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                                                                                                                                Campesinos le ganan a empresa santandereana Incarare en proceso de restitución de tierras

                                                                                                                                Una familia campesina de Cimitarra (Magdalena Medio) pidió que le devolvieran la finca que tuvo que vender en los años 90, cuando un posible testaferro de un capo del cartel de Medellín se las compró escoltado por hombres armados. Años después, la finca terminó en manos de Incarare, y el Tribunal solicita que la Fiscalía indague a esa compañía.

                                                                                                                                Diana Durán Núñez / @dicaduran

                                                                                                                                Tanto los jueces como la Procuraduría refutaron el manto de duda que puso Incarare sobre la barbarie que azotó al Magdalena Medio por décadas /Archivo.

                                                                                                                                Existe una empresa muy importante en Santander: Inversiones del Carare** S. A. S. (Incarare). Su negocio es la ganadería, incluyendo la cría de ganado bovino y bufalino. Su accionista principal, Luisa Fernanda Muñoz García, es la representante legal junto con su madre, Martha Helena García de Muñoz. En el listado de propiedades de Incarare figura una finca de 72 hectáreas llamada Villa Javier, en Cimitarra, municipio del Magdalena Medio, propiedad que acaba de perder en un proceso de restitución de tierras.

                                                                                                                                Según la demanda presentada por la Unidad de Restitución de Tierras, Misael Gutiérrez Cadena vivió en Villa Javier desde 1969, primero con un tío —quien falleció— y luego con Gloria Moreno Mosquera, su compañera y madre de sus cinco hijos. Allí sembraban cultivos de pancoger como yuca, plátano y maíz. La tierra les daba lo que necesitaban para vivir. Sin embargo, en los años 80, la violencia del país se instaló con fuerza en el Magdalena Medio y los Gutiérrez Moreno fueron testigos de ello. Primero, con la guerrilla, que al pasar por su propiedad les exigía comida.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Lea: El Estado suplantado. Las Autodefensas de Puerto Boyacá

                                                                                                                                La finca de Misael Gutiérrez, como tantas otras a lo largo y ancho del país, no estaba oficialmente a su nombre. Era un colono. En 1994, el Instituto Colombiano de Reforma Agraria (Incora) se la adjudicó “ante el cumplimiento de los requisitos legales”. Pero, también por esa época, ya un hombre identificado como Gustavo López se movía por toda la zona como intermediario de personas interesadas en comprar tierras en el Magdalena Medio. “El patrón”, le dijo López a Misael Gutiérrez, había comprado los terrenos colindantes y quería también Villa Javier. Él se negó. López le ocupó ilegalmente un pedazo.

                                                                                                                                “Me va a vender la finca o qué vamos a hacer”, contó Misael Gutiérrez que le dijo Gustavo López, acompañado de hombres encapuchados y armados. Misael Gutiérrez aceptó entonces vender su finca por $70 millones. López le dijo que le daría $40 millones: “Tómelos o déjelos”. En 1998, la propiedad se transfirió a nombre de Sociedad Ganados S. A., cuyo representante legal era López. En la escritura pública quedó registrado que el negocio se hizo no por $40, sino por $30 millones. “Misael se desplazó con su familia para Puerto Araújo, donde tenían un lote con una modesta vivienda”, le dijo la Unidad de Restitución a la justicia.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Incarare sostuvo que el hecho de que la guerrilla y los paramilitares hubieran permanecido tanto tiempo en la zona, sumado a que “los peticionarios utilizaban el mismo río por donde transitaban estos grupos y se encontraban restos mortales”, era suficiente para concluir que “que pese a la situación que se vivía en la zona, si fuera cierta, el motivo de la venta fue ajeno a la presencia de estos grupos armados”. No obstante, tanto los jueces como la Procuraduría refutaron el manto de duda que puso Incarare sobre la barbarie guerrillera y paramilitar que azotó al Magdalena Medio por décadas.

                                                                                                                                “(Está) acreditado que el orden público en el municipio de Cimitarra estuvo gravemente afectado por la presencia de grupos armados al margen de la ley”, señaló el agente del Ministerio Público designado al caso. El funcionario admitió que no había más prueba que la versión de la familia Gutiérrez Moreno, pero señaló que, aun así, se cumplían los requisitos de los que habla la Ley de Víctimas para reconocer un despojo. Expresó, también, que Incarare no tenía relación con los hechos violentos, pero que esa no era excusa para desconocer el contexto del Magdalena Medio. “Le faltó diligencia y cuidado”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                “Una averiguación menos superficial con los pobladores de la zona le habría permitido constatar que ahí se vivieron situaciones relacionadas con el conflicto armado y en especial las que afectaron directamente a la familia Gutiérrez Moreno”, dijo la Procuraduría. Aun así, este organismo pidió que se reconociera la buena fe exenta de culpa de Incarare y que, si no era así, el bien pasara al Fondo de la Unidad de Tierras para utilizarse “en su objeto social”. La justicia, sin embargo, no estuvo de acuerdo con esa postura de la Procuraduría. Mucho menos con la de Incarare.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                Tanto los jueces como la Procuraduría refutaron el manto de duda que puso Incarare sobre la barbarie que azotó al Magdalena Medio por décadas /Archivo.

                                                                                                                                Existe una empresa muy importante en Santander: Inversiones del Carare** S. A. S. (Incarare). Su negocio es la ganadería, incluyendo la cría de ganado bovino y bufalino. Su accionista principal, Luisa Fernanda Muñoz García, es la representante legal junto con su madre, Martha Helena García de Muñoz. En el listado de propiedades de Incarare figura una finca de 72 hectáreas llamada Villa Javier, en Cimitarra, municipio del Magdalena Medio, propiedad que acaba de perder en un proceso de restitución de tierras.

