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"Claro que tengo temor, pero hay que evitar que lo inmovilice a uno": Iván Velásquez

En entrevista con Noticias Caracol, el alto comisionado de la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala habló sobre sus investigaciones en el país centroamericano.

Juan David Laverde Palma
01 de octubre de 2015 - 02:08 p. m.
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El exmagistrado auxiliar de la Corte Suprema de Justicia, Iván Velásquez aseguró que teme que el procurador General, Alejandro Ordóñez Maldonado pueda sancionarlo disciplinariamente. Sostuvo además que la parapolítica se quedó a medias y advirtió con vehemencia que ni los silenciosos ni los pusilánimes han logrado transformar esta realidad que, a pesar de los riesgos, “hay que transformar".

Hace un mes ya que resultó detenido el expresidnte de Guatemala Otto Pérez por un gigantesco caso de corrupción. ¿Hay prueba suficiente para condenarlo?

Cuando la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (Cicig) presenta un caso ante los jueces es porque existe prueba para sostener una acusación, inclusive una condena. En el caso del expresidente Pérez Molina hay efectivamente prueba sólida. Estoy convencido de que va a terminar condenado.

¿De cuánto plata se pudo apropiar la organización del expresidente Pérez?

Millones de dólares. El expresidente y la exvicepresidenta recibían el 50% de todo el producto ilícito. Cuadros que se encontraron en los allanamientos realizados el 16 de abril muestran que, por ejemplo, en una semana, cerca de 400 mil dólares correspondían a ese 50% que les tocaba a la exvicepresidenta y al expresidente.

¿Sintió algún movimiento del presidente o de su círculo inmediato para tratar de frenar su investigación?

Había quizá la confianza de que no se llegaría a niveles tan altos. Cuando llegamos a identificar al secretario privado de la vicepresidenta, Juan Carlos Monzón, como el líder de la organización, probablemente ellos pudieron pensar que todo llegaría hasta ahí.

¿Dice usted que el expresidente Pérez y su círculo más cercano se creían impunes?

Creo que sí. En general en Guatemala ha habido una conciencia de impunidad, que tiene quien comete el delito pero también la sociedad que ha tolerado que esos delitos se cometan. Pero hubo una especie de despertar en el país, particularmente desde el pasado 25 de abril: durante 19 sábados consecutivos y de manera espontánea casi todos los sectores de la población protestaron contra la corrupción y contra la impunidad y llenaron la Plaza de la Constitución para exigir la renuncia de la vicepresidenta. Un momento realmente histórico en Guatemala.

¿Ese despertar se explica porque sintieron que la justicia por fin tocó a esos poderosos intocables?

Claro. Con la fiscal de Guatemala hemos demostrado que nadie está por encima de la ley.

¿Cómo intentaron desacreditarlo a usted y a sus investigaciones?

Sectores que hemos investigado en Guatemala han tratado de sugerir que yo tengo una agenda con propósitos distintos a los de administrar justicia, algo que me recordó mucho mi vida de Colombia, y yo decía en Guatemala: “Si piensan que con esto me van a intimidar, ya en Colombia lo intentaron bastante y no lo lograron”. Inclusive voceros de una organización política afectada por nuestras investigaciones dijeron que habían enviado investigadores a Colombia que iban a demostrar que el comisionado de la Cicig no era ese hombre honrado porque tenían informaciones de Colombia, y supongo de dónde provenían esas informaciones.

¿De dónde?

De todos esos sectores que durante mi actividad en la Corte Suprema de Justicia estuvieron también tratando de involucrarme con montajes como el de ‘Tasmania’, en actos delictivos, de todos los afectados por las investigaciones que adelantamos de parapolítica en la Corte Suprema de Justicia. Afortunadamente las investigaciones que estamos adelantando en Guatemala tienen muy poca necesidad de prueba testimonial. Las estamos haciendo con prueba técnica y no estamos dependiendo de un testigo para tratar de demostrar la responsabilidad de nadie.

¿Por qué en Colombia ningún presidente ha sido tocado?

Por todos los factores de poder. Factores de poder estatal, factores de poder fáctico. Naturalmente hacer una investigación que vincule a los más altos servidores del Estado, sean magistrados de las Cortes o el presidente de la República, ha sido, como lo ha demostrado la historia, prácticamente imposible. Lo pudo hacer la Corte Suprema de Justicia frente a los congresistas con el tema de la parapolítica, pero ya ve todas las dificultades que ha tenido esa investigación.

¿Teme que el procurador Ordóñez pueda sancionarlo por haber escaneado unos expedientes de la parapolítica y que esa sanción pueda repercutir en sus investigaciones en Guatemala?

Siempre que uno está sometido a un proceso, y ya con un pliego de cargos, uno teme ser sancionado.

