El caso que empaña a Ricardo Roa, principal candidato a presidencia de Ecopetrol
Como presidente del Grupo de Energía de Bogotá designó en 2015 en la gerencia de Trecsa, compañía controlada por ese grupo en Guatemala, a alguien que resultó condenado por administración desleal. Lo grave es que no denunció los hechos ante la Fiscalía. Él se defiende.
Juan David Laverde Palma
Ricardo Roa Barragán tiene 62 años, una larga carrera en el mundo energético y una designación a la vuelta de la esquina: la próxima presidencia de Ecopetrol. Desde que se confirmó la salida de Felipe Bayón de la compañía, cuyo período terminará este 31 de marzo, Roa Barragán parece ser el más firme candidato para sucederlo. No solo por su trayectoria en el sector, sino porque es un hombre de la confianza del presidente Gustavo Petro. A tal punto de que fue su gerente de campaña en la elección presidencial del año pasado. Sin embargo, hoy dos lunares lo rondan. El primero es la investigación que adelanta el Consejo Nacional Electoral para establecer si, tal como lo determinó una auditoría preliminar, se violaron los topes de financiación en la primera vuelta o si hubo pagos de la campaña a empresas fantasma. Y el segundo es un episodio ocurrido hace ocho años cuando era el presidente de la Empresa de Energía de Bogotá, hoy Grupo de Energía de Bogotá (GEB).
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Ricardo Roa Barragán tiene 62 años, una larga carrera en el mundo energético y una designación a la vuelta de la esquina: la próxima presidencia de Ecopetrol. Desde que se confirmó la salida de Felipe Bayón de la compañía, cuyo período terminará este 31 de marzo, Roa Barragán parece ser el más firme candidato para sucederlo. No solo por su trayectoria en el sector, sino porque es un hombre de la confianza del presidente Gustavo Petro. A tal punto de que fue su gerente de campaña en la elección presidencial del año pasado. Sin embargo, hoy dos lunares lo rondan. El primero es la investigación que adelanta el Consejo Nacional Electoral para establecer si, tal como lo determinó una auditoría preliminar, se violaron los topes de financiación en la primera vuelta o si hubo pagos de la campaña a empresas fantasma. Y el segundo es un episodio ocurrido hace ocho años cuando era el presidente de la Empresa de Energía de Bogotá, hoy Grupo de Energía de Bogotá (GEB).
Sobre este segundo caso es este artículo. Todo empezó el 23 de febrero de 2015. Ese día la junta directiva de la Transportadora de Energía de Centroamérica S. A. (Trecsa) de Guatemala, cuyo dueño es el GEB, designó como nuevo gerente de la compañía al colombiano Néstor Ferney Pérez Herrera. En dicha elección intervino Roa Barragán como presidente del GEB. Pero no habían pasado ni dos meses de su designación en un cargo tan sensible para el desarrollo de proyectos estratégicos del GEB en Guatemala cuando aparecieron las primeras denuncias contra Pérez Herrera. El 10 de abril de ese año, mediante correo electrónico enviado al canal ético del GEB, se informó de todas las irregularidades que estaba cometiendo como cabeza de la compañía: gastos lujosos e injustificados, uso indebido de la tarjeta de crédito corporativa, adquisición de vehículos de alta gama, aumentos salariales sin soportes, entre otro largo etcétera. En resumen: una vida a cuerpo de rey.
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El GEB empezó a indagar, exigió explicaciones a los directivos de Trecsa y realizó una auditoría en Ciudad de Guatemala para documentar las denuncias. El 13 de julio de 2015, en un informe de 14 páginas en poder de El Espectador, se consignaron los principales hallazgos. Para empezar el uso ilegal que Néstor Ferney Pérez le dio a su tarjeta de crédito corporativa. Se encontraron gastos por US$11.557, que incluyeron boletas para conciertos, lujosas cuentas con licor en restaurantes y hoteles, compras realizadas en días no laborales en Colombia, Guatemala, Honduras y Estados Unidos, un procedimiento odontológico y pagos en centros de masajes y clubes.Tan solo en una noche, el 14 de junio de 2015, el gerente Pérez pagó una cuenta de US$2.314 en Madonas, un club para adultos en Guatemala. En su perfil de Instagram se dice del lugar: “Nuestra pasión por la vida nocturna hace de Madonas un nightclub con los mejores shows de la ciudad”.