                                                                                                                                Según la demanda presentada por la Unidad de Restitución de Tierras, Misael Gutiérrez Cadena vivió en Villa Javier desde 1969, primero con un tío —quien falleció— y luego con Gloria Moreno Mosquera, su compañera y madre de sus cinco hijos. Allí sembraban cultivos de pancoger como yuca, plátano y maíz. La tierra les daba lo que necesitaban para vivir. Sin embargo, en los años 80, la violencia del país se instaló con fuerza en el Magdalena Medio y los Gutiérrez Moreno fueron testigos de ello. Primero, con la guerrilla, que al pasar por su propiedad les exigía comida.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Lea: El Estado suplantado. Las Autodefensas de Puerto Boyacá

                                                                                                                                La finca de Misael Gutiérrez, como tantas otras a lo largo y ancho del país, no estaba oficialmente a su nombre. Era un colono. En 1994, el Instituto Colombiano de Reforma Agraria (Incora) se la adjudicó “ante el cumplimiento de los requisitos legales”. Pero, también por esa época, ya un hombre identificado como Gustavo López se movía por toda la zona como intermediario de personas interesadas en comprar tierras en el Magdalena Medio. “El patrón”, le dijo López a Misael Gutiérrez, había comprado los terrenos colindantes y quería también Villa Javier. Él se negó. López le ocupó ilegalmente un pedazo.

                                                                                                                                “Me va a vender la finca o qué vamos a hacer”, contó Misael Gutiérrez que le dijo Gustavo López, acompañado de hombres encapuchados y armados. Misael Gutiérrez aceptó entonces vender su finca por $70 millones. López le dijo que le daría $40 millones: “Tómelos o déjelos”. En 1998, la propiedad se transfirió a nombre de Sociedad Ganados S. A., cuyo representante legal era López. En la escritura pública quedó registrado que el negocio se hizo no por $40, sino por $30 millones. “Misael se desplazó con su familia para Puerto Araújo, donde tenían un lote con una modesta vivienda”, le dijo la Unidad de Restitución a la justicia.

                                                                                                                                Read more!

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                                                                                                                                Incarare sostuvo que el hecho de que la guerrilla y los paramilitares hubieran permanecido tanto tiempo en la zona, sumado a que “los peticionarios utilizaban el mismo río por donde transitaban estos grupos y se encontraban restos mortales”, era suficiente para concluir que “que pese a la situación que se vivía en la zona, si fuera cierta, el motivo de la venta fue ajeno a la presencia de estos grupos armados”. No obstante, tanto los jueces como la Procuraduría refutaron el manto de duda que puso Incarare sobre la barbarie guerrillera y paramilitar que azotó al Magdalena Medio por décadas.

                                                                                                                                “(Está) acreditado que el orden público en el municipio de Cimitarra estuvo gravemente afectado por la presencia de grupos armados al margen de la ley”, señaló el agente del Ministerio Público designado al caso. El funcionario admitió que no había más prueba que la versión de la familia Gutiérrez Moreno, pero señaló que, aun así, se cumplían los requisitos de los que habla la Ley de Víctimas para reconocer un despojo. Expresó, también, que Incarare no tenía relación con los hechos violentos, pero que esa no era excusa para desconocer el contexto del Magdalena Medio. “Le faltó diligencia y cuidado”.

                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

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                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Los pobladores del área donde está Villa Javier declararon que Gustavo López era un “agente” de un narcotraficante del cartel de Medellín —en el Magdalena Medio estaba también la famosa hacienda Nápoles, de Pablo Escobar— y que ambos se beneficiaron de la violencia del MAS y de los paramilitares. Luego, dijo el Tribunal, en la finca colindante funcionó una sociedad de la que hacía parte Gustavo Tapia Ospina, conocido como Techo o Alejandro, antiguo integrante del cartel de Medellín que, según el periodista Daniel Coronell, fue condenado en Estados Unidos a once años de prisión.

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                Después de comprobar el drama que vivieron miles de habitantes de Cimitarra, el Tribunal de Cúcuta ordenó que la Unidad de Tierras les dé a los Gutiérrez Moreno “un inmueble rural o urbano por valor equivalente”. Incarare, que adquirió 1.569 hectáreas en la región, pidió compensación o ser reconocida como segundo ocupante; el Tribunal dijo no y pidió que el bien pasara al Fondo de la Unidad de Restitución de Tierras, cuya entrega material deberá hacer Incarare en compañía de la fuerza pública. A la Policía le dejó una tarea especial: garantizar la vida de estos campesinos; y a la Fiscalía, indagar si Incarare incurrió en algún delito al adueñarse de Villa Javier.

                                                                                                                                 

                                                                                                                                No ad for you

                                                                                                                                **Nota de la editora: en la versión original de este artículo se publicó que Incarare hacía parte del conglomerado empresarial de Incubadora Santander, una de las empresas avícolas más importantes del oriente del país y dueña de Huevos Kikes. Este diario rectifica la información brindada inicialmente: Incarare no hace parte del grupo empresarial de Incubadora Santander. Además, aunque el artículo dejó en claro que las tierras sometidas al proceso de restitución eran de Incarare, el título podía prestarse para confusiones. Por eso, este diario aclara que el predio de Cimitarra que terminó en proceso de restitución no perteneció nunca a Incubadora Santander.

                                                                                                                                Por Diana Durán Núñez / @dicaduran

                                                                                                                                Ver todas las noticias
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