'Eduardo Méndez era una ficha del cartel de Bogotá'
El Espectador revela las confesiones de un exsocio de ‘El Loco’ Barrera que le contó a la Fiscalía que el presidente de Santa Fe entre 2004 y 2006 hizo parte de la organización de Luis Caicedo.
Juan David Laverde Palma
Carlos Alberto Rincón Díaz, alias Chicharrón, el extraditado narcotraficante y socio de Daniel El Loco Barrera y del capo Luis Agustín Caicedo Velandia, desde hace más de dos años le dio detalles a la Fiscalía de cómo la mafia habría infiltrado las arcas del club Independiente Santa Fe. Sus confesiones y las de otro ‘narco’, Juan de Jesús Coronado Borda, señalaron al expresidente del equipo Luis Eduardo Méndez Bustos como el alfil del cartel de carteles para manejar al Santa Fe y, en otros tiempos, como el abogado encargado de transar a las autoridades para archivar procesos o encontrar a los “sapos” que querían colaborar con la justicia. (Ver entrevista en la que Méndez Bustos se defiende)
Mientras Estados Unidos formalizaba las extradiciones en 2010 de la organización que exportó por lo menos 912 toneladas de cocaína a ese país, integrada por Caicedo Velandia, Julio Lozano Pirateque, Claudio Javier Silva Otálora, entre otros —los señalados jefes de El Loco Barrera—, en la Unidad Antinarcóticos de la Fiscalía se continuó adelantando una investigación paralela sobre los enlaces y empresas de este grupo ilegal que no fueron tocados por Estados Unidos. Dicho expediente cobró forma luego de que alias Chicharrón comenzara sus delaciones en julio de 2010, en sucesivas declaraciones a la justicia en las que salpicó a sus exsocios y a Luis Eduardo Méndez Bustos.
El Espectador tuvo acceso a los testimonios que entregó Rincón Díaz y a dos informes de policía judicial, de 69 y 95 páginas cada uno, en los que la Dijín corroboró muchas de las revelaciones aportadas por Chicharrón y en donde se aseguró que el testigo era creíble por la precisión de sus datos, la descripción de lugares o bienes usados por sus socios para traficar o lavar dinero, y porque era claro que era una ‘mina de oro’ de información sobre el denominado cartel de Bogotá. Hoy la mayoría de los acusados por Chicharrón, casi una veintena de personas, enfrentan órdenes de captura o procesos. El único que no ha sido vinculado es Luis Eduardo Méndez Bustos, quien purgó una pena de 70 meses en una cárcel de EE.UU. por obstrucción a la justicia.
Un día después de haber sido detenido en la ‘Operación Caporal’ en julio de 2010, Chicharrón le contó a la Fiscalía sus andanzas en la mafia. Buscando beneficios por colaboración eficaz, relató que empezó a traficar en el año 2000 con un capo llamado Luis Cuesta, un sujeto que posaba como ganadero pero que había montado un narcoemporio cuya sede de operaciones estaba en Guateque (Boyacá). Según Rincón Díaz, trabajó hasta 2003 con él, cuando cayó un cargamento de 400 kilos de cocaína en Santa Marta. “A raíz de eso me quedé quieto dos años”, dijo.
Fue entonces cuando apareció Gustavo Lozano, según él “el papá de los papás de los narcotraficantes” en Colombia. Chicharrón oficiaba entonces como un importador de carrocerías y miembro de dos cooperativas de transporte, cuyas tractomulas fueron usadas para movilizar coca. Fue en 2005 cuando Gustavo Lozano le presentó a su sobrino, Julio Lozano Pirateque, y al socio de éste, Luis Agustín Caicedo Velandia. Comenzó a trabajar con ellos moviéndoles droga a Tumaco, Turbo, Maicao y Cartagena, que después salía del país. Una vez murió Gustavo Lozano, el negocio quedó en manos de su sobrino. Hacia 2006 Chicharrón quiso retirarse del cartel, pero Caicedo lo declaró objetivo militar.
