'El Alemán' detrás del terror paramilitar
El máximo jefe del bloque Élmer Cárdenas debe responder por 914 desplazamientos forzados, otros 12 casos de reclutamiento de menores, el secuestro de Piedad Córdoba, 56 casos de desapariciones y 44 homicidios.
María Camila Rincón Ortega
Hace 20 años Freddy Rendón Herrera llegó al Urabá chocoano como ayudante de un camión cervecero y con el sueño de ser, algún día, policía y piloto de avión. Menos de media década después su nombre, que ahora era reemplazado por el alias de ‘El Alemán’ debido a su estricto orden y disciplina, se convirtió en sinónimo de sangre y terror: era el comandante del bloque paramilitar Élmer Cárdenas, con influencia en Chocó y Antioquia. El grupo que durante más una década dominó esa zona asesinó alrededor de 7.000 personas, jugó fútbol con la cabeza de una de sus víctimas, segó con sevicia la vida de mujeres embarazadas, quemó caseríos y combatió con las Farc el día que esta guerrilla explotó un cilindro que dejó 79 muertos en la iglesia de Bojayá (Chocó), el 2 de mayo de 2002.
Rendón Herrera se desmovilizó junto a su tropa el 15 de agosto de 2006 y en 2012 la Corte Suprema de Justicia confirmó la condena de ocho años que había proferido el Tribunal de Bogotá por los delitos de homicidio agravado, reclutamiento ilegal de menores, secuestro simple, concierto para delinquir y uso ilegal de insignias de las Fuerzas Militares. Esta semana, ‘El Alemán’ vuelve a los estrados judiciales para responder por otros crímenes: 914 desplazamientos forzados, 56 desapariciones forzadas, 44 homicidios, 12 reclutamientos ilícitos, 14 casos de violencia de género y el secuestro de la exsenadora Piedad Córdoba, ocurrido el 25 de mayo de 1999.
Hechos que perpetró desde 1996, cuando el proyecto paramilitar que el extinto jefe de las autodefensas Carlos Castaño venía desarrollando lo sedujo: “Vi a ese mediano hombre pequeñito uniformado hablando muy duro, y ese hombre me enamoró de esa causa. El discurso era que no se podía entrar en actividades ilícitas, que no al contrabando, al narcotráfico”, confesó ‘El Alemán’, en 2009 durante una entrevista con El Espectador. Después de ese discurso, Rendón Herrera lo conoció y le comentó que también venía de Amalfi (Antioquia), pueblo de donde eran oriundos los Castaño. “Desde ese momento me llamó ‘primo’”, agregó. Un apodo que daría para forjar mitos alrededor de esta estrecha relación de amistad, pues en muchas ocasiones se afirmó que eran familiares.
Apadrinado por Carlos Castaño, ‘El Alemán’ empezó a dominar los municipios de Arboletes, San Pedro de Urabá, San Juan, Belén de Bajirá, El Cuarenta, Barranquillita, Babilla, Carmen del Darién, Murindó, Viguía del Fuerte, Bojayá, Balsa, Riosucio, Unguía, Acandí y Necoclí. En cada uno de ellos se impuso su ley y el orden del horror que implementaba el proyecto paramilitar. Objetivo para el cual se alió con las Fuerzas Armadas del país. “Las autodefensas tenían las mejores relaciones con la Policía y las autoridades y en los diez años que estuve en las autodefensas no recuerdo una persecución de ellos contra nosotros. Éramos un soldado más y trabajamos conjuntamente en varias operaciones. Eran los que nos suministraban el material de guerra”, relató Rendón Herrera. De hecho, explicó que las armas con que operaban salían de las guarniciones militares y los instructores de las autodefensas fueron miembros retirados del Ejército. “Nosotros no actuamos solos, no fue que de la noche a la mañana nos disfrazamos de soldados o policías y nos montamos equipos y armas. Los camuflados y chalecos también salían de la industria militar”, agregó el excomandante en 2009 en diálogo con este diario.
