Así fue el simulacro de Comisión de la Verdad de los sobrevivientes de la Unión Patriótica
El ejercicio fue organizado para conmemorar a las víctimas de ese partido y para prepararlas ante la posibilidad de participar en la Comisión de la Verdad que contemplan los acuerdos de La Habana.
María Paula Rubiano
Cuatro comisionados. Cuatro víctimas narrando cuatro masacres de las 100 que vivió la Unión Patriótica (UP) entre 1985 y 2005. Recostados contra las paredes, las figuras en tamaño real de las víctimas de la UP. Asesinados, desaparecidos, torturados. En total fueron 6.528. Pero hubo sobrevivientes. De las masacres, por ejemplo, quedaron vivas 118 personas. Cuatro de ellas participaron en el simulacro de una vomisión de la verdad que organizó la Corporación Reiniciar en conjunto con la Coordinación Nacional de Víctimas y Familiares de la UP. (Vea aquí: La Unión Patriótica, el primer intento de las Farc por hacer política)
El objetivo: preparar a los sobrevivientes del exterminio que sufrió ese partido político para contar la verdad. Sin matices, sin omisiones por temor a las represalias, sin miedo. La verdad. (En fotos: Sobrevivientes de la UP marcharon en Bogotá para respaldar acuerdo de paz)
En el centro de convenciones Gonzalo Jimenez de Quesada, en Bogotá, víctimas y sobrevivientes del genocidio de la Unión Patriótica se reunieron para escuchar los testimonios de víctimas de El Golazo (Antioquia), La Plata (Huila), la sede de la Juco (Medellín), Piñalito (Meta) y dos ocurridas en el corregimiento de Estados Unidos (Cesar). Es la primera de cuatro sesiones de comisiones de la verdad, que se harán en las regiones más golpeadas por el ataque sistemático contra los militantes.
“Nos hemos concentrado en el punto de la verdad porque en la demanda que en este momento estudia la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el genocidio de la Unión Patriótica, solicitamos como parte de las medidas de reparación una comisión de la verdad. Entonces en noviembre del año pasado decidimos alistarnos, ya sea para participar en la Comisión de la verdad de los Acuerdos de La Habana, o en la Comisión de la verdad de la UP”, explicó Jahel Quiroga, directora de la Corporación Reiniciar.
No fue fácil elegir las cuatro masacres que harían, por primera vez en el país, el ejercicio de dar testimonio ante una comisión que busca esclarecer las causas y los responsables de crímenes de un conflicto armado. “La Comisión es simulada, los testimonios son reales”, repitió en varias ocasiones Jahel Quiroga en la instalación del evento. De acuerdo con los registros de Reiniciar, el ataque sistemático que sufrió la UP desde 1984 dejó 567 muertos en masacres, que se concentraron Urabá (33 masacres), Meta (22), Santander (8); y golpearon también al Magdalena Medio y Guaviare.
Finalmente, le dijo Quiroga a este diario, se eligieron 10 casos en los que hubo sobrevivientes, y al final, tras una segunda selección, se escogieron los cuatro finales. La masacre de Piñalito, por ejemplo, ocurrió el 21 de febrero de 1988, cuando varios hombres armados entraron disparando a eso de la una de la mañana, contra los 150 simpatizantes de la UP que se encontraban reunidos en una celebración en una gallera, antes de las elecciones de alcalde de ese año. Mataron 14 personas, entre ellas, una mujer embarazada y un niño de seis años.
“Después de las ráfagas de disparos, comenzaron a llamar lista. Mi nombre lo dijeron, pero yo estaba escondido en un zaguán después de que me hirieran la pierna. Al frente mío estaba una señora embarazada, que era la tesorera del inspector de Policía de Piñalito, que media hora antes había ido a la gallera con una mujer y tres hombres desconocidos. A ella la mataron frente a mí, porque los había reconocido”, le contó uno de los sobrevivientes a El Espectador.
Alejandro Valencia, uno de los cuatro comisionados, y quien ha participado en las comisiones de la verdad y de la reconciliación de Paraguay, Perú y Guatemala; rescató que la importancia de este ejercicio es que “las víctimas que eventualmente vayan a una comisión de la verdad sepan lo que les van a preguntar y qué es lo que deberían decir. Qué cosas son importantes, qué deben tener en cuenta. Por ejemplo: una comisión no solo pregunta sobre hechos de violencia, sino sobre impactos, sobre mecanismos de resistencia, cuáles son las demandas de reparación”.
Para prepararse, las víctimas asistieron a cuatro sesiones en las que, además de conocer las comisiones que se han realizado alrededor del mundo, psicólogos y abogados de Reiniciar los instruyeron sobre la forma de contar los hechos, teniendo en cuenta otros contextos y asesinatos que su región estuviera viviendo en el momento de los crímenes. En el caso de la vereda Piñalito, por ejemplo, es importante mencionar que solo siete meses después de la masacre en la gallera, fue asesinado el alcalde del municipio, Julio Cañón, quien era militante de la UP.