Luego el testigo narró que algunos cargamentos fueron decomisados y la organización dio la orden de buscar a los informantes. “Sé que los mataron con gente de la Sijín de Bogotá, en la Caracas con quinta, en una bodega de mala muerte que puedo decirles dónde queda”, relató, y añadió que posteriormente los cadáveres eran sacados en carros de la Policía y entregados al jefe de sicarios del cartel de Bogotá, Franklin Gaitán Marentes, alias Sillas. Chicharrón sostuvo que un coronel y un capitán le ayudaban al cartel y que “Eduardo Méndez se encargaba con la gente del CTI, de la Dijín y de la Sijín de investigar quién era el ‘sapo’”.
A renglón seguido, Chicharrón contó que Caicedo y Lozano “hacían reuniones en la casa o sede del equipo Santa Fe para hablar de narcotráfico. A mí me hicieron ir allá para darme órdenes y estaban Eduardo Méndez, Julio Lozano, Luis Caicedo y Javier Silva. A mí el que me dijo un día que inyectaban capital al Santa Fe en efectivo fue Guillermo, alias El Flaco, ya extraditado a Estados Unidos”. Y agregó: “Eduardo Méndez para esa época era presidente del Santa Fe y era la persona que les arreglaba todos los problemas y participaba en narcotráfico. A Méndez lo llevaban pegado, pero aportaba muy poquito. Sé que era el consentido de ellos y que hay gente del CTI que le ayudaba para entregarle información de procesos”.
Rincón Díaz explicó las jerarquías del cartel y las funciones de cada uno, y dijo que un narco conocido como Nico lo iba a asesinar, pero que El Loco Barrera no había dejado, afirmando que Chicharrón era buen trabajador. También dijo que el asesinato de un colaborador llamado Javier Cáceres había sido un mensaje de guerra enviado por el narcoparamilitar Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, a Barrera, quien estaba interfiriendo en sus zonas de influencia. Y al referirse a la organización, concluyó: “El de la plata es Julio Lozano, le sigue Luis Caicedo y después El Loco Barrera, porque El Loco es más guerrero”. De este último dijo que lo vio unas cuatro veces y que andaba en Bogotá “como Pedro por su casa”.
El testigo, en una segunda declaración del 8 de octubre de 2010, aportó más detalles. Dijo que el esmeraldero Julio Lozano era un narcotraficante conocido, que Luis Caicedo le enviaba la droga a México y Lozano la recibía allá para entrarla a Estados Unidos. Según indicó, Lozano se hizo enemigo del zar de las esmeraldas, Víctor Carranza. La Fiscalía le pidió que precisara lo que sabía sobre el caso Santa Fe. Entonces resaltó: “Un día estaba hablando con el patrón Luis Caicedo y comentábamos que había sido mala idea comprar al Santa Fe”. Chicharrón expresó que Julio Lozano fue el de la idea, porque era amante del fútbol, y que lo hizo en cuerpo ajeno, a través de Eduardo Méndez, quien se volvió directivo cuando se formalizó la ‘compra’.
Al ser interrogado sobre cómo fue la operación, Chicharrón explicó que buena parte de la plata se metió por medio de varios socios, entre los que estaba un hermano de Luis Agustín Caicedo, y que aparecía una familiar de Claudio Javier Silva que trabajaba allí. En su momento trascendió que su cuñada, Damaris Plata Ocampo, había sido coordinadora de las escuelas de formación deportiva. Asimismo, el narcotraficante señaló que ese hermano de Caicedo, de nombre Esteban, estaba en la junta directiva. Seguidamente vino la acusación más grave contra el expresidente del Santa Fe.
