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“¡No puede ser posible que en Colombia se proteja y garantice más la vida de un animal que el derecho a la vida de la especie humana que está por nacer!”. En esos términos, con signos de admiración incluidos, sentó su voz de protesta el magistrado Jorge Enrique Ibáñez en el fallo con el que la Corte Constitucional tumbó la pesca deportiva. La alta corporación encontró que esa práctica podría considerarse maltrato, a lo que Ibáñez y la magistrada Cristina Pardo respondieron con pullas a sus compañeros por despenalizar el aborto hasta la semana 24.
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En febrero de este año, tras una ardua discusión, la Corte amplió el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo y ordenó que se garantizara, de manera libre, hasta los seis meses de gestación. Pardo estaba impedida para votar, pues en declaraciones anteriores había salido a relucir su talante religioso en el tema del aborto. Ibáñez, por su parte, fue uno de los cuatro magistrados que se opuso a que la Corte ampliara el fallo de 2006 que había despenalizado esta práctica médica en casos de violación, riesgo para la madre o malformación del feto.
Esta semana, la Corte Constitucional tumbó la pesca deportiva, para proteger a los peces del maltrato animal, lo que dio para que Pardo e Ibáñez dejaran, por escrito, las críticas a sus compañeros. La magistrada Cristina Pardo, que además este año es presidenta del alto tribunal, aludió directamente a la sentencia de febrero pasado y escribió en su salvamento de voto: “No se puede disponer fútilmente de la vida animal ni causar lesión corporal innecesaria. En cambio, frente al no nacido, el evidente maltrato físico que supone un aborto se torna irrelevante y se permite disponer de la vida humana sin aducir razón alguna hasta la semana 24 de gestación”.
(Lea también: El ‘Sí’ de la Corte al aborto en Colombia)
El magistrado Ibáñez estuvo de acuerdo con la sentencia de la pesca, pero aclaró su voto, con pulla incluida: “cada vez más se protege y ampara cada vez más los derechos de los animales correlativamente se deja de proteger y amparar los derechos de la especie humana que está por nacer”. Y añadió: “resulta más que curioso y por lo tanto contradictorio que la jurisprudencia constitucional termine por otorgarle mayores derechos a los animales que los que tiene el ser humano en gestación”.
Las esquirlas de lo que fue una fuerte discusión por darles garantías a las mujeres en su derecho a la salud, se siguen sintiendo en el alto tribunal.
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