La historia del policía satánico que pide respeto por su derecho al culto
El auxiliar Andrés Parales interpuso una tutela contra la Policía de Bucaramanga, en la que pide que se le respete su derecho a profesar la religión satánica de la iglesia de Lavey, la cual lo orienta a mantener su cabello largo en símbolo de rebeldía.
Jhoan Sebastian Cote
“Señor, yo soy policía. Tú me infundiste esta vocación. Así como tú velas por el orden del mundo, yo también te ayudo a cuidar al menos una parte del mismo”. Esta es la oración del policía. Una evidente plegaria cristiana que el uniformado Andrés Camilo Parales denuncia haber estado obligado a decir, cada noche, al finalizar su turno en el Comando de Bucaramanga. Un verdadero problema, porque Parales es abiertamente satánico. Creyente fiel de la biblia de Anton Lavey, un denominado papa que escribió y publicó un código de filosofía de vida en favor de Satanás. Uno de esos fieles es Parales, quien, al sentirse obligado a profesar otra religión, se está disputando una tutela contra la Policía de Bucaramanga.
Parales es asesorado por la Asociación de Ateos de Bogotá, la cual ha logrado frenar la compra de biblias católicas en la Policía, y que lo acompaña en un expediente por los derechos fundamentales de libertad de culto, libre desarrollo de la personalidad y objeción de conciencia. Entre sus pretensiones está que la Policía Nacional garantice su paso por la institución sin discriminaciones. Lleva ocho meses prestando su servicio militar como auxiliar de policía y dice no aguantar más “sinsentidos” en una institución que debería ser laica por Constitución, pero que en la realidad no se desliga de ese “Dios y Patria” del escudo. “¿Qué tiene que ver un servicio de policía con la religión?”, reflexiona Parales, de 20 años.
(En contexto: 25 años de la libertad religiosa y de cultos en Colombia)
El uniformado inició en el satanismo con 15 años. Uno de los empujones, sin querer, se lo dio una monja bumanguesa quien le dijo que, antes de acercarse a Dios, pensara si “Dios era para él”. Luego, un amigo de la adolescencia lo sedujo con los mandamientos de Lavey. Aunque en principio sintió temor por lo que culturalmente se cree sobre los satánicos, encontró en aquella biblia un modelo de vida. “En ningún momento habla sobre violencia. Incluso, dice que uno no puede tener nada sexual con alguien que no lo quiera. Son consejos de vida y asumí que era el estilo que quiero para mí”. Él asegura que ese camino jamás lo llevará a hacerle daño a animales o bebés humanos. Tales atrocidades, dice, son puro cuento.
Desde que es satánico, Parales ha participado en solo un puñado de rituales, entre ellos, el desprendimiento de malas energías en lagos de la región, con velas de determinados colores, según lo que el seguidor quiera. Aunque inició una carrera en Derecho, la escasez de dinero de su familia lo dejó sin chance de maniobra. Por voluntad propia, este año se enlistó en la Policía como auxiliar y en 12 meses saldrá con libreta militar y, así, podrá presentarse a más trabajos formales que exigen el requisito. Después de hacer el curso, Parales fue reclutado en el grupo de policías que recorren la ciudad en bicicleta, con casco, pantaloneta y gafas de sol.
(Le podría interesar: La batalla judicial de un soldado por la libertad de cultos en el Ejército)
Los primeros problemas llegaron en las noches. A los guardianes de la bicicleta los hacen formar a las 8:00 p.m. en el Comando de Bucaramanga y, dirigidos por sus superiores, deben hacer la oración del policía. Parales se negaba, pero eso trajo sus castigos. “Si alguien no se aprende la oración tiene consecuencias como que lo ponen a hacer acondicionamiento físico o lo empiezan a tratar mal y a gritar. Uno de los intendentes, que trabaja en guardia, empezó a tratarme de manera irrespetuosa. Me decía que era un descuadrado, un sindicalista y cosas así. Un día en formación me dijo que, si seguía con esa actitud, me iba a hacer lo mismo que a Lucas Villa (asesinado durante el paro nacional de 2021)”.
La presión llegó a tal punto que, dice Parales, se vio obligado a orarle a un Dios que no es el suyo. Decir palabras que no siente e invocar la protección del antagonista de su religión. También, denuncia que hay un policía encargado exclusivamente de servir, en todo momento, al cura católico del Comando de Policía. Además, aunque cada uno de los CAI tiene figuras de la Virgen María, la Policía no ofrece espacios para profesar otras religiones. El caso que le dio el impulso para buscar justicia y a radicar la tutela, fue la presión que presuntamente ejercieron sobre una compañera creyente de la Iglesia Pentecostal, a quien la obligan a usar aretes, aunque su religión le prohíbe maquillarse y usar adornos.
(Le podría interesar: ¿Puede negarse a prestar servicio militar obligatorio?)
