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En los últimos diez años, el mismo nombre resuena en algunos de los mayores escándalos de corrupción: Emilio Tapia. Abogado, cordobés, parrandero, lobista y experto en contratación pública. Sus conocimientos, precisamente, le han permitido navegar, torcer y, al parecer, sacar su tajada de algunos de los contratos más grandes del Estado: desde ambiciosos proyectos de infraestructura en Bogotá, hasta la conectividad de escuelas rurales y, más recientemente, en una planta de tratamiento de aguas en el Valle del Cauca. Estos son los escándalos judiciales de Tapia.
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El carrusel de la contratación
La primera vez que se conoció el nombre de Emilio Tapia fue cuando estalló el escándalo del esquema de corrupción que se fraguó en Bogotá para entregar al mismo grupo de contratistas millonarios recursos para construir infraestructura. El carrusel de la contratación, como fue llamado, puso tras las rejas a decenas de funcionarios —desde el alcalde Samuel Moreno y su hermano, el senador Iván Moreno, hasta la directora del Instituto de Desarrollo Urbano, Liliana Pardo—, empresarios y abogados corruptos.
Emilio Tapia se volvió en el delator principal. Su testimonio tuvo eco en la Fiscalía, en la Procuraduría y en los juzgados de Paloquemao, por donde desfiló al menos tres veces por este caso. Las primeras dos, por los esquemas de coimas que se inventaron él y sus socios, que consistían en desviar recursos públicos a través de empresas fachadas. Y una vez más porque, con interceptaciones telefónicas, la justicia se dio cuenta de que, mientras prendía el ventilador en público sobre este entramado de corrupción, Tapia hacía todas las gestiones necesarias para esconder los millones que le entraron.
Tras ser condenado, en 2015, Emilio Tapia le dio a El Espectador una entrevista que generó polémica en su momento. Con una honestidad impresionante, el contratista confesó cómo se pagaban las coimas con las que aseguraban que determinadas empresas ganaran licitaciones públicas: “El tema es muy sencillo: radica en los precios de los presupuestos de los contratos de la administración pública. El Estado paga tan bien que da para ejecutar las obras y nuestra utilidad como contratistas da para ejecutar las obras y para pagar una comisión”.
Las parrandas de Tapia
Tanto en libertad, como tras las rejas, Emilio Tapia ha sido un hombre de fiestas: le gusta tanto el vallenato que, en más de una canción, reconocidos artistas le mandan saludos. Desde antes que estallara el carrusel, eran famosas las rumbas que hacía en su lujosa casa al norte de Bogotá. Cuando terminó enredado con la justicia, le incautaron ese inmueble, en el que vivía en arriendo, y se determinó que perteneció a alias Manicomio, el jefe de pilotos del narcotraficante Daniel, El Loco, Barrera. Luego, cuando resultó envuelto en el carrusel, era normal ver a Tapia entre semana declarando en un juzgado y el fin de semana en el palco de algún concierto.
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En la misma entrevista de 2015, Tapia le dijo a El Espectador sobre las fiestas en las que se le veía: “Lo que puedo decir es simplemente que yo soy de la Costa Caribe”. Esa naturaleza rumbera se extendió a la cárcel, una vez fue condenado y enviado a La Picota, en Bogotá. Detenido en el patio de exfuncionarios públicos, en más de una ocasión Tapia volvió a dar titulares de noticieros y diarios por las fiestas que hacía tras las rejas. Recuperó su libertad en diciembre de 2018 y, apenas tres años más tarde, resultó envuelto en un nuevo escándalo.
Emilio Tapia en el caso Mintic
Cuando se encendieron las alarmas por los documentos falsos que presentó la Unión Temporal Centros Poblados para quedarse con un billonario contrato del Ministerio de las Tecnologías de la Información (Mintic), saltó nuevamente a relucir el nombre de Tapia. La Fiscalía lo recapturó y lo señaló de ser quien, en la sombra, controlaba las compañías que conformaban la unión temporal. Aunque aún no acepta cargos, y está a punto de ser llamado a juicio, Tapia sí ha venido negociando con la Fiscalía con lo cual, una vez más, se volvería en el principal delator del caso.
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Además de su rol en la garantía bancaria que resultó falsa, Tapia fue imputado por un segundo torcido del caso de Centros Poblados. Según la Fiscalía, el contratista habría pagado para “alquilar” el nombre de otras empresas con las que se presentó al concurso y se habría apropiado, al menos de $6.000 millones del anticipo —que sumaba $70.000 millones— que les giró el Mintic para ejecutar el contrato. Por estos hechos, aún es investigado por los delitos de falsedad ideológica en documento privado, fraude procesal y peculado por apropiación.
Su sombra en Emcali
Finalmente, Emilio Tapia volvió a aparecer sobre el escándalo de corrupción del que más se habla actualmente: los posibles contratos irregulares de la Empresa de Servicios Públicos de Cali, Emcali. Hasta ahora, no se ha vinculado al abogado cordobés con el contrato que más captó a la opinión pública, en el que se cobraban televisores a $42 millones. El contrato por el que la Fiscalía volvió a imputar a Tapia son de valores mucho mayores.
(En contexto: Emilio Tapia, otra vez ante la justicia, por presunta falsificación de documentos)
Con la misma estrategia que, al parecer, utilizó en el caso Mintic, Emilio Tapia habría controlado un conglomerado de empresas que se presentó a dos procesos de contratación relacionados con la Planta de Tratamiento de Agua Potable (PTAR) de Puerto Mallarino fase uno, los cuales ascendían en valor a $3.798 millones y $2.414 millones. E, igual que en ese caso, para cumplir los requisitos que exigía Emcali, el contratista habría falsificado documentos. En esta oportunidad, los documentos qe serían falsos son Certificados de Cupo de Crédito Aprobado.
Con este ya son tres los grandes escándalos de corrupción en los que aparece involucrado Emilio Tapia. Su rol ha sido protagónico en todos los casos. Aunque en Mintic y Emcali se ha declarado inocente, sus estrategias son más que similares.
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