Contador de Mancuso era revisor fiscal de la Fedefútbol
Luis Bedoya lamentó esta nueva coincidencia entre fútbol y mafia, pero dijo que Bernal no dependía de la entidad.
Redacción Judicial
Aunque se presentaron como dos noticias distintas, sin conexión alguna o protagonistas de relevancia, El Espectador logró establecer los enlaces que hoy tienen escandalizados a fiscales y funcionarios judiciales que desde hace años les siguen la pista a los bienes y testaferros del extraditado ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso Gómez. Su contador de cabecera y hombre de confianza, Manuel Bernal Vargas —asesinado el pasado 7 de julio— era al mismo tiempo ni más ni menos que el revisor fiscal de la Federación Colombiana de Fútbol. Un dato que hoy cobra relevancia precisamente en tiempos en que avanzan pesquisas para establecer cómo al Independiente Santa Fe terminaron colándose dineros del narcotráfico.
En un comunicado público, fechado el 9 de julio, el Comité Ejecutivo de la Fedefútbol, en cabeza de su presidente Luis Bedoya Giraldo, lamentó el fallecimiento de Bernal Vargas, “quien ocupó durante los últimos ocho años el cargo de revisor fiscal” y, además, resultó reelegido para el período 2010-2014. En el pronunciamiento quedó consignado que “en hechos de delincuencia común” había perdido la vida y extendió sus condolencias a familiares y amigos “que compartieron su exitosa carrera profesional y su gran calidad como ser humano y amigo”. El asunto quedó hasta ahí, nada volvió a trascender sobre la investigación por el crimen de Bernal Vargas y la Federación contrató los servicios de la firma Buhols Ltda. en su reemplazo.
Dos meses después varios medios reseñaron como noticia de última hora el asesinato del contador de Salvatore Mancuso Gómez. La primicia fue divulgada por la FM y allí se refería que el homicidio de “Manuel Bernal” había sido perpetrado por sicarios “en una zona cercana al búnker de la Fiscalía en Bogotá”, cuando se desplazaba en su vehículo particular. La noticia prendió las alarmas en la Federación, pero su presidente, Luis Bedoya, al revisar las fechas, concluyó que se trataba de un homónimo del contador de la entidad y descartó cualquier nexo incómodo. Hasta este miércoles cuando El Espectador se comunicó con él y salió de dudas: el hombre que revisaba las cuentas del ente rector del fútbol colombiano era el mismo que hacía lo propio con Mancuso.
Este diario conoció detalles reveladores del expediente. Por ejemplo, que el día del crimen Manuel Bernal Vargas llegó en la noche a una tienda de rancho y licores en el barrio San Miguel, al norte de Bogotá. La dueña del local declaró en la Fiscalía que el contador pidió media botella de whisky Old Par, “le puse hielo y me ‘voltié’ después de atenderlo y ahí escuché un tiro”, añadió. Temerosa se metió a un baño con una niña que estaba con ella hasta que pudo salir. El acta de inspección al cadáver dejó en evidencia que lo mataron con tiros de gracia, todos en la cabeza, y que llegó al hospital San José infantil sin signos vitales. Todo ocurrió alrededor de las ocho de la noche. La testigo contó que Bernal, de 53 años, llegó al local en un carro rojo y llevaba un maletín del cual no supo más tras el asesinato.
Pero fue la declaración de su esposa Ángela Constanza Mora la que aportó mayores luces sobre los posibles móviles del crimen. Fue ella la que resaltó que Bernal trabajaba como revisor fiscal de la Federación Nacional de Fútbol y de las empresas Industrias Maratón y Nuevo Horizonte, que desarrollaba trabajos independientes en su oficina particular ubicada en la carrera novena con calle 94 y que desde hace tiempo venía trabajando con el abogado de Mancuso, Jaime Alberto Paeres, con quien se veía dos veces al mes en Medellín y cuyo “trabajo específico consistía en hacer un estudio de los bienes de la familia Mancuso” y, en esencia, aclarar las cuentas del narcoparamilitar.
