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En los casos de asesinatos, la Fiscalía colombiana ha demostrado que cuando quiere, puede. Rafael Uribe Noguera, verdugo de la pequeña Yuliana Samboní, fue detenido un día después de su atroz crimen. Javier Velasco, asesino de Rosa Elvira Cely, fue capturado dos semanas después del brutal ataque que cometió contra ella en el Parque Nacional de Bogotá. En cuatro meses se descifró quiénes y cómo asesinaron y desmembraron a Miguel Ángel Perdomo, conductor de la periodista Cecilia Orozco. En el caso Colmenares, sin embargo, han transcurrido más de seis años sin que se haya establecido con claridad lo que pasó en la noche de Halloween de 2010. ¿Por qué? (Lea: "La muerte de Colmenares fue realmente un accidente": Defensa de Jessy Quintero)
Este lunes, la jueza 11 de conocimiento de Bogotá determinó que Laura Moreno y Jessy Quintero no podían ser condenadas por la muerte de Luis Andrés Colmenares. De esta forma, la única certeza que se mantiene sobre este proceso es que él, un estudiante de ingeniería industrial y economía de la Universidad de los Andes, falleció en la madrugada del 31 de octubre de 2010, después de haber estado con amigos en una fiesta de disfraces en la Zona T de Bogotá. Las circunstancias de su muerte siguen siendo un misterio; el trabajo realizado por la Fiscalía minó el camino con incertidumbres. Las circunstancias en que murió Colmenares son aún preguntas sin respuestas.
El primer fiscal
Luis Andrés Colmenares Escobar murió en la madrugada del 31 de octubre de 2010. Horas atrás, sábado en la noche, se había despedido de su familia vestido con un pantalón y una camisa color negro, una chaqueta y un corbatín rojos, y unos cachos sobre su cabeza. Personificaba a un diablo. Había salido con sus amigos, estudiantes todos de los Andes, a una fiesta de disfraces. En la madrugada de ese domingo, Luis Colmenares y su esposa Oneida Escobar recibieron una llamada: su hijo no aparecía. Corrieron al parque El Virrey, donde Laura Moreno —con quien Colmenares comenzaba una relación— le indicó a Oneida Escobar que Luis Andrés había salido corriendo y por el caño había desaparecido.
Esos fueron los hechos que entró a revisar el primer fiscal del caso, Édgar Saavedra. A sus manos llegó un expediente desnutrido que indicaba que el mismo domingo 31 de octubre habían sido informados de la desaparición del estudiante tanto la Policía como los Bomberos. Estos últimos realizaron dos búsquedas, una el domingo en la madrugada, infructuosa, y otra el lunes, cuando hallaron el cadáver del estudiante. “Dios, dame fuerzas, esto no me puede estar pasando a mí”, pensó en ese momento la madre, Oneida Escobar, quien desde entonces hizo presencia en el despacho del fiscal Saavedra prácticamente todos los días a suplicarle que revisara el caso de su hijo.
Por esos días, el caso Colmenares no se distinguía de otros y la hipótesis que manejaban los medios era que se había tratado de un suicidio extraño. Laura Moreno y Jessy Quintero decían que, tomado, había salido corriendo hacia el caño de El Virrey. Un día después de dar con el cuerpo de Luis Andrés Colmenares, la Alcaldía de Chapinero divulgó: “No se trata de un asesinato (…) le comentó a sus amigos que quería quitarse la vida (…) al parecer murió por ahogamiento”. El jefe de prensa que publicó ese comunicado, Rubén Acero, resultó destituido por la Procuraduría cuatro años más tarde por haberse extralimitado en sus funciones, pues sólo la Fiscalía podía establecer cómo había muerto Luis Andrés Colmenares.*
La investigación del fiscal Saavedra duró poco menos de un año. Al final, concluyó que no tenía pruebas suficientes para asegurar que Luis Andrés Colmenares se había suicidado, había sido asesinado o había fallecido por accidente, así que cerró el caso con un rótulo: “Muerte por establecer”. Luego, por cuestiones de salud, fue trasladado a otra dependencia de la Fiscalía y el expediente Colmenares, que no contenía mayores avances, fue a parar al despacho 11 de la Unidad de Vida, que encabezaba el fiscal Antonio Luis González. Él se convirtió en el segundo funcionario en liderar la investigación, y con él, Colmenares pasó de ser un proceso desconocido a ser una telenovela mediática.
