Caquetá, en medio de las disidencias de alias Iván Márquez e Iván Mordisco
Se agrava la situación de orden público en los municipios del norte del departamento, los cuales colindan con Cauca y Huila, donde también se complica la seguridad por cuenta de las disidencias de las Farc. Habitantes temen volver a quedar en manos, como en los años 90, de estos grupos criminales.
Además de la difícil situación que vive el norte del Cauca y el Valle del Cauca por cuenta de la ola de violencia desatada por las disidencias de las FARC, hay otras zonas del país en las que también se recrudece la seguridad. Uno de los departamentos que también sufre las acciones criminales es Caquetá, el cual históricamente fue fortín militar de la desaparecida guerrilla. Hoy, su población se encuentra de nuevo en alerta por los atentados, extorsiones y asesinatos perpetrados por los hombres del autodenominado Estado Mayor Central (EMC), que paralelamente negocia con el Gobierno de Gustavo Petro un eventual Acuerdo de Paz.
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Además de la difícil situación que vive el norte del Cauca y el Valle del Cauca por cuenta de la ola de violencia desatada por las disidencias de las FARC, hay otras zonas del país en las que también se recrudece la seguridad. Uno de los departamentos que también sufre las acciones criminales es Caquetá, el cual históricamente fue fortín militar de la desaparecida guerrilla. Hoy, su población se encuentra de nuevo en alerta por los atentados, extorsiones y asesinatos perpetrados por los hombres del autodenominado Estado Mayor Central (EMC), que paralelamente negocia con el Gobierno de Gustavo Petro un eventual Acuerdo de Paz.
El más reciente hecho que demuestra el poderío en Caquetá del EMC, comandado por alias Calarcá, fue un panfleto amenazante contra la comunidad de más de 200 excombatientes de las FARC que firmaron, en 2016, el Acuerdo de Paz. Desde ese momento, se instalaron a las afueras de San Vicente del Caguán para reincorporarse a la vida civil. El mensaje del grupo criminal señalaba que, supuestamente, miembros de esa comunidad colaborarían con la Segunda Marquetalia, la disidencia de alias Iván Márquez que le disputa el control del departamento al EMC. Una acusación que, dicen los excombatientes, no tiene ningún asidero y que su comunidad es un ejemplo de paz para el país.
“Nos vemos obligados a salir del territorio, de nuestro hogar. Hemos quedado en medio de una absurda disputa entre las guerrillas del Estado Mayor Central y la Segunda Marquetalia hasta el punto del ahogo, sofocando las posibilidades de continuar nuestras operaciones turísticas y deportivas en nuestra vereda”, señala un comunicado de esa comunidad de excombatientes que había consolidado un emprendimiento de ecoturismo y rafting. Tal fue su reconocimiento que representaron a Colombia en los mundiales de este deporte en Australia (2019) e Italia (2023). Este violento enfrentamiento entre grupos criminales tuvo su punto más álgido a finales de mayo de 2024.
En ese momento, la Defensoría del Pueblo alertó sobre el choque armado entre estos grupos criminales en la vereda Palmeiras, de San José del Fragua (Caquetá), dejando a más de 500 familias confinadas durante una semana. Una situación humanitaria, dicen fuentes de la Defensoría, que obligó a cientos de personas a trasladarse al casco urbano del municipio y otras zonas aledañas al mismo. Esa misma entidad explicó que la importancia de este municipio radica en su ubicación estratégica para el negocio del narcotráfico y movimiento de hombres armados, pues conecta a los departamentos de Putumayo, Cauca, Caquetá y Huila.
El efecto dominó del Cauca y Huila
Aunque Caquetá no vive el mismo nivel de violencia por el que atraviesa el norte del Cauca y algunos municipios de Huila (como Algeciras), un líder social del departamento, dos comerciantes y un ganadero le advirtieron a El Espectador que una facción del EMC controla a poblaciones del Caquetá a través de las extorsiones, sicariatos y activación de artefactos explosivos. Funcionarios de alto nivel de la Fuerza Pública le explicaron a este diario que los municipios que más sufren la presencia de las disidencias del Frente Jorge Briceño de alias Calarcá y la Segunda Marquetalia son: San José del Fragua, Belén de los Andaquíes, Puerto Rico, El Doncello, El Paujil, Florencia, La Montañita y San Vicente del Caguán.
De acuerdo con fuentes de inteligencia militar, el líder criminal que estaría detrás de estas órdenes es alias Cacharino, un joven disidente de las FARC, que durante los últimos años fue escalando en la organización criminal tras la captura de otros líderes disidentes. La información militar señala que este hombre habría sido el responsable de la activación de un artefacto explosivo en un almacén D1 del municipio de El Doncello, un hecho perpetrado el pasado 11 de junio que no dejó heridos ni graves daños materiales. Incluso, luego del atentado, a los dueños de estos almacenes en la región le llegaron audios del propio Cacharino, quien señaló que era una advertencia si no cedían ante las extorsiones.
Según los organigramas de la inteligencia militar, otro de los hombres que aparece como líder de las extorsiones en esta zona del país es Wilmer Castillo Duarte, alias Cristóbal, quien tiene experiencia en el manejo y fabricación de artefactos explosivos y enfrenta diversas órdenes de captura por delitos graves, incluyendo homicidio y terrorismo. Cristóbal estaría presuntamente vinculado a múltiples actos criminales, como el asesinato de tres personas en Villa Hermosa (Caquetá), y la quema de autobuses y ambulancias en Florencia, también en ese departamento. Según un informe militar, recoge hasta $1.000 millones mensuales en extorsiones que afectan a comerciantes, agricultores y empresas de la región.
Otra de las recientes acciones criminales, desplegadas por esta disidencia liderada por alias Calarcá, fue reportada por el Comando General de las Fuerzas Militares, que dio a conocer una especie de manual de convivencia difundido por el Frente Jorge Briceño y que tiene como nombre “líneas de trabajo para el buen vivir”. Aunque en los últimos días este documento empezó a circular, desde mayo pasado ya se conocía cómo los habitantes estaban siendo intimidados. Entre los parámetros impuestos se lee que los establecimientos comerciales solo podrán operar hasta las 10 p.m. Incluso, ordenaron que las trabajadoras sexuales deben estar carnetizadas y que “están prohibidos los actos de exhibicionismo”.
Aunque las Fuerzas Militares tienen su principal atención en lo que sucede en el norte del Cauca y el sur del Valle, fuentes militares advierten que sí preocupa (“y mucho”) en el alto gobierno la situación en Caquetá. “Puede que en cualquier momento un chispazo prenda una ola de violencia en la zona y esto repercuta en los diálogos que mantiene el presidente con esos grupos”, dice una alta fuente militar. Los líderes locales dicen que el panorama no pinta nada bien y vaticinan que se podría repetir un viejo escenario que vivió el departamento a finales de los años 90 durante el gobierno de Andrés Pastrana: volver a ser uno de los fortines — sino el más importante— de la desaparecida guerrilla de las FARC.
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