Beneficios para los cuales necesitó tener “una inmejorable relación con los comandantes de los batallones que operaban en las zonas donde tuve jurisdicción. Nos reuníamos, coordinábamos los trabajos conjuntos en las zonas, todo eso era a nivel de coroneles y seguramente también hacia arriba”, enfatizó Rendón Herrera. Toda una maquinaria paraestatal que le permitió arrasar con el Urabá chocoano y otras regiones del país. Tanto así que muchas víctimas del bloque fueron arrojadas al Río Sucio para eliminar la evidencia y mantener bajo control las posibles sospechas de las autoridades. También habría participado en la operación Génesis, en la operación Siete enanitos y en la toma de Riosucio, ocurridos en el Chocó; en la toma de Dabeiba, Antioquia, y en la masacre de la Horqueta, en el municipio de Viotá, Cundinamarca.
Además, Rendón Herrera es uno de los pocos exjefes paras a los que se le ha condenado por el reclutamiento ilícito de menores. Al mando del bloque Élmer Cárdenas habría incorporado a sus filas a 309 niños y niñas durante 1997 y 2005. Según el material probatorio allegado al proceso, los menores de edad trabajaron como patrulleros, escoltas, enfermeros de combate, encargados de seguridad, encargados de preparar alimentos, comandantes de escuadra, comandantes de compañía y rancheros. Labores por las que recibían un pago entre $270.000 y $400.000. De los 309 menores, 98 tenían 17 años, 84 eran de 16 años, 79 tenían 15 años, 26 tenían 14 años, 15 tenían 13 años, 2 tenían 12 años, 4 tenían 11 años y uno tenía 10 años.
La zona que ‘El Alemán’ comandaba, por su ubicación geográfica y su frontera con Panamá, también permitió que el tráfico de drogas fuera un negocio rentable. Aunque siempre ha afirmado que la actividad ilícita se realizó para mantener al bloque Élmer Cárdenas, según la Fiscalía, Rendón Herrera cobró a los campesinos de la región cuotas por sembrar los cultivos de droga y estableció la manera en que se invirtió el dinero. La lista de crímenes que se le atribuyen al excomandante y a su grupo parece interminable. Hoy se encuentra en Justicia y Paz y desde allí ha confesado algunos de ellos.
Durante esta semana deberá responder ante el Tribunal Superior de Medellín por 127 hechos más que se le imputarán, mientras sigue recluido en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí (Antioquia). Su hermano, Daniel Rendón, alias ‘Don Mario’, también fue un hombre clave cuando ‘El Alemán’ se desmovilizó, pues fundó las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, una fachada para sus operaciones de narcotráfico.
Hace 20 años Freddy Rendón Herrera llegó al Urabá chocoano como ayudante de un camión cervecero y con el sueño de ser, algún día, policía y piloto de avión. Menos de media década después su nombre, que ahora era reemplazado por el alias de ‘El Alemán’ debido a su estricto orden y disciplina, se convirtió en sinónimo de sangre y terror: era el comandante del bloque paramilitar Élmer Cárdenas, con influencia en Chocó y Antioquia. El grupo que durante más una década dominó esa zona asesinó alrededor de 7.000 personas, jugó fútbol con la cabeza de una de sus víctimas, segó con sevicia la vida de mujeres embarazadas, quemó caseríos y combatió con las Farc el día que esta guerrilla explotó un cilindro que dejó 79 muertos en la iglesia de Bojayá (Chocó), el 2 de mayo de 2002.
Rendón Herrera se desmovilizó junto a su tropa el 15 de agosto de 2006 y en 2012 la Corte Suprema de Justicia confirmó la condena de ocho años que había proferido el Tribunal de Bogotá por los delitos de homicidio agravado, reclutamiento ilegal de menores, secuestro simple, concierto para delinquir y uso ilegal de insignias de las Fuerzas Militares. Esta semana, ‘El Alemán’ vuelve a los estrados judiciales para responder por otros crímenes: 914 desplazamientos forzados, 56 desapariciones forzadas, 44 homicidios, 12 reclutamientos ilícitos, 14 casos de violencia de género y el secuestro de la exsenadora Piedad Córdoba, ocurrido el 25 de mayo de 1999.
Hechos que perpetró desde 1996, cuando el proyecto paramilitar que el extinto jefe de las autodefensas Carlos Castaño venía desarrollando lo sedujo: “Vi a ese mediano hombre pequeñito uniformado hablando muy duro, y ese hombre me enamoró de esa causa. El discurso era que no se podía entrar en actividades ilícitas, que no al contrabando, al narcotráfico”, confesó ‘El Alemán’, en 2009 durante una entrevista con El Espectador. Después de ese discurso, Rendón Herrera lo conoció y le comentó que también venía de Amalfi (Antioquia), pueblo de donde eran oriundos los Castaño. “Desde ese momento me llamó ‘primo’”, agregó. Un apodo que daría para forjar mitos alrededor de esta estrecha relación de amistad, pues en muchas ocasiones se afirmó que eran familiares.