“La verdad es la primera víctima en un conflicto armado”
Alejandro Valencia señaló que en Colombia la magnitud de la catástrofe social que deja tras de sí 50 años de guerra “sobrepasa cualquier ejercicio de verdad que se haya llevado a cabo en el mundo, no solo por la duración, sino por el tipo de violaciones cometidas y por la complejidad y la cantidad de actores armados que han intervenido”. A lo que se le añade el panorama presente: asesinatos de líderes sociales y un ambiente político polarizado.
El hecho de que en varias regiones del país aún existan actores armados que atentan contra la vida de defensores de derechos –muchos de ellos, cercanos a la izquierda democrática– pone en riesgo el trabajo que eventualmente realizaría una Comisión de la Verdad, dijo Eric Sottas, exdirector de la Organización Mundial Contra de la Tortura (OMCT) y otro integrante de la comisión de la verdad simulada el pasado viernes.
“El Estado debe garantizar la seguridad de las víctimas que cuenten los hechos –e inevitablemente con esto, acusen- para que el miedo no se interponga en sus testimonios. Y no solo se trata de garantizar su seguridad durante el tiempo de la Comisión, sino por fuera de esta”, dijo Sottas. Añadió que en aras de un funcionamiento efectivo de todo el aparato de justicia que propone el acuerdo tal y como esta, es necesario que la Comisión de la verdad se articule con el Tribunal de Paz, pero al mismo tiempo conserve su independencia del mismo.
“Es importante que no ocurra lo que ocurrió en Sierra Leona, en donde la Comisión de la Verdad generó muy buenos archivos, pero no hubo dinero para reparar a las víctimas. Y adicionalmente, el sistema de justicia solo juzgó a los más altos responsables, una docena de personas. Esto no permitió la reconciliación. Allí hablé con víctimas que me decían 'voy a esperar un momento para eliminar a quienes asesinaron a mi gente de manera tan cruel’. No hay perdón”, explicó Sottas.
El ejercicio realizado por la Corporación Reiniciar y por los familiares y víctimas de la UP, si bien omite los relatos de los responsables, y por ello en palabras de Sotta “puede ser cuestionable”, sí es importante para que las víctimas reconstruyan sus relatos, y como dijo Alejandro Gaviria en la instalación del evento, sean conscientes de que “la verdad es la primera víctima en un conflicto armado y una comisión de este tipo puede rescatarla”.
Cuatro comisionados. Cuatro víctimas narrando cuatro masacres de las 100 que vivió la Unión Patriótica (UP) entre 1985 y 2005. Recostados contra las paredes, las figuras en tamaño real de las víctimas de la UP. Asesinados, desaparecidos, torturados. En total fueron 6.528. Pero hubo sobrevivientes. De las masacres, por ejemplo, quedaron vivas 118 personas. Cuatro de ellas participaron en el simulacro de una vomisión de la verdad que organizó la Corporación Reiniciar en conjunto con la Coordinación Nacional de Víctimas y Familiares de la UP. (Vea aquí: La Unión Patriótica, el primer intento de las Farc por hacer política)
El objetivo: preparar a los sobrevivientes del exterminio que sufrió ese partido político para contar la verdad. Sin matices, sin omisiones por temor a las represalias, sin miedo. La verdad. (En fotos: Sobrevivientes de la UP marcharon en Bogotá para respaldar acuerdo de paz)
En el centro de convenciones Gonzalo Jimenez de Quesada, en Bogotá, víctimas y sobrevivientes del genocidio de la Unión Patriótica se reunieron para escuchar los testimonios de víctimas de El Golazo (Antioquia), La Plata (Huila), la sede de la Juco (Medellín), Piñalito (Meta) y dos ocurridas en el corregimiento de Estados Unidos (Cesar). Es la primera de cuatro sesiones de comisiones de la verdad, que se harán en las regiones más golpeadas por el ataque sistemático contra los militantes.
“Nos hemos concentrado en el punto de la verdad porque en la demanda que en este momento estudia la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el genocidio de la Unión Patriótica, solicitamos como parte de las medidas de reparación una comisión de la verdad. Entonces en noviembre del año pasado decidimos alistarnos, ya sea para participar en la Comisión de la verdad de los Acuerdos de La Habana, o en la Comisión de la verdad de la UP”, explicó Jahel Quiroga, directora de la Corporación Reiniciar.
