Antonio Roldán, un gobernador en la memoria

El 4 de julio de 1989, un atentado terrorista acabó con la vida del entonces gobernador de Antioquia, Antonio Roldán Betancur.

María Alejandra Moreno T.
04 de julio de 2019 - 03:36 p. m.
Antonio Roldán Betancur el día que se posesionó como Gobernador de Antioquia. / Archivo particular
Antonio Roldán Betancur el día que se posesionó como Gobernador de Antioquia. / Archivo particular
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Antonio Roldán Betancur nunca pensó que iba a morir de forma violenta. Siempre creyó que quienes fallecían de esa forma algo malo habían hecho. Sin embargo, el 4 de julio de 1989, hace 30 años, cayó en un atentado del narcotráfico. Iba a encontrarse con su hermano Jesús María en su despacho. Después tenía una cita con el padre Nolasco Múnera para conversar asuntos de su pueblo natal, Briceño. Sus hijas Natalia y Daniela también se quedaron esperando su regreso.

El destino le jugó una mala pasada. Los victimarios confundieron la caravana de sus escoltas con el equipo de seguridad del director de la Policía Antioquia, coronel Valdemar Franklin Quintero, por esos días objetivo principal de Pablo Escobar por haber detenido a su esposa. El alto oficial se movilizaba en un Mercedes-Benz igual al del gobernador y transitaba por la misma ruta. Los sicarios equivocaron los carros y volaron el del gobernador con 100 kilos de dinamita.

Confusión o no, hoy la conclusión es de Rosal Roldán, hermana del gobernador: “Fue una excusa fácil del Gobierno porque en ese tiempo todo se le atribuía al capo. Lo cierto es que nos dejaron sin una persona que solo le interesaba ayudar a la comunidad”. Y realmente Antonio Roldán tenía miles de proyectos para su departamento y disposición para realizarlos con el carisma y la jovialidad que siempre lo caracterizaron.

Un liderazgo que empezó a demostrar desde su infancia en la escuela Pedro Olarte Sañudo. Organizaba desde los partidos de fútbol hasta los bazares del plantel. “En una ocasión, durante un acto cívico, los profesores revisaban que el uniforme estuviera impecable y uno de ellos observó que los zapatos de Antonio no brillaban. Entonces lo envió a casa a embetunarlos. A su regreso, le entregó una mención por su excelencia académica. Mientras la recibía dijo que cuando fuera grande iba a regalar cajas de betún a muchos niños para que siempre tuvieran sus zapatos brillantes”, recuerda su hermana.

Su norte personal fue luchar por la igualdad y los derechos de la sociedad. Lo hizo durante sus primeros años de medicina en la Universidad de Antioquia cuando estuvo vinculado al consejo estudiantil. Lo repitió como presidente del equipo de fútbol o como fundador del periódico Gamma 69, desde donde denunció malos manejos administrativos, falencias en el sector salud o falta de acceso a recursos básicos en la población.

“Siempre fue amable, abierto, un ciudadano excelente”, manifiesta Hernán Mira, compañero de universidad. Con un carácter que se formó en el núcleo familiar. Su padre murió cuando tenía cinco años. Su hermano mayor Raúl rompió su compromiso matrimonial porque heredó una familia. Cada hermano ayudó al otro para estudiar. Su hogar fue un ejemplo de paciencia, cultura y respeto. Su modelo fue su hermano Arturo, quien llegó a ser representante a la Cámara y concejal del municipio de Apartadó

Fue un médico que trabajó activamente por el deporte y la educación, pero fue asesinado un sábado en Apartadó, antes de ir a su consultorio. Fue la peor noticia que recibió Antonio Roldán. Tanto que quiso continuar su labor. Por eso fue médico en el mismo municipio, concejal, diputado a la Asamblea de Antioquia, un enamorado de Urabá que siempre trabajó por sacar a delante esta zona que para él y su hermano era el futuro de Colombia.