“Personalmente a mí una vez él (Méndez) me informó de unos ‘sapos’ que me estaban delatando y me llevó a una bodega ubicada al pie de la Sijín (en Bogotá) y delante mío ordenó que torturaran a los muchachos. Yo le dije que no hiciera eso”. De acuerdo con el testigo, ya condenado en EE.UU., Méndez le colaboró a la organización hasta que le tocó arreglar sus cuentas en ese país en 2007 por el delito de obstrucción a la justicia en otro expediente. Fuentes que conocieron el proceso le dijeron a este diario que las confesiones de Chicharrón habían sido muy valiosas y que por eso su abogada Lina Sierra fue objeto de un atentado cuando salía de la cárcel La Picota en 2011 y un hijo del testigo fue asesinado en 2012.
En las explosivas declaraciones de Chicharrón se lee que varias veces se vio con Méndez en Coldeportes para solucionar problemas de la organización, como la caída de cargamentos, y una acusación explícita sobre narcotráfico: “A mí me pidió dos favores para que le llevara una cocaína al Urabá. Eran 200 kilos, para que la echara junto con la cocaína de Luis Caicedo, pero no se dio. A él lo metieron como directivo de Santa Fe porque era de mucha confianza de Caicedo y Lozano, además de ser su abogado”. Pero consultado por El Espectador el viernes pasado, Eduardo Méndez desmintió todas sus acusaciones, dijo que él había sido su cliente pero que quedaron en malos términos porque jamás le canceló sus honorarios (ver nota anexa titulada “No hallarán pruebas de lo que dice Chicharrón”).
Al margen de la controversia, Chicharrón señaló otros episodios que sería reveladores. Por ejemplo, que sabía que Méndez despachaba desde un hotel en el centro de Bogotá, que según las pesquisas de la Dijín es de propiedad de la firma Inversora Tres Gutiérrez Ltda. y de César Pastrana Guzmán, hoy presidente del Santa Fe. Además, el testigo sostuvo que el exsenador Tulio César Bernal Bacca, quien también presidió el Santa Fe, “era un títere de ellos”, que hacía lo que le pidieran y que a Chicharrón lo obligaron a aportar $10 millones para su campaña política al Congreso en el año 2006. “Yo fui a una reunión con Luis Caicedo donde estaban el señor Tulio César Bernal y Julio Lozano en una casa en el norte de Bogotá”, declaró.
Por último, Rincón Díaz atestiguó, al ser preguntado por Ricardo Villarraga: “Él fue abogado de la organización después que el doctor Méndez se entregara en Miami. Hacía el mismo papel, todo igualito”. Este diario intentó ubicar al excongresista Bernal y al abogado Villarraga, pero al cierre de esta edición no había sido posible ubicarlos. Este último, en entrevista con El Espectador publicada el martes pasado, sostuvo que aunque sí fue consultado por Julio Caicedo, jamás perteneció a ese cartel y que a pesar de que fue condenado en EE.UU. por obstrucción a la justicia, aceptó cargos no por culpabilidad, sino como consecuencia de un arreglo para regresar pronto al país. “No soy socio ni soy enlace de esas personas, soy un simple abogado colombiano que trabaja en derecho”, manifestó.
De vuelta a las confesiones de Chicharrón, éste añadió que en su momento Justo Pastor Báez, a quien la Dirección de Estupefacientes nombró depositario de los bienes decomisados a Danilo Bustos —un testaferro de El Loco Barrera—, le pidió $1.500 millones para administrar los bienes que le quitara el Estado por sus vínculos con el narcotráfico. El Espectador reveló en 2010 que Báez era, al mismo tiempo, el encargado de administrar bienes de Bustos y su padrino de matrimonio. Dos días después de la publicación, Bustos fue asesinado.