Según las autoridades, Bernal era quien más conocía en detalle la información confidencial sobre los millonarios bienes, propiedades y lista de testaferros a la sombra de Mancuso, y su crimen se produjo cuando buscaba la devolución de estos predios y dineros con el fin de aportar al proceso de reparación de Justicia y Paz. Hoy se tiene la tesis de que fue silenciado para que las fuerzas ilegales que reemplazaron al extraditado paramilitar en regiones de Córdoba o Antioquia sigan pasando de agache y beneficiados con un patrimonio que no ha podido rastrear la justicia. El propio abogado de Mancuso en Estados Unidos, Joaquín Pérez, mostró su preocupación por el homicidio del contador Bernal y sugirió que podría tratarse de una advertencia de grupos criminales que no quieren devolver tierras.
Entre tanto, la señora Ángela Constanza Mora advirtió que con ocasión de su trabajo en la Federación de Fútbol, su esposo viajaba con frecuencia a Medellín, Montería, Santa Marta y Cartagena, que una vez fue asesinado cerró su oficina y no encontró documentos sobre el estudio que le llevaba a la familia Mancuso, pero sí refirió algo que alertó a la Fiscalía: según ella, el 12 de julio, después del sepelio de su cónyuge fue citada por un sujeto que se identificó como Javier Rojas, “al que le dicen El notario”, quien le dijo que tenía que hablar con ella. “Me preguntó si sabía de los trabajos que Manuel hacía y que si tenía documentos se los entregara”. Y a renglón seguido le advirtió que debía salir del país junto con sus hijos, porque “a él lo habían matado por un trabajo delicado que llevaba”.
Por último, Mora refirió que entre los bienes familiares tenía con Bernal dos lotes de autolavado, una casa al occidente de Bogotá, el 50% de un apartamento en Santa Marta y un local en Cartagena. Además, refrendó que sus bienes son lícitos, fruto de la convivencia de 26 años con su esposo y que éste tenía una amante que “ha llamado al abogado de la familia y a la contadora a pedirle dinero asegurando que Manuel se ocupaba de todos sus gastos”. Más allá de estas minucias, para la Fiscalía es evidente que el nexo del revisor fiscal de la Fedefútbol con Salvatore Mancuso pone en primera fila la hipótesis de que fue asesinado por ser contador y saber al detalle los secretos y fortunas del ex jefe paramilitar, detenido en una cárcel de Estados Unidos.
El Espectador se comunicó con Luis Bedoya, presidente de la Federación de Fútbol, quien se mostró sorprendido por la noticia y lamentó una nueva y desafortunada coincidencia entre el fútbol y la mafia. El dirigente deportivo explicó, sin embargo, que con Manuel Bernal tuvo muy poco trato, que éste, como revisor fiscal, “nunca fue funcionario de la entidad” sino que “hacía visitas periódicas para constatar la contabilidad, y que por obvias razonas asistía a los Comités Ejecutivos y Asambleas. “Más allá no puedo decir nada. Nunca nos despertó sospechas. Él era un hombre muy enterado de las normas y fue reelegido en su cargo este año por la Asamblea, que está conformada por 70 representantes de los clubes profesionales y aficionados del país”.
Bedoya recalcó que Bernal no dependía de la Federación, “pero podemos dar garantías de transparencia en todo sentido, apoyamos cualquier política del Gobierno para que en el fútbol no vuelvan a ocurrir estas cosas y estamos a disposición de las autoridades“. No obstante, en momentos en que la justicia rastrea las cuentas del club Independiente Santa Fe —infiltrado por los capos Luis Caicedo, Julio Lozano y Claudio Javier Silva, según el director de la Policía, general Óscar Naranjo, y la directora de la Unidad Antinarcóticos de la Fiscalía, Ana Margarita Durán—, que la Federación de Fútbol de Colombia y Mancuso compartieran el mismo contador vuelve a sembrar sospechas sobre un asunto de siempre: fútbol y mafia.
