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El “Monitoreo de Territorios Afectados por Cultivos Ilícitos 2021″ no refleja las intenciones del pasado gobierno, del presidente Iván Duque, por erradicar la coca a través de la política Ruta Futuro. Todo lo contrario, la anterior administración cierra su ciclo con niveles históricos del cultivo de uso ilícito, pues entre 2020 y 2021 las hectáreas sembradas crecieron un 43 %. En solo un año, el área neta pasó de 143.000 hectáreas a 204.000 hectáreas. Es decir, el máximo histórico desde que el Gobierno y La Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC) realizan el monitoreo (2001).
Informe pasado: Coca en Colombia: menos hectáreas, mayor producción en 2020
Sin embargo, el inédito crecimiento no es el único dato preocupante. La UNODC también reportó el máximo histórico de producción potencial de cocaína en Colombia, una tendencia que no ha podido ser derribada por ningún gobierno desde 2014. La producción potencial de hoja de coca fresca aumentó en un 14 %, pasando de un promedio anual de 997.300 toneladas a un promedio de 1′134.700 toneladas. La producción potencial de clorhidrato de cocaína (en polvo) también creció un 14 %, pasando de 1.228 toneladas a 1.400 toneladas. Hoy, Colombia produce 7,9 kilos de cocaína por hectárea cosechada.
Un problema desbordado
La información desagregada por regiones de los cultivos de coca solo tiene una buena noticia: en la región de la Sierra Nevada de Santa Marta todavía se registran las mismas dos hectáreas sembradas con relación al informe anterior. En todo el país los cultivos aumentaron, siendo la región de la Orinoquía el más afectado en términos porcentuales. El cambio fue del 157 %, pasando de 121 hectáreas a 311 hectáreas. La región del Pacífico sigue siendo la más cultivada y pasó de tener 50.701 hectáreas a 89.266 hectáreas.
Antecedentes: La UNODC reportó reducción de siembra de coca en el país en un 7% teniendo 143 mil hectáreas activas
La región de Catatumbo reportó un incremento del 6 %, de 40.116 hectáreas a 42.576 hectáreas. La región Central reportó un incremento del 35 %, pasando de 25.211 hectáreas a 34.0003 hectáreas. La región Putumayo-Caquetá subió un 45 % en los cultivos de uso ilícito, de 22.041 hectáreas a 31.874 hectáreas. La región Meta-Guaviare reportó un incremento del 36 %, de 4.462 hectáreas a 6.0775 hectáreas. Por último, la Amazonía incrementó sus cultivos de coca en un 27 %, de 119 hectáreas a 151 hectáreas.
Datos para entender las dinámicas de Colombia
Los primeros años de la política Ruta Futuro de Duque parecían tener efecto, pues hubo una reducción sostenida entre 2017 y 2020. Para implementar los planes de erradicación se destinaron hasta 4,4 billones, según información del Ministerio de Justicia. No obstante, ha sido imposible sacar la coca de los denominados “enclaves productivos”, lugares donde el cultivo echó raíces hace más de 10 años y sus réditos se infiltraron en las economías locales y regionales. La mayoría están en zona fronteriza con Venezuela y Ecuador (Nariño, Putumayo, Cauca y Norte de Santander).
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De los 1.112 municipios de Colombia, 181 presentan afectación por coca. En tan solo 12 de los municipios se concentra la mitad de los cultivos. Un caso aparte es el de Tibú (Norte de Santander), donde permanecen cultivadas un total de 22.000 hectáreas. Asimismo, la mitad del área cultivada en Colombia se ubica en zonas de manejo especial. Por ejemplo, el 17 % en áreas forestales de Ley Segunda (que no pueden utilizarse para comercio sin permiso previo), el 21 % en tierras de las comunidades negras, el 10 % en comunidades indígenas y el 4 % en Parques Nacionales Naturales.
¿Qué procesos a largo plazo influyeron en el crecimiento del 43 %?
De acuerdo con la investigación del Gobierno y la UNODC, en Colombia el pastel por el negocio ilícito de la coca está cada vez más repartido entre grupos armados ilegales, grupos narcotraficantes y productores de cocaína. “En los enclaves productivos la población percibe un mayor flujo de recursos financieros que dinamiza el comercio y permite acceder a bienes y servicios que, sin la actividad ilícita, no se hubieran consolidado”, se lee en el informe.
El negocio de la coca tiene un nuevo presente. Mientras en los ochenta dos carteles se disputaban las rentas (Cali y Medellín), y entre 1993 y 2016 las Farc, el Eln y las Autodefensas controlaban las dinámicas, a la fecha hay reporte de hasta 60 estructuras criminales narcotraficantes. La UNODC tiene registro de 30 estructuras de las disidencias de las Farc, 22 narcoparamilitares y ocho frentes del Eln. Y todas están consolidadas en los enclaves productivos.
¿Por qué producir cocaína y hoja de coca fresca es cada vez más eficiente?
Los números de la producción de cocaína son alarmantes si se miran en una perspectiva temporal más amplia. Mientras en Colombia, en 2014, la producción potencial estaba en 368 toneladas, a corte de 2021 la estadística se ubica en 1.400 toneladas. La conclusión indica que los productores cada vez le sacan más el jugo a la planta, a través de modelos agroquímicos que potencian la materia prima. Cabe resaltar que, además, la UNODC logró establecer que la mayoría de los lotes de coca están en sus edades más productivas (dos a cuatro años).
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También hay que ampliar la mirada. De acuerdo con el Reporte Mundial de Drogas 2021, en la última década se logró establecer que hay un 22 % más de consumidores de cocaína. Más de 20 millones de personas, quienes, bajo esta hipótesis, establecieron condiciones de mercado para que países productores aumentaran su oferta. Y mientras eso sucede alrededor del mundo, los municipios colombianos donde se concentra la producción de coca siguen afrontando condiciones de pobreza y limitadas oportunidades de acceso a los mercados.
“La devaluación sostenida del peso colombiano durante varios años ha mejorado progresivamente las utilidades para los agentes del narcotráfico. Además de lo anterior, ha habido aumentos en los rendimientos del cultivo y en el retorno económico para los productores. En cuanto a los factores externos, cabe resaltar que en el 2021 el peso colombiano presentó una devaluación del 43,5 % frente al dólar estadounidense, siendo la moneda más devaluada de Latinoamérica”, se concluye.
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