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José Benigno Guzmán Mora, alias el Rolo, se convirtió en uno de los hombres más buscados por las autoridades tras ser señalado como el presunto responsable del ataque terrorista perpetrado en el suroriente de Cali, en el sector conocido como Puerto Rellena. El atentado que se atribuyó el Frente de Guerra Urbano Camilo Torres del Eln dejó un saldo de trece uniformados del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) heridos. El ataque, que es investigado por una “cápsula investigativa antiterrorismo” que anunció el ministro de Defensa, Diego Molano, en la tarde del pasado sábado, es producto de una retaliación que anunció el grupo guerrillero, en septiembre pasado, una vez conocieron del deceso en operaciones militares de alias Fabián, uno de los cabecillas importantes en la organización.
“Como lo dijimos en el comunicado a raíz del asesinato de nuestro comandante Fabián, el uso desproporcionado de la fuerza por parte del régimen legítima de nuestra parte una respuesta contundente”, se lee en el documento de una página que firmó el Frente de Guerra Urbano que, según información de inteligencia, está al mando de Guzmán Mora, quien tiene la directriz del Comando Central (Coce) del Eln de integrar alrededor de diez frentes urbanos ubicados en las principales ciudades del territorio nacional. Por los antecedentes que tiene el cabecilla y con el fin de dar con el paradero de los responsables del ataque, el jefe de la cartera de Defensa ofreció una recompensa de hasta $1.000 millones por la captura de alias el Rolo.
Entre otras cosas, el ministro también ofreció hasta $350 millones a quien brinde información sobre los presuntos responsables del atentado. Además, aseguró que, por directriz del presidente Iván Duque, Cali y el Valle del Cauca tendrán robustecimiento en su pie de fuerza con 684 soldados y la presencia permanente del Esmad en Puerto Rellena, uno de los puntos neurálgicos donde se concentró el paro nacional que se convocó en abril de 2021 como rechazo a las disposiciones del actual Gobierno. La fuerza pública estuvo apostada en esa zona durante un poco más de tres meses evitando desmanes. Las investigaciones por hechos ocurridos allí llegaron a establecer que las disidencias de las Farc y el Eln financiaron gran parte de las actuaciones delictivas que se llevaron a cabo durante las jornadas de protesta.
Aunque en el radar de las autoridades no estaba tan presente alias el Rolo, lo que sí reposa en información de inteligencia es que él tiene la responsabilidad de concentrar el actuar delictivo del Eln en Bogotá, Cúcuta, Neiva, Barranquilla, Bucaramanga, Huila, Medellín, Cartagena y Popayán. Guzmán Mora tiene un recorrido criminal de más de 25 años. Empezó su prontuario en el Frente Urbano Carlos Velasco Villamizar, una estructura urbana que en los años 2000 se hizo muy fuerte en Cúcuta. Para evadir a las autoridades se refugiaba en Venezuela donde, dicen, posee varias propiedades, especialmente, fincas ganaderas a través de testaferros. Su misión desde que se integró al Eln es ser el cerebro de varios atentados en Norte de Santander. El más reciente es el de Cali, pero también tiene un posible vínculo con el atentado a la Brigada 30 del Ejército en Cúcuta, perpetrado en junio del año pasado. Si bien las autoridades dijeron que tras el ataque estarían las disidencias de las Farc, nuevas hipótesis planten la participación de Guzmán Mora.
Alias el Rolo, de 53 años, fue entrenado para moverse sigilosamente entre las urbes. Suele tener bajo su dominio las denominadas “células”, grupos de dos o cinco personas que, una vez cometen el ilícito, se disipan sin dejar rastro alguno. Su actuar se basa, especialmente, en el uso y empleo de artefactos explosivos, cuya activación les garantiza no solo generar temor en la población sino lograr escabullirse y evadir a las autoridades. A diferencia de otros mecanismos para atacar a la población civil o a la fuerza pública, las células no requieren mayor personal, pues la cabeza, en este caso, supuestamente, el Rolo, se encarga de hacer los enlaces para obtener el material bélico e idear la forma en la que pretenden impactar.
Aunque Guzmán Mora tiene un recorrido criminal extenso, este no se compara en tiempo a la modalidad que ha implementado el Eln para hacer presencia en las principales ciudades del país. La estructura guerrillera, desde sus inicios, ha contado con participación de personas que han apoyado su lucha armada logísticamente o con incorporación en sus filas para adelantar lo que denominan “acciones militares” o conseguir recursos económicos. Estos procesos se empezaron a articular desde 1986 a través de métodos sociales, políticos y “militares”. En 1989, la iniciativa empezó a tomar forma con las denominadas bases revolucionarias de masas, que delineaban una estrategia territorial en las urbes e imponía las normas con las que se atacaría.