Aunque las autoridades comenzaron de inmediato a corroborar lo dicho por el narcotraficante, el 27 de mayo de 2011 el testigo dijo que no iba a aportar más información a la Fiscalía y que sólo esperaba que fuera extraditado cuanto antes, ya que se había enterado de que todas sus confesiones habían sido vendidas por un funcionario de la Unidad Antimafia a la organización que estaba delatando. Dijo que donde estaba recluido le habían puesto un precio a su cabeza de $200 millones y que eso se lo contó en su momento a la DEA y a la Fiscalía. Pocos días después Carlos Alberto Rincón fue enviado a Estados Unidos, acusado de los delitos de concierto para delinquir y tráfico de estupefacientes. Se documentó que entre 2000 y 2009 traficó droga de Colombia a Venezuela, Guatemala, México y EE.UU.
Tres testigos protegidos declararon que Chicharrón usó sus tractomulas para movilizar entre cuatro y cinco toneladas de Bogotá a Maicao, que después eran despachadas al exterior. Uno de ellos afirmó que por estas ‘vueltas’ le habían pagado en dólares y que estuvo involucrado en no menos de 20 cargamentos de cocaína cada año entre 2002 y 2009. El 31 de mayo de 2011, pocos días antes de que fuera enviado a EE.UU., dos investigadores de la Dijín elaboraron un informe de 65 páginas en el que corroboraron casi todas las afirmaciones de Chicharrón sobre el cartel de Bogotá, pero dejaron varios interrogantes sobre el caso Santa Fe y Luis Eduardo Méndez Bustos, pues no había elementos para probar algunas de sus aseveraciones. No obstante, remarcaron coincidencias notables con lo publicado en la prensa y los cargos de Méndez.
Revisaron actas de juntas directivas, información de Cámara de Comercio, algunas publicaciones de El Espectador, registros documentales de Caicedo Velandia, Julio Lozano y otros, así como expedientes en los que aparecían enlaces del cartel detenidos o se reseñaban crímenes como el de un joven a quien asesinaron de 47 tiros en una estación de servicio en el norte de Bogotá. Muchos procesos cruzados entre Estados Unidos y Colombia también se rastrearon. Seis meses después los mismos investigadores elaboraron otro informe de 95 páginas, con rastreos desde las EPS hasta cuentas bancarias o empresas de casi 20 personas señaladas por Chicharrón, entre ellos Méndez.
Casi todos están enredados con la justicia, con órdenes de captura o embargos, pero del caso Méndez nada volvió a saberse en este expediente que adelanta la Fiscalía 17 especializada de la Unidad Antinarcóticos. Entretanto, una vez regresó al país en 2011, Eduardo Méndez ha mantenido un bajo perfil, aunque se dice que maneja algunos pases de jugadores de Santa Fe. De hecho, en la celebración del triunfo que a mitad de 2012 volvió a coronar al club albirrojo como campeón del fútbol colombiano después de una sequía de 37 años, se le vio con los jugadores celebrando festivo y levantando la copa. Hoy asegura que es inocente, que Chicharrón miente, que sus cuentas con la justicia ya fueron saldadas y que la Fiscalía no tiene evidencia para procesarlo. Por último César Pastrana, presidente del Santa Fe, declaró categórico: “Méndez nada tiene que ver con el equipo”.
“Méndez nada tiene que ver con nosotros”
El presidente de Santa Fe, César Pastrana, sostuvo que “Eduardo Méndez no tiene nada que ver con el club” y que en su administración de dos años y medio “hay 65 socios que han pasado todos los filtros en la Superintendencia, en la UIAF y en Coldeportes”. Además, recordó en su momento que “esos personajes estigmatizaron al equipo, nos quitaron patrocinios; pero hoy tenemos otra cara”.Pastrana recalcó que nunca ha sido requerido por ninguna autoridad para dar alguna explicación por Santa Fe. Sobre las pesquisas de la Fiscalía dijo no saber nada y también dijo desconocer si Méndez tenía representación de jugadores del club. Sobre la foto en la que aparece celebrando con los jugadores el campeonato de 2012, declaró: “Yo invité a todos los expresidentes del equipo, era algo significativo porque eran 37 años. Lo vi a él ahí, pero hoy no tiene nada que ver con nosotros. Lo vi feliz a lo lejos. Hubo incomodidad de parte mía, pero ese día era de celebración”.
