembre de 2020, sin embargo, se firmará de inmediato un contrato directo con esta para garantizar la continuidad de los sistemas y la producción de las nuevas cédulas, que podrán desactivarse ante una denuncia por robo o pérdida para salvaguardar la identidad de los colombianos. La tecnología que de ahora en adelante se usará en Colombia solo la aplican nueve países del mundo. “Colombia será un referente a nivel mundial en sistemas de identificación, no solo por la cédula en policarbonato, sino por la posibilidad de tener una aplicación con la cédula digital. Usted podrá decidir qué datos le muestra o no a quien le requiera su identificación”, dijo un directivo de la Registraduría.
Sobre los cuestionamientos de si se le entregó o no un contrato vitalicio a Idemia, la Registraduría respondió que tiene la facultad de cambiar a su contratista y la tecnología que se utilice. La entidad se reafirmó en que se tomó la mejor decisión, no solo para salvaguardar la seguridad nacional, sino porque la producción de la nueva cédula es más barata y segura, pues el policarbonato viene producido desde las fábricas de Idemia en Europa y solo en Colombia se puede personalizar. Por el momento no es obligatorio el cambio de cédula, pero quienes soliciten un duplicado recibirán el nuevo documento de identificación, que tendrá un costo de $52.000.
Hace dos semanas la Registraduría Nacional lanzó la nueva cédula digital y física de los colombianos. El registrador Alexánder Vega entregó la primera cédula de policarbonato al presidente Iván Duque y le explicó que se trataba de una de las cédulas más seguras del mundo, al tener tecnología de primera línea que cerraba la puerta a la falsificación y vulneración de los sistemas. Un proceso al que se le metió el acelerador y que, según el Gobierno, abre la puerta al mundo de los servicios digitales y a la consolidación de un gobierno digital. Sin embargo, las críticas sobre la forma en que se contrató la producción de la nueva cédula digital y el robustecimiento de las bases de datos generaron voces críticas al considerar que se estaba entregando un contrato a perpetuidad.
La razón es que la Registraduría creó una nueva cédula digital y física, y decidió que esa producción debía ser realizada por el mismo contratista que desde hace dos décadas administra el sistema de identificación en Colombia: Idemia. La Registraduría firmó el 3 de febrero un contrato para el fortalecimiento y mantenimiento de su plataforma y la producción de cédulas por $41.900 millones, y el pasado 30 de octubre le adicionó $16.000 millones, con el fin de producir la nueva cédula en policarbonato y la digital. La principal crítica fue que la Registraduría terminó optando por una tecnología patentada a nivel mundial por Idemia y que no puede ser operada por un tercero. Es decir, nadie más que Idemia podrá producir cédulas en Colombia.
“La adición está justificada en los estudios para la adición publicados en el Secop II, en los que se concluye que es el mecanismo que debía adelantarse al ser el más eficaz, eficiente y económicamente favorable para la entidad. Además, porque Idemia ya era la encargada de producir los documentos de identificación y el valor adicionado no supera el 50 % del valor inicialmente contratado. Y, finalmente, porque permite a la Registraduría en solo tres meses implementar lo necesario para la expedición de estas versiones de documentos de identificación con garantía de integración a todos los componentes del sistema de identificación y registro civil”, respondió la Registraduría ante los cuestionamientos por la forma en que se contrató la nueva cédula digital.
Ante las voces de crítica de no realizar una licitación pública, la Registraduría respondió que no era la vía adecuada, pues no se estaba comprando un nuevo software o materiales para la producción de las cédulas, sino robusteciendo la plataforma existente. “Crear un nuevo sistema puede ser catastrófico y pondría en riesgo la seguridad nacional. La identificación es el activo más importante de la Registraduría y correremos el riesgo de perder 557 millones de huellas dactilares y 58 millones de fotografías si los software no son compatibles. Si se bloquea el sistema por un día, entidades como la Fiscalía, Policía o los bancos dejarían de operar. Todo lo que se toque tiene un efecto mariposa y nos tardaríamos 20 años en volver a construir las bases de datos”.
La historia de la modernización de la Registraduría comenzó en noviembre de 1995, cuando dejó de lado la cédula café e implementó los Sistemas Automatizados de Identificación Dactilar (AFIS) para darle paso a la cédula amarilla. El contrato se firmó en 1997 con Morpho (hoy Idemia), que diseñó, desarrolló e instaló la nueva plataforma de registro civil e identificación ciudadana. Desde ese momento la empresa francesa se convirtió en uno de los aliados estratégicos de la Registraduría y ha liderado la transformación integral de los sistemas de la entidad. Es decir, que durante los últimos 23 años Idemia administra las bases de datos que componen el Sistema Nacional de Identificación y de Registro Civil, en los cuales no se han presentado contratiempos.