En 2004, la estructura trazó unas líneas para lograr procesos de articulación de las iniciativas urbanas existentes en todas las ciudades. En el cuarto congreso del Eln avalaron esas pretensiones como trabajo político y, además, se empezó a proyectar la constitución del Frente de Guerra Urbano. Entre 2006 y 2014, esta unidad se consolidó teniendo como prioridad la inserción en las dinámicas políticas del país y empezaron a abrirse espacios entre los trabajadores y estudiantes de universidades. Hasta la fecha, las autoridades tienen evidencia que los militantes del Eln han logrado permear las aulas de las universidades públicas bajo la retórica de revolución y lucha armada en contra de los lineamientos del Gobierno de turno.
Los ataques del Eln a través de células
El atentado a los miembros del Esmad en Cali hace parte de una seguidilla de ataques por parte del grupo guerrillero que, por lo general, tiene como costumbre afectar a la población civil y la fuerza pública empezando el año. En 2017, en el barrio La Macarena de Bogotá, cerca la Plaza de Toros La Santamaría, una bomba estalló causando la muerte de un miembro del Esmad y dejando otras 26 personas heridas. La explosión, que se presentó a las 10:36 de la mañana del 19 de febrero, afectó igualmente a 34 inmuebles del barrio. En ese entonces, el Eln, a través de un comunicado, explicó su responsabilidad en el atentado. Según la estructura, la acción fue cometida por un comando guerrillero urbano de ese grupo en contra del Esmad, cuerpo oficial al que señalaban de reprimir las protestas sociales que se presentaron en esa época.
El mismo año, el 17 de junio, en vísperas del Día del Padre, las autoridades reportaron la detonación de un artefacto explosivo en el baño de mujeres del segundo piso del Centro Comercial Andino, en el norte de la capital. La fuerte explosión, que se registró pasadas las 5:00 de la tarde, dejó tres mujeres muertas (una de nacionalidad francesa) y otras siete personas heridas. En ese entonces, la Fiscalía le atribuyó el atentado al Movimiento Revolucionario Popular (Mrp) y por esos hechos fueron capturadas diez personas, a quienes meses después se les comprobó que habían estado en campamentos del Eln recibiendo instrucción militar a cambio de brindar conocimientos académicos a los subversivos.
Seis meses más tarde, el 27 de enero de 2018, a las 6:40 de la mañana, se registró la detonación de un artefacto explosivo contra el CAI del barrio San José, en Barranquilla. El reporte oficial dio cuenta de seis uniformados muertos y 47 heridos. Semanas después del atentado, el entonces presidente de la República, Juan Manuel Santos, manifestó que Rafael Antonio Botero Restrepo, alias Tista, miembro de la Dirección Nacional del Eln y entonces cabecilla del Frente de Guerra Urbano a escala nacional, sería el responsable del ataque. Tista había sido capturado días antes por reclutar a 97 menores de edad. Las investigaciones permitieron la captura de dos jóvenes que habrían apoyado la elaboración de los explosivos que fueron detonados.
Un año después, el 17 de enero de 2019, otro atentado terrorista enlutó a la Policía. En ese entonces, José Aldemar Rojas Rodríguez ingresó a la Escuela de Cadetes de Policía General Santander y prácticamente se inmoló con una carga explosiva que llevaba en una camioneta gris de marca Nissan Patrol. La detonación de al menos 80 kilos de pentolita cobró la vida de 22 personas que se formaban académicamente como oficiales de la institución. El atentado, que también fue autoría del Eln, dejó más de cien personas heridas. Al analizar la seguidilla de atentados perpetrados por el grupo guerrillero, las autoridades establecieron la forma en la que delinquen y en los hechos mencionados coinciden en que la modalidad que usa el Frente de Guerra Urbano son las células.
Por el momento, la denominada “cápsula investigativa antiterrorista” se mueve con fiscales y uniformados de la Dijín para establecer no solo la identidad de los responsables del atentado, sino también la forma en la que adquirieron los explosivos que detonaron en la madrugada del pasado sábado. “Ya llegó a la ciudad de Cali todo el componente de analistas y técnicos que adelantarán las investigaciones. Alrededor de cien personas estarán avanzando con las indagaciones. Aún se están practicando pruebas en laboratorios químicos para establecer cuál fue el explosivo que usaron para el lamentable hecho”, resaltó el director de la Dijín, general Fernando Murillo, y añadió que el artefacto detonado en Cali se encuentra en un rango entre 15 a 20 kilos y fue accionado por control remoto mediante sistema de radiofrecuencia.