Asimismo, se descubrió que Pérez Herrera autorizó bonos de transporte para él y su equipo directivo con el fin de pagar, mediante contrato de leasing a cinco años, 10 lujosos vehículos para movilizarse en Guatemala, entre los que había un Audi último modelo, carros deportivos y camionetas marca Ford y Toyota, un Jeep Wrangler y un BMW X6 Premium para el gerente de Trecsa, cuyo valor era de US$140 mil. Para rematar, la auditoría estableció que, sin competencia alguna, Pérez Herrera le subió el salario a 43 de sus trabajadores de la base administrativa y gerencial, y a 17 de ellos los ascendió de puesto. Además, se documentó que la compañía estaba gestionando la adquisición de una acción en el Club San Isidro de Guatemala, que cuenta con un exclusivo campo de golf, para el gerente Néstor Ferney Pérez por un valor de US$5.500 mensuales. De todos estos hallazgos fue informado el 14 de julio de 2015 el presidente del GEB, Ricardo Roa Barragán.
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Al día siguiente en Bogotá el consejo de administración de Trecsa, presidido por Roa Barragán, le pidió la renuncia al gerente Néstor Ferney Pérez Herrera en una junta extraordinaria. Es decir, no se le despidió por sus actuaciones ilegales, sino que simplemente se le aceptó su carta de renuncia. En el Acta número 77 de esa sesión del consejo de administración de Trecsa se lee incluso que se le agradece por su gestión durante los cinco meses que estuvo al frente de la compañía. No se trataba de un directivo cualquiera ni de un proyecto menor. Trecsa fue constituida para la construcción de 12 subestaciones eléctricas y la repotenciación de 13 más en Guatemala, con el fin de transportar 850 kilómetros de línea de alta tensión a 230 mil voltios. Una obra de enorme envergadura que fue otorgada por el gobierno de ese país a una empresa controlada por el Grupo de Energía de Bogotá. En esa época el presidente de la junta directiva del GEB era el alcalde Gustavo Petro.
A pesar de las pruebas recogidas desde julio de 2015 y hasta su salida como presidente del GEB, el 19 de enero de 2016, Ricardo Roa Barragán nunca le dio traslado a la Fiscalía de estos hallazgos. Eso lo hizo la siguiente administración en cabeza de Astrid Álvarez. Por estos hechos, el 29 de noviembre de 2017 el Juzgado 24 Penal del Circuito de Bogotá condenó a 67 meses de prisión al exgerente Néstor Ferney Pérez, quien aceptó su responsabilidad en el delito de administración desleal agravada en concurso homogéneo y sucesivo. Un año después, el 1° de noviembre de 2018, al resolver un incidente de reparación promovido por el GEB, el juez Álvaro Gómez Luna condenó a Pérez a pagarle a la compañía $800 millones. En eso se tasaron los daños efectuados por su gestión en Trecsa. En desarrollo de estas pesquisas también fue investigado por la Fiscalía el entonces presidente del GEB, Ricardo Roa Barragán.
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De hecho, el 30 de agosto de 2016 rindió interrogatorio. En su versión ante la justicia, en poder de este diario, el hoy más firme candidato a la presidencia de Ecopetrol se defendió de las actuaciones que realizó en Guatemala el exgerente de Trecsa. Dijo, por ejemplo, que fue nombrado presidente del GEB en septiembre de 2014 después de haber gerenciado desde 2012 la Transportadora de Gas Internacional (TGI). Roa Barragán indicó que una vez enterado de las primeras denuncias solicitó la auditoría y que el día en que Pérez Herrera salió de la compañía -el 15 de julio de 2015- se ordenó descontarle de la liquidación todos los gastos en los que incurrió por el mal uso de la tarjeta de crédito corporativa, así como reversar los contratos de leasing para el servicio de transporte de los directivos en Guatemala y devolver a los 43 funcionarios de Trecsa promovidos o ascendidos por Pérez Herrera a sus antiguos cargos y salarios.
