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'Casi montamos nuestro propio presidente en el poder': hijo de Miguel Rodríguez Orejuela

A propósito del lanzamiento de su libro, William Rodríguez Abadía –hijo de uno de los máximos jefes del cartel de Cali– afirma que saldó "las cuentas con su padre".

AFP
14 de noviembre de 2014 - 01:14 p. m.
'Casi montamos nuestro propio presidente en el poder': hijo de Miguel Rodríguez Orejuela
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William Rodríguez Abadía niega que haya sido una traición el haber colaborado con las autoridades estadounidenses en el proceso contra su padre, el exjefe del colombiano cartel de Cali Miguel Rodríguez Orejuela, con quien afirma haber saldado ya las cuentas.

Luego de más de una década sin verlo, el exconvicto Rodríguez Abadía visitó el año pasado a su padre en la cárcel estadounidense donde se encuentra para disipar "sus diferencias", dijo en Miami en entrevista con la agencia AFP por el lanzamiento de su libro "Yo soy el hijo del cartel de Cali".

"Nunca hubo una traición, porque al final (Rodríguez Orejuela) siempre me lo dijo: el día que estuviéramos en una situación muy difícil, pensara en mí. Aclaramos esas dudas y para mí quedó saldada la cuenta", afirmó Rodríguez Abadía, quien se entregó a las autoridades estadounidenses en Panamá en 2006.

Rodríguez Abadía cumplió solo cinco de los 21 años de su condena en Estados Unidos por su papel en el cartel, gracias a su cooperación en el proceso contra su padre y su tío, Gilberto Rodríguez Orejuela, fundadores de la que llegó a ser considerada por Washington como la mayor organización narcotraficante en el mundo, ahora extinta.

Los hermanos Rodríguez Orejuela, Gilberto alias "El Ajedrecista" de 75 años y Miguel alias "El Señor" de 71, purgan desde 2006 una condena de 30 años por narcotráfico y lavado de dinero.

"Los Soprano" colombianos

Hastiado de que "otros escribieran nuestra historia", Rodríguez Abadía escribió el libro sobre su familia, a la que compara con la de Tony Soprano, el patriarca mafioso de la seria "Los Soprano".

"Quiero contar quiénes fueron esas personas y por qué hicieron lo que hicieron, no para justificar, (...) sino para que esta historia algún día la gente la mire como un ejemplo y no lo haga", señala.

El texto detalla pormenores del cartel de Cali, desde sus inicios, su guerra contra el de Medellín encabezado por Pablo Escobar, el liderazgo que desempeñó Rodríguez Abadía cuando su tío y su padre cayeron presos en 1995 hasta sus extradiciones a Estados Unidos, que los consideraba enemigos número uno.

Rodríguez Abadía ha sido llamado el heredero del cartel de Cali, pero él lo rechaza y asegura que nunca participó en las actividades de tráfico de droga sino que se encargó de la parte "jurídica", que incluía sobornar e influenciar a políticos y funcionarios.

"Llegamos al nivel de casi poner un presidente en el país", afirma, en referencia al dinero que dio el cartel a la campaña del presidente Ernesto Samper (1994-98), quien siempre ha asegurado que ese financiamiento se hizo a sus espaldas.

El hijo del capo rehúsa abundar en el tema de Samper porque dice que está muy "trillado", y se limita a decir: "Para mí la historia lo va a juzgar porque no tuvo el valor de poder decir 'sí, lo hice y me equivoqué', y de pronto Colombia fuera un país diferente".

Rodríguez Abadía lanzó su libro casi una semana después de que el hijo del extinto capo colombiano Pablo Escobar, Juan Pablo Escobar Henao, presentara su obra "Pablo Escobar. Mi padre", en el cual relata las historias que vivió durante su infancia, cuando su padre era considerado el narcotraficante más poderoso del mundo. (Lea: Hijo de Pablo Escobar reitera que el capo se suicidó) 

El primogénito de "El Señor" admite que cuando se ocupó de los negocios de su padre y su tío, ya en prisión, se convirtió en un hombre consumido por el poder y el dinero y eso solo cambió a raíz de un atentado en 1996 en el que recibió ocho balazos, que lo hicieron pensar en una vida diferente.

"Si los tipos que me pegaron los tiros supieran el bien que me hicieron no me los hubieran pegado", dice.

Desde joven, la relación con su padre fue difícil, dice. "Era un hombre que estaba pensando que yo lo pensaba reemplazar, y yo no lo pensaba reemplazar, yo lo que quería era que se sintiera orgulloso de mí", asevera.

En cambio a su tío Gilberto, en cuya casa vivió muchos años, lo considera su "segundo padre". Desde Florida (sureste de Estados Unidos), donde vive con su esposa e hijas, extraña a Colombia, aunque dice que ese país está "invivible" por la inseguridad.

Y asegura haber perdido la pasión de antaño por el fútbol, que lo llevó a estar a cargo del América de Cali, un laureado equipo que estuvo sancionado hasta 2013 por el tesoro estadounidense por estar bajo control de los narcos. Ahora ve más fútbol americano, una afición que obtuvo en la cárcel estadounidense, agrega. 

Por AFP

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