Lo primero que debe hacer antes de empezar a leer este artículo es darle una mirada a la siguiente imagen. En ella podrá ver una fotografía satelital de una popular playa en la ciudad de Santa Marta. Notará que es una playa muy particular. En el norte, donde se ve una gran mancha café, está la desembocadura de uno de los ríos que bajan desde la Sierra Nevada y que abastece de agua a la ciudad, el río Gaira. Si observa con un poco más detenimiento, verá que en la parte central hay una rareza: la playa parece partirse en dos.
Lo siguiente que debe hacer es comparar estas dos fotografías. La primera fue tomada en el 2006. Al deslizar hacia abajo aparece la segunda, la más reciente que muestra Google Earth, de 2022. El cambio es notorio: en solo 15 años el lugar pasó de tener solo unas construcciones a tener varios edificios. Los bloques blancos, de más de 20 pisos, reemplazaron a los parches de vegetación.
Vivir frente al mar es una fantasía que las constructoras suelen vender en Santa Marta. A principios de siglo, Playa Salguero, con solo unas casas de una o dos plantas, no estaba en sus planes de negocio, pero en cuestión de una década se transformó en un sitio muy atractivo para urbanizar. Hoy sus manzanas ya no son pedazos de humedal y de bosque seco tropical, sino edificios con piscina, terrazas, restaurantes y gimnasios en los que viven algunos residentes y, que, habitualmente, visitan personas de otras ciudades para veranear.
Reserva del Mar Bello Horizonte, de AR Construcciones, y Salguero Élite, de Urbanizadora Jiménez, son algunos de los proyectos que ahora ofrecen las compañías y que están próximos a levantarse. Sus lemas de venta son seductores: “Un nuevo estilo de vida a pocos pasos del mar”, “Un lugar para descansar y generar ingresos”.
Podría decirse que Playa Salguero cumple con esos requisitos. A diferencia del Rodadero, su sector vecino y uno de los más turísticos de Santa Marta, es un área que se ha librado de la congestión de los autos y las motos. Quien decida pasar unos días en alguna de las propiedades, también tendrá al alcance un par de supermercados, droguerías y algunos restaurantes. Solo detectará un “inconveniente”: es un sitio que poco a poco se ha quedado sin playa.
Esta fotografía, tomada a un vendedor ambulante en diciembre del 2022, resume la situación:
El vendedor está pasando justo al frente de una propiedad que antes era muy popular en la zona. Como recuerda Rocío García, oceanógrafa, profesora de la Universidad del Magdalena y dueña de una casa del lugar, con frecuencia la rentaban para celebrar cumpleaños y matrimonios. Tener una puerta con acceso al mar fue un privilegio del que gozaron sus dueños por años. Pero el destino les jugó una mala pasada. En la última década, Playa Salguero empezó a erosionarse a una velocidad que hoy tiene con los pelos de punta a más de un propietario.
Los dueños no son los únicos nerviosos. Los trabajadores que aprovechaban el turismo para guardar unos pesos en sus bolsillos, también están inquietos. “Yo, prácticamente, nací aquí. Llevo más de 40 años trabajando. Esto era una playa bonita, bonita, pero el mar ‘se vino’ hacia los edificios. Antes poníamos varias carpas en la que se sentaban turistas y residentes buscando sombra, pero ahora, con suerte, alcanzamos a poner solo cinco”, dice Fabián Bermúdez. “Llevo unos 32 años pescando y antes teníamos una playa grande, donde podíamos poner las lanchas después de regresar del mar. Pero, ahora, las tenemos que arrumar. A este paso, vamos a terminar poniéndolas en la calle porque de playa no queda mucho”, cuenta Junior, mientras alista su red para la faena.
Una oleada de errores
En la última década, Playa Salguero, con sus 1,5 kilómetros de longitud, ha entrado en la lista de puntos críticos de erosión costera identificados por el Invemar, el instituto vinculado al Ministerio de Ambiente que lleva a cabo investigaciones marinas y costeras. Desde su sede, a pocas cuadras de la playa, han producido varios informes que intentan explicar qué es lo que ha pasado en ese lugar.
Como suele suceder en los territorios donde hay erosión, en Salguero hay ciertas particularidades. Por un lado, hay unos elementos propios de ese fenómeno natural, pero, por otro, dice Camilo Botero, profesor de la Universidad Sergio Arboleda, ha habido una seguidilla de errores causados por varios responsables.