Si bien a Idemia se le solicitó un estudio sobre las mejores prácticas a escala mundial, no fue el insumo central para tomar la decisión de cómo debía ser el nuevo documento de identificación. Fue un grupo experto de la entidad que consolidó en un documento las condiciones técnicas para la producción. “Se construyó tomando como base la adaptabilidad de estas tecnologías a las particularidades del sistema de la Registraduría, el cual es único y desarrollado a la medida de las necesidades del país. Este documento incorpora una parte de connotación confidencial al contener las nuevas especificaciones técnicas y de seguridad detalladas para la producción de la cédula de seguridad personalizada en policarbonato y cédula de ciudadanía digital”, manifestó la entidad.
Ese documento de la Registraduría concluyó que el actual formato de cédula amarilla no se acoplaba a las necesidades actuales y era vulnerable a intentos de falsificación. Además, que era necesaria la implementación de una nueva plataforma para permitir crear una aplicación para servicios de autenticación facial para entidades externas. Es decir, crear un sistema de identificación biométrico. Frente a este último, la Registraduría explicó que en la actualidad no tenía una plataforma que permitiera soportar la transaccionalidad de demanda de diversos sectores (financiero, seguridad social, notarial, judicial, entre otros) que necesitan alternativas para validar la identificación de los usuarios.
Para la Registraduría, la plataforma debía tener una capacidad de realizar hasta 100 mil autenticaciones faciales al día y pudiera incrementar el número a futuro. El tema se comenzó a trabajar en 2018, cuando se buscó un programa de reconocimiento facial. La Registraduría estimó en ese momento que, al no ser posible desagregar el sistema de identificación dactilar, lo mejor era adquirir un software de reconocimiento biométrico, que es de propiedad intelectual de Idemia. Bajo esta línea, también justificó que continuar con Idemia para la creación de una aplicación de identificación en móviles. “Son los únicos que tienen el conocimiento para robustecer la plataforma tecnológica, permitiendo generar un documento de seguridad en policarbonato y digital”.
Frente a la producción de la cédula física, la Registraduría estableció que debía ser en policarbonato, el material más seguro para crear documentos en el mundo que no podía ser vulnerado ni destruido. Y a su vez, decidieron que una garantía adicional de seguridad era utilizar la técnica de impresión láser Lasink, la cual también es una marca registrada de Idemia en el mundo y que no puede ser operada por terceros. Según explicaron funcionarios de Idemia a este diario, se trata de una tecnología única en el mercado que utiliza un láser infrarrojo para imprimir bajo un algoritmo de color secreto sobre el policarbonato. Por el momento, solo hay una máquina en Colombia que garantiza una producción diaria de hasta 15 mil cédulas.
“Es un documento que ofrecerá una durabilidad de 10 años (para ir actualizando los datos biométricos) y graba el 100 % de la cédula de seguridad personalizada en bicarbonato (...) La tecnología Lasink es única en el mercado mundial y es adaptable al sistema nacional de identificación y registro civil, sin que sea necesario el uso de otros láser o elementos. Además, posee un algoritmo secreto que graba sobre las líneas de color, por lo que si se intenta vulnerar es imposible que coincida con sus líneas. De ahí que la textura de la matriz Lasink permite detectar intentos de adulteración sobre el documento muy fácilmente”, explicó la Registraduría. La nueva cédula, a su vez, tendrá un código QR como medida de seguridad adicional.
El contrato con Idemia se acaba el 31 de diciembre de 2020, sin embargo, se firmará de inmediato un contrato directo con esta para garantizar la continuidad de los sistemas y la producción de las nuevas cédulas, que podrán desactivarse ante una denuncia por robo o pérdida para salvaguardar la identidad de los colombianos. La tecnología que de ahora en adelante se usará en Colombia solo la aplican nueve países del mundo. “Colombia será un referente a nivel mundial en sistemas de identificación, no solo por la cédula en policarbonato, sino por la posibilidad de tener una aplicación con la cédula digital. Usted podrá decidir qué datos le muestra o no a quien le requiera su identificación”, dijo un directivo de la Registraduría.
Sobre los cuestionamientos de si se le entregó o no un contrato vitalicio a Idemia, la Registraduría respondió que tiene la facultad de cambiar a su contratista y la tecnología que se utilice. La entidad se reafirmó en que se tomó la mejor decisión, no solo para salvaguardar la seguridad nacional, sino porque la producción de la nueva cédula es más barata y segura, pues el policarbonato viene producido desde las fábricas de Idemia en Europa y solo en Colombia se puede personalizar. Por el momento no es obligatorio el cambio de cédula, pero quienes soliciten un duplicado recibirán el nuevo documento de identificación, que tendrá un costo de $52.000.