Apadrinado por Carlos Castaño, ‘El Alemán’ empezó a dominar los municipios de Arboletes, San Pedro de Urabá, San Juan, Belén de Bajirá, El Cuarenta, Barranquillita, Babilla, Carmen del Darién, Murindó, Viguía del Fuerte, Bojayá, Balsa, Riosucio, Unguía, Acandí y Necoclí. En cada uno de ellos se impuso su ley y el orden del horror que implementaba el proyecto paramilitar. Objetivo para el cual se alió con las Fuerzas Armadas del país. “Las autodefensas tenían las mejores relaciones con la Policía y las autoridades y en los diez años que estuve en las autodefensas no recuerdo una persecución de ellos contra nosotros. Éramos un soldado más y trabajamos conjuntamente en varias operaciones. Eran los que nos suministraban el material de guerra”, relató Rendón Herrera. De hecho, explicó que las armas con que operaban salían de las guarniciones militares y los instructores de las autodefensas fueron miembros retirados del Ejército. “Nosotros no actuamos solos, no fue que de la noche a la mañana nos disfrazamos de soldados o policías y nos montamos equipos y armas. Los camuflados y chalecos también salían de la industria militar”, agregó el excomandante en 2009 en diálogo con este diario.
Beneficios para los cuales necesitó tener “una inmejorable relación con los comandantes de los batallones que operaban en las zonas donde tuve jurisdicción. Nos reuníamos, coordinábamos los trabajos conjuntos en las zonas, todo eso era a nivel de coroneles y seguramente también hacia arriba”, enfatizó Rendón Herrera. Toda una maquinaria paraestatal que le permitió arrasar con el Urabá chocoano y otras regiones del país. Tanto así que muchas víctimas del bloque fueron arrojadas al Río Sucio para eliminar la evidencia y mantener bajo control las posibles sospechas de las autoridades. También habría participado en la operación Génesis, en la operación Siete enanitos y en la toma de Riosucio, ocurridos en el Chocó; en la toma de Dabeiba, Antioquia, y en la masacre de la Horqueta, en el municipio de Viotá, Cundinamarca.
Además, Rendón Herrera es uno de los pocos exjefes paras a los que se le ha condenado por el reclutamiento ilícito de menores. Al mando del bloque Élmer Cárdenas habría incorporado a sus filas a 309 niños y niñas durante 1997 y 2005. Según el material probatorio allegado al proceso, los menores de edad trabajaron como patrulleros, escoltas, enfermeros de combate, encargados de seguridad, encargados de preparar alimentos, comandantes de escuadra, comandantes de compañía y rancheros. Labores por las que recibían un pago entre $270.000 y $400.000. De los 309 menores, 98 tenían 17 años, 84 eran de 16 años, 79 tenían 15 años, 26 tenían 14 años, 15 tenían 13 años, 2 tenían 12 años, 4 tenían 11 años y uno tenía 10 años.
La zona que ‘El Alemán’ comandaba, por su ubicación geográfica y su frontera con Panamá, también permitió que el tráfico de drogas fuera un negocio rentable. Aunque siempre ha afirmado que la actividad ilícita se realizó para mantener al bloque Élmer Cárdenas, según la Fiscalía, Rendón Herrera cobró a los campesinos de la región cuotas por sembrar los cultivos de droga y estableció la manera en que se invirtió el dinero. La lista de crímenes que se le atribuyen al excomandante y a su grupo parece interminable. Hoy se encuentra en Justicia y Paz y desde allí ha confesado algunos de ellos.
Durante esta semana deberá responder ante el Tribunal Superior de Medellín por 127 hechos más que se le imputarán, mientras sigue recluido en la cárcel de máxima seguridad de Itagüí (Antioquia). Su hermano, Daniel Rendón, alias ‘Don Mario’, también fue un hombre clave cuando ‘El Alemán’ se desmovilizó, pues fundó las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, una fachada para sus operaciones de narcotráfico.