¿Pero, para qué los escaneó?

Uno de los expedientes escaneados es el de la masacre de Segovia (1988, 43 muertos). Los documentos tan importantes que se encuentran en esos expedientes son de mucho valor para la historia del país. Todo el paramilitarismo del Magdalena Medio de la época de Henry Pérez y todo lo demás que conocemos, todos esos documentos ahí en papel con la posibilidad indudable del deterioro, ya muchos de ellos deteriorados, y yo pensaba: “La Corte debe tener un sistema de archivo digital para proteger, para preservar estos documentos”.Lo que dijo el Procurador en sus cargos es que me extralimité en mis funciones porque esa es una función secretarial y no de un magistrado auxiliar de la Corte.

¿Le insisto, cree que el procurador lo va a sancionar?

Objetivamente no tendría por qué, pero nunca olvido que esta investigación surgió de oficio, directamente por el procurador, quien fue el que tomó la decisión tres días después de una entrevista que le concedí a María Jimena Duzán en la que critiqué su decisión respecto del secretario Edmundo del Castillo por el tema de la “Casa de Nari”, cuando fue absuelto disciplinariamente por el procurador. En esa entrevista señalé las deficiencias de esa decisión del procurador.

¿Qué tan clave fue la sociedad civil en Guatemala para obligar a esta gente a renunciar?

Muy importante. Por primera vez, por lo menos en este siglo, en Guatemala se unen los estudiantes de la universidad pública con los estudiantes de la universidad neoliberal más representativa de la derecha en el país y salen juntos a protestar, a reclamar que la justicia opere y a exigir renuncias.

¿Por qué ese tipo de cosas no pasan acá? En una sociedad tan violentada, con guerrillas, paramilitares, mafias que han financiado presidentes o Cortes que han sido espiadas por agencias del Estado... ¿Por qué la gente aquí no protesta?

Ese es un tema interesante de análisis. Hay una afirmación en Guatemala muy bonita que se oyó en las protestas. Decía: “Ellos nos quitaron todo, hasta nos quitaron el miedo”.

¿Qué puede aprender la justicia de Colombia de la justicia de Guatemala con el episodio del expresidente Otto Pérez?

Que cuando existe una actividad investigadora independiente, seria y objetiva, nadie está por encima de la ley. Esa es una lección para América Latina porque en general la independencia judicial está más o menos lesionada en esta región.

¿Las investigaciones de la parapolítica se quedaron a medias?

Yo creo que sí. Hubo un momento desafortunado, a mediados de 2011 tal vez, en el que la Sala Penal de la Corte determinó que no se iba a continuar investigando en contexto, como habíamos diseñado desde el inicio de la comisión, y entonces mezcló investigaciones de la Costa con Caldas o con Antioquia y eso fue distorsionando la posibilidad de determinar que este fenómeno de la parapolítica no era un hecho accidental, individual, sino que era una real política del paramilitarismo con sectores políticos del país, que era un plan estructurado y que era, como lo habían dicho en el Pacto de Ralito, un proyecto para refundar la patria. Entiendo que después de mi retiro, la Corte volvió a generar este tema de contextos, pero probablemente ya sea muy tarde.

¿Qué tan cerca estuvo el paramilitarismo de refundar la patria?

Estuvo realmente cerca. La gran importancia de la investigación de la Corte Suprema es que logró afectar, no digo frenar, no digo eliminar, pero sí afectar el proyecto de una conciencia paramilitar que pretendía refundar una patria que es para todos.

Usted terminó chuzado y perseguido por el DAS por las investigaciones de la parapolítica. ¿Por qué era tan importante desprestigiarlo a usted?

Probablemente porque dada mi función de coordinación y queyo era una especie de referente en la investigación, afectar ese referente era, como lo lograron por lo menos en dos casos, intimidar también a los compañeros magistrados auxiliares, porque decían: “¡Pero si esto le pasó a Iván Velásquez con todo este reconocimiento que tiene, a nosotros nos van a despedazar!”, y entonces se fueron acomodando a ser otra vez, como en el pasado, investigadores de escritorio que no buscaban la verdad sino que esperaban a que les llegara cualquier información.

¿Cree que el expresidente Uribe sabía que usted era un perseguido del DAS?

Yo creo que sí. Si esto fue, como lo tenemos absolutamente demostrado, un proyecto que surgió de la Casa de Nariño, el principal residente de la Casa de Nariño tenía que saberlo.

¿De uno a 10, quién cree que le tiene mayor resistencia a usted hoy por hoy: el expresidente Otto Pérez o el expresidente y senador Álvaro Uribe?

Yo no pienso realmente en esos términos. Cada uno con sus amarguras y sus desencantos, cada uno que trate de aliviar sus pesares.

