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También conocido como El Viejo o Benjamín, Daniel Rendón Herrera, alias Don Mario, detenido en un calabozo de la Dijín en Bogotá, todavía tiene vigente el carné número 35-00636 que le expidió el Comité para la Dejación de Armas del Gobierno y que lo certifica como desmovilizado del bloque Élmer Cárdenas de las autodefensas y postulado a los beneficios de la Ley de Justicia y Paz. El capo de capos de la nueva generación de narcos, sin embargo, no tendrá rebajas procesales y, en cambio, su pasado criminal será saldado ante un jurado de conciencia de los Estados Unidos, país que lo acusa de ingresar más de 100 toneladas de droga y que colaboró, a través de un avión plataforma de inteligencia de la DEA, en su captura .
Qué importa que durante dos décadas en la ilegalidad hubiera sido responsable de incontables homicidios —el ministro de Defensa, Juan Manuel Santos, le endilga 3.000 en el último año y medio—, una barbarie con rostro de genocidio que extendió desde los Llanos Orientales hasta La Guajira, pasando por las sabanas de Córdoba y la región de Urabá. Y aunque con su detención las autoridades empezaran a aclarar su largo prontuario judicial, ya se van conociendo varias perlas de este sanguinario sujeto.
Por ejemplo, tiene seis hijos de tres relaciones distintas. Su última compañera sentimental vive en Panamá y desde allí se desplazaba frecuentemente a visitarlo a Urabá. “Yo pensaba que por ahí lo iban a capturar a él, porque la señora venía mucho a verlo. Ese era uno de sus puntos débiles”, le dijo a El Espectador una fuente cercana al narcoparamilitar. No era su único punto débil. Su obsesión por la salud llegó a bordear los límites de un hipocondriaco regular. De hecho, el comando jungla que lo capturó hace dos días sabía que Don Mario se estaba quejando en los últimos días de unos problemas estomacales.
“Siempre estaba buscando enfermedades. Estaba obsesionado con eso. Mandaba a buscar médicos que fueron a revisarlo y a practicarle exámenes. El fin de semana bajó hasta una finca en el corregimiento El Tres, en Turbo, para un chequeo médico”, añadió la fuente consultada, que pidió el anonimato. No obstante, en el momento de su captura se ocultaba en un cambuche de tablas cerca de una palma, una estrategia frecuente en sus escondites. “Era un zorro. Armaba ‘ramadas’ en cualquier parte. Una vez permaneció varios días en medio de una laguna, solo, mientras pasaba el peligro”, relató la misma fuente.
Una de sus preocupaciones era que por interceptación de llamadas pudieran ubicarlo. Por esa razón, cerca de él no había celulares. Tenía una forma de comunicarse muy estricta para evitar ser rastreado. Su primer anillo de seguridad lo conformaban máximo cuatro hombres. Cualquier razón que le enviaban, llegaba por radio hasta cierto sector y a partir de allí se desplazaban para darle la información personalmente y evitar las interceptaciones. Con su familia se comunicaba mediante mensajes grabados.
Otro de los hombres cercanos de Don Mario manifestó que el paramilitar Vicente Castaño entregó franquicias de las autodefensas así: “A Cuchillo le entregó los Llanos; el centro y los Santanderes al Loco Barrera, el norte a Los Mellizos y el suroccidente y el Pacífico a H.H. y Don Berna. A estos últimos no les gustó la repartición porque los sacaron de Urabá. Vicente Castaño le dijo a Don Mario que le vendiera Urabá a H.H. Él alcanzó a pagar una primera cuota de cinco millones de dólares y a los 15 días lo capturan, entonces Don Mario se quedó con la plata y con la zona”.
Apenas uno más de los orígenes de la guerra entre las organizaciones de Don Mario, Los Paisas y la Oficina de Envigado por el control de las rutas del narcotráfico. Con la muerte de uno de los mellizos, Víctor Manuel Mejía, y la captura del otro, Miguel Ángel, Don Mario copó su territorio. Aún así, buscó alianzas con Pedro Guerrero, alias Cuchillo, y con el bloque José María Córdoba de las Farc. Este último, de acuerdo con las autoridades, recibió dineros a raudales de Don Mario, que le permitieron fortalecerse en el Urabá.
Los beneficios eran de doble vía. Las Farc le brindaran protección al capo. “El sitio donde capturaron a Don Mario, Cerro Azul, está lleno de guerrilla. Por aquí no se veían minas antipersona y ya hay. En los últimos diez días, dos soldados y una niña murieron por minas y otros dos quedaron heridos. La plata que Don Mario les dio les ha permitido tener esa fábrica de minas y tienen dos centros de reentrenamiento en el Darién panameño”, concluyó la fuente consultada.
La alianza con las Farc implicaba también expandirse por fuera de Colombia. “Las Autodefensas Gaitanistas de Don Mario tienen 12 frentes en todo el país. La estrategia era crecer en zonas de frontera apoyados por la guerrilla. Comenzaron a aparecer en la frontera con Panamá, Venezuela y Ecuador. Estaban metiéndose muy fuerte por Nariño”. Su plan se vio frustrado por su captura, dejando de paso en claro que entre narcotraficantes la única ley que impera es la de los negocios de mutua conveniencia. Farc con ‘narcos’, paramilitares y guerrilla, ‘narcos’ y Farc... Una espiral de alianzas bajo un único techo: el narcotráfico.