El segundo fiscal
Cuando Antonio González asumió la investigación por la muerte de Luis Andrés Colmenares, hacia finales de 2011, la familia del estudiante sintió que sus plegarias habían sido escuchadas. Para empezar, el fiscal González ordenó la exhumación del cuerpo del estudiante, cuya tumba en Villanueva (La Guajira), pueblo natal de sus padres, era la más visitada. La nueva necropsia la financiaron los esposos Colmenares Escobar y se la encargaron al médico forense Máximo Duque, exdirector de Medicina Legal. Duque concluyó que a Medicina Legal le había faltado registrar información en su primera autopsia, incluidos los golpes que pudieron haberle costado la vida a Luis Andrés Colmenares.
Con el fiscal González, el caso creció en los medios de forma desmedida. Para empezar, ordenó la detención de las dos personas que vieron a Luis Andrés Colmenares con vida por última vez, las hoy absueltas Laura Moreno y Jessy Quintero. González empezó aseverando que a Colmenares lo habían asesinado sus compañeros de universidad por racismo. Afirmó que la familia de Laura Moreno había pagado unos $500 millones para desaparecer los videos de las cámaras de seguridad de los edificios aledaños al parque El Virrey; luego se supo que los edificios borraban esos videos cada dos o tres meses y que la Fiscalía no los había pedido a tiempo.
El fiscal González dijo también que a Colmenares lo habían transportado en un carro ya muerto los guardaespaldas de uno de sus compañeros, pero nunca mostró en qué carro se habría hecho tal movimiento o de quién eran los guardaespaldas. Expresó, asimismo, que Laura Moreno y Jessy Quintero estaban en un pacto de silencio y en febrero de 2012 las llamó a juicio, señalando que la tesis de ellas de muerte accidental —“Luis se cayó en el caño borracho”— se desvanecía frente a las evidencias. Para junio de 2012, el fiscal González le agregó a esta telenovela mediática el elemento que faltaba: el crimen había sido por celos. El 6 de junio de ese año fue detenido Carlos Cárdenas, exnovio de Laura Moreno.
La Fiscalía le imputó a Cárdenas el delito de homicidio doloso agravado, pues, según el fiscal González, no era el racismo el único motor del crimen, sino la rabia que Cárdenas sentía hacia Colmenares por ser la nueva pareja de su exnovia Laura Moreno. Fue entonces que el fiscal Antonio González sacó los ases que escondía bajo la manga: manifestó que contaba con los testimonios de tres hombres que habían presenciado la muerte de Luis Andrés Colmenares en el parque El Virrey y que confirmaban que había sido asesinado. Con Cárdenas detenido, con Laura Moreno y Jessy Quintero acusadas y con tres testigos en su orilla, el fiscal González parecía haber resuelto el sonado caso.
La historia que había armado el funcionario, sin embargo, empezó pronto a resquebrajarse. Cinco días antes de la captura de Carlos Cárdenas, el entonces fiscal general, Eduardo Montealegre, quien estaba recién posesionado, había ordenado su retiro del caso. Montealegre había creado una comisión interna para entender los avances del proceso más mediático que manejaba la Fiscalía y lo que halló la comisión fue que el trabajo del fiscal González no había servido. Fue un golpe duro para la familia Colmenares, que se sentía respaldada por el fiscal González. “La verdad saldrá a la luz. Sin importar quién lleve el caso sabremos quién y por qué mataron a Luis Andrés”, dijo Luis Colmenares, padre del estudiante.
La tercera fiscal
En busca de aplacar la oleada de suspicacias que generó la salida del fiscal González, Montealegre designó a una de las fiscales de más alto rango para resolver el caso: la coordinadora de los delegados ante la Corte Suprema de Justicia, Marta Lucía Zamora. Ella recibió el caso y siguió avanzando con base en los testigos que había traído al caso González: Jonathan Martínez, José Wílmer Ayola y Jesús Alberto Martínez Durán. Para esa época, la telenovela mediática de Colmenares aparecía en medios casi todos los días, y el fiscal González había alimentado la hoguera de especulaciones con su combustible de afirmaciones sin soportes. La fiscal Zamora, consciente de ello, le pidió a la jueza del caso que le prohibiera a todas las partes del proceso referirse al caso en medios y que las pruebas que se exhibieran en juicio fueran tratadas bajo reserva.