“La erosión, en realidad, no es más que un síntoma, pero, no es el problema. Solo nos muestra que algo está fallando y que hay cosas que no se han hecho bien”, dice Botero, PhD en Gestión del Agua y la Costa por la Universidad de Cádiz (España) y miembro de la Sociedad Geográfica de Colombia.
Para comprenderlo un poco mejor hay que regresar a la imagen con la que inició este reportaje. Salguero se ha formado gracias a los aportes de sedimentos del río Gaira, que está en la parte superior. Desde que nace en la Sierra Nevada de Santa Marta, los transporta hasta su desembocadura en el Mar Caribe. La arena que deposita es la que ha moldeado la playa, con ayuda de otros elementos como el viento, las corrientes o las mareas.
Pero así como a ese punto llegan millones de granos de arena, también terminan “perdiéndose”. Es un proceso que quienes estudian estas formaciones suelen llamar “balance sedimentario”. Para explicarlo, los geólogos usan un viejo ejemplo: “Imagínese que es una caja registradora en la que usted pone unos ahorros y luego los saca. Eso mismo sucede en una zona costera. Es un constante intercambio de ‘ahorros’, que no es otra cosa que los sedimentos que se acumulan en forma de dunas con ayuda del viento. Así, cuando se presentan procesos de oleaje, esas dunas le aportan arena a la playa”, explica David Morales, jefe de la línea marina y costera del Invemar.
Quienes construyeron las primeras casas en Salguero en la década del 70, cuenta Morales, también fueron testigos de un proceso erosivo. Durante una temporada el mar se “aproximaba” a sus hogares y, después de unos meses, “regresaba”. “Con ayuda de imágenes aéreas confirmamos que las condiciones de retroceso y avance de la costa respondían a procesos naturales”, añade.
Estas capturas, de 1975, de 2006 y de 2012, muestran que, en ese punto, se mantuvo por tres décadas una playa en buenas condiciones:
Pero la historia empezó a cambiar en esos años. Es difícil precisar una fecha porque nunca se hicieron análisis para saber cuál era el “balance sedimentario”, pero una serie de factores coincidieron para acelerar la erosión. Uno de ellos, como lo consignó el Invemar en un informe de 2016, cuando lanzó la primera alerta de erosión costera de Salguero, tiene que ver con el estado del río Gaira. El bajo nivel de su caudal dejó de aportar la misma cantidad de arena. El deterioro de la cuenca hidrográfica, la tala de árboles, la remoción de sedimentos y la interrupción de su flujo para construir obras, fueron algunos de los elementos que afectaron al afluente. Quienes viven en Santa Marta están acostumbrados a que, cada tanto, se publiquen noticias que les recuerdan el mal estado de salud del Gaira.
Por esos años, las constructoras también descubrieron que Salguero podía ser un buen lugar para expandir su negocio. Mientras que en 2012 ya había un par de edificios frente al mar, en los años posteriores, la urbanización creció a un ritmo frenético.
“El desarrollo urbano en el sector playa Salguero juega un papel fundamental en lo que respecta a las modificaciones en la circulación de los sedimentos del área. La construcción a menos de 50 metros sobre la zona de playa obstaculiza la circulación natural de material sedimentario transportado por las olas, corrientes, marea y vientos, propiciando desequilibrios sedimentarios importantes que aumentan la erosión”, fue otra de las conclusiones a las que llegó el Invemar en 2016.
Para el profesor Camilo Botero el gran error fue, justamente, ese: permitir que se construyeran edificios tan altos y tan cerca al mar. “Hasta el 2010, más o menos, teníamos dunas bien conservadas, pero empezaron a construir sobre ellas y alteraron todo. Así, la caja registradora empezó a quedarse sin ahorros”, dice.
La construcción de aquellos edificios generó otro problema. “Al no planear bien lo que levantaron, ahora entre ellos se forma un embudo que aumenta la velocidad del aire. Ese fenómeno, que llamamos efecto Venturi, desplaza la arena mucho más lejos de lo que usualmente lo haría. Por eso, hoy la arquitectura costera recomienda construcciones escalonadas, no ese tremendo error de Salguero”, añade.
