Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
“Quiero situarme en los umbrales de la muerte/ para saber que siente un mártir/ cuando en la congoja de su vida luchadora/ penetran en su cuerpo las mordaces/ y asesinas balas del silencio”. Estos fueron algunos de los últimos versos que escribió el líder sindicalista Manuel Gustavo Chacón antes de que 36 balas acabaran con su vida el 15 de enero de 1988 en Barrancabermeja, Santander. Luego de casi tres décadas, a los responsables del asesinato del reconocido miembro de la Unión Sindical Obrera (USO) no les ha llegado la justicia.
“Manuel Gustavo tenía la costumbre de ir cada mañana a la cama de cada miembro de la familia y despedirse de beso. El día que lo asesinaron, extrañamente, estando ya en la puerta de la casa se devolvió y repitió su rutina. Recuerdo que se acercó a mí y medió nuevamente el beso de siempre. No sé por qué, pero sentí algo extraño. Diferente. Sentí como si fuera una despedida para siempre”, le contó a El Espectador, Maria Elisa Uribe, esposa de Chacón. El reconocido líder obrero venía siendo amenazado desde hace cuatro años. Sus familiares recuerdan que tuvo dos atentados más antes de su asesinato y, constantemente, recibían cartas y coronas de flores anunciando su inminente muerte.
Luego de descender de un auto azul, varios sicarios descargaron sus armas contra Chacón cuando salía de cobrar su sueldo en el Banco Popular de Barrancabermeja. Aunque los hechos no son muy claros, testigos del caso aseguraron que los hombres que realizaron el crimen salieron del batallón de la Armada de –el cual quedaba a pocas cuadras de donde cayó Chacón- y luego de perpetrar el crimen volvieron a la guarnición militar. Incluso, el único culpable que la justicia señaló fue el conductor del vehículo en donde se habrían movilizado los sicarios, el suboficial de la Armada, Pablo Francisco Pérez Cabrera. El miembro de la Fuerza Pública recibió una sentencia de dieciséis años de cárcel por el asesinato del líder sindical.
Sus familiares, además de señalar que Pérez Cabrera fue el chivo expiatorio del crimen, relatan que cuando la ciudad supo que Chacón había sido asesinado, la población se lanzó a la calle y durante cinco días se mantuvo en paro. Barrancabermeja, que para la época la Fuerza Pública mantenía un pie de fuerza solido para controlar las movilizaciones sociales en el municipio, fue escenario de los choques entre los uniformados y la población (movimientos sociales, campesinos y estudiantiles). Catalogaron el episodio como "una pequeña guerra civil".
“No se quiso aceptar que el asesinato de mi padre fue un crimen de Estado. El mismo aparato estatal adujo que Pérez Cabrera había sido desvinculado de la Fuerza Pública dos días antes del crimen”, le aseguró a este diario Marco Chacón Uribe, hijo mayor de Manuel Gustavo. Otra de las acusaciones que hace el familiar del líder sindical es que uno de los testigos del caso fue asesinado y que el sistema de justicia de la época funcionaba con jueces y testigos sin rostro, lo cual dificultó la investigación. “Nosotros no esperamos que las instituciones de justica avancen en el caso de mi padre, cuando fue el propio Estado el que patrocinó su homicidio. Solo queremos que el legado de mi padre se mantenga vivo”, puntualizo Marco Chacón.
El líder sindical, reconocido por sus poemas, se volvió blanco de amenazas cuando empezó a liderar los movimientos sociales, obreros y campesinos en Barrancabermeja. Aunque Chacón, según sus familiares, nunca estuvo afiliado a ninguna corriente política, tenía vocación de líder innato y una disposición de servicio a la comunidad inagotable. “Manuel Gustavo sufría mucho cuando no podía ayudar. Él, a diferencia de otros líderes, no solo se caracterizaba por ser un gran orador, sino por las acciones que hizo”, aseguró su esposa.
El líder sindical, oriundo de Charalá (Santander), arribó a Barrancabermeja en 1977 cuando dos compañeros lo invitaron a presentarse a una convocatoria del Sena para trabajar con Ecopetrol. Aunque el menos interesado era Chacón, fue el único que clasificó de sus compañeros. Con los años Chacón se erigió como un referente de la USO en Barrancabermeja y de los movimientos sociales que se gestaron en la época en esa región del país.
Dos años después del asesinato de Chacón, el Eln creó el frente urbano Manuel Gustavo Chacón en Santander. Las autoridades, quienes calcularon que el grupo lo conformaron hasta 35 milicianos en sus inicios, desmantelaron la agrupación guerrillera en 2007. A la célula elena le atribuyeron de 41 secuestros, 27 asesinatos, 10 atentados contra el gasoducto, la voladura de 9 torres de energía y la destrucción de 30 carros que fueron incinerados en las troncales de La Paz y la Costa Caribe. "Claramente el grupo tomó el nombre de mi padre sin la aprobación de la familia. Esto produjo que durante años fueramos estigmatizados".
Ayer, en aquella plaza de Telecom donde hace 29 años fue asesinado Chacón, familiares y compañeros de la USO realizaron un acto para rendir memoria al legado que dejó el líder sindical. Hernando Hernández, otra de las caras visibles de los sindicatos en Colombia durante los años 80, recordó a su compañero El Loco, como era conocido popularmente Manuel Gustavo. “Él es un icono en la lucha sindical, en la lucha obrera (…) nos inculcó que había que estrechar lazos con el movimiento popular, de él aprendimos eso: a trascender de la lucha sindical e involucrarnos fuertemente”, afirmó Hernández.