Carlos Alberto Rincón Díaz, alias Chicharrón, el extraditado narcotraficante y socio de Daniel El Loco Barrera y del capo Luis Agustín Caicedo Velandia, desde hace más de dos años le dio detalles a la Fiscalía de cómo la mafia habría infiltrado las arcas del club Independiente Santa Fe. Sus confesiones y las de otro ‘narco’, Juan de Jesús Coronado Borda, señalaron al expresidente del equipo Luis Eduardo Méndez Bustos como el alfil del cartel de carteles para manejar al Santa Fe y, en otros tiempos, como el abogado encargado de transar a las autoridades para archivar procesos o encontrar a los “sapos” que querían colaborar con la justicia. (Ver entrevista en la que Méndez Bustos se defiende)
Mientras Estados Unidos formalizaba las extradiciones en 2010 de la organización que exportó por lo menos 912 toneladas de cocaína a ese país, integrada por Caicedo Velandia, Julio Lozano Pirateque, Claudio Javier Silva Otálora, entre otros —los señalados jefes de El Loco Barrera—, en la Unidad Antinarcóticos de la Fiscalía se continuó adelantando una investigación paralela sobre los enlaces y empresas de este grupo ilegal que no fueron tocados por Estados Unidos. Dicho expediente cobró forma luego de que alias Chicharrón comenzara sus delaciones en julio de 2010, en sucesivas declaraciones a la justicia en las que salpicó a sus exsocios y a Luis Eduardo Méndez Bustos.
El Espectador tuvo acceso a los testimonios que entregó Rincón Díaz y a dos informes de policía judicial, de 69 y 95 páginas cada uno, en los que la Dijín corroboró muchas de las revelaciones aportadas por Chicharrón y en donde se aseguró que el testigo era creíble por la precisión de sus datos, la descripción de lugares o bienes usados por sus socios para traficar o lavar dinero, y porque era claro que era una ‘mina de oro’ de información sobre el denominado cartel de Bogotá. Hoy la mayoría de los acusados por Chicharrón, casi una veintena de personas, enfrentan órdenes de captura o procesos. El único que no ha sido vinculado es Luis Eduardo Méndez Bustos, quien purgó una pena de 70 meses en una cárcel de EE.UU. por obstrucción a la justicia.
Un día después de haber sido detenido en la ‘Operación Caporal’ en julio de 2010, Chicharrón le contó a la Fiscalía sus andanzas en la mafia. Buscando beneficios por colaboración eficaz, relató que empezó a traficar en el año 2000 con un capo llamado Luis Cuesta, un sujeto que posaba como ganadero pero que había montado un narcoemporio cuya sede de operaciones estaba en Guateque (Boyacá). Según Rincón Díaz, trabajó hasta 2003 con él, cuando cayó un cargamento de 400 kilos de cocaína en Santa Marta. “A raíz de eso me quedé quieto dos años”, dijo.
Fue entonces cuando apareció Gustavo Lozano, según él “el papá de los papás de los narcotraficantes” en Colombia. Chicharrón oficiaba entonces como un importador de carrocerías y miembro de dos cooperativas de transporte, cuyas tractomulas fueron usadas para movilizar coca. Fue en 2005 cuando Gustavo Lozano le presentó a su sobrino, Julio Lozano Pirateque, y al socio de éste, Luis Agustín Caicedo Velandia. Comenzó a trabajar con ellos moviéndoles droga a Tumaco, Turbo, Maicao y Cartagena, que después salía del país. Una vez murió Gustavo Lozano, el negocio quedó en manos de su sobrino. Hacia 2006 Chicharrón quiso retirarse del cartel, pero Caicedo lo declaró objetivo militar.
