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“El día 18 de mayo de 2007 aproximadamente a las 20:25 horas se detecta por parte del personal nuestro -Grupo Especial Apache 1 del Ejército-, unos sujetos, se les dijo que hicieran alto pero la respuesta fue con fuego. En el intercambio de disparos se maniobró y luego se hizo el registro, se encontró un bandido dado de baja en el sector de Barcelona, corregimiento de Chivolo (Magdalena)”.
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Esa es una de las mentiras que el capitán Fredy Marcelo Flechas Gamba plasmó en su informe de campo, tras asesinar, en compañía de otros cinco miliares, al jornalero Julio César Martínez Ortega en mayo de 2007. La víctima de “falsos positivos”, quien se trasladaba en una flota para visitar a su madre en Plato (Magdalena), fue interceptado unos kilómetros antes, todo para ser asesinado por la espalda y descrito en informes oficiales como paramilitar de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC).
Alias Antonio. Un paramilitar que no quiso atender una orden del Ejército, que cargaba en su maleta decenas de cartuchos de fusil y hasta una granada envuelta en tela, y que atacó a un grupo de seis militares con una pistola que, tras las investigaciones, ni siquiera servía, ese fue el cuento que el Grupo Especial Apache 1 le quiso meter a la justicia durante años. Sin embargo, en dos instancias les han respondido que su versión es solo una fantasiosa puesta en escena.
El Tribunal Superior de Santa Marta acaba de confirmar un fallo del Juzgado Promiscuo del Circuito de Plato, que data del 27 de noviembre de 2018, en el cual fueron condenados a 32 años de prisión los seis militares. Se trata de Eder Yesid Ramírez Martínez, Luis Alfonso Barón Montero, Rafael Antonio Caballero Robles, Juan Carlos Pérez Orozco, Edilberto Rojas Pérez y Fredy Marcelo Flechas Gamba, este último quien redactó el imaginario informe de campo sobre el supuesto enfrentamiento armado en Chivolo (Magdalena).
En primera instancia, el juez examinó el informe de investigador de laboratorio, el cual concluyó que Julio César Martínez fue asesinado por la espalda y no pudo haber iniciado un combate porque el arma con la cual supuestamente cayó ni siquiera funcionaba. “Los procesados manifestaron que fueron atacados por varios sujetos con disparos y que por ello repelieron el ataque, pero contrario a tales dichos no se encontró evidencia de las municiones con las que se defendieron los procesados en la zona del supuesto combate, solo se hallaron al lado del cadáver de la víctima los elementos incautados que sugerirían ser combatientes de las fuerzas ilegales”, dijo el juez.
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No conformes con el fallo condenatorio, los seis militares apelaron la decisión en primera instancia. Indicaron que, como actores del conflicto armado, se sometieron a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) en los últimos años y, por tanto, sería ese despacho judicial el que siga el hilo del expediente. Sin embargo, el Tribunal Superior de Santa Marta contestó que solo Eder Yesid Ramírez se postuló y, aunque todos hubieran sido aceptados, la justicia ordinaria aún puede operar hasta que la JEP no tome el poder preferente.
Asimismo, la defensa de los militares explicó que Julio César Martínez murió por la espalda, pues él mismo inició el combate con su revólver calibre 32, y luego decidió huir por el pastizal, momento en el cual los hombres del Ejército aprovecharon para darle tres tiros en la espalda y otro en la mano derecha. Esa teoría no resultó creíble para el juez de segunda instancia, entre otras cosas porque entre los elementos que supuestamente cargaba Martínez había una granada, que permaneció envuelta en una tela al interior de un bolso.
Y no solo eso. El supuesto paramilitar Martínez, quien no era más que un jornalero, cargaba con más de 500 cartuchos de diferentes calibres al interior de su bolso, según el informe presentado. “Pantalón camuflado, guerrera camuflada, botas pantaneras de caucho, cinturón en plástico color café, pañoleta color café con la descripción de Bloque Norte de las Fuerzas Especiales AUC, camiseta color verde oliva”, fueron otros elementos que el capitán Fredy Marcelo Flechas Gamba supuestamente le encontró a alias Abuelo.
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“Y si además, como se sostiene en el informe suscrito por el militar, se hallaron 471 cartuchos calibre 762 mm, las reglas de la experiencia indican que en el contexto bélico este tipo de munición a su vez va acompañada con la existencia de las armas de guerra correspondientes, luego entonces, se insiste, no resulta lógico ni creíble que ante este arsenal en posesión del occiso -Julio César Martínez- haya sostenido un ataque con una patrulla del Ejército con un revolver en mal estado, cuando al menos se pudo hacer uso de la granada que presuntamente estaba en poder de los atacantes”, expuso el Tribunal Superior de Santa Marta.
Por otro lado, según el informe de consumo de munición de esa patrulla del Ejército, los seis militares en total se gastaron 115 cartuchos, en medio de un supuesto asalto que solo tenía como máximo dos objetivos paramilitares. Sin embargo, el condenado Rafael Antonio Caballero Robles explicó bajo juramento que el capitán Flechas Gamba dijo mentiras en su informe: “yo sí disparé el día de los hechos en la operación, yo disparé de cinco a diez cartuchos, yo no disparé la cantidad que dice ahí y me acojo al derecho de guardar silencio en el resto de la pregunta”.
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Incluso, ante la Fiscalía, un testigo que vivía en inmediaciones del sector de Barcelona, corregimiento de Chivolo (Magdalena) explicó que, esa noche, escuchó en los alrededores de su finca el mismo número disparos que recibió Julio César Martínez:
Investigador: Usted dice que se encontraba cenando, diga al despacho que escuchó.
Testigo (se omite su nombre): Escuchamos unos tiros como a eso de las 8:00 de la noche o iban siendo las 8:00 y nos entramos para adentro.
Investigador: Diga cuántos tiros escuchó y en cuál dirección.
Testigo: Escuché 4 tiros y los escuché por ahí derecho.
Investigador: La noche de mayo de 2007 que se encontraba cenando y escuchó los 4 tiros, ¿escuchó algún combate?
Testigo: No, combate no se escuchó, estando yo por aquí nunca he escuchado ningún combate, yo llevo viviendo por aquí como 10 años.
“Esos guarismos -los cuatro disparos escuchados por el testigo- representan un número menor al que los uniformados refirieron en sus declaraciones, pues según sus relatos, cada uno realizó más de cinco disparos; y como son seis los acusados entonces mínimamente tuvieron que escucharse 30 detonaciones, lo que no ocurrió como se advierte de las declaraciones de quienes afirman haber escuchado los disparos en la noche del 18 de mayo de 2007”, concluyó el juez.