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En el segundo semestre de 1997 el jefe paramilitar Salvatore Mancuso Gómez recibió de manos del comandante de la Cuarta Brigada del Ejército Nacional, Brigadier General Alfonso Manosalva Flórez coordenadas sobre la región de Ituango en el departamento de Antioquia. En el documento se hacía mención a campamentos guerrilleros, nombres y ubicación de milicianos y auxiliadores de la subversión.
Así como nombres de secuestrados, su ubicación, cartografía e información detallada sobre la localización de tropas del Ejército Nacional. Según la información obtenida por la Fiscalía General en la finca La 57 en el departamento de Córdoba Mancuso se reunió con Carlos Castaño Gil y otros jefes de las AUC para planear la incursión al corregimiento de El Aro.
En dicho encuentro se le dieron instrucciones precisas a los comandantes guerrilleros Carlos Mauricio García Fernández, ‘Rodrigo Doble Cero’ y Ramiro Vanoy Murillo, alias ‘Cuco Vanoy’ que juntaran a sus hombres para atacar a la población. Fueron más de 200 hombres de diferentes bloques los que fueron “convocados” para el hostigamiento.
“La incursión a dicho corregimiento, según palabras del propio Mancuso Gómez, había sido ideada por el comandante de la organización Carlos Castaño Gil ‘desde hacía muchísimos meses, desde el año 96 …’, al considerar que ‘... esa era una zona donde permanentemente hacían retenes en la vía que conducía de Montería a Medellín y todos los secuestrados los metían ahí en el caserío de El Aro”.
Castaño Gil tenía la convicción que todos los pobladores de Ituango eran auxiliadores de la guerrilla, además tenían conocimiento de la ubicación de los secuestrados. El paramilitar Francisco Enrique Villalba Hernández, alias ‘Cristian Barreto’ -asesinado en su domicilio el 22 de abril de 2009- aseguró que la operación tenía como objetivo el rescate de un familiar del Gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez.
“El conocimiento acerca de la ejecución de la masacre, por parte de la administración departamental, no sólo se restringía a la información previa suministrada a Pedro Juan Moreno Villa, quien para la época se desempeñaba como Secretario de Gobierno departamental (...) sino que el helicóptero adscrito a la Gobernación de Antioquia, fue observado sobrevolando la zona durante la ejecución de la incursión, aspecto referido por Mancuso Gómez y Villalba Hernández, sosteniendo éste último que en dicho helicóptero, según le informó por radio el comandante Carlos Castaño Gil, se encontraban el Gobernador de Antioquia y dos miembros de la Cruz Roja”.
La incursión
Más de 150 paramilitares comandados por alias ‘Cobra’ se desplazaron en varios camiones por la carretera troncal, “con la aquiescencia de los miembros de la Fuerza Pública”, hasta llegar al corregimiento ‘Puerto Valdivia’, municipio de Valdivia (Antioquia), lugar desde el cual iniciaron el desplazamiento hasta “El Aro” en 5 ejes de avance, ingresando por la vera del Río Cauca.
Un segundo grupo de paramilitares comandados por alias ‘Junior’ partió desde el casco urbano hasta llegar al Río Ituango. En su trasegar recolectaron información sobre los presuntos auxiliares de la guerrilla, robaron animales y comida, saquearon viviendas, y abusaron de las mujeres. Asesinaron a sangre fría a campesinos de la región y amenazaron a los sobrevivientes a desalojar sus tierras sino querían perder la vida.
A todas las veredas que llegaron causaron muerte y destrucción. Centenares de sobrevivientes narraron los tráficos hechos a las autoridades judiciales. A las 11:30 de la mañana del 25 de octubre de 1997 los paramilitares llegaron al casco urbano del corregimiento de ‘El Aro’: “El grupo armado obligó a todos los lugareños a salir de sus casas, los reunieron en el parque central del poblado y allí se identificaron como integrantes de las “A.C.C.U”.
“Antes de retirarse de “El Aro”, los paramilitares incendiaron 42 viviendas de las 60 existentes, en cumplimiento de una orden de ‘acabar con el pueblo’”. Los comandantes paramilitares que participaron en la acción narraron cómo se robaron más de 40 cabezas de ganado, todo esto bajo el conocimiento de miembros del Ejército.
“Una vez embarcado el ganado hacia su destino, los paramilitares reunieron a los 17 arrieros secuestrados y les manifestaron que 8 días después les pagarían por sus servicios, lo que nunca sucedió a pesar de que aquellos ocurrieron en varias oportunidades a La Caucana a realizar el respectivo cobro, pues lo único que recibieron fueron amenazas”.
Los paramilitares que participaron en la masacre estuvieron 8 días descansando en el corregimiento La Caucana en el municipio de Tarazá. En ese lugar recibieron una condecoración por parte de Carlos Castaño Gil y Salvatore Mancuso Gómez “debido al éxito de la operación”.
Los jornaleros buscaron a los comandantes para cobrarles por el ganado que habían hurtado sin embargo lo único que recibieron fueron amenazas por parte de los miembros de las AUC. “Algunas víctimas de desplazamientos se inscribieron como tal en el colegio de Puerto Valdivia para recibir ‘ayuda’, quedando todas sumidas en el abandono y la pobreza, ya que muchas de ellas nunca regresaron al corregimiento de ‘El Aro’, no sólo porque se había destruido casi la totalidad del caserío, sino porque se carecía de garantías de seguridad para su retorno”.
Nota del editor: Una vez publicada esta nota, el expresidente Álvaro Uribe se pronunció a través de una carta al director de El Espectador.