Estando en Urabá, el entonces gobernador Fernando Panesso lo designó como jefe seccional del Servicio de Salud. “Vi en él optimismo frente a la vida, ganas de hacer las cosas, un hombre con carisma que le gustaba ayudar a las personas”, recuerda Panesso, hoy embajador de Colombia en Turquía. Se hicieron grandes amigos, trabajaron juntos en un proyecto de vacunación. “Antonio estaba feliz por ver a los niños vacunados, ayudamos a los más necesitados”, expresa.

Así empezó su carrera pública. Primero como dirigente regional de Coldeportes. “Cuando estuvimos en la universidad conseguíamos los recursos para poder jugar, pero él era un líder con gran poder oratorio. Él sabía que el deporte unía a las familias y que mejoraba la calidad de vida de la gente. Por eso siempre trabajó durante su vida en este tema, además porque era una persona con muchos ánimos de ayudar a la gente”, recalca su amigo Winston Tobón.

A los 25 años fue nombrado alcalde de Apartadó, después dirigió la Corporación para el Desarrollo de Urabá. Luego fue gerente del Atlético Nacional de Medellín. “Era enfermo por su equipo, era una delicia verlo sufrir o cantar un gol, era un ser humano muy especial, siempre amó a su equipo y cuando Nacional ganó la Copa Libertadores de América fueron los días más maravillosos de su vida”, recuerda el embajador Fernando Panesso.

El 18 de agosto de 1988 fue nombrado gobernador de Antioquia por el presidente Virgilio Barco. “Estaba convencido que la educación, la salud y el deporte eran la base para tener una sociedad fuerte”, señala Jesús María, otro de sus hermanos. Se posesionó el 22 de agosto a las 2:30 de la tarde en la Plazoleta José María Córdova, acompañado de su esposa Gloria Alzate, quien tenía siete meses de embarazo y de Natalia, su hija mayor.

“Siempre me sentí orgullosa de ser su esposa”, refiere Gloria Alzate. Se conocieron en Urabá cuando Antonio recorría los pueblos haciendo campaña. “Llegó con unos amigos y sentí que Cupido me flechó. Fue algo inexplicable, me enamoró su alegría, su espontaneidad, su liderazgo, su inteligencia”. Fue una relación intermitente hasta que él le propuso matrimonio antes de un viaje a Argentina para un proyecto deportivo. Se casaron el 12 de agosto de 1983 y pronto llegó Natalia, la hija mayor.

Durante sus once meses como gobernador de Antioquia su énfasis fue Urabá y su su pueblo natal Briceño. A esta localidad le llevó el alumbrado público y ayudó a la reconstrucción de su iglesia. El día que se colocó la primera piedra, el padre Nolasco Múnera mandó hacer una placa y sucedió algo increíble. Él mismo lo recuerda: “El día de la inauguración detecté que había un error en la fecha y Antonio lo vio de inmediato. Decía 4 de julio en vez de 4 de junio y dijo: “Algún significado tendrá” Un 4 de julio murió en Medellín.

El último fin de semana de Antonio Roldán Betancur lo vivió en San Jerónimo. “Estuvo feliz y se la pasó nadando con Natalia. Volvimos el lunes en la noche. El martes no quería levantarse pero tenía Consejo de Seguridad. Salió y 15 minutos después detonó la bomba. Cuando explotó empecé a gritar. Yo sabía lo que había sucedido. Al rato llegó un amigo a confirmarlo. Es un dolor que no va a pasar nunca”, manifiesta su esposa Gloria Alzate.

En sus manos quedó el texto que iba a leer ese día en el consejo de seguridad: “El derecho a la vida es el derecho fundamental del hombre, pero la violencia irracional sigue mancillando cada día ese sagrado derecho. Razón tenía Héctor Abad Gómez cuando anotaba que no es matando guerrilleros, soldados, hombres de bien, como vamos a salvar a Colombia. Es matando la pobreza, la ignorancia y el fanatismo, como podemos mejorar el país”.
 

Por María Alejandra Moreno T.

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