Así funciona DDoSecrets, el nuevo WikiLeaks que publicó secretos de la Fiscalía
El periodista Lorax Horne habló en exclusiva con El Espectador sobre DDoSecrets, un colectivo que creó una biblioteca en internet con potentes filtraciones a entidades públicas de países alrededor del mundo. Entre ellas, la Fiscalía nacional.
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Distributed Denial of Secrets (DDoSecrets) entró a Colombia. La biblioteca virtual, colgada en línea como cualquier otra página, les permite a periodistas descargar potentes filtraciones de miles de correos institucionales de la Fiscalía nacional. Un trabajo de hackeo a manos de la organización Guacamaya y que DDoSecrets gestiona en su dominio, al igual que otras filtraciones contra empresas e instituciones públicas de todo el mundo. El Espectador habló con Lorax Horne, periodista y editor ejecutivo de la organización. Trabajó en WikiLeaks y reveló secretos de la policía estadounidense y la Secretaría de la Defensa mexicana.
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¿Por qué deciden filtrar este tipo de documentos?
Nosotros lo que hacemos es publicar y archivar. Nos vemos como una biblioteca de datos y nos llegan fuentes diversas, que tienen acceso a distintas bases de datos. A veces hay fuentes internas que filtran documentos de las entidades de las que ellos mismos hacen parte, a veces son fuentes externas como activistas que filtran datos a los que ellos han tenido acceso por medio de un hackeo. Nosotros lo que hacemos como una entidad periodística, es evaluar los datos que nos llegan, las fuentes y buscar si tiene un interés público para añadirlos a nuestra biblioteca.
Datos de interés público bastante claros son, por ejemplo, investigaciones criminales como las notas que ustedes han sacado de Odebrecht. Son investigaciones multinacionales, dónde hay historias supercomplicadas y de años que el público ha tratado de entender y poner todo en su lugar, ¿no? Nosotros evaluamos si hay contenido de corrupción, si hay contenido de crímenes de cualquier tipo, entonces puede haber un interés público en archivar estos datos para que no se pierdan.
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Muchas veces este tipo de datos, por ejemplo, los de la Secretaría de Defensa en México, el hacker nos dijo que había evidencia de que otras personas habían entrado a sacar lo mismo, pero estas personas que entraron a sacar los correos muchas veces los venden o venden cosas que encuentran ahí. Lo que nosotros hacemos es proveer una biblioteca para que periodistas e investigadores puedan tener acceso a los mismos datos que personas con dinero probablemente están comprando en otras partes de la web.
¿De dónde sale la información?
Bueno, nosotros tenemos una política interna muy clara de que no pagamos por datos, por cuestiones éticas. Entonces evaluamos los datos que nos llegan libremente y tampoco cobramos por el servicio que ofrecemos de agregar los datos a nuestra biblioteca. Tenemos una herramienta de búsqueda que se llamaba wanter, que está en nuestra web, y es de acceso solo para periodistas, por ahora, pero no cobramos tampoco por ese acceso.
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También hemos agregado a nuestro archivo datos, por ejemplo, de sitios que son ransomware, es decir, empresas que hacen extorsión. Muchos de los grupos que hacen esas operaciones publican en sus páginas web los datos que han robado para extorsionar. Nosotros iniciamos observando esos grupos web, donde estas páginas publican las listas de sus víctimas y evaluamos si hay un interés público en agregar esos datos a nuestro archivo.
¿Han tenido alguna repercusión personal? ¿Quizás usted o alguien de su equipo?
Recientemente, no. Hace un par de años confiscaron uno de nuestros servidores en Alemania cuando publicamos datos de 200 entidades de policía de Estados Unidos. Esa institución hizo una petición de asistencia internacional y, aunque el fiscal en Alemania no tenía una orden de un juez, confiscaron nuestro servidor y perdimos algunos datos en esa ocasión. Sin embargo, no hay un caso abierto en Alemania.
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También hubo una base de datos que publicamos de las Bahamas, del Registro Mercantil y creo que se abrió un caso en ese país sobre nosotros. Pero no creo que hayan concluido que nosotros hicimos algo ilegal, porque realmente lo que hacemos es receptar datos que nos llegan de fuentes externas, nosotros no salimos a buscarlo, o conseguir datos, revisamos estos sitios web de ransomware para ver que hay, pero no estamos extorsionando a nadie. Sé que hay un caso abierto en la Fiscalía de Colombia acerca de esta filtración, pero no he visto que se nos mencione como sospechosos.
¿Cuándo ustedes deciden hacer público cierto tipo de documentos, tienen en mente el impacto a futuro?
En el caso de Colombia, lo que ha sido interesante es que todavía es temprano y hace pocas semanas comenzaron a sacar notas con fundamento. Ha sido bueno ver el avance en el caso de Odebrecht. Ese tipo de resultado son las cosas que a nosotros nos da ánimo, porque realmente en muchas jurisdicciones es difícil solicitar información de un gobierno y seguir casos judiciales, y es complejo no tener acceso a documentos fuente. Hemos sacado recientemente unos datos de un banco y el resultado que tuvo fue que el mayor banco de Australia anuncio que iban a dejar sus negocios con el gobierno actual de una dictadura militar.
