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Como funcionario de Migración Colombia, en el ejercicio de mis funciones, recibo cada mes los deportados que llegan de Estados Unidos. En el caso de los retornos que se produjeron en septiembre de 2020 hubo un episodio previo que marcó un precedente: el problema con la no llegada del exjefe paramilitar Salvatore Mancuso por su doble condición de ciudadano colombiano e italiano. Por esta situación, desde la Embajada de Estados Unidos nos anunciaron de manera previa al 28 de septiembre que llegaban al país 84 deportados colombianos, unos por infracciones migratorias y otros por haber cumplido penas en ese país.
En ese listado estaba Rodrigo Tovar Pupo, alias Jorge 40. Así que para esa fecha dispusimos todo el operativo para recibirlo y hacer efectivos los requerimientos judiciales en su contra. En ese vuelo él era la única persona con cuentas pendientes que tenía un alto perfil. Para recibir al antiguo líder del bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia también coordinamos con un grupo especial de la Policía, integrado por Interpol y un componente tipo comandos jungla muy bien armados, que llegaron con dos horas de anticipación a la llegada del exparamilitar, quien terminó llegando sobre el medio día.
Dos oficiales del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) también llegaron a coordinar la entrega. Todos nos reunimos junto al comandante de Interpol a cargo. Nosotros como autoridad de Migración seríamos los primeros en requerir a Jorge 40, él sería el primer deportado en salir del avión, que claramente cumplía con el protocolo sanitario, además este era el primer vuelo que recibíamos con deportados desde que se suspendieron los vuelos por la crisis sanitaria del nuevo coronavirus. Tan pronto aterrizó en el aeropuerto El Dorado, los custodios que iban en el interior de la aeronave nos entregaron los documentos de Tovar Pupo.
Él es una persona no muy alta, algo fornido y tenía el cabello corto. Le comunicamos que quedaba detenido por orden de las autoridades colombianas y que la Policía en un primer momento iba a hacerse cargo de su custodia y lugar de reclusión. Él se bajó muy tranquilo, con la cabeza en alto, no se veía apesadumbrado. Lo único que dijo fue: “Señores, yo necesito que ustedes respondan por mi vida. Mientras yo contacto a mis abogados ustedes están a cargo de lo que me pase. También necesito comunicarme con mi familia”. Le informamos que iba a ser trasladado a una sala especial donde iba a estar aislado y con poco contacto para evitar que se contagiara de COVID-19. (Lea también: “Jorge 40” y Hernán Giraldo, a indagatoria por asesinato de líderes de la U. del Magdalena)
Luego de ser requisado lo esposaron. Él traía un bolso muy pequeño, no era mucho. Ya estando en esa sala nos entregó un número y dijo que era el de su casa. Hizo su llamada en altavoz y habló poco, pues más tarde iba tener la oportunidad de dialogar más con sus seres queridos. Un oficial de la Policía marcó el número y una mujer joven contestó, cuando él la saludó la identificó como su hija. Ella se emocionó bastante, le preguntó dónde estaba. “¿Cómo estás, papá?, ¿estás bien?”. Él respondió que estaba en Bogotá, que estaba bien y que tanto Migración como la Policía éramos los responsables de su vida.
En ese momento pasó alguien que creo es un hermano y hablaron en similares términos. Hasta ahí él se mostró bastante altivo. Sinceramente fue muy respetuoso con nosotros, muy calmado. Jamás fue hostil. Su hija volvió a pasar al teléfono. Cuando le dijo que se cuidara mucho y que ojalá se pudieran ver pronto, a Jorge 40 se le quebró su voz. Estuvo a punto de llorar y lo entendimos, fue un momento de mucha emoción para él. El hecho de que aclarara que nosotros éramos los custodios de su vida lo analicé como un mensaje en el que Jorge 40 decía: “A mí no me puede pasar nada porque ya todo el mundo sabe en qué manos estoy”, pero también de temor por no saber a qué se iba a enfrentar. (Le puede interesar: Lo que podría venir para el exjefe paramilitar “Jorge 40” tras su llegada a Colombia)
Él nunca habló con nombres propios sobre algún temor en particular. Sí refirió en el trámite que venía a colaborar con la justicia. Creo que su familia se hizo cargo de llamar a su abogado porque nosotros en ese momento no se lo permitimos. Cuando hicimos la verificación de su identidad aparecieron dos cédulas: una con su nombre original y otra con su misma huella, pero que fue cancelada por doble cedulación; él hace muchos años había falsificado su identidad. Cuando la Policía ya se lo iba a llevar, Tovar dijo “necesito mis cosas”, algo que nos sorprendió mucho porque solo le vimos ese pequeño morral. “Yo le entregué mis pertenencias a alguien que venía deportado conmigo en el vuelo”, aseguró.
Uno de los oficiales de Migración buscó a este deportado y le preguntó si traía las cosas de Jorge 40, pero él no entendía muy bien. Luego atinó a decir que sí, que una persona le había encargado traerle sus cosas, pero que él no sabía quién era. Enseguida se le pidió que fuera hasta donde estaba Tovar Pupo para que personalmente hiciera entrega del costal. En su interior había ropa y zapatos, no mucho más, porque vienen muy depurados desde Estados Unidos. El deportado no tenía ni idea de quién era la persona que le pidió guardar sus cosas o por qué había tanta seguridad. Él no sabía que le había traído la maleta a uno de los exjefes paramilitares más importantes que ha tenido el país.
Cuando el deportado le entregó las cosas a 40 se le veía el temor en su rostro de “qué tal me metan a mí en un problema acá”. Tovar lo saludó y le dijo: “Gracias, mi hermano, espero que le vaya muy bien, trate de comunicarse conmigo”. La Policía lo esposó, nos despedimos de él. Afuera ya estaban los vehículos de Interpol que lo iban a trasladar a la Dijín, junto con cerca de 30 hombres bien armados. Como se sabe, posteriormente fue enviado al búnker de la Fiscalía y a la fecha no sé si continúa allí o fue trasladado a alguna cárcel. (Noticia relacionada: Los efectos que se temen con el regreso del exjefe paramilitar “Jorge 40”)
*La identidad de este funcionario se protege a petición suya.