Según Roa Barragán, se vio obligado a pedirle la renuncia a su gerente Pérez Herrera -y no a despedirlo- por la modalidad de su contratación. “De haber sido terminada de manera unilateral por la empresa su orden de servicio, habría tenido que ser indemnizado por un valor cercano a los US$130 mil, razón por la cual su desvinculación se produjo de esa manera, para proteger los intereses económicos de Trecsa”, le contó a la Fiscalía. Una decisión que hoy le pasa factura. No solo porque en cabeza suya se nombró a Pérez Herrera en un cargo tan estratégico para el GEB, sino porque durante su presidencia no le envió estas evidencias a la justicia y tampoco hay registro en actas de que lo hubiera solicitado. En su interrogatorio Roa Barragán explicó que en su momento le pidió a la secretaria general de Trecsa, Andrea Bolaños, “adelantar las acciones jurídicas pertinentes”. Pero la Fiscalía solo recibió la denuncia y las pruebas con la nueva administración del GEB.
La Fiscalía le preguntó directamente a Roa Barragán por este episodio. “Frente a los hallazgos detectados por el área de auditoría del GEB relacionados con conductas irregulares del señor Néstor Ferney Pérez, ¿por qué no dio a conocerlos a la Fiscalía?”. Roa Barragán contestó así: “No los denuncié porque no tenía conocimiento de los procedimientos legales aplicables ante los hechos y tampoco certeza absoluta de que los mismos constituyeran un delito, por cuanto me preocupé por resolver de manera inmediata la situación asociada con (la) afectación al patrimonio de Trecsa o a los intereses económicos de la empresa”. Una respuesta que parece contradictoria, toda vez que si se reconoce que hubo una afectación a los intereses económicos de Trecsa es porque se cometieron delitos. Además, la bitácora de todas estas irregularidades quedó consignada en el informe de auditoría que terminó con la salida de Néstor Ferney Pérez.
Roa Barragán también negó que hubiera agradecido la gestión de Pérez, tal como se afirma en el acta de Trecsa de julio de 2015, y aclaró que cuando ya estaba por fuera del GEB, en marzo de 2016, le enviaron a su casa un paquete de actas de esas juntas para su firma que él no tuvo oportunidad de “comentar”. Por último, explicó otro episodio incómodo: el viaje que hizo en mayo de 2015 a Indianápolis (Estados Unidos) a ver la carrera de las 500 Millas, en la que compitió Juan Pablo Montoya. Allá llegó a un palco por invitación del empresario Wilson Saavedra (ya fallecido), cuyo hijo Sebastián Saavedra también corría. Allí coincidió con el gerente Néstor Ferney Pérez, también invitado por Saavedra. Roa Barragán le dijo a la Fiscalía que no viajó con él, que todos los gastos de su estadía los pagó de su propio bolsillo y que aquel encuentro fortuito, que hoy todavía parece difícil de explicar, se dio antes de que trascendieran los malos manejos en Trecsa.
En el expediente, sin embargo, aparece que Néstor Pérez recibió US$746 de viáticos para ese viaje a Estados Unidos justificados así: “Acompañamiento reuniones varias - presidente de EEB en USA”. Una de las personas que conoció los pormenores de este caso le dijo a El Espectador: “Las fallas en su comportamiento abarcan todo el ámbito gerencial, desde la demostrada incapacidad para elegir a quien no cumple con los requisitos del cargo hasta el deliberado encubrimiento de conductas defraudatorias, ilegales y abusivas de su elegido. Cuestionado entonces por lo ocurrido, solo atinó a decir que no tomó ninguna medida contra Pérez por no tener claridad de que se trataba de conductas al margen de la ley, explicación que no solo raya en lo inconcebible, sino que dispara las alertas si se considera que podría llegar a manejar la chequera más grande de Colombia en Ecopetrol y no parece posible confiar en su capacidad de discernimiento de aquello que es o no correcto”.
Este diario se comunicó con Roa Barragán, quien contestó un cuestionario sobre este episodio (ver entrevista completa en la versión digital). Allí se declaró ajeno a cualquier irregularidad, explicó que no es amigo de Pérez Herrera, que solo lo conoció en 2015 y que su selección se hizo a través de una compañía cazatalentos. Además, que fue diligente una vez conoció los hechos y que la Fiscalía no encontró méritos para procesarlo. Y remató: “Sí llama la atención que en el marco del proceso de búsqueda de Ecopetrol se estén reviviendo hechos como el de Trecsa, ya resueltos por la justicia hace más de seis años con el claro propósito de enlodar mi buen nombre, reputación y trayectoria profesional. Estoy muy tranquilo, siempre lo he estado. Confío en el buen juicio y rigor del proceso de selección para Ecopetrol y que de allí se obtenga el mejor resultado para la empresa y para el país”.