Esa situación, a sus ojos, ha dejado interrogantes en el aire que nadie ha podido resolver: ¿Por qué la administración al frente de la ciudad de Santa Marta permitió esas construcciones de esa época? ¿Cómo es posible que las compañías inmobiliarias no supieran la equivocación que estaban cometiendo? ¿Para qué servían los curadores urbanos en ese entonces? “Todos ellos son los responsables. En el fondo, el problema es que no tenemos una regulación costera en Colombia. Ni siquiera hay una Ley de costas y facilita que se salten las normas del Plan de Ordenamiento Territorial”, puntualiza Botero.
En 2016, la erosión de la playa empezó a hacerse tan notoria que algunos dueños de apartamentos decidieron resolver el problema por sus propios medios. Pero su solución, solo terminó de arruinar a Playa Salguero.
¿A quién se le ocurrió la mala idea de dividir una playa?
Hoy Playa Salguero está dividida en dos pedazos. El primero tiene unos 350 metros y va desde la desembocadura del río Gaira hasta un edificio llamado Playa Linda, construido entre 2009 y 2010. El otro trozo tiene alrededor de 1,15 kilómetros e inicia en Playa Linda y culmina en un acantilado de rocas duras conocido como Punta Gloria.
La diferencia entre ambos es evidente: el primero tiene una playa amplia, mientras que el segundo solo cuenta con algunos fragmentos, que varían de tamaño según la temporada. Lo que explica este fenómeno es un espolón que algunos residentes decidieron construir en 2016. Nadie sabe con precisión quiénes hicieron esa obra -que consiste en poner varios costales rellenos de concreto de manera perpendicular a la línea costera-, pero cambió por completo la dinámica de los sedimentos.
Para decirlo de una manera muy simple, esa barrera capturó la arena que provenía del río Gaira, lo que permitió la formación de ese pedazo de playa. Pero, “desconectó por completo el aporte de sedimentos del río al resto de Salguero y generó un desbalance en el costado sur”, explica Morales, del Invemar. Y lo hicieron, como confirma el capitán José Andrés Díaz, director del Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas del Caribe (CIOH) de la Dimar (la autoridad marítima), sin ninguna autorización y, mucho menos, sin algún tipo de estudio.
Aunque varios habitantes aseguran que fueron los residentes del edificio Playa Linda quienes mandaron a hacer el espolón, no hay pruebas que los relacionen con la obra. El Espectador visitó ese edificio para conversar con el administrador, pero fue imposible contactarlo. Dejamos nuestros datos al personal de seguridad con la promesa de lograr una llamada, pero, hasta el momento, había sido imposible establecerla.
En todo caso, esos bloques de concreto interrumpieron lo que los científicos llaman el transporte litoral, el proceso responsable de mantener la estabilidad de la playa. Esa mala decisión condujo a que en 2016, como lo reportó el Invemar, el mar se llevara los postes del alumbrado que estaban sobre la costa. También afectó otro tipo de infraestructura, cuyos restos hoy reposan sobre la arena, la basura y el agua.
Todo ese cúmulo de equivocaciones ha desembocado en una situación inquietante: la playa ha perdido, en promedio, unos cuatro metros cada año. Y las proyecciones del Invemar sobre lo que podría suceder en 2024 y 2029 podrían trasnochar a cualquiera que transite o viva en el costado sur de la playa: podría haber un avance progresivo de la erosión en el 90% de la línea de la costa. Mientras tanto, el costado norte se recuperaría.
¿Qué hacer para evitarlo? Sobre la mesa se han barajado algunas propuestas acompañadas de varios ceros a la derecha, pero ninguna parece ser del todo clara y efectiva.
Falta un poco más de ciencia
Arieh Kaplan es un tipo conocido en Playa Salguero. Es difícil encontrar a algún trabajador o residente que no lo identifique. Mientras camina, con sus 60 y pico de años, algunos lo detienen para saludarlo y agradecerle por el rol que decidió asumir en este proceso.
Luego de cambiar, en 2015, a Bogotá por un apartamento de esta zona, Kaplan empezó a indagar las razones por las que el mar se aproximaba cada vez más a los edificios. “Quedé muy, muy preocupado”, cuenta mientras toma un café hirviendo.