En la tutela, Parales añadió un dato fundamental que espera sea conocido por la Corte Constitucional. El uniformado invocó la libertad de culto, pues la biblia satánica de Lavey lo invita a dejar su pelo como quiera, pues es símbolo de la rebeldía contra las ideas impuestas socialmente. “Me aparto de todos los convencionalismos que no me lleven al éxito y a la felicidad en la tierra”, dice la biblia. Y así lo interpreta Parales: “Como dice Lavey, las personas deberían tomar sus propias decisiones sobre su apariencia y estilo de vida, de acuerdo con sus principios, deseos y valores. Y nunca deben seguir ciegamente las condiciones impuestas por la sociedad”.
El Juzgado 10 Administrativo de Bucaramanga, sin embargo, negó la tutela el pasado 4 de octubre. El debate fue delicado, pues el despacho concluyó que a veces el libre desarrollo de la personalidad no se puede proteger. En este caso, la Policía se rige por una resolución de 2009 que establece las reglas de uniformes. La norma es clara en que todo policía debe estar “bien afeitado” y sus patillas no pueden “sobrepasar un centímetro por debajo de la comisura del ojo”. El resto del pelo debe mantenerse “corto y desvanecido”. Sobre ello, el juzgado explicó que Parales está sometido a la organización del Estado, a través de las Fuerzas Militares, y, por tanto, se le exige un comportamiento acorde a la naturaleza de la Policía.
(En contexto: Objeción de conciencia prima sobre servicio militar: Corte Constitucional)
Parales impugnó la decisión y trajo un nuevo arsenal de argumentos, que están pendientes por resolver. Por ejemplo, que la Constitución protege el derecho al libre desarrollo de la personalidad y que esa es la “norma de normas”. Luego, que la Policía estaría vulnerando su sistema de creencias, al obligarlo a desprenderse de este mandamiento lavellano. “Cuando uno entra a la institución le dicen que el tema de cabello tiene consecuencias. Incluso en justicia penal militar”, explica Parales. Y dejó de presente un evento particular: cuando el juzgado le negó la tutela en primera instancia lo trasladaron de los guardianes de la bicicleta a la Estación Centro, donde presta seguridad, y le encargaron un arma de fuego.
Ese traslado fue firmado por el general James Roa Castañeda, comandante de la Policía bumanguesa. El mismo que felicitó públicamente a Parales, quien, como guardián en bicicleta, hace unos meses encontró un maletín con dinero y se lo devolvió a su dueño. “Es un ejemplo de honestidad. De servicio. Estos honorables policías han dejado una huella positiva en el corazón de un buen ciudadano”, dijo Roa. A este honorable policía le quedan cuatro meses como auxiliar, pero no se quiere ir sin dejarles a otros uniformados un antecedente histórico en la justicia. “No estoy en contra de la misa católica. Estoy en contra de que una institución obligue a unas personas a profesar una fe que no quieren”, concluye.
Jhoan Sebastian Cote Lozano
jcote@elespectador.com
@SebasCote95
“Señor, yo soy policía. Tú me infundiste esta vocación. Así como tú velas por el orden del mundo, yo también te ayudo a cuidar al menos una parte del mismo”. Esta es la oración del policía. Una evidente plegaria cristiana que el uniformado Andrés Camilo Parales denuncia haber estado obligado a decir, cada noche, al finalizar su turno en el Comando de Bucaramanga. Un verdadero problema, porque Parales es abiertamente satánico. Creyente fiel de la biblia de Anton Lavey, un denominado papa que escribió y publicó un código de filosofía de vida en favor de Satanás. Uno de esos fieles es Parales, quien, al sentirse obligado a profesar otra religión, se está disputando una tutela contra la Policía de Bucaramanga.
Parales es asesorado por la Asociación de Ateos de Bogotá, la cual ha logrado frenar la compra de biblias católicas en la Policía, y que lo acompaña en un expediente por los derechos fundamentales de libertad de culto, libre desarrollo de la personalidad y objeción de conciencia. Entre sus pretensiones está que la Policía Nacional garantice su paso por la institución sin discriminaciones. Lleva ocho meses prestando su servicio militar como auxiliar de policía y dice no aguantar más “sinsentidos” en una institución que debería ser laica por Constitución, pero que en la realidad no se desliga de ese “Dios y Patria” del escudo. “¿Qué tiene que ver un servicio de policía con la religión?”, reflexiona Parales, de 20 años.
(En contexto: 25 años de la libertad religiosa y de cultos en Colombia)
El uniformado inició en el satanismo con 15 años. Uno de los empujones, sin querer, se lo dio una monja bumanguesa quien le dijo que, antes de acercarse a Dios, pensara si “Dios era para él”. Luego, un amigo de la adolescencia lo sedujo con los mandamientos de Lavey. Aunque en principio sintió temor por lo que culturalmente se cree sobre los satánicos, encontró en aquella biblia un modelo de vida. “En ningún momento habla sobre violencia. Incluso, dice que uno no puede tener nada sexual con alguien que no lo quiera. Son consejos de vida y asumí que era el estilo que quiero para mí”. Él asegura que ese camino jamás lo llevará a hacerle daño a animales o bebés humanos. Tales atrocidades, dice, son puro cuento.
