El montaje judicial contra Gustavo Sastoque que tardó más de 25 años en cerrarse
El exinvestigador del CTI fue condenado en 1995 a 25 años de prisión por el homicidio de Hernando Pizarro Leongómez, hermano del también asesinado Carlos Pizarro. Aunque se había demostrado que fue injustamente sentenciado, hasta ahora los verdaderos victimarios pidieron disculpas. Estos son los detalles del extenso expediente.
“Usted es una víctima nuestra”, dijo ante la Corte Suprema de Justicia el senador del partido político Comunes y exlíder de la guerrilla de las FARC, hablándole cara a cara a Gustavo Sastoque, el exinvestigador del CTI condenado injustamente a 25 años de prisión por el asesinato de Hernando Pizarro Leongómez, hermano de Carlos Pizarro y tío de la Senadora María José Pizarro. El crimen, realmente, fue cometido por la extinta guerrilla, que solo hasta octubre de 2020 admitieron su responsabilidad y autoría.
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“Usted es una víctima nuestra”, dijo ante la Corte Suprema de Justicia el senador del partido político Comunes y exlíder de la guerrilla de las FARC, hablándole cara a cara a Gustavo Sastoque, el exinvestigador del CTI condenado injustamente a 25 años de prisión por el asesinato de Hernando Pizarro Leongómez, hermano de Carlos Pizarro y tío de la Senadora María José Pizarro. El crimen, realmente, fue cometido por la extinta guerrilla, que solo hasta octubre de 2020 admitieron su responsabilidad y autoría.
Hernando Pizarro murió baleado en Usaquén (Bogotá) en 1994. Para la ese momento, solo se conocía que en su asesinato posiblemente estuvieron involucrados miembros del CTI. Los pocos testigos de lo ocurrido señalaron que una camioneta llegó a la casa de Pizarro, los hombres que la ocupaban se presentaron como miembros de la Fiscalía y se lo llevaron del lugar. Minutos después, el cuerpo apareció esposado. Hasta ahora, la única persona que fue condenada por el crimen, y de manera injusta, fue Gustavo Sastoque. Pero, el pasado jueves 19 de septimebre, más de 25 años después de su condena, tres exlpideres de las FARC le pidieron disculpas por haber guardado silencio por tantos años.
El entrampamiento en las oficinas de la Fiscalía
El 8 de marzo de 1995, el entonces agente del CTI Gustavo Sastoque regresaba a su despacho en Paloquemao después de almorzar, cuando fue recibido con una orden para que se presentara en a las 3:00 p.m. de ese mismo día en el sexto piso de la Fiscalía Regional. Al llegar puntualmente al lugar empezó su historia como víctima de un montaje judicial del más alto nivel, por el que enfretó una injusta condena que lo tuvo más de una década tras las rejas.
Ya en el lugar donde había sido cita, Sastoque fue recibido por un hombre que lo dejó solo en un cuarto por más de media hora con la fachada de que se trataba de un ascenso que le iban a dar por su trabajo. Sin embargo la realidad era otra: estaba ahí para ser capturado com presunto autor del crimen contra Hernando Pizarro. Dos agentes del extinto DAS le presentaron una orden de captura que había en su contra y, después de dejarle hacer una llamada a su familia, lo llevaron a los calabozos del depratamento.
Habiendo pasado la noche tras las rejas, fue llevado al día siguiente a un interrogatorio en el que un fiscal detrás de un vidrio oscuro le hacía preguntas puntuales sobre el crimen. “Esto es una injusticia, yo nunca he portado un arma”, era lo único que contestaba Sastoque. Pero, la versión que salió a la luz pública es que el asesino de Hernando Pizarro había confesado.
Los dos retartos hablados
La casa de Sastoque fue allanada ese mismo día por la Fiscalía y la Dijín, las cuales buscaban armas, pero no las encontraron. A los pocos días, el ente acusador le dictó medida de aseguramiento, basándose el testimonio de personas que aseguraron haber visto a Sastoque disparando contra Pizarro. Además, había un retrato hablado suyo, demasiado detallado, y que había sido hecho por el batallón de contrainteligencia N° 1 de la XX brigada del Ejército.
El retrato que fue entregado dentro del proceso, curiosamente, era totalmente distinto al que días antes fue hecho con la descripción dada por Sandra Patricia Velasco, dueña de la casa de donde fue sacado Pizarro para ser asesinado. Tras saber esa diferencia, nunca volvió a saberse nada de Sandra Patricia Velasco, ni de Carlos Arturo Celis, su compañero, quien era reinsertado del M-19 que manejaba un taxi y tramitaba libretas militares en el Ministerio de Defensa.
Los falsos testigos
Durante el caso, Sastoque fue señalado por tres testigos como el autor del crimen contra Pizarro. Olga Esther Guevara dijo haber visto desde la ventana de su casa el asesinato, señaló a Sastoque como el agresor y además afirmó que volvió a verlo al día siguiente con los fotógrafos de la Fiscalía. Su hermana Claudia Guevara ratificó haber sido testigo del crimen. Y Germán Ramírez, un vendedor de perros calientes —identificado con una cédula de persona fallecida—, que supuestamente estaba en el lugar atendiendo su negocio y aseguró que vio a Sastoque disparar.
Se sumó también lo dicho por el agente de policía José Wilson Roncancio. Él aseguró que Sastoque había estado recogiendo pruebas en el sitio del crimen un día después del homicidio. Tres meses después, Roncancio fue asesinado.