Ese tipo de cambios pueden ser grandes, como que el gobierno de Myanmar perdiera hasta seis millones de dólares, no se sabe. Pero también decimos que, al publicar datos, lo hacemos desde una perspectiva neutra, nosotros creemos en la transparencia, creemos que entidades públicas tienen un deber al público porque muchos de estos documentos se producen con fondos públicos. Es claro que cuando estos servidores públicos escriben un correo son pagados por nosotros, por los impuestos.
Dado que ya se han publicado varios artículos sobre la filtración a la Fiscalía. ¿Cómo han visto desde su perspectiva la reacción en Colombia?
Me alegra que periodistas han estado aprovechando los datos, se han dado cuenta que los publicamos hace ya algunos meses y como un conjunto de datos de este tamaño, las historias no siempre salen al instante de que son publicados los datos. Ha sido realmente bueno ver el uso que le han dado ustedes y con el apoyo de fundación Karisma (que trabaja por los derechos humanos en la web), me imagino que ellos ayudaron bastante en procesar.
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Es evidente que cuando suceden este tipo de filtraciones las entidades no se pronuncian o prefieren descalificar las publicaciones como ha sido el caso de la Fiscalía, que hasta el momento no ha emitido ningún comunicado oficial al respecto. Sin embargo, ha comentado que son publicaciones e información manipulada y tergiversada. ¿Cuál es su punto de vista frente a estas respuestas?
Es fácil tratar de quitarle valor a la fuente de la información. Nosotros como entidad sabemos que somos nuevos. Sólo hemos estado publicando desde 2018 y no hemos publicado anteriormente un conjunto de datos de esa magnitud acerca de Colombia, entonces no tenemos un nombre de alto reconocimiento, como Wikileaks que todos conocen. De esta manera es posible tratar de desestimarnos, pero yo creo que los datos hablan por sí solos, si se encuentra algún correo falsificado sale a la luz con tiempo.
Es normal desde mi perspectiva que las entidades tengan un mensaje así. Al principio muchas veces ellas tampoco saben la exactitud de lo que está contenido en los datos, porque nosotros los soltamos para periodistas y las entidades no nos lo solicitan. Por ejemplo, la Fiscalía no nos ha escrito para solicitar una copia de lo que tenemos, entonces ellos probablemente no saben la magnitud o, bueno, no todos los agentes de la Fiscalía saben la magnitud.
Quizás los que están investigando el caso sí, pero a los líderes no. No ha pasado lo que ha pasado en México, donde el presidente ha discutido las filtraciones, múltiples veces a su manera y ha tenido que responder a preguntas constantes de medios. Ha mencionado cosas también, que uno puede debatir, como decir que filtraciones son tergiversadas o que es un linaje de la derecha o cosas así. Eso no ha pasado en Colombia.
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¿Cuál es su perspectiva del manejo que se le ha dado a la información en países como Chile o México?
La filtración a la Fiscalía vino antes de la filtración de la sede en México. En ese país, ha habido bastante interés en los datos, hay más medios de comunicación de todo el espectro político que están investigando esos datos. En Colombia, creo que ha habido un poco más de caución. Y no está mal, o sea, veo bien que se le brinde mayor atención porque éstos son correos hackeados y en cualquier buzón de correo siempre hay virus.
Entonces, yo creo que va a crecer el interés en Colombia y creo que la cobertura que ustedes le han estado dando, anima a los demás medios a meterse en los datos. Algo que ha pasado con la filtración de Colombia, es que hubo una pausa, no sé si se han dado cuenta, pero hemos mutado los datos de la carpeta de la cual estábamos compartiéndolos, debido a que uno de los grupos periodísticos que los tuvo, encontró materiales de abuso de víctimas menores de edad. Quitamos los datos de la carpeta pública y los estamos ahora censurando.
¿Cómo funciona la OCCRP y cuál el motivo de que se les deba solicitar cierta información?
Algo que pasó con esa filtración es que a este grupo de periodistas OCCRP (Proyecto de denuncia de la corrupción y el crimen organizado, por sus siglas en inglés), que también está asociado con Forbidden Stories, que es una ONG de Francia, solicitaron exclusividad en esos datos. Y fue una decisión de la misma fuente. Nosotros tenemos un poco las manos atadas cuando la fuente nos piden que el contenido sea exclusivo, entonces agregamos el anuncio a nuestra página.
He tenido que escribir varios correos como el que les envié a ustedes, contándoles de esta restricción que hay sobre estos datos, y creo que es porque Forbidden Stories tiene un caso específico de un periodista asesinado en Colombia. Ellos están continuando la labor de Rafael Moreno (asesinado el pasado 16 de octubre) y solicitaron que los datos fueran más controlados que los demás. Esos datos ingresan a nuestra biblioteca general y las otras condiciones similares a las de la Fiscalía estarán activas cuando Forbidden Stories publique su investigación.
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