Desde que es satánico, Parales ha participado en solo un puñado de rituales, entre ellos, el desprendimiento de malas energías en lagos de la región, con velas de determinados colores, según lo que el seguidor quiera. Aunque inició una carrera en Derecho, la escasez de dinero de su familia lo dejó sin chance de maniobra. Por voluntad propia, este año se enlistó en la Policía como auxiliar y en 12 meses saldrá con libreta militar y, así, podrá presentarse a más trabajos formales que exigen el requisito. Después de hacer el curso, Parales fue reclutado en el grupo de policías que recorren la ciudad en bicicleta, con casco, pantaloneta y gafas de sol.
(Le podría interesar: La batalla judicial de un soldado por la libertad de cultos en el Ejército)
Los primeros problemas llegaron en las noches. A los guardianes de la bicicleta los hacen formar a las 8:00 p.m. en el Comando de Bucaramanga y, dirigidos por sus superiores, deben hacer la oración del policía. Parales se negaba, pero eso trajo sus castigos. “Si alguien no se aprende la oración tiene consecuencias como que lo ponen a hacer acondicionamiento físico o lo empiezan a tratar mal y a gritar. Uno de los intendentes, que trabaja en guardia, empezó a tratarme de manera irrespetuosa. Me decía que era un descuadrado, un sindicalista y cosas así. Un día en formación me dijo que, si seguía con esa actitud, me iba a hacer lo mismo que a Lucas Villa (asesinado durante el paro nacional de 2021)”.
La presión llegó a tal punto que, dice Parales, se vio obligado a orarle a un Dios que no es el suyo. Decir palabras que no siente e invocar la protección del antagonista de su religión. También, denuncia que hay un policía encargado exclusivamente de servir, en todo momento, al cura católico del Comando de Policía. Además, aunque cada uno de los CAI tiene figuras de la Virgen María, la Policía no ofrece espacios para profesar otras religiones. El caso que le dio el impulso para buscar justicia y a radicar la tutela, fue la presión que presuntamente ejercieron sobre una compañera creyente de la Iglesia Pentecostal, a quien la obligan a usar aretes, aunque su religión le prohíbe maquillarse y usar adornos.
(Le podría interesar: ¿Puede negarse a prestar servicio militar obligatorio?)
En la tutela, Parales añadió un dato fundamental que espera sea conocido por la Corte Constitucional. El uniformado invocó la libertad de culto, pues la biblia satánica de Lavey lo invita a dejar su pelo como quiera, pues es símbolo de la rebeldía contra las ideas impuestas socialmente. “Me aparto de todos los convencionalismos que no me lleven al éxito y a la felicidad en la tierra”, dice la biblia. Y así lo interpreta Parales: “Como dice Lavey, las personas deberían tomar sus propias decisiones sobre su apariencia y estilo de vida, de acuerdo con sus principios, deseos y valores. Y nunca deben seguir ciegamente las condiciones impuestas por la sociedad”.
El Juzgado 10 Administrativo de Bucaramanga, sin embargo, negó la tutela el pasado 4 de octubre. El debate fue delicado, pues el despacho concluyó que a veces el libre desarrollo de la personalidad no se puede proteger. En este caso, la Policía se rige por una resolución de 2009 que establece las reglas de uniformes. La norma es clara en que todo policía debe estar “bien afeitado” y sus patillas no pueden “sobrepasar un centímetro por debajo de la comisura del ojo”. El resto del pelo debe mantenerse “corto y desvanecido”. Sobre ello, el juzgado explicó que Parales está sometido a la organización del Estado, a través de las Fuerzas Militares, y, por tanto, se le exige un comportamiento acorde a la naturaleza de la Policía.
(En contexto: Objeción de conciencia prima sobre servicio militar: Corte Constitucional)
Parales impugnó la decisión y trajo un nuevo arsenal de argumentos, que están pendientes por resolver. Por ejemplo, que la Constitución protege el derecho al libre desarrollo de la personalidad y que esa es la “norma de normas”. Luego, que la Policía estaría vulnerando su sistema de creencias, al obligarlo a desprenderse de este mandamiento lavellano. “Cuando uno entra a la institución le dicen que el tema de cabello tiene consecuencias. Incluso en justicia penal militar”, explica Parales. Y dejó de presente un evento particular: cuando el juzgado le negó la tutela en primera instancia lo trasladaron de los guardianes de la bicicleta a la Estación Centro, donde presta seguridad, y le encargaron un arma de fuego.
Ese traslado fue firmado por el general James Roa Castañeda, comandante de la Policía bumanguesa. El mismo que felicitó públicamente a Parales, quien, como guardián en bicicleta, hace unos meses encontró un maletín con dinero y se lo devolvió a su dueño. “Es un ejemplo de honestidad. De servicio. Estos honorables policías han dejado una huella positiva en el corazón de un buen ciudadano”, dijo Roa. A este honorable policía le quedan cuatro meses como auxiliar, pero no se quiere ir sin dejarles a otros uniformados un antecedente histórico en la justicia. “No estoy en contra de la misa católica. Estoy en contra de que una institución obligue a unas personas a profesar una fe que no quieren”, concluye.
Jhoan Sebastian Cote Lozano
jcote@elespectador.com
@SebasCote95