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La familia de Miguel Ángel Perdomo no ha podido darles sepultura a sus restos. El pasado domingo 16 de octubre en la noche, un motociclista botó parte de ellos en un barrio de la localidad de Kennedy, en el sur de Bogotá. Estaban guardados dentro de dos bolsas negras. Dos días después, operarios de Aseo Capital se llevaron el susto de su vida cuando, al recoger la basura en Puente Aranda, occidente de Bogotá, hallaron en una bolsa partes de un cadáver. Medicina Legal estableció pronto que ambas osamentas le pertenecían a Perdomo, conductor de la periodista Cecilia Orozco. En las bolsas estaban sus brazos, sus piernas, su cabeza, pero no su torso. Desde entonces, esa parte de su cuerpo anda extraviada.
La verdad sobre lo que ocurrió en la madrugada de ese 16 de octubre estuvo embolatada también hasta esa semana, cuando la Fiscalía y la Policía de Bogotá tanunciaron que había un detenido: Arnulfo Flórez Agudelo. Pertenecía a los Tomaseros, nombre dado a los integrantes de la banda que actuaba en la avenida 1° de Mayo con 69 (suroccidente bogotano) “cazando” clientes para drogarlos y robarlos. No fue un homicidio intencional, concluyeron los investigadores del caso: a los Tomaseros se les fue la mano en la droga que le dieron a Miguel Ángel Perdomo. No fue escopolamina: Medicina Legal ha detectado que ahora la tendencia es usar antidepresivos en casos así, porque son más baratos y más fáciles de conseguir.
En el caso de Miguel Ángel Perdomo, por ejemplo, en su trago mezclaron un medicamento llamado clozapina, lo que le provocó un paro respiratorio. Por eso murió ahí mismo, en el bar al que había entrado hacia las 2:20 de la mañana del 16 de octubre de 2016. Ingresó “asesorado” por Arnulfo Flórez, quien lo vio deambular por las calles buscando dónde entrar después de haber estado en otra fiesta, notó su reloj caro –avaluado en $1 millón, no ha aparecido– y lo invitó a entrar al lugar donde los Tomaseros, al parecer con la venia del propietario, tenían una mesa designada para sus clientes “especiales”. Allí se le acercó una mujer que finalmente puso la droga en su trago y a quien, la Policía asegura, los investigadores le están pisando los talones.
Así fue como Miguel Ángel Perdomo resultó muerto sobre una mesa en ese bar de la avenida Primero de Mayo. La urgencia mayor en ese momento para los Tomaseros era que los demás clientes no se dieran cuenta de lo que estaba pasando; la solución que hallaron fue amarrarlo a su silla, pero las ataduras se las hicieron por debajo de la ropa. De esa forma, a los ojos de los demás presentes, en la mesa de Perdomo no había un cadáver sino un hombre borracho. Cuando la fiesta terminó, y los clientes se marcharon, los Tomaseros se llevaron el cuerpo de Perdomo a uno de los baños. Allí, creen los investigadores, lo desmembraron y luego abrieron la ducha para que toda la sangre del cuerpo de Perdomo corriera con el agua.
Hoy, uno de los temas de este caso que desvela a la Fiscalía y a la Policía es descifrar la identidad de quien desmembró a Miguel Ángel Perdomo. Medicina Legal le advirtió desde el principio a la Fiscalía que se trataba de alguien que sabía lo que hacía, pues los cortes se hicieron con precisión a nivel de las circulaciones, es decir, con conocimiento de experto. Además, fueron limpios. O sea, se lograron en un solo movimiento, algo imposible de lograr sin experiencia previa. Por último, Medicina Legal señaló que la persona que hizo los cortes “tenía voluntad”, pues se hicieron de manera firme. Los Tomaseros, es claro, llamaron a un “profesional”. ¿Fue este su primer crimen así? La Policía y la Fiscalía aún no lo saben, pero creen que no.
Sobre el torso de Miguel Ángel Perdomo, los investigadores saben que una motocicleta y un taxi fueron los encargados de esparcir los restos por la ciudad en bolsas negras y los están buscando. El baño donde Perdomo fue desmembrado se reparó después, y para el momento en que eso ocurrió, lo que los Tomaseros y la gente del bar no sabían era que ya había agentes de la Sijín infiltrados en la zona. Ellos no sólo detectaron la remodelación, sino que se dieron cuenta de que a las paredes del baño les aplicaron pintura con aceite. Todos esos cambios de poco sirvieron, pues cuando llegaron los allanamientos y se hicieron pruebas técnicas, la sangre de Miguel Ángel Perdomo habló.
A Arnulfo Flórez Agudelo lo encontraron porque, en los allanamientos, las autoridades encontraron tarjetas de crédito y débito, así como cédulas de otras posibles víctimas. Entre ellas, la de un hombre que había sido robado en su apartamento por Flórez Agudelo, luego de que éste lo abordara en un bar en Chapinero. Esa víctima había denunciado a su atacante, por lo que la Policía fue a buscarlo para pedirle que hiciera un reconocimiento de Flórez Agudelo de un álbum fotográfico. Y así fue. Flórez Agudelo fue detenido esta semana en Granada (Meta) mientras iba a visitar a un hermano que, al parecer, había intentado suicidarse. La Policía lo interceptó en el camino y le anunció que quedaba detenido.
Por ahora, el reto de las autoridades es encontrar a los demás integrantes de los Tomaseros, incluido el dueño del bar donde murió Miguel Ángel Perdomo. Como se trataba del conductor de una reconocida periodista, desde el principio estuvo en el aire el interrogante de si este asesinato, cometido además con la sevicia que implica desmembrarlo, era acaso una especie de mensaje para Cecilia Orozco. El comandante de la Policía de Bogotá, el general Hoover Penilla, dijo que los resultados de la investigación que duró cuatro meses, para la cual se usaron interceptaciones telefónicas, agentes encubiertos, seguimientos y cámaras, eran concluyentes: Perdomo fue víctima de una sofisticada red de ladrones.
La voz de la familia
Luis Fernando Perdomo, hermano de Miguel Ángel Perdomo, conductor de la directora de Noticias Uno, Cecilia Orozco, aseguró en su momento que Miguel no tenía enemigos ni había recibido amenazas. “Para nosotros ha sido muy difícil porque uno no espera una situación de estas y más cuando se trata de una persona tan buena. Él era un excelente hermano, un trabajador responsable, cumplidor de sus deberes. Además, tampoco tenía enemigos y nunca recibió amenazas de nadie. Para nosotros es muy difícil y esperamos que esto sea aclarado lo más pronto posible”, indicó. También señaló que el vivía bien con todo el mundo, sus hijos estaban en Estados Unidos y estaba divorciado.
Asimismo les aseguró a las autoridades que su hermano se encontraba departiendo con un grupo de amigos y que entre las 3:30 a.m. y las 4:00 a.m. del pasado 16 de octubre lo vieron por última vez tomando un bus rumbo a Soacha, Cundinamarca, en el sector de la avenida Primero de Mayo con carrera 30, en el sur de la capital.