Mientras al momento de su captura, en octubre de 2009, el ex comandante paramilitar Éder Pedraza Peña, alias Ramón Mojana, aparecía únicamente como propietario de una vieja motocicleta, las autoridades han podido documentar que junto con su clan familiar había construido un emporio económico constituido por fincas, establecimientos de comercio, oficinas, apartamentos, garajes, casalotes, ganado y compañías de transporte en los departamentos de Córdoba, Sucre, Bolívar, Cesar, Santander y Antioquia.
Así se desprende de una investigación adelantada por la Unidad de Lavado de Activos de la Fiscalía y la Dijín, que señala que pese a su desmovilización en febrero de 2005 (después de haber estado 10 años al mando del frente Mojana de las Auc), Pedraza se dedicó a actividades de narcotráfico desde el año 2000. La solicitud de extradición, elevada por el gobierno de los Estados Unidos, señala que alias Ramón Mojana comenzó actividades relacionadas con tráfico de estupefacientes en ese año, con la adquisición de 600 kilos de cocaína. Posteriormente, se relacionó con un narcotraficante mexicano y luego comenzó a exportar cocaína contando con laboratorios y cultivos propios. La droga salía desde Colombia y llegaba a los Estados Unidos. Uno de los testigos en contra de Éder Pedraza fue Jairo Castillo Peralta, alias Pitirry, quien en declaraciones entregadas a la Corte Suprema de Justicia en 2007 y 2008, en Canadá, afirmó que fue grande el contraste del momento en que Ramón Mojana y su hermano, Jeovany Pedraza, se establecieron y tomaron zonas de los departamentos de Sucre, Bolívar y Antioquia, y cuando, tiempo después, se convirtieron en megamillonarios.
“Cuando el grupo empezó Jeovany llegó en un carro desgualetado, que no valía ni $5’000.000 (...)”, afirmó Pitirry y meses después se encontró con la sorpresa de que el mismo Jeovanny le dijo que tenía propiedades hasta en Venezuela y un número indeterminado de carros, tractores y fincas en Colombia. Castilo Peralta recordó, además, que a punto de intimidación y desplazamiento los hermanos Pedraza se hicieron a enormes extensiones de tierra, que luego ponían a nombre de testaferros para después ‘legalizarlas’ a nombre de sus familiares o de otros miembros de las autodefensas.
Aunque las autoridades norteamericanas tenían certeza de las actividades de narcotráfico de Ramón Mojana, fue la incautación de dos toneladas de cocaína en aguas internacionales en un barco de bandera hondureña en febrero de 2009, la que dio un golpe definitivo a Pedraza como narcotraficante. A través de interceptaciones telefónicas se comprobó que la droga le pertenecía. Hace dos semanas la Fiscalía inició el trámite de extinción de dominio que Ramón Mojana construyó a nombre de sus padres, cinco hijos, dos esposas y cuatro hermanos.