Así comenzó la búsqueda de 459 desaparecidos en La Escombrera en Medellín
La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) inició las labores de búsqueda en La Escombrera entre sonidos de camiones. Podría ser el primer paso para terminar con 20 años de incertidumbre por los desaparecidos de la Comuna 13, cuyos cuerpos tal vez se encuentren allí.
Daniel Osorio Posada
Una retroexcavadora amarilla mueve su largo brazo sin tocar la tierra, mientras decenas de familiares de desaparecidos dedican unas palabras a su ser querido que esperan que se encuentre debajo de ellos. Fotografías de desaparecidos en la Comuna 13 desde finales de los noventa hasta inicios de 2000 se ondean con el viento frío de la cima de las laderas de Medellín. En La Escombrera se estima que hay al menos 459 de desaparecidos, y ayer la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) dio inicio a las labores de búsqueda, que durarán un año, en un lugar que ha sido llamado una de las más grandes fosas comunes del país.
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Una retroexcavadora amarilla mueve su largo brazo sin tocar la tierra, mientras decenas de familiares de desaparecidos dedican unas palabras a su ser querido que esperan que se encuentre debajo de ellos. Fotografías de desaparecidos en la Comuna 13 desde finales de los noventa hasta inicios de 2000 se ondean con el viento frío de la cima de las laderas de Medellín. En La Escombrera se estima que hay al menos 459 de desaparecidos, y ayer la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) dio inicio a las labores de búsqueda, que durarán un año, en un lugar que ha sido llamado una de las más grandes fosas comunes del país.
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La disposición del evento dejó descubierto un pequeño pedazo de tierra, del que no se podían ver más de 10 metros de ancho. Allí estaba la retroexcavadora acompañada por funcionarios de la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD) que estaban esperando a que llegara el punto de la agenda en donde debían comenzar a excavar. Dos funcionarias de la Alcaldía de Medellín vestidas de rosado y fucsia esperaban el momento para repartir órdenes.
Al fondo, en un escenario, los magistrados de la JEP, y encima suyo se veía el montaje del espectáculo que sucedería en algunos minutos. Las familias de decenas de víctimas de desaparición forzada pasaban al micrófono a contar durante unos minutos sus esperanzas y prevenciones sobre la posibilidad de encontrar a sus seres queridos. Los ruidos de los camiones de la constructora El Cóndor S. A., que bajaban y subían escombros alrededor de los 41.500 metros cúbicos donde se supone que es más probable que estén los cuerpos de los desaparecidos, no dejaban escuchar con claridad las intervenciones de las organizaciones sociales, las víctimas y los magistrados.
Desde que ocurrió la Operación Orión en el occidente de Medellín, en 2001, el terreno de La Escombrera, como lo indica su nombre, ha recibido toneladas de escombros que han impedido que se exhumen los restos que habría allí de víctimas de torturas y desaparición forzada. De acuerdo con la JEP, entre 2002 y 2003 fue el período con más reportes de desaparición forzada en la Comuna 13 de Medellín, con 192 casos, lo que corresponde a casi la mitad de los reportes registrados entre 1978 y 2016.
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Durante la Operación Orión, para muchos la incursión militar urbana más grande en la historia de Colombia, el 16 y 17 de octubre de 2002, cerca de mil hombres armados pertenecientes a la Policía, agentes de inteligencia, del Ejército, del CTI y del extinto DAS, así como integrantes del bloque paramilitar Cacique Nutibara, se tomaron siete barrios de la Comuna 13 para eliminar a las milicias guerrilleras de Medellín. Durante la operación, cientos de habitantes de estos barrios fueron víctimas de desplazamiento, desaparición, homicidio y otras formas de violencia.
Los camiones, que trabajan recogiendo los escombros y material de construcción, sirvieron como sonido de ambiente para que los magistrados, liderados por Gustavo Salazar, presidente de la Sección con Ausencia de Reconocimiento, atendieran los históricos llamados de las familias de las víctimas. Los motores de las volquetas sonaban mientras las 23 camionetas y 3 busetas que transportaron a los asistentes, compuestos por víctimas, organizaciones sociales, representantes del Estado, miembros de la JEP y prensa, miraban sus celulares durante las intervenciones.
Los magistrados y delegados del Ministerio Público tomaron asiento en sillas de casa de banquetes, mientras que las personas que pertenecen a Mujeres Caminando por la Verdad, que estaban uniformadas con camisas que pedían encontrar a sus familiares y con las fotos de estos colgando de sus cuellos, se amontonaban en decenas de sillas blancas de plástico entre las primeras cuatro filas. Detrás de ellos estaba la prensa, saltando entre el pantano formado de las toneladas de tierra removida y el agua de la lluvia de Medellín.
Después de que las familias de los desaparecidos les entregaran a los magistrados, vestidos con togas negras en plena zona de construcción, un reloj de arena simbolizando el tiempo que han esperado para encontrar a su ser querido, la organizadora del evento dio la orden de dirigirse hacia un montículo de tierra en la parte de atrás de la carpa donde se llevó a cabo la audiencia para enseñar el pequeño montículo donde estaban agrupadas la retroexcavadora y sus operarios de la UBPD esperando la orden para iniciar las labores.
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Esta diligencia ocurre después de que la Fiscalía realizara una búsqueda que no arrojó frutos en 2015. Por eso la JEP acogió la recomendación que le hizo esa entidad, de realizar otra búsqueda en estos nuevos polígonos. La búsqueda será posible gracias a una orden de 2020 que inició las labores forenses que permitieron identificar, junto a los testimonios de paramilitares, que allí probablemente se encuentren los cuerpos de desaparecidos, entre la tierra removida por años para extraer y disponer restos de construcción y escombros de empresas de la capital de Antioquia.
Mientras la delegada de la UBPD daba datos de las operaciones de exploración que se adelantaran en estos puntos, los encargados de la excavación plantaban tres pilones de madera que anteriormente ya estaban ubicados allí para delimitar el polígono. Diana Osorio, esposa del alcalde de Medellín, Daniel Quintero, grababa un video en el que dejaba registro de su presencia en el evento y salió del lugar antes de que finalizara el primer acto del día.
La protección de este terreno en 2020 llegó después de que zonas como El Cebollal, La Cantera y La Laguna fueran alterados en el pasado. En estos puntos, según los testimonios de exparas, se realizaban torturas y desapariciones en un comando paramilitar que participó en los hechos de la Operación Orión. En su momento, la JEP pidió una respuesta a algunas instituciones por el histórico desinterés de las administraciones locales para atender las desapariciones que se presentaron en la Comuna 13 en esa operación militar.
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Al fondo, unos 30 metros debajo de la tarima donde se presentó el evento, 21 camiones de carga estaban parqueados, casi esperando a que montaran a las familias de las víctimas en las busetas en las que llegaron a la parte más alta del occidente de Medellín. Las volquetas rodeaban el centro de operaciones donde la constructora recoge material para sus proyectos, mientras tanto una sola volqueta verde de la Alcaldía esperaba a que los periodistas terminaran sus preguntas para volver a cargar las placas de madera, los cables, las sillas, los carteles y los equipos, y dejar que las volquetas de abajo siguieran con el trabajo que ha perpetuado por casi 20 años la ausencia de respuesta a las víctimas de la Comuna 13.