Luego el testigo narró que algunos cargamentos fueron decomisados y la organización dio la orden de buscar a los informantes. “Sé que los mataron con gente de la Sijín de Bogotá, en la Caracas con quinta, en una bodega de mala muerte que puedo decirles dónde queda”, relató, y añadió que posteriormente los cadáveres eran sacados en carros de la Policía y entregados al jefe de sicarios del cartel de Bogotá, Franklin Gaitán Marentes, alias Sillas. Chicharrón sostuvo que un coronel y un capitán le ayudaban al cartel y que “Eduardo Méndez se encargaba con la gente del CTI, de la Dijín y de la Sijín de investigar quién era el ‘sapo’”.
A renglón seguido, Chicharrón contó que Caicedo y Lozano “hacían reuniones en la casa o sede del equipo Santa Fe para hablar de narcotráfico. A mí me hicieron ir allá para darme órdenes y estaban Eduardo Méndez, Julio Lozano, Luis Caicedo y Javier Silva. A mí el que me dijo un día que inyectaban capital al Santa Fe en efectivo fue Guillermo, alias El Flaco, ya extraditado a Estados Unidos”. Y agregó: “Eduardo Méndez para esa época era presidente del Santa Fe y era la persona que les arreglaba todos los problemas y participaba en narcotráfico. A Méndez lo llevaban pegado, pero aportaba muy poquito. Sé que era el consentido de ellos y que hay gente del CTI que le ayudaba para entregarle información de procesos”.
Rincón Díaz explicó las jerarquías del cartel y las funciones de cada uno, y dijo que un narco conocido como Nico lo iba a asesinar, pero que El Loco Barrera no había dejado, afirmando que Chicharrón era buen trabajador. También dijo que el asesinato de un colaborador llamado Javier Cáceres había sido un mensaje de guerra enviado por el narcoparamilitar Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, a Barrera, quien estaba interfiriendo en sus zonas de influencia. Y al referirse a la organización, concluyó: “El de la plata es Julio Lozano, le sigue Luis Caicedo y después El Loco Barrera, porque El Loco es más guerrero”. De este último dijo que lo vio unas cuatro veces y que andaba en Bogotá “como Pedro por su casa”.
El testigo, en una segunda declaración del 8 de octubre de 2010, aportó más detalles. Dijo que el esmeraldero Julio Lozano era un narcotraficante conocido, que Luis Caicedo le enviaba la droga a México y Lozano la recibía allá para entrarla a Estados Unidos. Según indicó, Lozano se hizo enemigo del zar de las esmeraldas, Víctor Carranza. La Fiscalía le pidió que precisara lo que sabía sobre el caso Santa Fe. Entonces resaltó: “Un día estaba hablando con el patrón Luis Caicedo y comentábamos que había sido mala idea comprar al Santa Fe”. Chicharrón expresó que Julio Lozano fue el de la idea, porque era amante del fútbol, y que lo hizo en cuerpo ajeno, a través de Eduardo Méndez, quien se volvió directivo cuando se formalizó la ‘compra’.
Al ser interrogado sobre cómo fue la operación, Chicharrón explicó que buena parte de la plata se metió por medio de varios socios, entre los que estaba un hermano de Luis Agustín Caicedo, y que aparecía una familiar de Claudio Javier Silva que trabajaba allí. En su momento trascendió que su cuñada, Damaris Plata Ocampo, había sido coordinadora de las escuelas de formación deportiva. Asimismo, el narcotraficante señaló que ese hermano de Caicedo, de nombre Esteban, estaba en la junta directiva. Seguidamente vino la acusación más grave contra el expresidente del Santa Fe.