El proceso estaba empantanado, pero aún prometía. Sin embargo, cuatro meses después de que Zamora hubiera sido asignada a él (octubre de 2012), dos publicaciones de este diario pusieron un manto de duda sobre la veracidad de los tres testigos que, según el fiscal González, eran claves para resolver cómo había sido asesinado Luis Andrés Colmenares. El Espectador conoció los tres testimonios y los comparó entre sí, para encontrar una serie de inconsistencias que daban lugar a pensar que tal vez habían mentido. Sus versiones chocaban sobre la forma en que habían supuestamente golpeado al estudiante, cómo estaban vestidos los implicados, ni siquiera eran iguales sobre el clima que había esa noche.
Un mes más tarde, noviembre de 2012, El Espectador hizo otra revelación esencial: señaló que el fiscal que apoyaba a González en su investigación, Napoleón Botache, había denunciado que González le había pedido conseguir testigos a costa de lo que fuera. Botache señaló que no dudaba de que Luis Andrés Colmenares había sido asesinado, pero aseguró que González estaba, palabras textuales, desesperado. “Creería que esa angustia era producto de las falencias de la investigación”, le dijo Botache a este diario. “Me pidió que afirmara que los testigos eran de buena procedencia. Me molesté terriblemente”, agregó, explicando en qué momento presentó su denuncia ante el fiscal general.
El 16 de enero de 2013, la Fiscalía, se suponía, estaba lista para llamar a juicio a Carlos Cárdenas. Ese día, ante juez, debía leer la acusación en su contra. Pero ese día el caso terminó de desmoronarse: la fiscal Marta Lucía Zamora admitió que los tres testigos eran falsos y expresó que ya se habían ordenado sus capturas. Al final, los tres terminaron condenados por falso testimonio. Se supo también que uno de ellos incluso había logrado sacarle plata a la familia Colmenares, que apoyó siempre al fiscal González con la esperanza de zanjar cómo se había producido la muerte de su hijo. La fiscal Zamora le pidió al juez de Cárdenas anular la investigación de González. Ante lo absurdo de la petición, el juez dijo que no.
Las últimas fiscales
En abril de 2014, por razones ajenas al caso Colmenares, la fiscal Marta Lucía Zamora renunció a su cargo. Las fiscales que la habían apoyado en este proceso, María Victoria Parra y Sandra Castro, fueron quienes lo culminaron, sin mucho por hacer porque el expediente era, prácticamente, la investigación que el fiscal Antonio González había armado. Carlos Cárdenas fue llamado a juicio y posteriormente absuelto en primera y segunda instancias por falta de pruebas. El Tribunal de Bogotá señaló en 2014 que la versión de Laura Moreno no era creíble. Ella enfrentó también su juicio junto con Jessy Quintero, pero al final el pacto de silencio del que hablaba la Fiscalía no pudo ser probado. Así las cosas, el caso Colmenares no ha podido ser resuelto.
*Nota de la editora:
En la edición de este martes 21 de febrero, este diario recapituló que en el caso Colmenares fue sancionado el entonces jefe de prensa de la Alcaldía de Chapinero, Rubén Acero, por haberse extralimitado en sus funciones al elaborar un comunicado en el que se refería las posibles causas de la muerte de Luis Andrés Colmenares, aún sin dictamen de Medicina Legal. En abril de 2014, la Procuraduría multó a Acero con 10 salarios mínimos y con inhabilidad por un año para ejercer cargos públicos. Acero, sin embargo, apeló, y la Procuraduría en segunda instancia encontró que él había sido sancionado con base en una ley que se promulgó en 2011, que por ende no podía estar vigente para la época en que expidió el comunicado en cuestión: noviembre de 2010. Así las cosas, la multa y la inhabilidad fueron anuladas.