Tras crear el grupo Salvemos las playas de Santa Marta, que siguen más de 3.700 personas en Facebook, Kaplan decidió asumir la vocería de sus vecinos para encontrar una manera de resolver ese problema. Su gestión lo llevó a liderar, desde hace unos nueve meses, una de las dos veedurías que le sigue la pista al proceso con el que la Alcaldía y el departamento, por orden del Consejo de Estado, debe atender la erosión costera.
En el 2022, Kaplan y el resto de habitantes de Salguero empezaron a ver el resultado de su presión. Los primeros días de marzo del 2022, la alcaldesa Virna Johnson socializó los resultados de un estudio que lideró su equipo. En su presentación mostró las fotografías de un "render" en el que se veía a Playa Salguero convertida en un lugar con dos diques y seis espolones más.
Pero la decisión no cayó nada bien entre la comunidad ni entre quienes han estudiado lo que sucede en ese punto del Caribe. “La imagen se ve muy bonita, pero es la peor decisión que pueden tomar. Yo no puedo creer que insistan en hacer más espolones a estas alturas, cuando hay mucha literatura que nos muestra el error que cometimos en el pasado”, replica Botero. “Además de destruir el paisaje, una obra de esas genera un riesgo tremendo para los bañistas; puede haber un accidente”.
Kaplan también vio con sorpresa que la Alcaldía insistiera en poner más espolones y criticó la decisión en medios locales. La discusión condujo a esa entidad a aceptar otras opciones, aunque, como señala María Victoria Moscarella, encargada de la Oficina de Gestión Del Riesgo y Cambio Climático de la Alcaldía de Santa Marta, aún no la han descartado por completo. Por el momento, la están analizando con más detalle; requeriría una inversión de $147 mil millones.
Aunque tan solo es una propuesta, las constructoras hoy promocionan esas imágenes para cautivar a compradores de los nuevos proyectos que esperan levantar a un par de cuadras del mar. En Salguero Elite, del Grupo Empresarial Jiménez, aseguran, por ejemplo, que la “remodelación” de la playa es un hecho que no tiene marcha atrás. Dicen, incluso, que ya tiene recursos asignados.
En los últimos meses, ante la discordia, entró a la baraja de soluciones otra alternativa que Kaplan ha impulsado y defiende: la construcción de un proyecto piloto de geotubos que, cuenta Moscarella, se instalarán al frente del edificio Ámbar Oceanic (al sur de la playa). Elaborados con “un geotextil de gran calidad”, estarán dentro del mar a 50 metros del borde de playa. La idea es llenarlos con arena del río Gaira para luego “hacer un riego” de 2.300 metros cúbicos de arena y así generar playa frente al edificio. “Será el inicio para el proyecto mayor que abarcará toda la línea de costa de Playa Salguero”, asegura Moscarella.
Pero no todos están convencidos de la utilidad de esa propuesta. El capitán Díaz, del Centro de Investigaciones Oceanográficas e Hidrográficas del Caribe (de Dimar), resume su inquietud con un par de frases: “Si no hay estudios, ¿para qué hacemos obras de infraestructura? Hay que ser muy cuidadosos porque la cura puede resultar más grave que la enfermedad. Necesitamos estudios responsables y completos, que incluyan la dinámica de las aguas profundas”. En el Centro, dice, no han evaluado con detalle esa opción.
Morales, del Invemar, cree algo similar, pero prefiere ser prudente al opinar sobre ese proyecto. “Cuando se tome una decisión, nuestra recomendación es tener estudios técnicos suficientes y mucha claridad sobre lo que se va a hacer. Nosotros continuamos promoviendo soluciones basadas en ecosistemas, como la recuperación de la vegetación y de la cuenca del río Gaira. También es clave definir, en términos de urbanismo, qué se puede permitir y qué no aquí”.
Por lo pronto, quienes residen en Salguero no tienen otra salida que esperar. A diferencia de otros meses, en esta temporada de fin de año lo pueden hacer sobre una playa más extensa de lo habitual. Gracias a las lluvias que alimentaron al río Gaira, han podido caminar en familia por la arena, mientras sortean con dificultad a “la loca”, como llaman los samarios a los fuertes vendavales de diciembre.
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Este reportaje se produjo con el apoyo de la Internews’ Earth Journalism Network