“Personalmente a mí una vez él (Méndez) me informó de unos ‘sapos’ que me estaban delatando y me llevó a una bodega ubicada al pie de la Sijín (en Bogotá) y delante mío ordenó que torturaran a los muchachos. Yo le dije que no hiciera eso”. De acuerdo con el testigo, ya condenado en EE.UU., Méndez le colaboró a la organización hasta que le tocó arreglar sus cuentas en ese país en 2007 por el delito de obstrucción a la justicia en otro expediente. Fuentes que conocieron el proceso le dijeron a este diario que las confesiones de Chicharrón habían sido muy valiosas y que por eso su abogada Lina Sierra fue objeto de un atentado cuando salía de la cárcel La Picota en 2011 y un hijo del testigo fue asesinado en 2012.
En las explosivas declaraciones de Chicharrón se lee que varias veces se vio con Méndez en Coldeportes para solucionar problemas de la organización, como la caída de cargamentos, y una acusación explícita sobre narcotráfico: “A mí me pidió dos favores para que le llevara una cocaína al Urabá. Eran 200 kilos, para que la echara junto con la cocaína de Luis Caicedo, pero no se dio. A él lo metieron como directivo de Santa Fe porque era de mucha confianza de Caicedo y Lozano, además de ser su abogado”. Pero consultado por El Espectador el viernes pasado, Eduardo Méndez desmintió todas sus acusaciones, dijo que él había sido su cliente pero que quedaron en malos términos porque jamás le canceló sus honorarios (ver nota anexa titulada “No hallarán pruebas de lo que dice Chicharrón”).
Al margen de la controversia, Chicharrón señaló otros episodios que sería reveladores. Por ejemplo, que sabía que Méndez despachaba desde un hotel en el centro de Bogotá, que según las pesquisas de la Dijín es de propiedad de la firma Inversora Tres Gutiérrez Ltda. y de César Pastrana Guzmán, hoy presidente del Santa Fe. Además, el testigo sostuvo que el exsenador Tulio César Bernal Bacca, quien también presidió el Santa Fe, “era un títere de ellos”, que hacía lo que le pidieran y que a Chicharrón lo obligaron a aportar $10 millones para su campaña política al Congreso en el año 2006. “Yo fui a una reunión con Luis Caicedo donde estaban el señor Tulio César Bernal y Julio Lozano en una casa en el norte de Bogotá”, declaró.
Por último, Rincón Díaz atestiguó, al ser preguntado por Ricardo Villarraga: “Él fue abogado de la organización después que el doctor Méndez se entregara en Miami. Hacía el mismo papel, todo igualito”. Este diario intentó ubicar al excongresista Bernal y al abogado Villarraga, pero al cierre de esta edición no había sido posible ubicarlos. Este último, en entrevista con El Espectador publicada el martes pasado, sostuvo que aunque sí fue consultado por Julio Caicedo, jamás perteneció a ese cartel y que a pesar de que fue condenado en EE.UU. por obstrucción a la justicia, aceptó cargos no por culpabilidad, sino como consecuencia de un arreglo para regresar pronto al país. “No soy socio ni soy enlace de esas personas, soy un simple abogado colombiano que trabaja en derecho”, manifestó.
De vuelta a las confesiones de Chicharrón, éste añadió que en su momento Justo Pastor Báez, a quien la Dirección de Estupefacientes nombró depositario de los bienes decomisados a Danilo Bustos —un testaferro de El Loco Barrera—, le pidió $1.500 millones para administrar los bienes que le quitara el Estado por sus vínculos con el narcotráfico. El Espectador reveló en 2010 que Báez era, al mismo tiempo, el encargado de administrar bienes de Bustos y su padrino de matrimonio. Dos días después de la publicación, Bustos fue asesinado.
Aunque las autoridades comenzaron de inmediato a corroborar lo dicho por el narcotraficante, el 27 de mayo de 2011 el testigo dijo que no iba a aportar más información a la Fiscalía y que sólo esperaba que fuera extraditado cuanto antes, ya que se había enterado de que todas sus confesiones habían sido vendidas por un funcionario de la Unidad Antimafia a la organización que estaba delatando. Dijo que donde estaba recluido le habían puesto un precio a su cabeza de $200 millones y que eso se lo contó en su momento a la DEA y a la Fiscalía. Pocos días después Carlos Alberto Rincón fue enviado a Estados Unidos, acusado de los delitos de concierto para delinquir y tráfico de estupefacientes. Se documentó que entre 2000 y 2009 traficó droga de Colombia a Venezuela, Guatemala, México y EE.UU.