A usted le ha tocado administrar justicia en varios de los peores eventos de este país. En los azarosos tiempos de Pablo Escobar, cuando el paramilitarismo estaba en plena expansión en Medellín, en los momentos más feroces de las guerrillas, incluso cuando la Corte Suprema terminó espiada por el DAS. ¿Cuál de todos esos escenarios es el que más dolor e indignación le produce?

Cada uno tiene su propio contexto y sus propias circunstancias y hace difícil establecer una clasificación. Algo que siempre para mí ha sido doloroso es el episodio de los compañeros del CTI de Medellín que, entregados, con entusiasmo, con amor por la justicia y a sus investigaciones murieron en su mayoría por acciones dispuestas por la Oficina de Envigado, como ahora ha empezado a reconocerlo ‘Don Berna’. Eran personas muy cercanas, con las que trabajaba todos los días, en las que veía además su impotencia y nuestra impotencia, la impotencia de todos en Medellín, para lograr su protección y, al mismo tiempo, una gran negligencia, una desidia infinita por parte de las autoridades centrales de la Fiscalía, lo que permitió que uno a uno estos compañeros terminaran asesinados. Para mí ese es uno de los momentos más trágicos que he vivido en casi 25 años de administración de justicia.

¿Y, más lamentable aún, quién se acuerda de ellos ahora? Quizá solo usted…

Pero la historia los reivindicará.

Usted tiene 60 años, casi que el tiempo que ha vivido este país en guerra. ¿Cree que alcanzará a ver a Colombia sin conflicto?

Digamos que sin el conflicto con las Farc, es probable. Lo que se acaba de producir en La Habana, con todo lo que pudiera tener todavía de reparos, es para mí muy significativo. Si efectivamente el 23 de marzo de 2016 se firma el cese del conflicto, que no la paz porque la paz es algo muy distinto a dejar de dispararse, ojalá que se piense desde allí con seriedad en la construcción de ese nuevo país.

¿Cuántas veces le ha dicho su esposa y sus hijos: “Iván, pare ya que nos van a matar”?

Al principio había mucha más intranquilidad. En los tiempos de Pablo Escobar hubo muchas restricciones para mis hijos, que estaban muy pequeños. También siempre han estado las incomodidades y los temores en mi esposa y en mis hijos, pero he tenido la gran fortuna de que mi familia comparte conmigo el ideal de justicia y cree que las cosas que hago son cosas importantes por la vida de todos.

Pero, lleno de mártires está Colombia...

Los temerosos, los pusilánimes, los silenciosos, que hay tantos, no han logrado transformar la realidad y esta realidad hay que transformarla.

¿No teme ser una víctima más de esta espiral de violencia en Colombia?

Todos, por el simple hecho de tener capacidad de raciocinio, tenemos temor,. Pero hay que saber sobreponerse, que el temor no inmovilice. Es el arma que siempre han utilizado contra todos, esa es la belleza de la frase que mencionaba de Guatemala del mes de abril: “Nos han quitado todo, hasta el miedo”. Tenemos que reaccionar, si no reaccionamos todos los corruptos y los delincuentes se van a apoderar de lo que es más preciado para nosotros. No es un sacrificio el que yo hago, simplemente actúo de acuerdo con mis convicciones y mis convicciones son por la verdad y por la justicia. Y siento que ha valido la pena, no obstante tantas incomodidades, no obstante haber tenido a la inteligencia del Estado detrás de mí, al lado mío con el conductor que me espiaba o en la Corte Suprema de Justicia con el jefe de escoltas que me vigilaba o con las señoras que servían los tintos.

¿Cómo es un día suyo en Guatemala, dónde vive?

Yo vivo dedicado al trabajo, vivo en las propias instalaciones de la Comisión, ahí hay un apartamento que está dispuesto para mí

¿Qué lee usted además de expedientes, cuál fue la última novela que leyó, cómo respira de todas estas cosas tan fuertes?

Ahora estoy tratando de leer el Popol Vuh, que es el libro sagrado de los Mayas, tengo interés en conocer la historia indígena en Guatemala, más de 52% del total de habitantes es indígena. Pero realmente no alcanzo a leer todo lo que la Cicig produce, los informes policiales, los informes financieros, informes temáticos. Tengo para terminar de leer un informe sobre la trata de personas con fines de explotación sexual y otro informe sobre la violencia contra la mujer, el crimen organizado y la impunidad y acabamos de presentar un informe sobre el financiamiento ilícito de campañas políticas en Guatemala. Quizádescanso leyendo un informe policial después de leer un informe temático después de una reunión con los compañeros de investigación. Esa es toda la vida mía. 

 

 

jlaverde@elespectador.com

Por Juan David Laverde Palma

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