Aunque se presentaron como dos noticias distintas, sin conexión alguna o protagonistas de relevancia, El Espectador logró establecer los enlaces que hoy tienen escandalizados a fiscales y funcionarios judiciales que desde hace años les siguen la pista a los bienes y testaferros del extraditado ex jefe paramilitar Salvatore Mancuso Gómez. Su contador de cabecera y hombre de confianza, Manuel Bernal Vargas —asesinado el pasado 7 de julio— era al mismo tiempo ni más ni menos que el revisor fiscal de la Federación Colombiana de Fútbol. Un dato que hoy cobra relevancia precisamente en tiempos en que avanzan pesquisas para establecer cómo al Independiente Santa Fe terminaron colándose dineros del narcotráfico.
En un comunicado público, fechado el 9 de julio, el Comité Ejecutivo de la Fedefútbol, en cabeza de su presidente Luis Bedoya Giraldo, lamentó el fallecimiento de Bernal Vargas, “quien ocupó durante los últimos ocho años el cargo de revisor fiscal” y, además, resultó reelegido para el período 2010-2014. En el pronunciamiento quedó consignado que “en hechos de delincuencia común” había perdido la vida y extendió sus condolencias a familiares y amigos “que compartieron su exitosa carrera profesional y su gran calidad como ser humano y amigo”. El asunto quedó hasta ahí, nada volvió a trascender sobre la investigación por el crimen de Bernal Vargas y la Federación contrató los servicios de la firma Buhols Ltda. en su reemplazo.
Dos meses después varios medios reseñaron como noticia de última hora el asesinato del contador de Salvatore Mancuso Gómez. La primicia fue divulgada por la FM y allí se refería que el homicidio de “Manuel Bernal” había sido perpetrado por sicarios “en una zona cercana al búnker de la Fiscalía en Bogotá”, cuando se desplazaba en su vehículo particular. La noticia prendió las alarmas en la Federación, pero su presidente, Luis Bedoya, al revisar las fechas, concluyó que se trataba de un homónimo del contador de la entidad y descartó cualquier nexo incómodo. Hasta este miércoles cuando El Espectador se comunicó con él y salió de dudas: el hombre que revisaba las cuentas del ente rector del fútbol colombiano era el mismo que hacía lo propio con Mancuso.
Este diario conoció detalles reveladores del expediente. Por ejemplo, que el día del crimen Manuel Bernal Vargas llegó en la noche a una tienda de rancho y licores en el barrio San Miguel, al norte de Bogotá. La dueña del local declaró en la Fiscalía que el contador pidió media botella de whisky Old Par, “le puse hielo y me ‘voltié’ después de atenderlo y ahí escuché un tiro”, añadió. Temerosa se metió a un baño con una niña que estaba con ella hasta que pudo salir. El acta de inspección al cadáver dejó en evidencia que lo mataron con tiros de gracia, todos en la cabeza, y que llegó al hospital San José infantil sin signos vitales. Todo ocurrió alrededor de las ocho de la noche. La testigo contó que Bernal, de 53 años, llegó al local en un carro rojo y llevaba un maletín del cual no supo más tras el asesinato.
Pero fue la declaración de su esposa Ángela Constanza Mora la que aportó mayores luces sobre los posibles móviles del crimen. Fue ella la que resaltó que Bernal trabajaba como revisor fiscal de la Federación Nacional de Fútbol y de las empresas Industrias Maratón y Nuevo Horizonte, que desarrollaba trabajos independientes en su oficina particular ubicada en la carrera novena con calle 94 y que desde hace tiempo venía trabajando con el abogado de Mancuso, Jaime Alberto Paeres, con quien se veía dos veces al mes en Medellín y cuyo “trabajo específico consistía en hacer un estudio de los bienes de la familia Mancuso” y, en esencia, aclarar las cuentas del narcoparamilitar.