Lo que estaba haciendo Sastoque el día del crimen
A pesar de todos los falsos señalamientos, la realidad fue que el día del crimen Gustavo Sastoque estuvo comprando zapatos en el barrio Restrepo. Para probar su versión, aportó el comprobante de su tarjeta y los empleados del almacén testificaron en su favor. Aún así, la justicia no les creyó. Asimismo, todos sus compañeros de trabajo dieron testimonio de que el día del crimen Sastoque trabajó en Paloquemao y los funcionarios de Criminalística que recogieron las pruebas descartaron su presencia. Pero, tampoco les creyeron.
En mayo de 1997, a pesar de todas las pruebas que tenía a su favor, fue condenado a 45 años de prisión por homicidio agravado. Diez meses después, el Tribunal Nacional le rebajó la condena a 40 años y 6 meses. De nada valieron los testimonios de sus compañeros. Los empleados del almacén de zapatos no volvieron a colaborar por amenazas. La Dirección de Inteligencia Militar aportó una declaración diciendo: “Unidades del Ejército no intervinieron ni practicaron pruebas en los sucesos de sangre en que perdió la vida Hernando Pizarro”.
La luz de esperanza
Al caso en ese momento solo le faltaba el sello de la Corte Suprema de Justicia para que a Sastoque se le cerraran todas las puertas de la justicia colombiana. Pero, en diciembre de 1998, cuando la Fiscalía investigaba el crimen del dirigente conservador Álvaro Gómez Hurtado, un testigo no identificado manifestó que utilizando el arma de un miembro de la Fiscalía, un grupo de inteligencia militar había asesinado a Hernando Pizarro Leongómez. También, que ese grupo de hombres había comprometido a dos mujeres para que declararan acusando a un funcionario de la Fiscalía.
“Y se reían diciendo que habían empleado a un miembro de la Fiscalía para hacerlo aparecer como el asesino”, declaró el testigo. Diez meses después, apareció otro testimonio: el de la exagente de inteligencia Mercedes Yolima Guaquetá Hernández, quien estando detenida en la cárcel de Chiquinquirá declaró que sabía todo lo referente al asesinato de Hernando Pizarro.
Confesó que la idea no era matarlo, sino llevarlo a una casa del Ejército para que entregara una lista de militares que trabajaban con paramilitares, para que diera pruebas y acusara a José Fedor Rey, alias Javier Delgado, sindicado de la masacre de 144 guerrilleros del frente Ricardo Franco en Tacueyó (Cauca). El hombre que dio con el paradero de Pizarro fue Carlos Celis, el hombre que había sido identificado como ex M-19. Sin embargo, según el testimonio de la mujer, Pizarro se resistió a la retención ilegal y fue asesinado.
El espaldarazo de un fiscal general
Tras conocerse los nuevos testimonios, Sastoque reclamó su inocencia en la Procuraduría para que investigara a los funcionarios que lo habían llevado a prisión. El 19 de diciembre de 2000, el procurador Jaime Bernal Cuéllar, en dos páginas, concluyó que como habían pasado cinco años del crimen de Pizarro, el caso estaba prescrito. Y la Corte, el 13 de febrero de 2003, confirmó la sentencia de 40 años y en sucinto párrafo añadió: “Las pruebas allegadas en el trámite de la casación no pueden ser analizadas y valoradas en este momento procesal, sugerencia que comparte el Ministerio Público”.
Sin embargo, en 2008, el entonces fiscal general Mario Iguarán se interesó en el caso y designó a un fiscal de Derechos Humanos para que lo revisara. El ente investigador dijo que afectar ilegalmente la libertad de una persona es violar un derecho fundamental imprescriptible, por lo que ordenó investigar a los testigos que señalaron a Sastoque como autor del crimen y que lo involucraron en el montaje judicial.
La confesión de las FARC en la JEP
Julián Gallo Cubillos, Pastor Alape y Pablo Catatumbo, hoy senadores y otrora líderes de las FARC, acudieron a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) para reconocer la comisión de varios crímenes políticos en Bogotá, como los asesinatos de Álvaro Gómez Hurtado y Hernando Pizarro Leongómez. El pasado mayo, la Corte Suprema de Justicia pidió escuchar el testimonio de los tres exguerrilleros de las FARC. La decisión de conocer sus versiones fue del magistrado Jorge Hernán Díaz Soto y respaldada por seis magistrados más de la Sala Penal.
El objetivo era uno solo: busca establecer, sin margen a duda, si alguno de ellos conocía a Gustavo Sastoque. Además de pedir su declaración, el alto tribunal ya pidió la confesión completa que entregaron los exFARC a la JEP, a título de “prueba trasladada”.
Las disculpas de los exFARC
En una audiencia que duró poco más de hora y media, el pasado jueves, los tres exFARC pidieron perdón por los hechos y por haber guardado silencio. Julián Gallo manifestó que “el daño causado en él (Gustavo Sastoque) como persona, en su familia y en su honorabilidad es irreparable. Nosotros firmamos un acuerdo de paz, en el que nos comprometimos a dar plena verdad sobre los hechos. Usted es una víctima de ese conflicto, es una víctima nuestra y en nombre de los firmantes de paz le pido que nos perdone. Ojalá se haga justicia para usted”.
Ante el alto tribunal el ahora senador también dijo que “en algún momento, en el año 2000, estando ya en los diálogos de paz en el Caguán, salió una noticia sobre la condena o el proceso, y estando yo en reunión con el comandante Jorge Briceño, le propuse que las Farc se pronunciara sobre la autoría del asesinato de Hernando Pizarro porque se iba a condenar a una persona inocente. Él me dijo que iba a consultar con los otros integrantes del secretariado y nunca más se volvió a tocar el tema”.
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