Crisis en Ecuador: las conexiones de las bandas criminales con Colombia
El presidente de Ecuador ordenó combatir a una veintena de bandas criminales en su país que serían responsables de la más reciente ola de violencia en el vecino país. Algunas de ellas tienen viejas relaciones con las guerrillas y grupos de origen paramilitar colombiano.
El presidente ecuatoriano, Daniel Noboa Azin, acaba de declarar, a través de un decreto, la existencia de un conflicto armado interno en el país. Esa medida, en la que ordena identificar a 20 grupos criminales, se toma luego de que este fin de semana se presentaran nuevos motines en las cárceles, la fuga de un temido capo criminal y las tomas de un canal de televisión y la Universidad Nacional de ese país. Es decir, un coctel de hechos violentos que vuelven a demostrar la incapacidad del Estado ecuatoriano para enfrentar a estos grupos criminales que tienen alianzas con grupos armados colombianos y con carteles de la droga mexicanos y europeos.
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El presidente ecuatoriano, Daniel Noboa Azin, acaba de declarar, a través de un decreto, la existencia de un conflicto armado interno en el país. Esa medida, en la que ordena identificar a 20 grupos criminales, se toma luego de que este fin de semana se presentaran nuevos motines en las cárceles, la fuga de un temido capo criminal y las tomas de un canal de televisión y la Universidad Nacional de ese país. Es decir, un coctel de hechos violentos que vuelven a demostrar la incapacidad del Estado ecuatoriano para enfrentar a estos grupos criminales que tienen alianzas con grupos armados colombianos y con carteles de la droga mexicanos y europeos.
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La principal banda criminal que ha desatado esta crisis de seguridad en Ecuador, que viene in crescendo desde 2019, son Los Choneros, que mantienen una alianza con emisarios del cartel de Sinaloa (liderado por los hijos del Chapo Guzmán); los Tiguerones, los Lobos y los Lagartos, ligados al cartel de Jalisco Nueva Generación (liderado por alias el Mencho, uno de los narcos más buscado por EE.UU). En medio de estos pactos entre bandas ecuatorianas y mafias mexicanas, fuentes del Ejército y de la Defensoría, aseguran que también intermedia el factor colombiano: las disidencias de las FARC y un grupo sucesor del paramilitarismo que opera a lo largo de la frontera, en los departamentos de Nariño y Putumayo.
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Comandos de la Frontera
Desde julio de 2020, en el departamento de Putumayo se empezó a conocer sobre la presencia de un grupo autodenominado Comandos de la Frontera, una atípica alianza entre los frentes 48 y 32 de las disidencias de las Farc con la banda criminal sucesora del paramilitarismo La Constru, grupos armados que desde hace varios años delinquen en esta zona del país y del lado ecuatoriano de la frontera. Lo que ha determinado el Ejército colombiano es que las disidencias cuidan los laboratorios de procesamiento de cocaína y controlan los cultivos de uso ilícito en el departamento, los cuales mantienen en disputa con otra disidencia, el autodenominado Frente Carolina Ramírez.
Por su parte, La Constru, que surgió después de la desmovilización de los paramilitares del Putumayo en 2006, es la que, según fuentes en terreno, tiene los enlaces con las mafias internacionales, como el cartel de Sinaloa. Los grupos criminales que conforman los Comandos de la Frontera se aliaron para mantener bajo su control el negocio del narcotráfico a través de un muy bien aceitado andamiaje para pasar los cargamentos de cocaína a la provincia ecuatoriana de Sucumbíos, territorio que en su momento sirvió como retaguardia de las Farc y donde precisamente fue bombardeado el campamento del jefe guerrillero alias Raúl Rayes, en marzo de 2008.
Las autoridades señalan que los Comandos de la Frontera usan vehículos con doble fondo, informantes y personal que cuida las cargas en municipios como Puerto Asís y Puerto Leguízamo en Colombia y Puerto El Carmen, Puerto Mestanza y Lago Agrio en Ecuador, donde se pactan las entregas de la cocaína a los grupos criminales ecuatorianos. Estos últimos acopian los alijos para despacharlos vía marítima hacia Centroamérica. Sin embargo, la Policía colombiana ya tenía en sus archivos que los integrantes de los Comandos de la Frontera —desde antes del Acuerdo de Paz, cuando decidieron unirse totalmente— ya habían colaborado esporádicamente para sacar cargamentos de cocaína por esta frontera.
“En 2015, fue capturado por la Policía ecuatoriana, en Lago Agrio (Ecuador), Diego Mauricio Mejía Rojas, alias el Paisa, entonces líder de La Constru, quien para ese momento ya teníamos identificado como un hombre que tenía negocios con los frentes 32 y 48 de las Farc”, dice un investigador de la Dirección Antinarcóticos de la Policía. Desde 2015, delincuentes del calibre de alias el Alacrán y Gárgola (narcoparamilitares), con fuertes lazos en el narcotráfico del Valle del Cauca, el cartel de Sinaloa y las mafias de los Balcanes, estuvieron a la cabeza de La Constru.
Otros viejos vínculos con Colombia
Los Choneros, grupo criminal que desde los años 90 ha tenido relaciones con el narcotráfico colombiano y el cartel de Sinaloa, es señalada de recibir la cocaína en la frontera colombo-ecuatoriana y enviarla camuflada por los puertos marítimos, entre ellos el de Guayaquil. La Dijín de la Policía sabe que esta banda también, en menor medida, es integrada por colombianos. En mayo de 2020, fue capturado el ciudadano colombiano denominado por las autoridades Jaime Adolfo Z. V. Se trata del hombre que coordinaba a cerca de 28 personas que traía los cargamentos de cocaína en Tumaco (Nariño, Colombia) por la frontera con la provincia de Carchi y luego enviada a Guayaquil.
Sin embargo, se desconoce qué grupo era el que les proveía por esa ruta. Este no es el único vínculo de Los Choneros con Colombia, pues, en 2013, Jorge Luis Zambrano, alias Rasquiña, entonces líder de la organización, se fugó de una cárcel en Guayaquil con destino a Colombia. Estuvo tres meses a la fuga y fue recapturado en el centro comercial Bulevar Niza en Bogotá. “Estuvo fugitivo gracias a una red de personas que lo mantuvieron en el anonimato”, dice una fuente de la Dijín que participó en el operativo.
Rasquiña fue recapturado, pero quedó libre en junio de 2020. Seis meses después, fue asesinado a plena luz del día en un centro comercial en Manta (Ecuador). Un asesinato que, según medios locales y autoridades de ambos países, generó la crisis de violencia y carcelaria que vive Ecuador al quedarse Los Choneros sin una cabeza y la ambición de las otras bandas de ganarles terreno en las rutas del narcotráfico. La muerte de ‘Rasquiña’ dejó a alias ‘Fito’ como el nuevo cabecilla de Los Choneros y quien hoy protagoniza una fuga, la cual representa uno de los ingredientes más importantes de esta nueva crisis de seguridad en Ecuador.
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