Según las autoridades, Bernal era quien más conocía en detalle la información confidencial sobre los millonarios bienes, propiedades y lista de testaferros a la sombra de Mancuso, y su crimen se produjo cuando buscaba la devolución de estos predios y dineros con el fin de aportar al proceso de reparación de Justicia y Paz. Hoy se tiene la tesis de que fue silenciado para que las fuerzas ilegales que reemplazaron al extraditado paramilitar en regiones de Córdoba o Antioquia sigan pasando de agache y beneficiados con un patrimonio que no ha podido rastrear la justicia. El propio abogado de Mancuso en Estados Unidos, Joaquín Pérez, mostró su preocupación por el homicidio del contador Bernal y sugirió que podría tratarse de una advertencia de grupos criminales que no quieren devolver tierras.
Entre tanto, la señora Ángela Constanza Mora advirtió que con ocasión de su trabajo en la Federación de Fútbol, su esposo viajaba con frecuencia a Medellín, Montería, Santa Marta y Cartagena, que una vez fue asesinado cerró su oficina y no encontró documentos sobre el estudio que le llevaba a la familia Mancuso, pero sí refirió algo que alertó a la Fiscalía: según ella, el 12 de julio, después del sepelio de su cónyuge fue citada por un sujeto que se identificó como Javier Rojas, “al que le dicen El notario”, quien le dijo que tenía que hablar con ella. “Me preguntó si sabía de los trabajos que Manuel hacía y que si tenía documentos se los entregara”. Y a renglón seguido le advirtió que debía salir del país junto con sus hijos, porque “a él lo habían matado por un trabajo delicado que llevaba”.
Por último, Mora refirió que entre los bienes familiares tenía con Bernal dos lotes de autolavado, una casa al occidente de Bogotá, el 50% de un apartamento en Santa Marta y un local en Cartagena. Además, refrendó que sus bienes son lícitos, fruto de la convivencia de 26 años con su esposo y que éste tenía una amante que “ha llamado al abogado de la familia y a la contadora a pedirle dinero asegurando que Manuel se ocupaba de todos sus gastos”. Más allá de estas minucias, para la Fiscalía es evidente que el nexo del revisor fiscal de la Fedefútbol con Salvatore Mancuso pone en primera fila la hipótesis de que fue asesinado por ser contador y saber al detalle los secretos y fortunas del ex jefe paramilitar, detenido en una cárcel de Estados Unidos.
El Espectador se comunicó con Luis Bedoya, presidente de la Federación de Fútbol, quien se mostró sorprendido por la noticia y lamentó una nueva y desafortunada coincidencia entre el fútbol y la mafia. El dirigente deportivo explicó, sin embargo, que con Manuel Bernal tuvo muy poco trato, que éste, como revisor fiscal, “nunca fue funcionario de la entidad” sino que “hacía visitas periódicas para constatar la contabilidad, y que por obvias razonas asistía a los Comités Ejecutivos y Asambleas. “Más allá no puedo decir nada. Nunca nos despertó sospechas. Él era un hombre muy enterado de las normas y fue reelegido en su cargo este año por la Asamblea, que está conformada por 70 representantes de los clubes profesionales y aficionados del país”.
Bedoya recalcó que Bernal no dependía de la Federación, “pero podemos dar garantías de transparencia en todo sentido, apoyamos cualquier política del Gobierno para que en el fútbol no vuelvan a ocurrir estas cosas y estamos a disposición de las autoridades“. No obstante, en momentos en que la justicia rastrea las cuentas del club Independiente Santa Fe —infiltrado por los capos Luis Caicedo, Julio Lozano y Claudio Javier Silva, según el director de la Policía, general Óscar Naranjo, y la directora de la Unidad Antinarcóticos de la Fiscalía, Ana Margarita Durán—, que la Federación de Fútbol de Colombia y Mancuso compartieran el mismo contador vuelve a sembrar sospechas sobre un asunto de siempre: fútbol y mafia.