Tres testigos protegidos declararon que Chicharrón usó sus tractomulas para movilizar entre cuatro y cinco toneladas de Bogotá a Maicao, que después eran despachadas al exterior. Uno de ellos afirmó que por estas ‘vueltas’ le habían pagado en dólares y que estuvo involucrado en no menos de 20 cargamentos de cocaína cada año entre 2002 y 2009. El 31 de mayo de 2011, pocos días antes de que fuera enviado a EE.UU., dos investigadores de la Dijín elaboraron un informe de 65 páginas en el que corroboraron casi todas las afirmaciones de Chicharrón sobre el cartel de Bogotá, pero dejaron varios interrogantes sobre el caso Santa Fe y Luis Eduardo Méndez Bustos, pues no había elementos para probar algunas de sus aseveraciones. No obstante, remarcaron coincidencias notables con lo publicado en la prensa y los cargos de Méndez.
Revisaron actas de juntas directivas, información de Cámara de Comercio, algunas publicaciones de El Espectador, registros documentales de Caicedo Velandia, Julio Lozano y otros, así como expedientes en los que aparecían enlaces del cartel detenidos o se reseñaban crímenes como el de un joven a quien asesinaron de 47 tiros en una estación de servicio en el norte de Bogotá. Muchos procesos cruzados entre Estados Unidos y Colombia también se rastrearon. Seis meses después los mismos investigadores elaboraron otro informe de 95 páginas, con rastreos desde las EPS hasta cuentas bancarias o empresas de casi 20 personas señaladas por Chicharrón, entre ellos Méndez.
Casi todos están enredados con la justicia, con órdenes de captura o embargos, pero del caso Méndez nada volvió a saberse en este expediente que adelanta la Fiscalía 17 especializada de la Unidad Antinarcóticos. Entretanto, una vez regresó al país en 2011, Eduardo Méndez ha mantenido un bajo perfil, aunque se dice que maneja algunos pases de jugadores de Santa Fe. De hecho, en la celebración del triunfo que a mitad de 2012 volvió a coronar al club albirrojo como campeón del fútbol colombiano después de una sequía de 37 años, se le vio con los jugadores celebrando festivo y levantando la copa. Hoy asegura que es inocente, que Chicharrón miente, que sus cuentas con la justicia ya fueron saldadas y que la Fiscalía no tiene evidencia para procesarlo. Por último César Pastrana, presidente del Santa Fe, declaró categórico: “Méndez nada tiene que ver con el equipo”.
“Méndez nada tiene que ver con nosotros”
El presidente de Santa Fe, César Pastrana, sostuvo que “Eduardo Méndez no tiene nada que ver con el club” y que en su administración de dos años y medio “hay 65 socios que han pasado todos los filtros en la Superintendencia, en la UIAF y en Coldeportes”. Además, recordó en su momento que “esos personajes estigmatizaron al equipo, nos quitaron patrocinios; pero hoy tenemos otra cara”.Pastrana recalcó que nunca ha sido requerido por ninguna autoridad para dar alguna explicación por Santa Fe. Sobre las pesquisas de la Fiscalía dijo no saber nada y también dijo desconocer si Méndez tenía representación de jugadores del club. Sobre la foto en la que aparece celebrando con los jugadores el campeonato de 2012, declaró: “Yo invité a todos los expresidentes del equipo, era algo significativo porque eran 37 años. Lo vi a él ahí, pero hoy no tiene nada que ver con nosotros. Lo vi feliz a lo lejos. Hubo incomodidad de parte mía, pero ese día era de celebración”.