No fue fácil elegir las cuatro masacres que harían, por primera vez en el país, el ejercicio de dar testimonio ante una comisión que busca esclarecer las causas y los responsables de crímenes de un conflicto armado. “La Comisión es simulada, los testimonios son reales”, repitió en varias ocasiones Jahel Quiroga en la instalación del evento. De acuerdo con los registros de Reiniciar, el ataque sistemático que sufrió la UP desde 1984 dejó 567 muertos en masacres, que se concentraron Urabá (33 masacres), Meta (22), Santander (8); y golpearon también al Magdalena Medio y Guaviare.
Finalmente, le dijo Quiroga a este diario, se eligieron 10 casos en los que hubo sobrevivientes, y al final, tras una segunda selección, se escogieron los cuatro finales. La masacre de Piñalito, por ejemplo, ocurrió el 21 de febrero de 1988, cuando varios hombres armados entraron disparando a eso de la una de la mañana, contra los 150 simpatizantes de la UP que se encontraban reunidos en una celebración en una gallera, antes de las elecciones de alcalde de ese año. Mataron 14 personas, entre ellas, una mujer embarazada y un niño de seis años.
“Después de las ráfagas de disparos, comenzaron a llamar lista. Mi nombre lo dijeron, pero yo estaba escondido en un zaguán después de que me hirieran la pierna. Al frente mío estaba una señora embarazada, que era la tesorera del inspector de Policía de Piñalito, que media hora antes había ido a la gallera con una mujer y tres hombres desconocidos. A ella la mataron frente a mí, porque los había reconocido”, le contó uno de los sobrevivientes a El Espectador.
Alejandro Valencia, uno de los cuatro comisionados, y quien ha participado en las comisiones de la verdad y de la reconciliación de Paraguay, Perú y Guatemala; rescató que la importancia de este ejercicio es que “las víctimas que eventualmente vayan a una comisión de la verdad sepan lo que les van a preguntar y qué es lo que deberían decir. Qué cosas son importantes, qué deben tener en cuenta. Por ejemplo: una comisión no solo pregunta sobre hechos de violencia, sino sobre impactos, sobre mecanismos de resistencia, cuáles son las demandas de reparación”.
Para prepararse, las víctimas asistieron a cuatro sesiones en las que, además de conocer las comisiones que se han realizado alrededor del mundo, psicólogos y abogados de Reiniciar los instruyeron sobre la forma de contar los hechos, teniendo en cuenta otros contextos y asesinatos que su región estuviera viviendo en el momento de los crímenes. En el caso de la vereda Piñalito, por ejemplo, es importante mencionar que solo siete meses después de la masacre en la gallera, fue asesinado el alcalde del municipio, Julio Cañón, quien era militante de la UP.
“La verdad es la primera víctima en un conflicto armado”
Alejandro Valencia señaló que en Colombia la magnitud de la catástrofe social que deja tras de sí 50 años de guerra “sobrepasa cualquier ejercicio de verdad que se haya llevado a cabo en el mundo, no solo por la duración, sino por el tipo de violaciones cometidas y por la complejidad y la cantidad de actores armados que han intervenido”. A lo que se le añade el panorama presente: asesinatos de líderes sociales y un ambiente político polarizado.
El hecho de que en varias regiones del país aún existan actores armados que atentan contra la vida de defensores de derechos –muchos de ellos, cercanos a la izquierda democrática– pone en riesgo el trabajo que eventualmente realizaría una Comisión de la Verdad, dijo Eric Sottas, exdirector de la Organización Mundial Contra de la Tortura (OMCT) y otro integrante de la comisión de la verdad simulada el pasado viernes.
“El Estado debe garantizar la seguridad de las víctimas que cuenten los hechos –e inevitablemente con esto, acusen- para que el miedo no se interponga en sus testimonios. Y no solo se trata de garantizar su seguridad durante el tiempo de la Comisión, sino por fuera de esta”, dijo Sottas. Añadió que en aras de un funcionamiento efectivo de todo el aparato de justicia que propone el acuerdo tal y como esta, es necesario que la Comisión de la verdad se articule con el Tribunal de Paz, pero al mismo tiempo conserve su independencia del mismo.
“Es importante que no ocurra lo que ocurrió en Sierra Leona, en donde la Comisión de la Verdad generó muy buenos archivos, pero no hubo dinero para reparar a las víctimas. Y adicionalmente, el sistema de justicia solo juzgó a los más altos responsables, una docena de personas. Esto no permitió la reconciliación. Allí hablé con víctimas que me decían 'voy a esperar un momento para eliminar a quienes asesinaron a mi gente de manera tan cruel’. No hay perdón”, explicó Sottas.
El ejercicio realizado por la Corporación Reiniciar y por los familiares y víctimas de la UP, si bien omite los relatos de los responsables, y por ello en palabras de Sotta “puede ser cuestionable”, sí es importante para que las víctimas reconstruyan sus relatos, y como dijo Alejandro Gaviria en la instalación del evento, sean conscientes de que “la verdad es la primera víctima en un conflicto armado y una comisión de este tipo puede rescatarla”.